Jessica Steele - Cuestión de principios

Здесь есть возможность читать онлайн «Jessica Steele - Cuestión de principios» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современные любовные романы, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Cuestión de principios: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Cuestión de principios»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Carlyle Hetherington era un hombre de negocios que estaba acostumbrado a tomar decisiones rápidas.
Y no perdió mucho tiempo en sacar sus propias conclusiones acerca de Kelsa. Esta, nunca había conocido a un hombre tan arrogante y hostil como el. ¿Cómo se atrevía este a asumir que ella era el tipo de chica que estaría dispuesta a progresar, convirtiéndose el la amante del presidente de la compañía, en este caso, el padre de Carlyle?

Cuestión de principios — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Cuestión de principios», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Pero todos esos pensamientos se fueron al fondo de su mente, pues tuvo preocupaciones mucho mayores. Por primera vez descubrió que llegó antes que su jefe y no es que eso la alarmara mucho, pero él todavía no se hallaba presente cuando, poco después, llegó Nadine.

– ¿No ha llegado el señor Hetherington? -preguntó la recién aparecida.

– No. ¿Crees que se haya atrasado por el tránsito?

– Posiblemente -repuso Nadine, pero como él siempre estaba ahí cuando menos media hora antes que ellas, Kelsa pudo ver que Nadine no lo creía. Y también vio que, aunque ambas empezaron a hacer algún trabajo, Nadine no podía estar tranquila, y cuando eran las diez cesó lo que estaba haciendo y dijo-: Creo que telefonearé a Lyle -pero cuando extendió la mano para tomar la bocina, sonó el teléfono y Kelsa pudo captar, por su conversación y por el tono de voz de Nadine al repetir el nombre de un hospital, que algo estaba muy mal.

– ¿Ese era…?-preguntó.

– El señor Ford.

– ¿Acerca del señor Hetherington? -preguntó Kelsa con urgencia.

– Está en el hospital… ¡Tuvo un ataque cardíaco! -informó Nadine con susto en la voz.

– ¡No! -exclamó Kelsa, pero de pronto le vino otro pensamiento a la mente-: ¿Cuál de ellos? -preguntó con voz ronca y cuando Nadine repitió el nombre del hospital, aclaró-: No me refiero a eso. ¿Cuál de los dos Hetherington? -quiso saber.

– Nuestro jefe: Garwood Hetherington -y pareció darse cuenta de que ninguna de las dos pensaba muy claramente en esos momentos de tensión. Kelsa todavía trataba de aclarar sus pensamientos, cuando Nadine le informó que Lyle Hetherington estaba al lado de su padre y que el señor Ford les iba a comunicar cualquier novedad que hubiera.

Que Garwood Hetherington estuviera luchando por su vida, ocupó la mente de Kelsa, más que el instantáneo pavor de que fuera su hijo Lyle el del infarto. Los ataques cardíacos no respetaban edades, ni personas.

Pero lo único que podía advertir era que su conciencia le remordía, por haber deseado que algo desagradable le sucediera a Lyle Hetherington, ya que casi se desmaya al creer que podía ser él el que se enfermó. También sintió miedo y rezó por su padre, el hombre a quien, en tan poco tiempo de conocerlo y de trabajar con él a diario, había llegado a apreciar y a tenerle afecto.

Ni ella ni Nadine pudieron concentrarse mucho en el trabajo, después de eso. Pero como media hora después, mientras Nadine contestaba una llamada interna, Kelsa tomó el teléfono exterior para contestar una llamada, quedándose aturdida al oír la voz de Lyle Hetherington, que le dijo cortante:

– Mi padre se está muriendo. ¡Venga rápido!

– ¿Yo…? Soy Kelsa…

– Él pidió verla a usted… ¡ Venga ! -y cortó abruptamente.

Temblando, con el rostro pálido y la boca abierta, Kelsa miró a Nadine.

– Era Lyle Hetherington. Dice que su padre pidió que yo fuera a verlo… ¡Parece… urgente! -jadeó y entonces advirtió de nuevo la calma profesional de Nadine, pues aunque Kelsa sabía lo mucho que Nadine apreciaba a su jefe, ésta sólo tomó el teléfono y llamó a la sección de transportes.

– Tú no estás en condiciones de conducir -sugirió y en unos minutos, sin averiguar el motivo de que su jefe preguntara por ella, Kelsa estaba en camino del hospital en un coche de la compañía, que pidió Nadine.

