Jessica Hart - Una chica prudente

Здесь есть возможность читать онлайн «Jessica Hart - Una chica prudente» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современные любовные романы, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Una chica prudente: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Una chica prudente»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Jane era una chica prudente, todos lo decían. Diez años antes, su prudencia le había impedido escaparse con Lyall Harding, un muchacho de su pueblo. Ahora, Lyall había vuelto y, lejos de ser el chico impulsivo, irresponsable y descarado que todos recordaban, se había convertido en el reputado director de una multinacional.
Jane necesitaba conseguir un contrato de su empresa para mantener el negocio familiar. Pero, tal y como estaban las cosas, iba a ser Lyall quien decidiera las condiciones…

Una chica prudente — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Una chica prudente», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Hubo un silencio. Para Jane la escena estaba tan presente como si la hubiera vivido aquella mañana mismo.

– Lyall corrió detrás de ti, claro, pero volvió y me dijo que no le dejaste que te explicara nada. Fue a verte al día siguiente, también, y cuando le dijiste que todo había terminado entre vosotros fue a buscarme. Me dijo que estaba cansado de Penbury y que quería marcharse, y que si quería, me fuera con él y me cuidaría. Nunca lo había visto como aquel día, ni antes ni después. Creo que no se dio cuenta hasta mucho después lo mucho que significabas para él. Le sugerí que intentara hablar contigo, pero no quiso. Era demasiado orgulloso para admitir que estaba herido. Lo único que dijo es que se marcharía, y para mí era una oportunidad, así que la tomé. Dos días más tarde nos marchamos.

Judith miró a la piscina y continuó hablando.

– Creo que le hizo bien tener alguien a quien cuidar para no pensar demasiado. Se portó maravillosamente. Cuando llegamos a Londres se ocupó de todo. Me buscó un lugar para vivir, e incluso un trabajo, y cuando volvió de Estados Unidos y comenzó con Multiplex, me contrató de secretaria. Trabajo sólo media jornada para poder cuidar a mi hijo Jonathan. Es muy agradable trabajar para él y es el mejor amigo que he tenido en la vida.

Jane escuchaba el sonido del agua de la fuente y el murmullo de las voces, pero todo parecía muy distante. Se humedeció los labios. ¿Por qué no lo había escuchado cuando él quiso explicar todo? ¿Porque ella era tan prejuiciosa como decía?

– Desearía haber escuchado, me dijo que yo era demasiado cobarde para confiar en él, y parece que tiene razón.

– Eras muy joven -dijo Judith, intentando consolarla-. Yo también hubiera sospechado. ¿Cuántos años tenía Lyall? ¿Veinticinco? Era mayor para saber lo dolida que tú podías estar. ¡Pero es tan cabezota…!

– Tú lo conoces mucho mejor que yo -dijo tristemente Jane-. ¿Y nunca fuisteis…?

– ¿Amantes? No. No te estoy diciendo que alguna vez lo hubiera deseado, pero yo primero estaba preocupada por Jonathan y, él después de lo que pasó contigo, no quería tener ninguna relación estable. No, Jane sólo fuimos amigos y todavía lo somos. Me casé hace seis años y Lyall se alegró mucho de que fuera feliz. A mí me gustaría que él también pudiera ser feliz.

Se quedaron calladas un rato. Jane miró al agua y pensó en cómo había juzgado tan mal a Lyall, en los años que había perdido sumergida en una tristeza innecesaria. Había acusado siempre a Lyall de ser egoísta y de no ocuparse de nadie, de ser arrogante y un irresponsable, pero ella no le había dado la oportunidad de que le contara nada sobre Judith. Se sentía pequeña y vacía.

– Gracias por decírmelo -dijo al final-. No lo sabía.

– Imaginaba que no, y pensaba que debías saberlo.

– Sí. También siento haberte juzgado mal a ti, Judith.

– No te preocupes. Ahora todo me va bien. Si lo sientes, díselo a Lyall -añadió, y Jane asintió despacio.

– Lo haré.

Los últimos recepcionistas se preparaban para salir cuando Jane volvió de recoger las chimeneas, el aparcamiento estaba ya vacío. Pidió hablar con Judith y fue en el ascensor hasta el quinto piso.

– Lyall está en una reunión -dijo Judith-. No estoy segura lo que va a tardar, no he podido decirle que estás aquí. ¿Estás segura de que quieres hablar esta noche con él?

– Sí -Jane había estado las últimas horas recordando las cosas que había dicho a Lyall, y era una cuestión vital disculparse lo antes posible. Lo único que pensaba decirle era que lo sentía, luego se marcharía-. No me importa esperar.

