Cuando logré encontrar un lugar tranquilo para comer, donde por cierto tenía una vista casi panorámica del lugar, algo logró captar mi atención.
La chica con la que había hablado hacía un rato, Britt, estaba sentada junto a un grupo de 10 personas, riendo, gritando y hasta bromeando unos con otros. Me pareció de los más divertido, pero no quise acercarme. Luego de 5 minutos apareció un chico, uno de esos que logran captar tu interés en segundos, esos que parecen sombríos y que ocultan demasiados secretos como para ser contados en sólo una noche.
Me resultó familiar su cara, como si lo conociera de algún lugar, pero no lo sé a ciencia cierta la verdad.
Decidí dejarlo correr y procedí a comer mi cena, que por cierto me sorprendió que estuviera tan buena.
Al cabo de media hora, si lo sé, como muy despacio, dejé la bandeja de comida en su respectivo lugar y me encaminé hacia mi habitación.
Para llegar a mi residencia debía caminar por un sendero no muy largo. No había mucha gente al rededor, de hecho, casi nadie, lo que me sorprendió bastante teniendo en cuenta la hora.
Estaba casi por entrar al lobby de la residencia cuando un chico muy simpático y atractivo me interceptó.
— ¿Te vienes? — Dijo casi eufórico.
— ¿A dónde? — Sonreí ante su estado de ansiedad, pero no ansiedad de la mala, sino más bien de esa que sentimos cuando estamos emocionados por algo y queremos que se cumpla en ese inmediato momento.
— ¡Chica! A la celebración de los novatos — Lo miré con el cejo fruncido, no entendía de que hablaba —. Madre mía — Dijo revoleando los ojos, lo que me hizo algo de gracia —, deja, ven y te lo explico en el camino - Acto seguido cogió mi mano y me llevó hasta donde se suponía era la tan famosa celebración —.
En el camino me fue contando sobre lo que se hacía esa noche. Nos presentamos y la verdad es que me cayó super bien. Su nombre era Noah e iba en segundo año de leyes, increíble pero cierto. Me contó que tenía novio hacía más de cuatro años y que cada semana acordaban para verse en el Central Park, ambos estudiaban en Nueva York.
Noah se percató de que mi inglés no era el mejor y me preguntó de dónde venía. Le conté a grandes rasgos quien era, pero sin dar muchos detalles, los detalles me los guardaba para mí.
Llegamos a lo que era una especie de anfiteatro abandonado, estaba colmado de estudiantes de todas las edades, parecía divertido. La verdad es que no me apetecía para nada estar en este lugar pero que más daba, era una nueva Lina, debía hacer cosas que nunca había hecho si quería empezar con el pie derecho.
Capítulo 2
— ¡Necesito la atención de todos los presentes! — Gritó por un megáfono una chica que hasta ahora desconocía — Vamos a dar comienzo a la celebración de los novatos — La muchedumbre comenzó a gritar, saltar, lanzar puños al aire, en fin, estaban felices por aquello.
— Te lo vas a pasar de puta madre — Dijo Noah en mi oído, trate de contestarle con la mejor sonrisa forzada del universo, pero su expresión solo me demostró que había logrado hacer una mueca extraña —.
Comenzó la música y en seguida todos los presentes comenzaron a bailar animados. Obviamente con la música también comenzó a correr el alcohol por las manos de todos los estudiantes.
Noah me tendió una vaso rojo, lleno de no sé qué.
— ¡Cariño! Bebé esto, te ayudará a sacarte la timidez — Dijo por encima de la música —.
— Es que yo no bebo — Le contesté con cara de circunstancia—.
— ¡Anda ya, Lina! — Revoleaba más los ojos de lo que hablaba. Reí como respuesta y acepté el vaso.
— Sólo tomaré uno y me marcho, estoy agotada — Sonreí y automáticamente su actitud cambio de fastidio a felicidad. Saber que se encontraba fastidiado me daba pena, pero no por él, si no por mí. No hacía ni media hora nos habíamos conocido que ya se sentía fastidiado. Eso era lo que causaba en las personas, fastidio. Seguramente por eso estaba tan sola —.
