Jordi Sierra i Fabra - Radiografia De Chica Con Tatuaje
Здесь есть возможность читать онлайн «Jordi Sierra i Fabra - Radiografia De Chica Con Tatuaje» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Прочие приключения, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Radiografia De Chica Con Tatuaje
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:5 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 100
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Radiografia De Chica Con Tatuaje: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Radiografia De Chica Con Tatuaje»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Radiografia De Chica Con Tatuaje — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Radiografia De Chica Con Tatuaje», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
– Vaya madrugón -se la quedó mirando mientras frotaba una taza con mucha energía.
– Tampoco es tan temprano.
– No has de ir al cole, y a ti se te pegan las sábanas.
– No he dormido muy bien. El calor -no supo si decirle que estaba haciendo preguntas aquí y allá-. Y no lo llames cole, por favor.
– Usted perdone: el instituto.
– Vale -alargó un poco la primera vocal.
– Ayer no se te vio el pelo.
– Estuve haciendo cosas.
Su hermana dejó de lavar los platos.
– ¿Algo relacionado con Diego?
Podía mentirle, decirle cualquier cosa. Pero necesitaba apoyos. Y Herminia, para bien o para mal, estaba allí, siempre trataba de ayudarla. Aunque la edad fuera marcando diferencias, era su hermana mayor.
– Estuve hablando con los que vieron a Diego esa noche.
– ¿Ah, sí? -su frente se arrugó de golpe.
– No tiene sentido, Hermi -se dejó caer en una de las sillas de la cocina-. No tenía por qué violarla, y aún menos matarla.
– Eso ya lo dijiste.
– Piénsalo, por favor. Te caiga o no te caiga bien, tú lo conoces.
– No es lo mismo. ¿Cuántas veces lo he visto? Y no es que hayamos hablado mucho, ni de temas importantes.
– ¡Olvídate de lo que piensas, de los prejuicios! ¡Dime de verdad lo que sientes!
– Siento que metió la pata, Carla -lo dijo con tristeza no exenta de cansancio-. Estaríamos hablando el resto de nuestras vidas y, por encima de todo, seguiría pensando que metió la pata. Tenía novia, ¡te tenía a ti!, y ha de irse con una que acaba de conocer. Pasara lo que pasara en casa de Diego, hazte una pregunta: ¿y si ella, de repente, dijo no?
– Si subió al piso no fue para decir no.
– Pero ¿y si lo dijo? Los tíos, cuando están salidos, no aceptan un no por respuesta.
– ¿Y tú cómo lo sabes?
Las quebró el silencio, agresivo el de Carla, a la defensiva el de Herminia. Luego llegó la resignación.
– No, claro, yo no sé nada.
– Va, no te enfades conmigo tú también -se sintió fatal por lo que acababa de decir.
Su hermana reemprendió lo que estaba haciendo y lavó el último plato.
– Sólo te lo diré una vez, ¿de acuerdo? -lo frotó como si quisiera sacarle el esmalte-. Si sigues con él serás una desgraciada. Acabe o no acabe en la cárcel ahora. Si se libra, por la razón que sea, habrá una cuarta vez, y una quinta, tenga o no la culpa. Sucederá, tú lo sabes, ¿y entonces qué? Unos nacen con estrella y otros estrellados. ¿Quieres ser una heroína? ¿Te sientes bien siendo la novia de un chico que está en la cárcel, aunque sea inocente? ¿Vas a esperarle diez años si lo encierran por lo de esa chica?
– ¡Aún seré joven!
– ¡Carla, no digas burradas, por Dios! ¡Diez años, o quince, o aunque sólo fueran cinco! ¡Es tu vida!
Se levantó dispuesta a irse. No era la mejor forma de empezar el día. Y con quien menos quería discutir era con su hermana. Bueno, de hecho no quería discutir con nadie. Después del palo de su madre al llegar a casa la tarde anterior…
Su madre.
– No te vayas -le pidió Herminia.
– ¿Y para qué quieres que me quede?
– ¿Te crees que sólo tú necesitas a los demás?
Le sucedía algo. Estaba blandita. Pero no pudo precisar el motivo. Volvió a pensar en su madre.
– No quiero que esto os afecte a vosotros -dijo Carla.
– Si tú estás mal, todos estamos mal. Esto es una familia, ¿recuerdas?
– Entonces, apoyadme.
– Es lo que hacemos, aunque no te lo creas.
– ¿Diciéndome que deje a Diego?
– Tú lo quieres. Los demás vemos cosas. No estamos ciegos.
