Jessica Hart - Cita sorpresa

Здесь есть возможность читать онлайн «Jessica Hart - Cita sorpresa» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современные любовные романы, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Cita sorpresa: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Cita sorpresa»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Kate Savage tenia un jefe que parecia sacado del mismisimo infierno; quizas fuera guapo, pero se pasaba el dia entero pegado a su mesa. Sus amigas decidieron intentar mejorar el dificil momento que estaba pasando concertandole una cita a ciegas con un atractivo viudo, pero cuando llego al lugar de la cita decubrio horrorizada que el hombre misterioso no era otro que Finn McBride… ¡su jefe! Finn tenia una curiosa proposición que hacerle a kate: no solo queria que fuera la niñera de su hija, tambien queria que se hiciese pasar por su prometida!!!!!!!!!

Cita sorpresa — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Cita sorpresa», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Espera un momento -murmuró Finn, mientras buscaba un paraguas en el asiento trasero-. Te acompaño al portal.

– No hace falta…

– ¡Venga, sal de una vez! -la interrumpió él, con cara de pocos amigos-. Cuanto antes lo hagas, antes llegaré a casa.

– Es ese portal de ahí -dijo Kate, levantando el pie derecho, que había metido en un charco.

– ¿Por qué no te has puesto unos zapatos más normales?

– Si hubiera sabido que iba a una expedición polar me habría puesto botas -respondió ella, irritada-. Además, estos zapatos son muy normales.

– Ya, bueno…

Estaban muy cerca uno del otro mientras se dirigían al portal. Y él era tan alto, tan fuerte, que ella sintió la tentación de abrazarlo.

Claro que a Finn le habría dado un ataque. O quizá no, quizá la habría besado bajo el paraguas… Kate tragó saliva. ¿Qué tonterías estaba pensando?

Se puso tan nerviosa que cuando iba a meter la llave en la cerradura se le cayó al suelo.

– Trae, abriré yo -dijo Finn, quitándole la llave.

– Gracias. Y gracias otra vez por traerme.

Ése era el pie para que él dijese «ha sido un placer».

– Hasta mañana -dijo, sin embargo.

«Pues muy bien, si vas a ponerte así no te invito a entran».

– ¿Quieres que vaya mañana a la oficina?

– Para eso te pago, ¿no?

– Pero, ¿no dices que soy un desastre?

– No eres precisamente un éxito como secretaria. Pero eres lo único que hay en este momento. Tenemos un contrato importante que resolver esta semana… como sabrías si hubieras estado prestando atención, y no puedo perder el tiempo explicándoselo todo a otra secretaria. Mejor me quedo contigo.

– Vaya hombre, gracias por el voto de confianza.

– Tampoco tú has disimulado cuánto te desagrada trabajar para mí -replicó él-. La cuestión es que tú no puedes permitirte el lujo de perder este trabajo y yo no tengo tiempo de buscar otra secretaria.

– ¿Estás diciendo que ninguno de los dos tiene otra salida? -preguntó Kate.

– Precisamente. Así que será mejor que intentemos llevarnos lo mejor posible -suspiró Finn-. Y sugiero que bebas un poco de agua antes de irte a la cama. Mañana tenemos mucho que hacer, así que no llegues tarde.

Kate abrió un ojo y alargó la mano para tomar el despertador. Y entonces lanzó lo que debería haber sido un grito, pero que le salió más bien como un gemido ahogado. Al incorporarse notó un dolor agudo, como un cuchillo de carnicero clavándose en su cabeza.

La muerte habría sido preferible a aquel horrible dolor.

Por no hablar de lo que diría Finn si llegaba tarde otra vez.

Si no se duchaba y tenía suerte con el metro, a lo mejor llegaba sólo cinco minutos tarde…

Como pudo, se levantó de la cama, se vistió y se dejó aplastar por cientos de personas en el vagón del metro. Se sujetó a la barra con una mano mientras el tren iba dando brincos sobre los raíles sin ninguna consideración por su estómago.

Para empeorar la situación, empezaba a recordar fragmentos de la noche anterior. No se acordaba de mucho, pero sí tenía la horrible sensación de haber hecho el más completo ridículo.

Recordaba la expresión de Finn al ver que su cita era su secretaria. El limpiaparabrisas moviéndose rítmicamente mientras ella se fijaba inexplicablemente en su boca y en sus manos. Cuando estaban juntos bajo el paraguas, a punto de echarse en sus brazos…

Debía de estar completamente borracha.

¿Le había tirado los tejos?, se preguntó, aterrada. No, no podía ser. Se acordaría.

