Arturo Pérez-Reverte - El Asedio
Здесь есть возможность читать онлайн «Arturo Pérez-Reverte - El Asedio» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:El Asedio
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
El Asedio: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Asedio»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
El Asedio — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Asedio», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
En el Palillero, entre los puestos de estampas y periódicos de Monge y de Vindel, vecinos y desocupados se agolpan ante dos carteles recién puestos en una pared y discuten su contenido. En uno se notifica que las Cortes han aprobado, a propuesta de la Regencia, que la ciudad contribuya con doce millones de pesos mensuales al mantenimiento de las fuerzas navales y las fortificaciones. Nos están sangrando, protesta alguien a voces. Con rey o sin él, seguimos igual. El otro cartel informa de que el Ayuntamiento de La Habana, desautorizando a las Cortes, ha anulado el decreto sobre emancipación de esclavos negros, por ser contrario a los intereses de la isla y porque podría causar allí el mismo efecto que otro semejante, francés, tuvo en Santo Domingo: sumirla en la rebelión y la anarquía.
Estúpidos, concluye Fumagal pasando entre la gente sin mirarla apenas, con rapidez y extremo desprecio. Ya tienen nueva materia para ocupar durante un par de días el ocio en palabras. Una costumbre ancestral los hace afectos a sus cadenas: reyes, dioses, parlamentos, decretos y carteles que nada cambian. El taxidermista está convencido de que la Humanidad va de amo en amo, compuesta de infelices que creen ser libres actuando contra sus inclinaciones; incapaces de asumir que la única libertad es individual y consiste en dejarse llevar por las fuerzas que a uno lo dominan. Lo que el hombre haga será siempre consecuencia de la fatalidad; del orden amoral de la Naturaleza y de la conexión de causas y efectos. Eso torna ambigua la palabra maldad. Contradictoria, la sociedad castiga las inclinaciones que la caracterizan; pero ese castigo es sólo un frágil dique contra los ímpetus oscuros del corazón. El ser humano, estúpido hasta la demencia, prefiere las ilusiones falsas a la realidad que desmiente por sí misma la idea del Ser bondadoso, supremo, inteligente y justiciero. Sería una aberración que un padre armara la mano de un hijo irascible y lo condenase luego por haber matado con ella.
- ¿Dónde ha caído la última bomba? -pregunta Fumagal a un herrero que prepara cebos de pesca sentado a la puerta de su fragua.
- Ahí mismo, enfrente de la Candelaria… Y con poco daño. -¿No hay víctimas?
- Ninguna, gracias a Dios.
Vecinos y soldados trabajan en el desescombro de la plazuela. La bomba, comprueba Fumagal cuando llega allí, cayó limpiamente frente a la iglesia, sin tocar en las casas contiguas; y aunque estalló, la amplitud del lugar, con los edificios distanciados unos de otros, limitó los efectos a ventanas rotas, desconchones de yeso en fachadas y algunas tejas y ladrillos caídos por tierra. Con ojo perito, hecho a ello, el taxidermista calcula la trayectoria del proyectil y el lugar de impacto. El viento, observa, sopla de poniente; y eso ha contribuido, sin duda, a que la bomba haya caído en esta parte de la ciudad, con menos alcance y algo más al este que las cuatro últimas. Con el pretexto de curiosear entre la gente que mira -algunos muchachos recogen del suelo trozos de plomo retorcido-, Fumagal camina despacio, concentrado, contando los pasos para calcular distancias con referencia al guardacantón de la calle del Torno: un antiguo pilar de columna árabe. Con Mulato o sin él, con palomas mensajeras o con el palomar vacío, está resuelto a seguir haciendo lo que hace, hasta el fin. Cumpliendo con el rito de su norma individual, al tiempo inevitable y deliberada.
Gregorio Fumagal ha contado diecisiete pasos cuando repara en alguien que parece observarlo entre la gente. No es el hombre al que antes perdió de vista, sino otro de mediana estatura, vestido con capa gris y sombrero de dos picos. Quizá se relevan para que no sospeche, decide. O tal vez sea otra jugarreta de esa razón suya que tanto se parece, en ocasiones, a una enfermedad incurable. El taxidermista tiene la certeza de que todos los seres humanos están enfermos, sometidos apenas nacen al contagio de la vida y a su delirio, la imaginación. Es al extraviarse o desbocarse ésta cuando llega el miedo, como llegan el fanatismo, los terrores religiosos, los frenesís -la idea lo hace sonreír, feroz- y los grandes crímenes. Hay gentes simples que desprecian éstos, ignorando que para ejecutarlos hace falta el entusiasmo y la tenacidad de las grandes virtudes. Pasando por alto que el hombre más virtuoso puede ser, por un cúmulo de causas imperceptibles debidamente alineadas, el hombre más criminal.
