Todo lo anterior separa dentro de mí el amor de tres cosas, que suelen confundirse con amar:
Estar enamorado
Querer
Necesitar
De necesitar hemos hablado, y te dije que era la imprescindibilidad de algo (como el oxígeno, ¿te acordás?), y yo, personalmente, dudo de que se pueda necesitar a alguien. Sí sé que a veces me autoconvenzo de que "necesito" a alguien, y sin embargo también sé que me miento cuando así lo creo.
Siento que cuando "te necesito" dependo de vos para sobrevivir, te obligo implícitamente a hacerte cargo de mi afecto, desaparezco como persona, e intento transformarte en alimento vital.
Querer, en cambio, sabe que no existe tal necesidad, pero "Querer" viene del latín Quarere y significa: "Tratar de obtener".
"Querer" es el deseo, el apetito. "Querer” es querer para mí.
Si "te quiero" te estoy implicando en una suerte de pertenencia, en un pedido; cuando no es una exigencia de estar, de permanecer, de darme, de valorarme.
"Si te quiero, te recorto las alas y te dejo a mi lado para siempre; si te amo, disfruto viéndote crecer las alas y disfruto viéndote volar".
La primera vez que escuché esto, lo leía un locutor en la radio. Siento todavía la misma envidia que sentí ese día de que alguien pudiera ser tan claro.
Estar enamorado, no tiene nada que ver con todo lo anterior, porque para mí "estar enamorado" no es un sentimiento, sino una pasión.
Quiero ver si lo puedo graficar.
La línea llena corresponde a la pasión: un afecto muy intenso al cual se arriba rápidamente (semanas, horas y quizás minutos) y que también rápidamente desaparece.
La línea punteada es el sentimiento: con su lento e insidioso crecimiento, su duradera meseta y su lento y paulatino decrecimiento (¿Siempre? No lo sé).
De pasión dice el Diccionario de la Real Academia:
1. Acción de padecer M
2. Lo contrario a la acción M
3. Estado pasivo en el sujeto (?)
4. Perturbación o afecto desordenado del ánimo.
Que la pasión es perturbadora, no tengo -personalmente- ninguna duda… ¡Atención!: esto no quiere decir desagradable.
De hecho, para mí -todavía por lo menos- enamorarme de personas y objetos es una de las cosas más bellas que me suceden…
Te diría que amo mis pasiones, en especial cuando me doy cuenta de que no las necesito, ni las quiero conmigo en forma permanente. Simplemente, me alegra contactarme cada vez con mi capacidad de enamorarme.
Me encuentro todos los días con aquellos que temen a sus pasiones, que se asustan tanto del desorden implícito que jamás se permiten enamorarse y, mucho menos, odiar apasionadamente.
En la otra punta, conozco a quienes sólo pueden sentir desde sus efímeras pasiones, porque lo que temen es la profundidad del sentimiento. Se vinculan apasionadamente y pocos días o meses después, se quejan de que su relación ya no es la de antes. Y la abandonan desvalorizándola… porque la pasión terminó.
Ultimamente creo que este personaje, "el apasionado", tiende a proliferar en nuestra sociedad. Todo sucede como si, en el mundo en que vivimos, algunos no encontrasen un sentido claro para sus vidas, escapando con el uso de drogas y estupefacientes hacia supuestos placenteros universos…
Pues bien, se puede ser adicto a drogas externas como la marihuana, la cocaína, los ansiolíticos, las aspirinas, los hidratos de carbono (como los obesos), la nicotina o el alcohol. Y también se puede, creo yo, ser adicto a drogas endógenas.
En situaciones de peligro o de gran tensión, el organismo libera una gran cantidad de un poderoso estimulante. Esta sustancia producida en el gigantesco laboratorio del cuerpo en las glándulas suprarrenales, prepara al cuerpo para la acción: es la ADRENALINA.
A diario, veo en mi consultorio verdaderos adictos a la adrenalina. Estos individuos no pueden disfrutar nada que no suceda en medio de una situación límite. Viven su vida en el filo de la navaja; permanentemente producen y mantienen a su alrededor hechos extremos para poder vivenciarlos con intensidad.