Lo que sí recordaba era que él la había regañado por llevar tacones y que no hizo un solo comentario sobre su precioso vestido. Todo el mundo se fijaba en su escote con aquel vestido rojo, pero Finn no. Ni la había mirado.

Kate llegó a la oficina sólo un minuto tarde. Finn, por supuesto, ya estaba sentado frente a su escritorio y la miró por encima de las gafas cuando entró, agarrándose al quicio de la puerta.

– Tienes un aspecto horrible.

– Me encuentro fatal -replicó ella-. Tengo una resaca horrorosa.

– Supongo que no esperarás comprensión por mi parte.

– No, no creo que hoy vaya a haber ningún milagro -suspiró Kate, olvidando que su trabajo estaba en juego. Finn debía de estar pensando precisamente eso porque sus ojos se oscurecieron.

– Espero que vengas dispuesta a trabajar -le advirtió-. Hoy tenemos mucho que hacer.

– Voy a tomar un café a ver si se me pasa.

– Tienes cinco minutos -dijo Finn, volviendo a concentrarse en un informe.

Kate consiguió llegar hasta la máquina de café, haciendo una mueca de dolor. ¿Por qué había tanto ruido en aquella oficina?

A lo mejor Alison tenía paracetamol, pensó. Cualquier chica normal tendría una aspirina en su cajón, pero ella no. Seguramente Alison nunca había tenido resaca. Seguramente nunca se ponía nerviosa ni bebía demasiado.

El café la hizo sentirse peor. Gimiendo, se dejó caer en la silla y enterró la cabeza entre las manos.

Era horrible. Estaba a punto de morir allí, en la oficina de Finn McBride. Y él tendría que sacar sus restos. Aunque, conociéndolo, se lo encargaría a la próxima secretaria temporal. «Líbrese de esos restos», le diría. «Y luego venga a mi despacho, que tengo que dictarle una carta».

– No bebiste agua antes de irte a la cama, ¿verdad? -oyó entonces la voz de su exasperante jefe.

– No -murmuró Kate.

– Estás deshidratada. Toma, te he traído un té y un par de aspirinas.

Ella levantó la cabeza, incrédula.

– Gracias.

Cinco minutos después empezó a pensar que iba a sobrevivir después de todo. Finn estaba apoyado en la esquina del escritorio, con el ceño arrugado. Siempre tenía el ceño arrugado. ¿Sería así con todo el mundo o sólo con ella?, se preguntó. La idea de que sólo fuera así con ella era muy deprimente. En realidad, llegar a trabajar con resaca no era la mejor forma de conseguir una sonrisa, pero podría haber algo en ella que le gustase, ¿no?

CAPÍTULO 3

– ¿Te encuentras mejor? -preguntó él, sin ninguna simpatía.

– Un poco -contestó Kate.

– Bueno -Finn tiró una carpeta sobre su mesa-. ¿Por qué demonios bebes tanto si luego te encuentras tan mal por la mañana?

– No suelo beber.

– ¿Ah, no?

– ¡Anoche estaba intentando pasarlo bien, ya que tú evidentemente no ibas a hacerlo!

– ¿Por qué fuiste a la cena si no pensabas hacer un esfuerzo?

– Fui porque Gib me lo pidió. Me dijo que Phoebe tenía una amiga a la que me gustaría conocer -contestó él-. Yo esperaba una chica agradable, sencilla, no a alguien con un escote vertiginoso y tacones de aguja que estaba decidida a bebérselo todo.

Ajá, de modo que se había fijado en el escote, notó Kate con perversa satisfacción.

– Pues a mí me dijeron que tú eras muy agradable. Vamos, que no te conocen en absoluto. ¡No pienso dejar que me organicen más citas a ciegas!

Finn se cruzó de brazos.

– Estoy completamente de acuerdo.

– ¡Pues es la primera vez!

– Si estás lo suficientemente recuperada como para discutir, estás bien para trabajar -dijo él entonces-. Supongo que los dos estamos de acuerdo en que lo de anoche fue… incómodo. Francamente, prefiero no saber nada de tu vida privada y no me gusta mezclar la mía con el trabajo. Pero como te dije anoche… aunque no creo que lo recuerdes, no me puedo permitir el lujo de enseñar a una secretaria nueva, así que sugiero que olvidemos lo que pasó. Y ayudaría mucho que tú llegases a tu hora y en condiciones para trabajar de vez en cuando. ¡Eso sí sería un cambio!

Kate se sujetó la dolorida cabeza con una mano. Ojalá pudiera decirle dónde podía meterse su trabajo. Recordaba vagamente haberle dicho a todo el mundo que iba a cambiar de profesión…

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Cita sorpresa»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Cita sorpresa» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Cita sorpresa»

Обсуждение, отзывы о книге «Cita sorpresa» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x