– ¡Guau! -Jackson la había apartado de su cuerpo para verle la cara. Tenía un gran morado que se extendía desde debajo de uno de los ojos hasta la barbilla. Estaba despeinada, llorando y enfadada, pero aun así, encantadora-. Habla más despacio. ¿Qué ha pasado?
– Ha sido Michael -intervino Angela desde detrás. Después señaló a Roger Francis-. Y este… este canalla.
Todos lo miraron y él se puso pálido.
Pero Angela no aceptaba interrupciones.
– Llamó a Molly para decirle que Michael quería reconciliarse con ella. Molly no lo creyó, y se preguntó por qué Roger estaba tan interesado en ella. ¿Y Michael? De pronto, lo comprendió todo. Ambos tienen más o menos la misma edad y, ¿cuántas facultades de Derecho hay en este estado? Así que indagó y descubrió que Roger y Michael estudiaron juntos la carrera.
– Eso no significa nada -dijo Roger, mientras se digía hacia la puerta.
Molly se había recuperado lo bastante como para continuar.
– Entonces, apareció Michael, y estaba muy simpático -le temblaba la voz, pero al sentir los brazos de Jackson alrededor de ella recuperó las fuerzas-. Me imaginé lo peor, pero él trató de camelarme con grandes cenas y regalos para Sam.
– Nada mejor que la casita para las ranas -dijo Sam, y Molly sonrió.
– No. Y cuanto mejor nos trataba Michael, más sospechas tenía sobre él. Entonces, insistió en traerme aquí hoy.
– Y tiene un bonito coche, y como Molly no tiene coche y no quería pedirte que la trajeras en el helicóptero… Aunque a mí me parece una tontería -dijo Sam-. ¿A que nos habrías traído, señor Baird?
– Sí -dijo él, y abrazó a Molly con más fuerza. Ella lo miró como si no pudiera creer lo que estaba sucediendo.
«,Dónde está Cara», pensó desesperada. «Concéntrate en la historia. No en su cuerpo, ni en su mirada», se dijo. Seguía confusa, pero tenía que terminar de explicarlo todo.
– No tenía ni idea de lo que estaba sucediendo, pero hablé con Angela y decidimos que lo mejor era seguirle el juego. Así que hicimos una copia del contrato y…
– ¿Tenéis una copia del contrato? -preguntó Roger Francis con asombro.
– Por supuesto. No soy idiota. Así que Angela guardó las copias y las instrucciones de traerlas aquí si sucedía algo. Incluso Guy nos esperaba con su coche. Aunque… -esbozó una sonrisa-. No contábamos con que Guy cambiara su coche por unos billetes para la luna de miel y otro coche más viejo. Pero no importa. Entonces, apareció Michael.
– Y en lugar de traemos aquí, nos llevó al aeropuerto -dijo Sam-. Decía que quería llevamos de vacaciones a Hayman Island.
– Hizo todo lo posible para embaucarme -dijo Molly, y se volvió para mirar a Roger Francis-. Debéis pensar que soy estúpida.
– Algunas mujeres habrían aceptado -dijo Angela. Guy y ella se habían colocado en la puerta para no dejar escapatoria a Roger-. Michael es un hombre atractivo y te ofrecía unas vacaciones de ensueño. Y una boda…
– Como si fuera a creerlo.
– Pensaba que seguías enamorada de él.
– ¿Cómo iba a estar enamorada de él si…? -se le quebró la voz y Jackson la abrazó con más fuerza.
– ¿Y qué pasó? -preguntó Jackson con interés.
– Cuando se salió por el desvío de la autopista que lleva al aeropuerto le dije que se dejara de bromas. Y él me dijo que no fuera idiota. Dijo… -hizo una pausa y miró a Roger Francis-. Dijo que ganaríamos mucho dinero con la comisión de Blue Mountain. Me contó que Roger era uno de los propietarios, que iba a ganar una fortuna si la venta salía bien, y que nosotros nos llevaríamos un buen pellizco. Dijo que antes de que vieras este sitio, estuviste a punto de comprar la otra propiedad, y que si esta venta fallaba, y fallaría si yo conseguía que Hannah y tú os enfadarais…, todos nos reiríamos mucho.
– ¿Tú te reirías? ¿Casada con Michael en Hayman Island?
