Jessica Hart - Momentos del Pasado

Здесь есть возможность читать онлайн «Jessica Hart - Momentos del Pasado» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современные любовные романы, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Momentos del Pasado: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Momentos del Pasado»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Cuando, después de algunos años, Matthew Standish volvió a la vida de Copper traía una propuesta de matrimonio muy poco romántica bajo el brazo. Según el, la situación requería soluciones prácticas: Matthew necesitaba una madre para su hija de corta edad y un ama de llaves para Birraminda. La solución parecía fácil, sencilla, lógica… sobre todo teniendo en cuenta que Matthew estaba seguro de que la pequeña Copper no podía haber olvidado los momentos que compartieron en el pasado.
Y Copper no había olvidado, pero no era la misma joven a la que había conocido siete años atrás. De hecho, tenía una propuesta de negocios muy pragmática que hacerle…

Momentos del Pasado — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Momentos del Pasado», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– No… No volveré, Megan.

Era una de las cosas más difíciles que había tenido que decir a alguien en toda su vida. Megan la miraba fijamente, con los ojos muy abiertos, confundida.

– No puedes irte.

Copper había temido ese momento, pero la expresión que veía en los ojos de la niña era peor que cualquier cosa que hubiera imaginado.

– Papá dijo que te quedarías -añadió, antes de estallar en sollozos.

– Oh, Megan… -Copper la estrechó entre sus brazos, acunándola-. Lo siento tanto… -susurró, consciente de la inutilidad de ese consuelo-. Pero Georgia está aquí para cuidarte, y a ti te gusta, ¿no?

– No quiero a Georgia -sollozó Megan-. ¡Te quiero a ti! ¡Dijiste que te quedarías para siempre!

– Megan, yo… -Copper se interrumpió, a punto de llorar-. Yo no quiero irme -lo intentó de nuevo-. Ojalá pudiera quedarme para siempre.

– Entonces, ¿por qué te vas?

– Megan, tú quieres a papá, ¿no? -Al ver que asentía con la cabeza, continuó-: Yo también, pero él no me quiere a mí.

– ¡Sí que te quiere!

– Algunas veces, cuando quieres a alguien, tú quieres que ese alguien sea feliz aunque tú no lo seas. Eso es lo que me pasa a mí. Creo que si me marcho, papá será más feliz.

– ¡No! -exclamó Megan -¡Él quiere que te quedes!

– Yo no pertenezco a este lugar -le confesó Copper abrazándola con fuerza, con los ojos llenos de lágrimas-. Pero quiero que sepas que te quiero mucho. Siempre te querré. Serás una buena niña y te portarás bien con papá, ¿verdad?

Megan no contestó, sino que continuó aferrándose a ella, desesperada, mientras Copper intentaba tumbarla de nuevo en la cama. Luego se quedó a su lado, arrullándola, hasta que se cansó de tanto llorar y se quedó dormida.

La cubrió delicadamente con una sábana y le apartó con ternura los ricitos de la cara, congestionada por las lágrimas. Durante un buen rato permaneció de pie, mirándola con el corazón destrozado, hasta que al fin se marchó de la habitación cerrando sigilosamente la puerta.

– ¡No puedes irte! -Georgia se quedó horrorizada cuando Copper le anunció que se marchaba-. No estás en condiciones de conducir y…

– Tengo que hacerlo -respondió. Se sentía terriblemente cansada, como si hubiera envejecido de repente diez años.

– Copper, yo sé que anoche Mal y tú tuvisteis una discusión -le confesó, incómoda-. Lo vi salir de tu habitación; tenía una expresión desesperada, casi agónica. Pero ayer fue un día muy duro, y los dos estabais muy alterados. Estoy segura de que si conseguís hablar, podréis solucionar vuestra situación.

– Mal y yo ya hemos hablado bastante -repuso Copper. Se sentía completamente agotada, aunque todavía no eran ni las nueve de la mañana-. Yo no pertenezco a este lugar, Georgia. No puedo montar a caballo, ni arreglar un coche ni curar un esguince de tobillo, y después de lo de ayer resulta evidente que ni siquiera sirvo para cuidar de Megan.

– Todo eso no importa -se apresuró a replicar Georgia-. Lo único que importa es que Mal y tú os queréis. ¡Por favor, quédate y habla con él esta noche!

– No puedo -le confesó Copper, entre lágrimas; sabía que no podría soportar que Mal volviera a mirarla con tanto disgusto, con tanto desdén-. ¡No puedo!

– Pero, ¿qué le voy a decir a Mal cuando me pregunte por qué te has marchado?

Copper recogió su maleta. Había roto en dos su copia del contrato dejando los pedazos sobre la almohada de la cama.