Kelsa trató de no pensar en nada en ese rápido trayecto al hospital. Lyle había dicho que su padre se estaba muriendo, pero eso no podía ser… ¿o sí? ¡No parecía posible! Apenas el día anterior le había alborotado el pelo y la había llamado hermosa niña…

Sus pensamientos cesaron cuando, al llegar al hospital, se apresuró a entrar. Buscaba a alguien que le diera indicaciones, pero en uno de los corredores, vio a Lyle Hetherington. Fue rápidamente a su encuentro y él, que obviamente había venido en su busca, se dio la vuelta, sin disminuir el ritmo de su paso, haciendo que ella casi tuviera que correr para alcanzarlo.

Un ascensor los esperaba y ella tuvo oportunidad de recobrar el aliento mientras subían. Ansiaba preguntarle por su padre, pero sabía que, con lo mal que estaba, se la comería viva. En cambio, preguntó:

– ¿Y su madre…? -empezó y de todos modos, se la comió viva.

– ¡Eso es asunto mío! -respondió bruscamente.

– Sólo me preguntaba si pudo usted comunicarse con ella -murmuró Kelsa-. Puesto que estaba en un crucero… -las puertas del ascensor se abrieron y, como él salió inmediatamente, Kelsa se quedó a media frase. De todos modos sabía que, ya que él estaba seguro de que tenía una aventura amorosa con su padre, no permitiría que ella se acercara siquiera a su madre.

Pero, al apresurarse nuevamente para alcanzar a Lyle, desechó esos pensamientos y, con el estómago revuelto, entró al pabellón privado.

Se acercó a la cama y vio a Garwood Hetherington, con el rostro pálido y varios aparatos salvavidas conectados a él. En silencio, Kelsa se sentó en una de las dos sillas que había junto a la cama. Un par de minutos después, como si él supiera que ella estaba ahí, abrió los ojos y la miró.

– Hola -le sonrió Kelsa gentilmente.

– Hola -respondió él con voz débil-, mi querida… querida… niña -luego, con un dejo de sonrisa, volvió a abatir sus párpados.

Pasaron cinco minutos antes de que él abriera los ojos de nuevo y ahora miró a su hijo.

– Estoy… tan orgulloso… de ti, Lyle -jadeó y Kelsa sintió que la ahogaban las lágrimas, que adufes penas podía contener.

Nuevamente, él cerró los ojos y unos minutos después, hubo un cambio en su respiración. Kelsa intuyó que estaba cayendo en estado inconsciente. Sintió que era un momento en que Lyle debía estar a solas con su padre.

En silencio, se puso de pie y se quedó mirando a Garwood Hetherington un instante, luego acercó gentilmente sus labios a su mejilla y, despidiéndose de él, salió de la habitación.

Mas no podía irse del hospital y, como había una pequeña sala de espera cerca, fue y se sentó ahí. Perdió la noción del tiempo, pero con la mirada fija en el cuarto de Garwood Hetherington, observaba la intensa actividad de los doctores y las enfermeras que entraban y salían. Sus nervios se pusieron más tensos cuando dos enfermeras salieron lentamente de la habitación. Un minuto después, el doctor también salió y Kelsa sólo esperó a que desapareciera en el corredor para ponerse de pie.

Estaba parada junto a la puerta de la habitación, cuando, unos diez minutos después, salió Lyle Hetherington, con el rostro tenso. Ella lo miró, con la pregunta en los ojos, y recibió la brusca respuesta.

– Mi padre está muerto.

Eso era lo que ella se imaginaba, pero de todos modos, fue un impacto fuerte.

– Lo siento… mucho -murmuró.

– ¡Claro que lo siente! -gruñó él y, sin otra palabra más, pasó frente a ella.

Kelsa estaba demasiado alterada para regresar al trabajo. Estaba muy conmovida por la muerte de Garwood Hetherington y también muy dolida por el último comentario de Lyle, pues significaba que él pensaba que a ella le afectaba la muerte de su padre, sólo por los regalos o el dinero que dejaría de percibir.

No se sentía como para poder usar el autobús, así que tomó un taxi a su apartamento, recordando que su coche estaba en el estacionamiento de la oficina. Sabía que llegando a la casa debía llamar a Nadine, pero durante un buen rato no pudo hacerlo.

Se sentía aturdida, triste y llorosa por lo que había sucedido. Si antes se preguntó el motivó de que el señor Hetherington hubiera preguntado por ella, se le había olvidado. Él, de todos modos, ya estaba muerto. Ese hombre encantador ya no existía. Y no era tan viejo… trabajaba tanto… no parecía justo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Cuestión de principios»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Cuestión de principios» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Cuestión de principios»

Обсуждение, отзывы о книге «Cuestión de principios» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x