El interrumpió la pregunta y las demás que sabía que seguirían dándole un suave beso en los labios.
– Te lo contaré después. Por ahora, quédate aquí. -Recogió las cuerdas que había cortado y con las que Heller la había atado y se acercó a Gideon, que sujetaba al hombre contra el suelo. Lo ataron con rapidez. Luego, Logan lo puso en pie y clavó la mirada en el hombre que creía haber matado hacía tantos años.
– Santo Dios, creí haberte visto hace varios días en el parque. Vigilándome. Pero sabía que no podías ser tú. Y aquí estás. ¿Cómo puedes estar vivo? -le preguntó a aquel bastardo que casi había destrozado su mundo al secuestrar a Emily.
– ¿Cómo puedo estar vivo? -Repitió Heller con tono burlón y un intenso odio en la mirada. -Tú sí que deberías estar muerto. Del todo. Sólo por haber matado a Zachary.
Logan entrecerró los ojos.
– ¿De qué demonios hablas? Te maté, aunque ahora estés aquí delante de mí.
– No me mataste, bastardo -exclamó Heller, -mataste a mi hermano Zachary. A mi hermano gemelo. -Sus ojos parecían escupir veneno. -Teníamos un plan perfecto. Nadie sabía que éramos dos, lo que nos daba gran libertad a la hora de poner en práctica nuestras estafas. Nuestro plan consistía en estafar a Martin Becknell y darnos la gran vida durante el resto de nuestras vidas.
Logan lo comprendió todo de golpe.
– Por eso todos juraron que habían estado contigo a la hora que mataron a Martin. No fuiste tú. Era tu hermano el que estaba con ellos.
Un brillo astuto iluminó los ojos de Thomas.
– Y funcionó a la perfección. -Un odio feroz reemplazó el brillo de sus ojos. -Hasta que lo echaste todo a perder. Zachary me advirtió sobre ti y tus sospechas, y sobre las pruebas que habías encontrado. Teníamos que eliminaros a los dos. ¿Y qué mejor plan que matar a Martin y que te culparan a ti por ello? Pero estabas firmemente decidido a que condenaran a Zachary. En cuanto desapareció, supe que lo habías asesinado. Quise matarte enseguida, pero decidí esperar el momento oportuno. Creías que estaba muerto, así que dejé que lo siguieras creyendo mientras planeaba mi venganza. Quería arrebatarte todo lo que era importante para ti y destruirte, igual que tú me lo habías quitado todo y me habías destrozado la vida. -La furia se mezcló con el odio en sus ojos, y Logan se dio cuenta de que se había vuelto loco. -Pero antes de que pudiera llevar a cabo mis planes, me arrestaron. -Soltó un sonido ronco y amargo. -Por un crimen que ni siquiera había cometido.
– Habías cometido bastantes. Merecías ser castigado.
– Tú mataste a mi hermano y jamás fuiste castigado. De hecho, amasaste una fortuna y llevaste una vida de lujos mientras mi hermano se descomponía donde fuera que lo enterraras y yo me pudría en una maldita prisión. -Inspiró bruscamente. -Pero por fin logré escaparme. Y luego averigüé dónde estabas. Y cuando llegué aquí descubrí qué era lo más importante para ti. -Miró a Emily. Logan agarró a Heller del cuello, y se movió para bloquearle la vista de su esposa.
Heller miró a Logan con el odio y la locura ardiendo en sus ojos.
– Mataste al hombre equivocado, Jennsen. Y te he hecho pagar por ello. No tanto como quería, dado que tú y tu esposa estáis todavía vivos, pero incendié tu barco y tu casa, y eso es suficiente, al menos por ahora.
A Logan le hormiguearon las manos por el deseo de cerrarlas sobre el cuello de Heller y apretar hasta que éste exhalara el último aliento. Pero había mejores formas de castigarlo.
– Cuando incendiaste mi barco, mataste a dos buenos hombres. En lo que respecta al cargamento y a mi casa, serán reemplazados sin ningún problema. El daño que has causado no es suficiente «por ahora». Es el fin. Jamás volverás a tener la oportunidad de hacerme daño ni a mí ni a ninguna otra persona.
Cogió a Heller por el cuello y lo acercó bruscamente.