Con un impulso de arrogancia que no se molesta en analizar, y que en realidad es conclusión del anterior razonamiento, Fumagal camina mirando el suelo, el aire falsamente distraído, hasta tropezar a propósito con el hombre del sombrero de dos picos.
- Perdón -murmura sin apenas mirarlo.
Farfulla el otro algo ininteligible, apartándose mientras el taxidermista se aleja satisfecho. Ocurra lo que ocurra, no huirá de la ciudad. Sócrates, obediente a las leyes injustas de su patria, tampoco aceptó escapar de la cárcel cuya puerta estaba abierta. Aceptó las reglas, seguro, como lo está Gregorio Fumagal, de que la naturaleza del ser humano sólo puede actuar como actúa, igual hacia uno mismo que hacia otros. Lo exige el dogma de la fatalidad: todo es necesario.
La cerradura cede al cuarto intento, sin fractura ni ruido. Rogelio Tizón empuja con cuidado la puerta mientras se guarda en un bolsillo el juego de ganzúas utilizado en la operación, que no le ha llevado más de un par de minutos. De su larga experiencia con rateros y otros malandrines de los que, en su ambiente, se denominan caballeros de industria, el comisario ha ido adquiriendo, con los años, singulares habilidades. El manejo de la ganzúa -la sierpe, en jerga rufianesca- es una de ellas, y resulta en extremo práctica. Desde que se inventaron los candados y las puertas con cerradura, no son pocos los secretos ajenos a los que puede accederse mediante el manejo experto de ganzúas, llaves falsas, sierras, limas y puntas de diamante.
El policía se mueve despacio por el pasillo, asomándose a cada habitación: alcoba, cuarto de aseo, comedor, cocina con fogón de lefia y carbón, fregadero, fresquera y una ratonera armada con un trocito de queso junto a la puerta de la despensa. Todo se ve limpio y ordenado, pese a tratarse -a estas alturas, Tizón sabe cuanto puede llegar a saberse desde fuera- de la casa de un hombre que vive solo. El gabinete de trabajo se encuentra al fondo del pasillo; y cuando el policía llega a él, la luz que entra por la puerta vidriera de la terraza crea una atmósfera dorada en la que relucen suavemente los ojos de cristal, los picos y garras barnizados de los animales inmóviles en sus perchas y vitrinas, los frascos transparentes en cuyo líquido se conservan aves y reptiles.
Rogelio Tizón abre la puerta vidriera y sube a la terraza. Con una mirada abarca el paisaje, las torres vigía de la ciudad entre las chimeneas y la ropa tendida. Luego echa una ojeada al palomar, donde encuentra cinco palomas, y baja de nuevo al gabinete. Hay allí un reloj de bronce sobre una cómoda, y una estantería con una veintena de libros, casi todos de historia natural, con ilustraciones. Entre ellos descubre un ejemplar antiguo y estropeado de la Historiae naturalis de avibus de un tal Johannes Jonstonus, un par de volúmenes de la Encyclop é die, y otros libros franceses prohibidos, camuflados bajo tapas de apariencia inocente: É mile, La Nouvelle H é llo ï se, Candide, De l'esprit, Lettres philosophiques y Syst è me de la Nature. Flota un olor extraño, a alcohol mezclado con substancias desconocidas. El centro de la habitación lo ocupa una mesa grande, de mármol, sobre la que hay un bulto cubierto por una sábana blanca. Cuando la aparta, el policía encuentra el cadáver de un gran gato negro destripado y a medio disecar, con las cuencas de los ojos rellenas con bolas de algodón y el interior abierto y lleno de borra de la que asoman alambres y cabos de hilo bramante. Si de algo está lejos Rogelio Tizón es de ser hombre supersticioso; pero no puede evitar cierta aprensión a la vista del animal y el color de su pelaje. Lo cubre de nuevo, incómodo, procurando dejar la sábana como estaba. Asociado con el cadáver del gato, el olor de la habitación cerrada produce ahora una sensación nauseabunda. Tizón encendería un cigarro, de no ser porque el rastro de humo de tabaco delataría la presencia de un intruso al dueño de la casa. El hijo de puta, concluye mientras mira alrededor. Cavilando. El hijo de la grandísima puta.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «El Asedio»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Asedio» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «El Asedio» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.