Jessica Hart - Cita sorpresa

Здесь есть возможность читать онлайн «Jessica Hart - Cita sorpresa» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современные любовные романы, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Cita sorpresa: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Cita sorpresa»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Kate Savage tenia un jefe que parecia sacado del mismisimo infierno; quizas fuera guapo, pero se pasaba el dia entero pegado a su mesa. Sus amigas decidieron intentar mejorar el dificil momento que estaba pasando concertandole una cita a ciegas con un atractivo viudo, pero cuando llego al lugar de la cita decubrio horrorizada que el hombre misterioso no era otro que Finn McBride… ¡su jefe! Finn tenia una curiosa proposición que hacerle a kate: no solo queria que fuera la niñera de su hija, tambien queria que se hiciese pasar por su prometida!!!!!!!!!

Cita sorpresa — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Cita sorpresa», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Estás despierta?

– Sí -contestó Kate, tomando el cuaderno de nuevo.

– Léeme el último párrafo.

«Por favor… qué hombre más insoportable». Pero aquél no era el mejor día para enseñarle buenas maneras. Su brusquedad la ponía nerviosa y cuando por fin la dejó ir, Kate se vengó con el ordenador, tecleando furiosamente hasta que sonó el teléfono.

– ¿Sí? -contestó, demasiado enojada como para molestarse en dar los buenos días.

– Soy Phoebe.

– Ah, hola Phoebe.

– ¿Qué te pasa? Pareces enfadada.

– Es mi jefe -suspiró Kate-. Es un grosero y un desagradable. Tú creías que trabajar para Celia era horrible, pero te lo digo de verdad, este hombre es un ogro.

– Mientras no sea un canalla, como tu último jefe…

Kate arrugó la nariz al recordar la ignominiosa despedida de su último empleo, donde su jefe no se había molestado en escuchar su versión de la historia porque Seb entró primero en el despacho. Seb, por supuesto, era un ejecutivo, y ella sólo una secretaria y, por supuesto, en absoluto indispensable.

– No, éste no es un canalla, pero eso no significa que sea fácil trabajar para él.

– ¿Es guapo? -preguntó Phoebe.

– Mucho -contestó Kate-. Serio y tal, pero guapo. Supongo. Si te gustan los tipos tiesos para quienes el trabajo es lo único en la vida… y sé que no te gustan.

– No, Gib no es tieso -rió Phoebe entonces.

Kate sonrió también y, al hacerlo, se sintió un poquito mejor. La transformación de Phoebe desde que se casó con Gib unos meses antes era extraordinaria y compensaba su infausta vida amorosa desde que Seb la dejó plantada. Ya ni siquiera le silbaban por la calle.

– Llamo para recordarte la cena de esta noche -estaba diciendo su amiga-. Vas a venir, ¿no?

– Claro que sí -contestó Kate.

– ¿Qué? -preguntó Phoebe al notar cierta vacilación.

– Pues… es que Bella me dio a entender que querías presentarme a otro amigo. Y ya sabes que no me gustan las citas a ciegas.

– ¡No debería habértelo contado! Se lo dije porque la invité a ella también, pero resulta que se va a bailar con Will. Josh vendrá a cenar de todas formas, así que no es exactamente una cita a ciegas.

– ¿Por qué no me lo habías dicho?

– Porque quería que te portases de forma natural y si te decía que iba a presentarte a alguien…

– Ya -murmuró Kate, poco convencida-. ¿Qué le has dicho de mí?

– Que trabajas como secretaria ejecutiva… ¡y podrías hacerlo si de verdad te pusieras a ello! -suspiró Phoebe-. Él tiene una asesoría o algo parecido, así que no he querido contarle que estás trabajando como secretaria temporal. Pero además de eso sólo le he dicho la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.

– ¡Ah, la verdad! -exclamó Kate, irónica-. ¿Y cuál es la verdad?

– Que eres una chica encantadora, divertida y guapa… y básicamente maravillosa -rió su amiga. Quizá debería pedirle a Phoebe que hiciera un poco de Relaciones Públicas con Finn McBride, pensó Kate. Entonces se dio cuenta de que también ella estaba haciendo garabatos en el cuaderno.

Al menos no hacía cuadraditos negros, pensó. Había garabateado un atardecer tropical, con una palmera y un par de líneas onduladas que, supuestamente, eran las olas del mar golpeando contra la playa. ¿Qué decía eso sobre su personalidad?

Probablemente que era una fantasiosa, de modo que podía ahorrarse el dinero del psicoanalista. Kate ya sabía que era demasiado romántica. La gente llevaba años diciéndole que debía poner los pies en el suelo, que debía dejar de tener la cabeza en las nubes y hacer las cosas que a ella no le salían de forma natural.