– Jamás volverás a salir de una celda -dijo en voz tan baja que sólo él pudo oírle, -salvo el día en que te lleven a la horca. Estoy seguro de que pensarás en mí en ese momento, bastardo, aunque te aseguro que yo no pensaré en ti. Disfrutaré de mi vida con la familia que intentaste arrebatarme. Y mientras, tú arderás en el infierno.
Soltó a Heller y miró a Gideon. -¿Lo llevarás ante el magistrado?
– Con sumo gusto. -Gideon agarró a Heller por la nuca y lo hizo dirigirse hacia la puerta rota. -¿Dónde te hallaré luego?
Logan se volvió hacia Emily. La joven había hecho lo que le había pedido y seguía sentada en el camastro, pero en el momento en el que sus miradas se encontraron, se levantó y se acercó a él corriendo. El la rodeó con un brazo y la estrechó contra su cuerpo.
– Creo que deberíamos volver a casa y ver dónde podemos alojar a los sirvientes -dijo ella. -Después podemos pasar el resto de la noche en casa de mis padres.
Logan asintió con la cabeza, no le había sorprendido que ella estuviera preocupada por los criados y sabía que sus suegros se sentirían aliviados al saber que su hija estaba bien.
– Ya te diré dónde estaremos luego -le dijo a Gideon.
– Gracias por haber ayudado a rescatarme, Gideon -dijo Emily. -Te debo mucho.
Logan asintió con la cabeza.
– Los dos lo hacemos.
Gideon inclinó la cabeza.
– De nada. -Con el puñal en la mano y agarrando a Heller por la nuca, lo condujo a través de la puerta. El prisionero caminaba a trompicones debido a las cuerdas que le ataban los tobillos.
Logan cogió a Emily en brazos y se dirigió a la ventana que había destrozado.
– Salgamos de aquí.
– Puedo caminar -dijo ella mientras le rodeaba el cuello con los brazos.
– Claro que puedes, pero hay cristales rotos por el suelo y no llevas zapatos.
Logan salió al exterior, donde los recibió el aire frío, y caminó a paso vivo hacia la esquina. Tuvo suerte, porque había un carruaje de alquiler bajo la pálida luz de una farola. Logan dio un silbido y el cochero puso los caballos en marcha, dirigiéndose hacia ellos.
Tras darle al conductor la dirección de Berkeley Square, dejó a Emily en el interior del carruaje y subió tras ella. En cuanto cerró la puerta y se sentó, se puso a su esposa en el regazo y la abrazó con todas sus fuerzas.
– Emily -susurró, pronunciando su nombre como si fuera una oración. Le retiró el pelo enredado de la cara y clavó la mirada en aquellos hermosos ojos. -Jamás había estado tan asustado en mi vida como cuando recuperé el conocimiento en el balcón y no te vi.
– Y yo jamás había estado tan asustada en mi vida como cuando te vi tirado en el balcón. -Emily le agarró la mano y le dio un beso en la palma. -No quiero volver a sentirme así.
– Ni yo. -Y luego, las palabras que él casi no había tenido oportunidad de decir se le agolparon en la garganta: -Emily, te amo. -Respiró hondo. -Dios mío, cómo te amo. Te amo tanto… Me aterraba no tener oportunidad de decírtelo. Estaba a punto de hacerlo cuando oímos el ruido en el balcón, y entonces… -Un nuevo estremecimiento la sacudió. -No importa si tú no me amas, pero te lo advierto, voy a hacer todo lo que esté en mi mano para que me ames. No he podido pensar en nada más que en ti desde el momento en que te besé en la biblioteca de Matthew y Sarah hace tres meses. Ya me sentía atraído por ti antes, pero después de ese beso… He sido tuyo desde ese día.
– Logan… -Se le llenaron los ojos de lágrimas, pero Logan se quedó sin respiración al ver la ardiente emoción que brillaba entre ellas. -Yo también te amo tanto que… me duele. Siempre había soñado con casarme por amor y tú, mi valiente, atrevido y maravilloso marido, que lo has arriesgado todo por salvarme, tú has conseguido que mis sueños se hagan realidad. No he podido dejar de pensar en ti desde mucho antes de ese día en que te besé. -Curvó los labios en una sonrisa temblorosa. -Y ahora conseguiré robarte besos todos los días durante el resto de mi vida.
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