– No soy completamente boba -respiró hondo-. Él ni siquiera pensó eso bien. Me dio los billetes para que me hiciera ilusiones, pero ¡eran solo de ida! Ni siquiera pensó en que yo leería la letra pequeña. Tenía la intención de llevarnos a Sam y a mí a Hayman Island y abandonarnos allí.
– ¡Estás bromeando!
– Para entonces, ya estábamos en el aparcamiento del aeropuerto. Y yo le dije lo que podía hacer con los billetes. Cuando me dijo que no fuera estúpida, agarré a Sam y empezamos a caminar. Entonces, él tomó el contrato y lo rompió en mil pedazos. Y me golpeó -Jackson la miró para observar de nuevo el morado que tema en el rostro, y blasfemó-. Sí -dijo ella, pero no estaba disgustada por el morado. El tono de su voz era de satisfacción-. Pero al menos conseguí algo.
– ¿El qué?
– ¿No pensarás que dejé que me pegara y que se marchara sin más? ¿Tienes idea de la cantidad de seguridad que hay en los aeropuertos?
– Bueno…
– Me puse a gritar -continuó Molly-. Había mucha gente alrededor y yo gritaba muy fuerte. Empezó a sangrarme la nariz, y fue perfecto. No sabes lo que un poco de sangre puede hacer. Entonces, Sam le pegó un cabezazo y cuando Michael se disponía a darle una bofetada, aparecieron cuatro guardas de seguridad para reducirlo, y numerosos testigos. Además, todo había quedado grabado en una cámara de seguridad. Lo arrestaron -dijo con felicidad-. Ahora está en la cárcel. Seguro que sale en libertad bajo fianza, pero tengo montones de testigos, y la policía dice que si presento cargos contra él lo condenarán. Y tendrá que indemnizarme -se llevó la mano a la mejilla-. Por trauma emocional.
– No estás nada traumatizada -dijo Jackson, y ella se rió y lo abrazó.
– No. Estoy muy contenta de que Michael haya manchado su historial. Hay muchas cosas que un abogado no puede hacer cuando tiene antecedentes, y no puedo esperar a que los tenga -alzó la cara y miró a Roger-. Así que Guy y Angela nos trajeron hasta aquí a toda velocidad. Ha sido muy emocionante, ¿verdad, Sam? Y ahora… no sé qué vamos a hacer contigo, Roger, pero Guy cree que es ilegal intentar venderle a un cliente algo sin decir que uno es el dueño. Puede que te hayamos pillado a ti también.,
– Yo no… No he hecho… Las chicas…
– Sal de aquí -dijo Jackson enfadado. Miraba a Roger como si fuera basura-. ¡Ahora!
– Yo nunca…
– ¡Tú organizaste el plan para herir a Molly! -y ese era el quid de la cuestión. Todo lo demás, las mentiras, el engaño, hacían que estuviera enfadado, pero que hicieran daño a Molly, lo enfurecía. Miró el rostro de Molly una vez más y deseó matar a alguien-. Sal de aquí, Francis.
– Puedo darle una explicación. Ella se equivoca. Por favor…
– Me dijiste que Molly se había ido a Hayman Island. Y que habías hablado con ella. No hay ninguna otra explicación aparte de que estabas compinchado con Michael. Señora Copeland… -se volvió para mirar a Hannah-. ¿Estaría dispuesta a ser mi testigo?
– Por supuesto que sí -Hannah miraba a Francis como si fuera un insecto repugnante-. Estaré encantada. La horca es demasiado buena para alguien como él.
– Puede que no llegue a tanto, pero será igual de efectivo. Te veré en el juicio. Francis. Ahora, lárgate.
– Pero…
– ¡Ahora!
Cuando el abogado se marchó, todos quedaron en silencio durante unos minutos. Escucharon cómo arrancaba el coche y se alejaba por el camino. Molly se separó de Jackson, pero él la abrazó de nuevo.
– ¿Dónde crees que vas?
– Yo… um. ¿A ningún sitio?
– Así es. A ningún sitio -dijo Jackson. Miró a Angela y a Guy y continuó-. Gracias por traerlos hasta aquí.
– No ha sido nada -Guy contestó-. Solo el hecho de que mí coche ha reventado el radiador y que Angela y yo nos hemos perdido un estupendo día en la cama…
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