Controlando un suspiro, Kate añadió un montón de cocos a la palmera.

– ¿Y no se preguntará por qué, siendo tan maravillosa, necesito que mis amigas me organicen citas a ciegas? ¿Por qué los hombres no caen rendidos a mis pies?

– No lo sé. ¿Por qué no caen rendidos a tus pies?

Ésa era una de las cosas que le gustaban de Phoebe: que creía de verdad en sus amigas.

Kate dejó el bolígrafo y se apoyó en el respaldo de la silla.

Quizá aquello era una señal para que dejase de soñar que Seb iba a convertirse milagrosamente en otra persona; una señal para que pusiera los pies en la tierra de una vez por todas.

– ¿Cómo es ese hombre?

– No lo conozco -admitió Phoebe-. Es un amigo de Gib.

– ¿Cuántos años tiene? -Cuarenta o cuarenta y dos, creo.

– Estupendo. A punto de tener una crisis personal -suspiró Kate, con un cinismo poco habitual en ella.

– Ya ha tenido su crisis -dijo Phoebe entonces-. Es viudo. Su esposa murió hace unos años y tiene una niña pequeña.

– Ah, qué horror -musitó Kate, sintiéndose culpable por el frívolo comentario-. Pobrecillo.

– Gib me ha dicho que adoraba a su mujer, pero han pasado seis años desde el accidente. Por lo visto, no le gusta salir por ahí y como tú siempre te quejas de que no es fácil conocer hombres, Gib ha sugerido que organizásemos una cena. Puede que te guste.

– No sé si yo estoy preparada para ser la madrastra de nadie -suspiró Kate-. No sé nada de niños.

– ¡Tonterías! Eres muy buena con los animales, con los ancianos… los niños son más o menos lo mismo. Necesitan que alguien cuide de ellos y tú eres la persona más indicada.

– Pero es que yo no quiero salir con alguien triste, con problemas… yo quiero un tío lleno de vida, guapo, elegante.

Como Seb.

– De eso nada. Tú quieres un hombre bueno. -Kate dejó escapar un largo suspiro.

– ¿No puedo salir con un hombre bueno que a la vez sea sexy, guapo y lleno de vida?

– No, porque ya me he casado yo con él -rió Phoebe-. Oye mira, este hombre lo ha pasado mal, así que debes ser simpática.

– Ya, bueno. ¿Cómo se llama, por cierto? -en ese momento se abrió la puerta del despacho de Finn-. Uf, aquí está el ogro. Se supone que no puedo usar el teléfono de la oficina para llamadas personales. Te llamo más tarde.

Finn McBride la miró con el ceño fruncido, como era su costumbre.

– ¿Con quién hablabas?

Kate no pensaba decirle la verdad y, aunque podría haber inventado un cliente, tenía una gran vena creativa y, por principio, se negaba a elegir la opción más simple. De modo que se lanzó a contarle una historia sobre un contable ficticio que había conocido a Alison mientras esquiaban. Acababa de llegar de Singapur, se había enterado del accidente y quería saber dónde podía enviarle una tarjeta.

– Le he dicho que puede enviarla a la oficina y que nosotros la enviaremos a su casa -terminó Kate, después de adornar la historia con tantos detalles que casi acabó por creérsela ella misma.

La expresión de Finn era de total indignación.

– Ojalá no te hubiera preguntado… ¡Acabas de hacerme perder un cuarto de hora!

– Oye, que aquí tampoco hacemos operaciones a corazón abierto -protestó Kate-. No creo que quince minutos sean tan importantes.

– En ese caso, supongo que no te importará quedarte a trabajar una hora más esta tarde -dijo él entonces-. Tenemos un proyecto muy importante entre manos y quiero enviarlo por fax a Estados Unidos antes de mañana.

– Lo siento, no puedo. He quedado.

– ¿No puedes llamar para decir que llegarás un poco tarde?

Kate se habría ofrecido a hacerlo por cualquier otra persona, pero Finn McBride le caía cada día peor. Su jefe no hacía ningún esfuerzo por ser amable con ella.

– A mi novio no le haría ninguna gracia -replicó, tan tranquila.

– ¿Tienes novio?

Finn pareció tan sorprendido que a Kate le sentó fatal. No sólo era un antipático sino que la creía incapaz de atraer a un hombre.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Cita sorpresa»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Cita sorpresa» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Cita sorpresa»

Обсуждение, отзывы о книге «Cita sorpresa» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x