Arturo Pérez-Reverte - El Asedio

Здесь есть возможность читать онлайн «Arturo Pérez-Reverte - El Asedio» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Asedio: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Asedio»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El Asedio — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Asedio», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

- No. Todos arriaron a la primera. Sólo el falucho quiso despistarnos un poco al principio, amparándose en su bandera, y luego probó suerte echándonos una carrera entre Tarifa y punta Carnero. Pero no utilizó los dos cañones de a cuatro que llevaba a bordo.

- ¿Y nuestra gente está bien?

A él le complace que ella haya dicho nuestra gente, y no su gente.

- Todos bien, gracias.

- ¿Qué es ese asunto que tenía que consultarme?

Los franceses aprietan en Tarifa, explica él, como han hecho en Algeciras. Parecen dispuestos a controlar toda esa parte de la costa. Se habla del general Leval con diez o doce mil soldados con caballería y artillería sitiando la plaza, o a punto de hacerlo. Desde Cádiz mandan allí lo que se puede, pero no hay mucho. Faltan barcos, y los ingleses, aunque tienen un coronel y alguna gente dentro, no quieren distraer nada de lo suyo. Hay, sobre todo, un problema de enlace, para llevar y traer despachos. El comandante de la bahía, don Cayetano Valdés, dice que no puede prescindir ni de una lancha cañonera.

- Resumiendo -acaba-: agregan la Culebra a la Real Armada, por un mes.

- ¿Quiere decir que la requisan?

- No llegan a tanto.

- ¿Y para hacer qué?

- Despachos y correspondencia oficial con Tarifa. La Culebra es rápida y maniobra bien… Tiene su lógica.

Lolita Palma no parece inquietarse demasiado. Es obvio que disponía de noticias al respecto, intuye él. Algún aviso previo.

- Mantiene usted el mando, supongo.

Sonríe Lobo, confiado.

- De momento no han dicho lo contrario.

- Sería un abuso. No podríamos consentirlo sin la compensación adecuada… Y no son tiempos para que la Armada compense a nadie. Está en bancarrota, como todo lo demás… O peor.

Lo mismo opinan los Sánchez Guinea, apunta con calma el corsario. De todas formas, duda que lo sustituyan en el mando de la balandra. Tampoco sobran oficiales, con toda la gente disponible empeñada en las fuerzas sutiles de la bahía y los caños.

- En cualquier caso -añade-, el rey corre con los gastos de equipamiento y sueldo para la tripulación, y prorrogan nuestra patente por el tiempo que dure el servicio… Lo del sueldo no lo veo nada claro, la verdad. Ni ellos cobran el suyo. Pero al menos no podrán negarnos pertrechos. Aprovecharemos para ponernos al día en pólvora, jarcia, repuestos y demás. También intentaré conseguir llaves de fuego para los cañones.

Asiente Lolita Palma, reflexiva. A Pepe Lobo no se le escapa el cambio de tono registrado en ella al hablar de asuntos oficiales. Más duro, impersonal. Casi metálico. Ahora el corsario dirige un vistazo furtivo a su derecha. De reojo. La mujer camina mirando al frente, en dirección a la muralla que se extiende al final de la calle. Un bonito perfil, concluye Lobo. Aunque hermosa, palabra conveniente en una mujer, no sea en este caso la más apropiada. La nariz es tal vez demasiado recta, voluntariosa. La boca puede ser dura, en apariencia. También suave, sin duda. Dependerá del humor. De quien la bese. Durante unos pasos se abisma en la pregunta de si alguien la habrá besado alguna vez.

- ¿Cuándo saldría usted, capitán?

Casi se sobresalta el corsario. Seré imbécil, piensa. O se increpa.

- No sé. Pronto, supongo… En cuanto reciba la orden.

El paseo los ha llevado hasta la plaza de los Pozos de la Nieve. La Alameda se extiende a la izquierda, palmeras altas y arbolillos despojados por el invierno, alineados en tres filas paralelas a lo largo de la muralla, hasta las torres de la iglesia del Carmen y la silueta ocre del baluarte de la Candelaria, que se adentra como la proa de un barco en el mar ceniciento.

- Está bien -Lolita Palma hace un ademán resignado-. No creo que podamos impedirlo… De todas formas, me encargaré de asegurar las garantías. Con la Real Armada nunca se sabe. Don Cayetano Valdés es hombre de trato seco, pero razonable. Lo conozco hace tiempo… Suena mucho para gobernador y capitán general de Cádiz, si se confirma que Villavicencio pasa a la nueva Regencia que se anuncia para después de Navidad.

