Pero si Yo soy Yo porque Yo soy Yo y Vos sos Vos porque Vos sos Vos,
entonces sí:
Yo soy Yo y Vos sos Vos"-
Ay, Claudia:
Por fin me pedís algo fácil.
El Orgasmo es nada más que la inevitable consecuencia de hacer el amor.
Por si no está claro:
LA INEVITABLE CONSECUENCIA DE HACER EL AMOR.
Claudia:
No quiero correr, tampoco detenerme. Quiero caminar.
¿Qué diferencia hay entre correr y caminar? ¿Es velocidad?
No, estoy seguro de que no. Se puede caminar rápido y también se puede correr con lentitud.
¡No! No es eso.
Acabo de salir a la calle… corrí y caminé, rápida y lentamente. Entonces me di cuenta… Cuando camino, siempre uno de mis pies está en contacto con el suelo. ¡Siempre! Cuando corro, hay un momento, un instante, en el cual estoy en el aire, sin ningún contacto con el piso.
Esto me aclara por qué el riesgo de caer es mayor cuando corro.
No quiero correr, quiero caminar. -¿Caminar? ¿Hacia dónde? -Hacia adelante.
– ¿Dónde es "adelante"
– No lo sé… Adelante es hacia donde voy. -¿Cómo?- ¿Retroceder no existe?
– No, hoy creo que no.
Claudia:
Volvé a tu niñez y dejáme que te cuente un cuento, o mejor dicho, dos.
ILUSION
Había una vez un campesino gordo y feo que se había enamorado (¡cuándo no!) de una princesa hermosa y rubia.
Un día la princesa (Vaya a saber por qué) le dio un beso al feo y gordo campesino… y mágicamente éste se transformó en un esbelto y apuesto príncipe… (Por lo menos, así lo veía ella) (Por lo menos, así se sentía él)
El primero de estos cuentos es mío y lo escribí hace unos años.
El segundo lo escribió mi hijo cuando tenía ocho años y está transcripto tal como fue escrito.
¡Ocho años! ¿Te das cuenta…? ¡Ocho años! ¡Qué envidia!
Me llevó más de treinta años de vida, diez años de estudio, cuatro años de terapia, siglos de existencia, descubrir esto que mi hijo resume en una frase a sus ocho años: no importa lo de afuera, importa lo de adentro".
Hace unas semanas, en uno de los grupos, un paciente, Gerardo, comentó algo que había leído: que los hijos son como un enano subido a los hombros de un gigante (Y es tan cierto).
Pienso en mis hijos… cuánto los amo!!… y recuerdo ahora: "… si te amo, disfruto viéndote crecer las alas y disfruto viéndote volar".
Demián y Claudia entran en esta habitación, se sientan en el suelo y me miran escribir.
Dejo de escribirte a vos… Les escribo a ellos. Hijos…
Me gustaría ser su plataforma de despegue me gustaría ser su viento favorable
me gustaría ser un espacio muy abierto y a qué negarlo
me gustaría ser un compañero de vuelo. Pero me doy cuenta
de que ninguno de ustedes me necesita para volar lo único que ustedes realmente necesitan
es tenerse a ustedes mismos. ¡Con eso basta!
Amadísima:
En una de las primeras cartas, te dije que una de las características de los neuróticos es la inmadurez y agregué que este concepto se relaciona con transferir el apoyo ambiental al autoapoyo.
Bien, ¿qué es el autoapoyo?
John Stevens dice que cuando un hipnotizador consigue hacer entrar a alguien en trance hipnótico y le dice "ahora va a sentir frío", el hipnotizado jerarquiza más la palabra del hipnotizador que sus propias sensaciones.
De alguna manera, todos vivimos hipnotizados.
Nos han repetido tantas veces las mismas cosas… Las hemos escuchado de nuestros padres, tíos, maestros y vecinos… Las hemos leído en libros y revistas… Hemos visto a nuestros seres más queridos acatar esas palabras, sin cuestionarlas jamás…
Y, finalmente, hemos quedado hipnotizados. Creemos más en esas palabras que en nuestro propio sentir.