– Hermi, que lo detuvieran dos veces no significa…
– Dos, Carla -se lo reiteró-. Dos.
– Vale, ¿cómo crees que me sentiría si lo dejara ahora, en la cárcel, solo, sin nadie?
– Eso es lealtad, no amor.
– Eso es respeto por mí misma, Hermi.
– Dios -su hermana esbozó una sonrisa-, a veces me da rabia que seas tan lista. Siempre tienes la palabra adecuada.
Volvían a dialogar, abortado el conato de furia y gritos. Carla lo aprovechó para sacar lo que empezaba a quemarla por dentro.
– Ya que has hablado de la familia, quería preguntarte algo, entre tú y yo, ¿de acuerdo?
– ¿De qué se trata?
– ¿Cómo ves a papá y mamá?
– ¿Por qué?
– ¿Notas algo raro en ellos?
– No.
– ¿Seguro?
– ¿Me he perdido algo? -dijo Herminia.
– Mamá está triste.
– Mamá siempre ha estado triste -puntualizó-. No es lo que se dice la alegría de la huerta.
– Pero ahora…
– La menopausia. Eso crea un cambio hormonal.
– Eso me dijo ella.
– ¿Has hablado con mamá de eso?
– Sí, anoche.
– ¿Y te dijo eso?
– Pienso que tiene una depresión, y con papá siempre fuera…
– Es su trabajo.
– Hermi -sacó fuerzas de flaqueza-, ¿crees que papá hace paradas por ahí?
– ¿Qué clase de paradas?
– Ya sabes.
– No, no sé.
– Paradas para no estar solo.
– ¿Papá? -Herminia abrió los ojos de par en par-. No, qué idiotez.
– ¿Ni crees que pudiera tener una amiga fija, a medio camino?
– ¡Carla!
Le había prometido a su madre no decirle nada a Herminia, y bastante se estaba delatando. Plegó velas. No era el momento. Tal vez fuese algo grave, e inminente, pero no para discutirlo por la mañana, con su hermana a punto de ir a trabajar.
– Bueno, es que… como todo el mundo se ha vuelto loco -suspiró insegura.
– ¿Tú has visto a papá? Aparte de que es un trozo de pan… Tampoco tiene veinte años ni está como a los treinta.
– Ya, vale, lo siento.
Herminia la taladró con los ojos.
Carla la sintió explorando su mente.
– Vas a llegar tarde -le dijo mientras salía de la cocina.
Catorce
Salió a la calle bastante después de quedarse sola, un tanto insegura tras del conato de ¿conversación? con Herminia. Estaba harta de escuchar siempre lo mismo. Harta de que vieran en ella la edad, no la cabeza. Y encima, sujeta a la promesa hecha a su madre y a su miedo, no había tenido valor para compartir con su propia hermana la nueva incertidumbre que se cernía sobre su hogar.
Se dirigía al parque, para estar sola y a salvo. Hubiera podido hacer la llamada desde casa, pero su madre era la que controlaba el teléfono y el gasto, así que habría visto el día y la hora al llegar la factura. Prefería utilizar su saldo antes que arriesgarse. Envuelta en sus pensamientos, apenas si se dio cuenta de nada.
Sabrina apareció ante ella igual que un fantasma emergiendo de un pasado muy cercano.
Se quedó muy quieta, tensa. Podía esperar cualquier cosa de ella. Que en las últimas semanas, quizás dos o tres meses, hubiera cesado en su hostigamiento, no significaba nada. Estaba loca. Loca de amor, de celos, de lo que fuera, pero loca al fin y al cabo.
La ex de Diego era peligrosa.
– Hola, Carla -le cortó el paso.
Intentó eludirla, pasar de ella. No pudo. Sabrina se le puso delante por dos veces. La determinación de su cara era feroz. Su bello rostro, porque aun así era muy guapa, quedaba surcado por los ramalazos de ira y la animadversión de la mirada. Tenía la misma estatura que ella, cabello muy negro, lo mismo que los ojos, de mirada fría, nariz perfecta, de punta algo respingona y labios sugestivos, muy marcado el superior y muy carnoso y abierto el inferior. Los tres años de diferencia también se hacían notar. Era mucho más mujer, pecho firme, cuerpo estilizado.
Diego y su buen gusto.
– ¿Qué quieres? -le preguntó Carla cruzándose de brazos, más como protección que por ganas de plantarle cara.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Radiografia De Chica Con Tatuaje»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Radiografia De Chica Con Tatuaje» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Radiografia De Chica Con Tatuaje» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.