– No necesitas decirle nada. Ya sabrá él por qué me he ido -respondió, ahogando las lágrimas-. Cuida bien a Megan, Georgia y dile a Mal… dile que lo siento… por todo.

– Esta tarde le enviaré un folleto por correo -Copper colgó el teléfono y se frotó el cuello con gesto cansado. No pudo menos que preguntarse si realmente había estado alguna vez acostumbrada al trabajo de oficina.

A lo largo de los diez últimos días había estado luchando por rehacer su vida, pero seguía teniendo la sensación de que todo lo que la rodeaba era irreal, borroso… excepto el dolor que la atenazaba por dentro. Cada día le parecía interminable, y cuando llegaba al final de cada jornada de trabajo, como en aquel mismo momento, sólo veía ante sí la perspectiva de una tarde estéril y vacía. Levantó un fajo de solicitudes de reservas y volvió a dejarlo caer con desgana sobre la mesa de escritorio. Ansiaba volver a Birraminda. Echaba de menos el cielo radiante del interior, su inmenso espacio, los caballos pastando serenamente en sus prados… y, sobre todo, echaba de menos a Mal.

Le había llevado algún tiempo convencer a sus padres de que realmente lo había abandonado.

– Pero estábamos tan seguros de os llevabais tan bien… -le había dicho su madre con expresión consternada al verla volver a casa, deprimida y agotada.

– Sólo fue una farsa -había replicado Copper son amargura-. Simplemente estábamos actuando.

– Pues si eso es verdad… ¡deberían contrataros en Hollywood! -fue el comentario de su padre.

Al final, tuvo que confesarles lo del contrato que había firmado con Mal. La expresión de su padre se oscureció visiblemente al escuchar su relato, y Copper sintió una terrible punzada de culpa.

– Lo siento, papá. Sé que estabas muy ilusionado con el proyecto de Birraminda, pero estoy segura de que podremos encontrar otro lugar si…

– ¡El proyecto! ¿Qué importa el proyecto? -había exclamado Dan-. ¡Lo único que me importa eres tú! Me gustaría llamar ahora mismo a Mal… ¿Cómo se ha atrevido a chantajear a mi hija?

– ¡No, papá! ¡No fue un chantaje! Yo elegí casarme con él…

– Debió haberte obligado. ¿Cómo pudiste elegir casarte con un hombre que sólo fingía casarte?

– Pero yo no estaba fingiendo, papá. Ese fue el problema.

Aunque dudando todavía, sus padres al fin habían aceptado su decisión de regresar a casa, y Copper se había sumergido en el trabajo de la oficina. Cualquier cosa era mejor que quedarse en casa esperando a que sonara el teléfono, o a que Mal llamara a la puerta. Seguramente sabría que había vuelto a casa de sus padres, pero no había hecho ningún intento por ponerse en contacto con ella. En esa ocasión no tenía ninguna excusa para ignorar su paradero.

Con un suspiro, Copper se levantó del escritorio.

Eran las seis de la tarde, y su padre no tardaría en recogerla. Como había llevado su coche al taller, Dan había quedado en ir a buscarla a la oficina. Conectó el contestador telefónico y ordenó los papeles de su mesa antes de pasarse las manos por el pelo con gesto cansado. La vitalidad que tanto la había caracterizado había desaparecido víctima de la desesperación.

Asomada a la ventana, distinguió el coche de su padre y le hizo una seña indicándole que ya salía. Abandonó la oficina y subió rápidamente al vehículo. Pero cuando se volvía hacia su padre para darle las gracias, sonriendo, se llevó una buena sorpresa. No era su padre quien conducía, sino… Mal.

Por un instante, sintió que se le paraba el corazón y el aire escapaba de sus pulmones. Mal estaba allí, tranquilo, imperturbable, pero en sus ojos había una expresión que Copper jamás había visto antes. Cuando bajó la mirada, advirtió el pedazo de papel que sobresalía del bolsillo superior de su camisa.

De inmediato reconoció aquel papel, y la fría, cruel realidad borró brutalmente la primera sensación de alegría que había experimentado al verlo. Mal había llevado aquel contrato consigo y, con toda seguridad, iba a obligarla a atenerse a las condiciones del mismo.

Una tremenda amargura hizo presa en ella.

– ¿Qué estás haciendo en el coche de mi padre? -inquirió furiosa.

– Me lo ha prestado -con toda tranquilidad, Mal puso el intermitente y arrancó-. ¿Pensabas que lo se había robado?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Momentos del Pasado»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Momentos del Pasado» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Momentos del Pasado»

Обсуждение, отзывы о книге «Momentos del Pasado» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x