Y lo que es peor, estamos tan bien entrenados para este proceso, que algunos de nosotros hemos conseguido autoabastecemos de mensajes hipnóticos. ¡Hemos conseguido autohipnotizarnos!
Autoapoyo tiene que ver con deshipnotizarse. Autoapoyo es darme cuenta de que mis pies son suficientemente fuertes para aguantar mi peso.
Autoapoyo es conectarme con mi sentir ("Abandona tu mente y vuelve a tus sentidos", decía Fritz).
Autoapoyo es pedir ayuda sin depender.
Autoapoyo es confiar en mí mismo por sobre todas las cosas.
Autoapoyo es abandonar definitivamente lo que yo llamo la conducta líquida.
Conducta líquida surge de un paralelo entre una propiedad física de los líquidos y una característica de la personalidad neurótica.
Un líquido no tiene forma: se adapta a la forma del recipiente que lo contiene.
Cuando funciono así, tratando de moldearme según lo que los demás me exigen, cuando me creo solamente la suma de las imágenes que los demás tienen de mí, cuando sólo intento responder a las expectativas de los otros, entonces tengo una conducta líquida.
– ¿Qué querés entonces? ¿una "conducta pétrea -¡NO, NO y NO!
Quiero una conducta suficientemente sólida como para afirmarse por sí misma y suficientemente elástica como para no ser estática y adecuarse a la realidad.
Diría que me gustaría tener una conducta plástica. La sociedad ama las «conductas pétreas". Dicen: "¡Qué carácter fuerte tiene ese tipo!" y lo que yo escucho es «Siempre reacciona igual frente a la misma situación". Claro, cómo no va a ser deseable que el otro sea así… A mí me viene bárbaro; él es previsible, puedo contar con la respuesta de él y reasegurarme con que jamás "me defraudará".
¡Qué manejo éste de querer conductas pétreas en los demás!, ¿no?
Cuando en verdad intimo con vos, entonces comprendo que tu conducta sea hoy una y mañana otra diferente, o más aún… ahora una y dentro de un instante la opuesta (difícil, ¿eh? Sí, muy difícil: me gustaría conseguirlo).
Resulta que es diferente ser contradictorio que ser incoherente.
Soy contradictorio cuando digo hoy que sí y mañana que no. (Como me dijo una vez Alejandro: «hoy se escribe con hache y ayer se escribía sin hache".)
En cambio, soy incoherente cuando aquí y ahora digo sí y hago no.
La contradicción es parte de mi salud, de mi actitud plástica, de mi capacidad de cambio, de mi posibilidad de modificarme a través del tiempo.
La incoherencia es parte de mi enfermedad, de mi propia falta de claridad; es un intento de trasladar mi confusión al otro, es un perro que se muerde la cola, es una disgregación de mi persona; es, finalmente, una falta de respeto al otro y a mí mismo.
No hay que confundir ninguna de estas dos cosas: contradicción e incoherencia, con delirio.
¿Qué es un delirante? Adjunto foto del suscripto.
Claudia:
Acabo de terminar de leer por séptima vez Palabras a mí mismo de Hugo Prather.
Comentarios:
sí, sí, sí, Sí, Sí, Sí, Sí!!!
Claudia:
Gracias por mandarme las copias de las cartas anteriores. ¡Qué placer! Hay muchas cosas que me gustan mucho.
Entre nosotros… me gustaron tanto, que por momentos dudé de haberlas escrito yo… (Esto es grave, ¿me estaré poniendo humilde? Lo dudo…)
Interesante punto el de la humildad, aunque detesto las metas, siento que nunca llegaré a ser humilde.
Cuando desde afuera de mí, contemplo algunas de mis actitudes, me veo tan engreído, tan exigente, tan preciado de mí mismo…
El Diccionario de la Real Academia, dice: ”Humilde: Bajo, de poca estatura’.
No soy humilde.
Además… ”bajo, de poca estatura”… ¿comparado con qué? Se infiere que con los demás… Evidentemente, no soy humilde.
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