Saqué esos pensamientos de mi mente y me dispuse a pasarlo bien. No me iba a quedar mucho tiempo, así que el poco tiempo que pasara en esa maldita celebración quería que fuera agradable.
Bebimos más de tres o cuatro copas, no lo recuerdo. Estaba agotada y quería marcharme, pero algo logró captar mi atención.
El mismo chico de la cafetería había llegado y todo mundo comenzó a saludarlo, como si fuera una especie de celebridad o algo parecido.
Fue como si todo se detuviera por un instante, mis sentidos solo me permitieron centrarme en aquel hombre y en nadie más.
Creo que se dio cuenta que me había quedado como una tonta observándolo porque me dedico una mirada rápida pero intensa.
Me recordaba a alguien, debía averiguar quién era.
El comienzo de clases estuvo bien, resulta que comparto más clases con Britt de las que me hubiese imaginado. Es una chica muy agradable, con la que se puede conversar de cualquier cosa. Pero la realidad es que no le va tan bien en sus estudios así que me ofrecí para ayudarla y acepto encantada.
En cuanto a mi compañera de cuarto, la verdad es que no tuve mucho tiempo con ella, sale de fiesta más de la cuenta y casi nunca duerme en su cama. No es algo que me moleste, pero al final siento que quizás no estamos destinadas a formar una amistad.
La semana transcurrió más rápido de lo normal y me dispuse a buscar un trabajo; los libros y mi comida no iban a pagarse solos. Habíamos discutido sobre este tema con mi padre, estuvo insistiendo con que él podía darme la cantidad de dinero que necesitara, siempre que lo necesitara, pero me negué, no quería estar más involucrada de lo que ya estaba con él.
Sentía una sensación rara, pero la realidad es que prefería mantener las cosas al margen y que los demás no se alertaran de nada. Lo último que necesitaba en este momento era llamar la atención de las personas en este lugar. Puse los ojos en blanco ante la idea.
Era una tarde hermosa, voy a clases por la mañana, así que tengo toda la tarde disponible para hacer cualquier cosa, ya sea estudiar, leer o simplemente echarme en mi cama a pensar sobre la vida misma.
Salí del campus con la idea de encontrar esa misma tarde un trabajo que me permita no solo estudiar sino también ganar el suficiente dinero para poder mantenerme.
Britt me comentó que había un bar a no más de dos calles del campus, donde siempre necesitaban empleadas. No lo dude y fui hasta allí.
Como era de esperarse el lugar estaba a reventar de estudiantes y profesores, lo que me llamó la atención dado que eran las tres de la tarde.
— Hola, me gustaría hablar con el encargado, si es posible — Salude a una mujer de no más de 30 años que se encontraba haciendo cuentas del otro lado de la barra —.
— Estas de suerte, soy yo, me llamo Teresa, ¿En qué puedo ayudarte? — Era morena, con unos ojos verdes tan hermosos que enamoraría a cualquier hombre que quisiera, parecía exhausta pero seguía siendo muy guapa.
— He oído que necesitan empleada y estoy buscando un empleo — Le conteste animada —.
— ¡Ay, cariño! Nos has caído del cielo, ya puedes ver la cantidad de personas que debemos atender y el poco personal que tenemos, ¿puedes empezar hoy mismo? — Nunca imaginé que conseguir empleo sería tan fácil.
— Claro, no hay problema.
— No he oído tu nombre, cielo — Diablos, ¿por qué es tan necesario presentarse con cada persona que uno va conociendo por la vida? —.
— Lina, encantada — Medio forcé una sonrisa y le tendí la mano como signo de cordialidad, si es que podía llamarse así —.
— Perfecto, puedes pasar por la cocina y cambiarte en los vestidores, si consigues a alguien desocupado puedes preguntar y que te indiquen donde es — No me dio más importancia y volvió a la tarea que la tenía tan sumergida en preocupación —.
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