– Yo tengo que ir a buscar a Jonathan. ¿Por qué no lo esperas en el despacho? Así te enterarás cuando la reunión termine.

Eran casi las siete cuando Jane escuchó la puerta del despacho de Lyall abrirse. Se oyeron despedidas y promesas de seguir en contacto, y luego la puerta se cerró de nuevo.

Jane se levantó y se acarició el pantalón con las manos. Habría querido llevar puesto algo femenino y bonito, incluso una barra de labios. Llamó a la puerta y empujó.

Lyall estaba sentado escribiendo algo en el ordenador. Tenía la chaqueta colgada en el respaldo de la silla y se había aflojado la cortaba, pero su aspecto seguía siendo autoritario y duro. Jane se quedó sorprendida al ver que llevaba gafas.

– ¿Todavía no te has ido, Judith? -dijo sin mirar.

– No soy Judith, soy yo.

Cuando oyó su voz, Lyall alzó la vista y vio a la muchacha en la entrada moviéndose inquieta. Lyall se quitó las gafas y se puso de pie despacio.

– ¿Jane? -acertó a decir, como si no se lo creyera.

– Sí -Jane no parecía ser capaz de decir nada más.

Se le había olvidado todo lo que había preparado durante las dos últimas horas.

– ¿Trajiste las chimeneas?

– Sí -volvió a decir.

– Entonces, ¿qué estás haciendo aquí?

– He venido a disculparme por todo lo que te dije la última vez que nos vimos. Judith me ha contado todo lo que pasó aquel verano.

– ¡Le dije que no lo hiciera! -Lyall se volvió hacia la ventana y se metió las manos en los bolsillos con brusquedad.

– ¿Por qué?

– Porque creo que no vale la pena. Tú has demostrado que no quieres nada conmigo, y sé que para Judith es muy duro hablar de aquella etapa de su vida.

– Me alegro de que me lo haya contado. Desearía haberla encontrado antes. Desearía haber dejado que te explicaras hace diez años. Desearía… -se interrumpió sin saber si seguir o no, sin saber si Lyall estaba o no escuchando-. No importa. Sólo quería decirte que lo sentía, y que me equivocaba al decirte que nunca te preocupabas por nadie más. Es evidente que has cuidado de Judith, pero yo fui demasiado ignorante para ver en ello únicamente una amistad.

Lyall seguía sin moverse, de espaldas a ella.

– Eso es todo. Y ahora, adiós.

– ¿Dónde vas? -preguntó Lyall.

– Hacia Penbury.

– ¿Ahora? -tenía una expresión seria y su voz sonaba enojada.

– ¿Por qué no?

– Porque estás agotada.

Lyall pasó del silencio absoluto a la actividad frenética: se puso la chaqueta, apagó el ordenador, tomó algunos informes y los metió en su maletín. Jane lo observaba con expresión confundida.

– Estoy bien -aunque no tenía ganas de volver a Penbury.

– No estás bien. Llevas todo el día conduciendo y ahora no vas a volver otra vez a conducir.

– Puedo quedarme en un hotel -insistió Jane. ¡No tenía derecho a inmiscuirse en sus planes!

– No te estoy sugiriendo que te quedes en un hotel. Te vas a venir conmigo.

– Bueno, creo que… quiero decir. No estoy segura de…

– ¡No tienes por qué asustarte! No tengo preparada ninguna escena de seducción, si es eso lo que te preocupa. Vuelo a Frankfurt mañana por la mañana, y tengo que salir a las cinco de la mañana, así que me acostaré temprano esta noche.

Jane lo miró indecisa. Lyall se comportaba de manera extraña. De repente parecía no escuchar siquiera, y de repente insistía en que se quedara con él.

– Lo siento. Sé que debe de haberte costado mucho venir a disculparte. No esperaba volver a verte, y no pensaba intentar hablarte más. Pero estás aquí, y los dos podemos admitir que hemos cometido errores, ¿crees que podremos olvidarnos del pasado? Ahora estás cansada y yo también. Podemos tomar una copa, cenar un poco y acostarnos temprano. ¿O prefieres pasarte tres horas en atascos en la autopista?

– ¿Qué hago con las chimeneas?

– Hay un guardia de seguridad en el aparcamiento toda la noche. La furgoneta estará protegida y la recogerás mañana por la mañana.

– Bien…

– Puedes quedarte en uno de los cuartos de invitados -prometió Lyall, cruzando los dedos y esbozando una sonrisa demasiado familiar e irresistible.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Una chica prudente»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Una chica prudente» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Una chica prudente»

Обсуждение, отзывы о книге «Una chica prudente» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x