Se han detenido sobre la muralla, junto a los primeros árboles y bancos de piedra de la Alameda. La bahía se ve desde allí como una extensión apenas ondulante, plomiza y fría. Ni un soplo de viento riza la superficie que se funde con una franja de niebla costera y nubes bajas al otro lado, ocultando Rota y El Puerto de Santa María. Lolita Palma apoya las manos enguantadas en el pomo de ébano y marfil de su paraguas negro.

- Tengo entendido que estuvo en Algeciras, cuando la evacuación.

- Sí. Estuve.

- Cuénteme algo de lo que vio. Aquí sólo sabemos lo que esta semana publican los periódicos: el habitual heroísmo sin límites de nuestros patriotas y las graves pérdidas del enemigo… Ya sabe.

- No hay mucho que contar -responde el corsario-. Estaba fondeado en Gibraltar, tramitando la presa portuguesa, cuando empezó el cañoneo y la gente se refugió en Isla Verde y en los barcos. Me pidieron que ayudara, así que me arrimé cuanto pude, con cuidado porque es una costa muy sucia… Estuvimos unos días pasando refugiados y militares a La Línea, y seguimos por allí hasta que los franceses entraron en la ciudad y empezaron a tirarnos desde las alturas de Matagorda y la torre de Villavieja.

Cuenta eso brevemente, un poco a disgusto, y se calla el resto: mujeres y niños asustados, sin comida ni abrigo, temblando de frío bajo la lluvia y el viento, durmiendo al raso entre las piedras de la isla o en las cubiertas de los barcos. Los últimos soldados y las guerrillas de paisanos voluntarios que, tras haber demolido a hachazos el puentecillo del río de la Miel y cubierto las avenidas para proteger la evacuación general, se retiraban corriendo por la playa, cazados como conejos por los tiradores franceses. El solitario gastador al que, a través del catalejo, vio volver sobre sus pasos y recoger a un compañero herido; y que, cargado con él, fue apresado por los enemigos antes de alcanzar la última lancha.

Suena una campana a su espalda, varias calles atrás: la de San Francisco. Un solo toque. Algunos caleseros, pescadores de la muralla y paseantes corren a resguardarse junto a las fachadas de las casas.

- Fogonazo de artillería -dice la mujer, con extraña calma.

Pepe Lobo mira en dirección al Trocadero, aunque los edificios impiden ver aquella parte de la costa.

- Llegará en unos quince segundos -añade ella.

Permanece inmóvil, contemplando el mar gris. El corsario observa que sus manos, que todavía apoya en el pomo del paraguas, aferran éste con más fuerza, crispadas por una tensión nueva y apenas perceptible. Instintivamente, él se acerca un poco más, interponiéndose en la imaginaria trayectoria de una bomba. Algo absurdo, por otra parte. Las bombas francesas pueden caer en cualquier sitio. Incluso pueden caerles encima.

Lolita Palma se vuelve a mirarlo con curiosidad. O eso le parece a él. En la boca de la mujer podría adivinarse una vaga sonrisa. Agradecida, quizá. Reflexiva, en todo caso. Permanecen así los dos, estudiándose de cerca en silencio, durante unos instantes. Tal vez demasiado cerca, se dice Lobo, reprimiendo el impulso de dar un paso atrás. Sería empeorar las cosas.

Un estampido sordo tras los edificios. Lejos. Hacia la Aduana.

- No era la nuestra -dice ella.

Sonríe ahora abiertamente, casi con dulzura. Como el día en que hablaron del árbol pintado en su abanico. Y, una vez más, él admira su sangre fría.

- ¿Sabe quién toca la campana en San Francisco cuando hay bombas?

Responde el corsario que no, y ella se lo cuenta. Un novicio del convento, voluntario, se encarga de la tarea. El embajador inglés, al verlo desde el balcón de su casa hacer cortes de mangas dirigidos a los franceses entre repique y repique, quiso conocerlo y lo agasajó con una onza de oro. Ya conocerá Lobo las coplas que se cantan en la ciudad, entre guitarras de barbero, tabernas y colmados. La chispa local no se extingue ni con la guerra.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Asedio»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Asedio» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Arturo Pérez-Reverte - El Sol De Breda
Arturo Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte - La Carta Esférica
Arturo Pérez-Reverte
libcat.ru: книга без обложки
Arturo Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte - Purity of Blood
Arturo Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte - The Sun Over Breda
Arturo Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte - Der Club Dumas
Arturo Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte - El maestro de esgrima
Arturo Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte - El pintor de batallas
Arturo Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte - Corsarios De Levante
Arturo Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte - El Capitán Alatriste
Arturo Pérez-Reverte
libcat.ru: книга без обложки
Arturo Pérez-Reverte
Отзывы о книге «El Asedio»

Обсуждение, отзывы о книге «El Asedio» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x