En este horizonte tridimensional debemos articular diversos lenguajes teológicos . La teología clásica fue concebida como sabiduría por todos y como ciencia por algunos, si bien en su origen bíblico y en su renovación contemporánea también es configurada como profecía. Un célebre artículo de M.-D. Chenu mostraba, con el conocimiento limitado que él tenía de F. de Vitoria y B. de las Casas, que ambos ayudaron a la causa indiana y que en la Iglesia se complementan sabios y profetas 53. La teología íbero-americana presente y futura necesita sabios profetas y profetas sabios .
La teología latinoamericana desarrollada en las últimas cinco décadas ha destacado como una teología profética . Ella ha asumido y recreado categorías como pueblo, sujeto, pobres, cultura, historia, liberación, praxis... En el siglo XX, surgieron distintas teologías de la acción 54. Gustavo Gutiérrez planteó la teología de la liberación en el marco de las funciones clásicas de la teología como sabiduría y ciencia, y mostró la necesidad de hacer «la reflexión crítica de la praxis histórica a la luz de la palabra de Dios» 55. Pensaba en la praxis que surge de «la fe que actúa por el amor» (Gál 5,6). Luego, en su estudio sobre Job, expuso dos lenguajes acerca de Dios –su justicia y su amor– que se enriquecen mutuamente. Los llamó «teología profética» y «teología contemplativa» 56. Por su parte, Lucio Gera pensó el misterio en y desde la historia, y quiso superar fracturas heredadas entre la teología, la pastoral y la espiritualidad 57. Desarrolló una teología clásica y conciliar, sistemática e histórica, científica y sapiencial, inculturada y pastoral, mística y profética 58.
La teología profética piensa la relación entre la palabra de Dios y la historia para ayudar a los cristianos a estar «siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que les pida razón (lógos) de su esperanza (elpís)» (1Pe 3,15). La conciencia histórica vive el pasado como espacio de experiencia y memoria, el presente como ámbito de iniciativa y acción, el futuro como horizonte de esperanza y proyecto. La teología profética debe testimoniar una spes contra spem ; interpretar las esperanzas históricas, especialmente las de los pobres, que esperan en Dios y luchan por una vida digna; y ofrecer una interpretativa spei en Dios y el hombre unidos en Cristo. La teología actual, en la mejor tradición intelectual americana, debe ejercitar un pensar testimonial, argumentativo, dialogal y evangelizador, para dar razón de la esperanza en Dios-Amor (1Pe 3,15; 1Jn 4,8). En este punto la cuestión inicial lleva a un nuevo interrogante: ¿qué significa pensar, decir y escribir en nuestras lenguas una teología íbero-americana como una hermenéutica de la esperanza en Dios?
Nuestra Señora de Guadalupe, Madre de toda América, sabiduría del corazón y corazón de la sabiduría, nos ayude a vivir y pensar juntos el Evangelio de la esperanza en y desde nuestra historia.
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