Jessica Hart - Cita sorpresa

Здесь есть возможность читать онлайн «Jessica Hart - Cita sorpresa» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современные любовные романы, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Cita sorpresa: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Cita sorpresa»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Kate Savage tenia un jefe que parecia sacado del mismisimo infierno; quizas fuera guapo, pero se pasaba el dia entero pegado a su mesa. Sus amigas decidieron intentar mejorar el dificil momento que estaba pasando concertandole una cita a ciegas con un atractivo viudo, pero cuando llego al lugar de la cita decubrio horrorizada que el hombre misterioso no era otro que Finn McBride… ¡su jefe! Finn tenia una curiosa proposición que hacerle a kate: no solo queria que fuera la niñera de su hija, tambien queria que se hiciese pasar por su prometida!!!!!!!!!

Cita sorpresa — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Cita sorpresa», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Hola

Kate miró a Finn a los ojos, como retándolo a decir que la conocía. Y él le devolvió una mirada glacial de sus ojos grises.

– Kate, te presento a Finn McBride -dijo Gib-. Le hemos contado todo sobre ti.

Genial, pensó ella. De modo que Finn sabía lo triste que era su vida.

– Kate Savage -se presentó, sin mirarlo a los ojos . A pesar de su evidente desgana, Finn apretó su mano con fuerza, mucha más de la que ella había esperado.

– Estás siendo muy formal, Kate. Al menos no tengo que presentarte a Josh -sonrió Gib-. Josh prácticamente vive con ella -le explicó a Finn.

– ¿Ah, sí?

– Kate comparte casa con una amiga mía -explicó Josh. Evidentemente, Phoebe le había dicho que su presencia allí era necesaria para que no fuese obvio que aquello era una cita a ciegas, aunque su presencia no podía engañar a Finn McBride-. ¿Cómo estás, Kate? Hace tiempo que no te veía.

– Estoy bien.

Además de querer morirse, claro. Phoebe le dio una copa de vino.

– Finn estaba contándonos sus desgraciadas experiencias con las secretarias temporales. Y hemos pensado que tú podrías darle un par de consejos.

Ah, claro, Gib y Phoebe la habían convertido en una secretaria ejecutiva. Genial. Como si no se sintiera suficientemente humillada.

– No creo que sea tan difícil encontrar una buena secretaria. ¿Qué pasa con la que tienes?

– Que nunca llega a su hora -dijo Finn, mirando el reloj de la chimenea con expresión irónica. Sin duda, él habría llegado a las nueve en punto, antes de que sus anfitriones lo tuvieran todo listo.

– No se puede contar con ella para nada.

No se podía contar con ella, ¿eh?

Kate tomó un sorbo de vino, con expresión desafiante.

– A lo mejor trabajar contigo no la motiva lo suficiente. ¿Por qué será?

Finn se encogió de hombros.

– ¿Por pereza? Además, parece que es un poco mentirosilla.

Kate se puso como un tomate. Supuestamente, debía de estar cenando con un tal Will, que era analista financiero y estaba a punto de pedir su mano.

Sin duda, Gib y Phoebe le habrían hablado de su desastrosa relación con Seb y, aunque no fuera así, había quedado como una idiota. Si hubiera un analista financiero esperándola en casa, sus amigos no tendrían que prepararle citas a ciegas.

Kate dejó escapar un suspiro. Vaya desastre.

– Háblale de tu jefe -intervino Phoebe-. Por lo visto, es un ogro.

Genial. Aquello iba de mal en peor.

– ¿Ah, sí? ¿Por qué? -preguntó Finn.

«Bueno, de perdidos al río». Podría aprovechar la oportunidad para decirle un par de cosas.

– Es antipático y desagradable. No da los buenos días y en cuanto a «por favor» y «gracias»… jamás. -Él apretó los dientes.

– A lo mejor tiene mucho que hacer.

– Tener cosas que hacer no es excusa para ser desagradable -dijo Kate, mirándolo a los ojos.

– Y no le deja hacer llamadas personales -intervino Phoebe, siempre al rescate-. Kate tiene que colgar cuando él aparece. Cuando estamos en medio de una conversación, de repente suelta: «Ló llamaremos más tarde» o «le diré que ha llamado». Eso significa que hablaremos después. Es un asco. Tú dejas que tu secretaria use el teléfono para hacer llamadas personales, ¿verdad?

– Pues no, la verdad es que no -contestó Finn. Kate se encogió de hombros.