No necesito aclararte que, como todas las adicciones, ésta también es peligrosa y aunque no lo creas, puede ser mortal (infarto de miocardio, perforación de úlcera gástrica, asma, colitis ulcerosa, etc.). De paso te confieso que, para mí, esta es la etiología de muchos hipertiroidismos: adicción al efecto de la hormona tiroidea.
Como verás, a veces, el médico que fui me invade. Volvamos.
Si Yo pudiera elegir cómo sentir a las personas a mi alrededor, elegiría enamorarme con toda la intensidad de la que soy capaz.
Elegiría que mientras esa pasión disminuye, debajo de ella creciera el sentimiento.
Elegiría que ni yo ni el otro nos asustáramos de la desaparición de la pasión, y supiésemos enfrentarnos con el cambio de intensidad por profundidad.
Elegiría que ese sentimiento fuera amor y no sólo querer.
Y, finalmente, elegiría que se diera la posibilidad de reenamorarme, de vez en cuando, de esa persona que amo.
Mi querida amiga:
Me decís que lo que escribí sobre el amor te gusto, que te aclaró cosas y agregás que te resulta difícil darte cuenta si sos amada o sólo querida o sólo necesitada…
En primera medida, ¿qué pasa que vos querés saber con certeza lo que el otro siente?
Creo que es un intento de reasegurarte. Lo único válido, en todo caso, es lo que sientas vos. Pregúntate más bien si TE sentís querida, necesitada, amada, y sé fiel a ese sentir tuyo.
Imaginemos que alguien te quiere, te quiere mucho y vos no te sentís querida en absoluto: ¿para qué te serviría su cariño?
Imaginemos ahora lo contrario, alguien que te quiere muy poco y vos te sentís absolutamente querida: ¿te vas a separar de él por lo que él dice que siente?
Siempre pensé que la respuesta más hermosa a un «te quiero mucho» es «y yo me siento muy querido por vos».
Lo otro que decís respecto a ser demostrativo, en mi opinión, no tiene que ver con el sentir.
De hecho, son cosas diferentes: "hacer", «mostrar" y "demostrar".
Tomá unos minutos para responderte estas preguntas, antes de seguir leyendo:
1. ¿Qué es mostrar? ¿Para qué te muestro?
2. ¿Qué es demostrar? ¿Para qué te demuestro?
Con seguridad, habrás notado que:
«Mostrar" es hacer algo evidente para que vos lo veas. "Demostrar", en cambio, es una actitud que intenta probar algo para que vos lo creas.
Todo esto significa que cuando "muestro", parto del prejuicio de que no ves y cuando "demuestro", parto del prejuicio de que no creés.
Cuando mi relación con vos no está prejuiciada… Cuando soy auténticamente yo y permito que seas auténticamente vos, entonces no prejuzgo. Por lo tanto, no te muestro nada, no demuestro que te quiero, simplemente soy yo mismo y hago lo que siento, sin ocuparme de que lo veas o de que lo creas.
Y lo veo tanto así, que cuando me encuentro a mí mismo tratando de mostrar algo, o queriendo demostrar lo que soy o lo que siento, me doy cuenta de que estoy manejando, que no me estoy siendo fiel, que estoy condicionado y condicionándote. Y últimamente… cuando muestro y demuestro, me siento ridículo.
Tenés todo el derecho de no ver y, sobre todo, el derecho de no creer. ¿Quién soy yo para querer que vos veas o creas lo que yo veo o creo?
Si todos estos argumentos no fueran suficientes, me pregunto ¿de dónde sé yo que no verías si no te mostrara?, o ¿no creerías si no lo demostrara?
Es evidente que la única manera es: Yo, en tu lugar, no hubiera visto o: Yo, en tu lugar, no creería…
¡Proyección! Pura proyección. Porchia dice:
"Si Yo soy Yo porque Vos sos Vos y Vos sos Vos porque Yo soy YO,
entonces ni Yo soy Yo ni Vos sos Vos.
Читать дальше