Evidentemente, jamás podría volver a hacer una llamada… aunque seguramente tampoco podría volver a la oficina. En el mundo de las humillaciones, que le preparasen a alguien una cita a ciegas con su jefe debía de andar por los números superiores. Desde luego, era la situación más incómoda en la que se había encontrado nunca y tenía mucho con qué comparar. A veces le parecía que se pasaba la vida yendo de un episodio mortificante a otro.

– Que los empleados puedan usar el teléfono e Internet para asuntos personales sube la moral -dijo entonces, decidida a cantarle las cuarenta-. Si trataras a tus empleados como si fueran seres humanos, seguramente aumentaría la productividad.

– En mi empresa no hay un problema de productividad -replicó Finn. Y aquella vez su enfado no pasó desapercibido para los demás-. Existe una diferencia entre usar el teléfono para algo importante o tirarse dos horas hablando con una amiga.

– ¿Tu secretaria no hace bien su trabajo?

– Hace más bien lo que quiere.

– Quizá deberías trabajar para Finn -sugirió Gib; en un intento tan descarado de acercarlos que prácticamente era como si los hubiera metido en la cama-. A lo mejor te llevas mejor con él que con tu jefe.

– ¡Qué buena idea! -sonrió Kate-. ¿Tienes algún puesto libre en este momento?

– Es muy posible que el puesto de secretaria quede libre de inmediato -contestó él-. Pero supongo que no te interesará… ya que tú eres una secretaria ejecutiva. Gib y Phoebe estaban diciéndome que prácticamente diriges la empresa en la que trabajas. No creo que yo pudiera ofrecerte algo tan interesante.

Kate se puso colorada.

– No, bueno… la verdad es que ahora mismo estoy pensando dedicarme a otra cosa.

– ¿Ah, sí? -preguntaron Gib, Phoebe y Josh a la vez.

– Pues sí -contestó ella. Seguramente no sería mala idea. Tenía la ligera impresión de que no iba durar mucho en el mundo secretarial-. Estoy harta de que me traten como si fuera un gusano, así que he pensado hacer algo diferente.

– ¿Por ejemplo? -preguntó Finn, con una ceja levantada.

La normalmente fértil imaginación de Kate se quedó en blanco justo cuando más la necesitaba.

– Es una gran cocinera -dijo Phoebe que, evidentemente, seguía creyendo que había dado en la diana al presentarle a Finn McBride.

Sólo entonces recordó que Finn era viudo. Phoebe le había dicho que la cita era con un hombre viudo, de modo que… Entonces se dio cuenta de que aquella chica tan guapa de la fotografía estaba muerta. Qué horror. Era lógico que Finn fuese un hombre tan sombrío.

Kate se sintió culpable por haber dicho esas cosas de él, pero ¿cómo iba a saber que su brusquedad escondía un corazón roto?

Los otros, ajenos a la verdad, seguían promocionándola.

– Kate es una gran comunicadora -estaba diciendo Gib. Era la clase de frase que sólo decía alguien que había pasado mucho tiempo en Estados Unidos-. Se lleva fenomenal con la gente.

– No sólo con la gente -intervino Josh-. También es muy buena con los animales. ¿Te acuerdas de aquel perro en el bar, Phoebe?

– Ah, sí -sonrió su amiga, fingiendo un escalofrío.

– A veces me despierto con sudores fríos recordándolo -siguió Josh-. Kate se enfrentó con un skin head cubierto de tatuajes que estaba pegando a su perro. Le dijo que la gente como él no debía tener animales y se llevó al perro mientras los demás nos quedábamos boquiabiertos.

Finn la miró, sorprendido. -¿Qué fue del perro?

– Era un alsaciano al que yo no me habría acercado ni muerto, pero con Kate era como un cachorro. Por cierto, ¿qué fue de él? -preguntó Josh.

– Vive en casa de mis padres. Y ahora está gordo como una vaca.

– ¿Tú crees que el perro quería separarse de su dueño? -preguntó Finn.

– Me imagino que sí. A nadie le gusta que le peguen -contestó Kate-. Además, alguien tenía que hacer algo.

De repente, todos se quedaron en silencio.

– Un consejo -dijo entonces Gib-. Kate parece encantadora, pero no se te ocurra maltratar a un animal si ella está cerca o te meterás en un buen lío. Tiene muy mal genio cuando se trata de los animales.

– Intentaré acordarme.

– Lo que Kate necesita -ahora era Phoebe quien hablaba- es una casa en el campo donde pueda tener pollos, perros y todo tipo de animales abandonados.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Cita sorpresa»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Cita sorpresa» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Cita sorpresa»

Обсуждение, отзывы о книге «Cita sorpresa» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x