Se refería a todo. A sus caricias, al modo en que la llenaba una y otra vez. Más rápidamente y con más fuerza, la tomó hasta que ella no tuvo más remedio que perderse en una convulsión líquida de placer.
Él la siguió inmediatamente, gruñendo su nombre y estremeciéndose. Luego se quedaron inmóviles.
Después de un par de respiraciones profundas, ella comenzó a percatarse de que estaba desnuda… sobre la mesa de la cocina de Hawk. Abrió los ojos y lo encontró mirándola.
– Tú desayunas aquí -dijo.
Él sonrió.
– Ya lo sé.
– A lo mejor tienes que limpiar antes de mañana por la mañana.
Él se rió y la besó.
– Eres increíble.
– Eso tengo entendido. Ha salido en los periódicos. Estoy pensando en hacerme unas tarjetas.
Hawk le apartó el pelo de la cara.
– Gracias.
– ¿Por?
– Por todo.
Ella suspiró, sabiendo que podría hacer aquello con él para siempre. No sólo el sexo, sino todo lo demás. Mirarlo a los ojos, estar a su lado, compartir. Entonces su estómago emitió un rugido.
Hawk sonrió.
– ¿No estás comiendo mucho estos días?
– He tenido un poco de estrés.
– ¿Qué te parece un plato de salmón?
– Muy bien.
Hawk retrocedió y Nicole bajó al suelo. Él la ayudó a encontrar la ropa y después abrió una botella de vino mientras se vestía. Él sólo tuvo que subirse los pantalones y abrochárselos. Los hombres lo tenían todo tan fácil…, aunque ella no tenía queja.
Después de cenar, Nicole se acurrucó junto a Hawk en el sofá.
– Probablemente, deberíamos pelearnos ahora.
– ¿Es lo siguiente de la lista?
– Tenemos mucho de lo que hablar.
– Brittany.
– Sobre todo -dijo ella, y posó una mano en su muslo-. Tu hija está muy mimada y es inmadura.
– Lo sé.
Aquella respuesta sorprendió a Nicole.
– Pensaba que ibas a negarlo.
– Quiero negarlo, pero no puedo. Yo no tenía intención de que fuera así. Serena la educó mejor que yo. Cuando murió, sólo quedamos Brittany y yo, y algunas veces hice lo que era más fácil en vez de lo que estaba bien.
Aquello no se lo esperaba.
– ¿Quieres decir que es culpa tuya?
– En gran parte, sí. Brittany no es mala chica.
– No, claro que no, pero está acostumbrada a salirse con la suya, y Raoul la quiere tanto que hará lo que ella diga -afirmó Nicole-. No creo que deban casarse.
– Estoy de acuerdo, pero cuando cumpla dieciocho, no podré impedírselo.
Nicole no estaba tan segura. Si Hawk era serio y sincero con Brittany, quizá pudiera cambiar las cosas. Amenazar a Raoul no iba a servir de nada, porque era un chico demasiado responsable.
– Todo esto es un lío -dijo-. Vas a tener que quedarte con uno de los cachorritos para compensarme por todo esto.
– Me quedo con el chico.
– Claro. Ni siquiera me sorprende -dijo Nicole. Después de unos segundos, retomó la conversación sobre su hija-: Le he dicho a Brittany que no puede seguir así mucho tiempo. Que tendrá que hablar contigo la próxima vez que vayas a casa.
Él se apoyó en el respaldo del sofá y se pellizcó el puente de la nariz.
– ¿Cuándo cambió todo? Ella era mi niña. Yo era lo más importante para ella. Y todo ha desaparecido.
– Está creciendo.
– No quiero perderla.
– No la has perdido. Sólo ha cambiado.
– No me gusta que sea distinta.
– No puedes elegir.
– ¿Y qué se supone que voy a decirle?
– Que la quieres, y que lo resolveréis.
– Tengo ganas de darle una paliza a Raoul.
– Lo siento, pero no. Esto lo hicieron entre los dos.
– Ella es mi hija.
Eso lo decía todo, pensó Nicole. Brittany era su familia, y ella importaba más que ninguna otra cosa.
Se sorprendió al notar una punzada de dolor en el pecho, y se dio cuenta de cuál era el motivo. Quería que alguien se sintiera así por ella. Quería que la amaran. Y no cualquiera, sino Hawk. Algo que parecía imposible.
– Bueno, tengo que volver a casa -dijo-. No quiero dejarlos solos por la noche.
– El daño ya está hecho.
– Lo sé, pero soy responsable. No puedo evitarlo. Es como una enfermedad. Un día tendré que reconciliarme con mi maníaca del control interior.
– A mí me gusta tu maníaca del control interior.
Él la acompañó hasta el coche y se despidió con un beso. Mientras Nicole se alejaba, se quedó mirando su coche. Ella se dio cuenta porque lo estaba mirando por el espejo retrovisor.
Era un buen hombre, pensó, y se preguntó qué iba a ocurrir a partir de aquel momento. ¿Tendría alguien la posibilidad de vencer los recuerdos que había dejado Serena? Era cierto que Hawk quería tener citas y salir con mujeres, pero eso no era lo mismo que enamorarse. Él ya había experimentado todo lo que deseaba; ¿querría volver a hacerlo?
Nicole no quería pensar en ello. No quería más preocupaciones.
Cuando llegó a casa, la encontró oscura y silenciosa, pero eran casi las diez, así que era lógico. No encendió las luces mientras se acercaba a la cesta de Sheila para ver qué tal estaba, así que estuvo a punto de pasar por alto la hoja que había sobre la mesa de la cocina. Al verla, presionó el interruptor de la luz.
Tomó la nota y la leyó, y después volvió a leerla antes de dejar caer el papel al suelo. Como una autómata, descolgó el auricular del teléfono. Estaba demasiado aturdida como para poder pensar con claridad. Aquello no podía estar sucediendo.
Hawk descolgó al primer tono.
– Se han marchado -dijo ella-. Se han ido juntos. Tienen un carné de identidad falso para Brittany, y se van a casar.
Nicole recorrió apresuradamente toda la casa en busca de pistas. La mayoría de las cosas de Raoul seguían en su cuarto, pero casi todas las de Brittany habían desaparecido. Faltaban maletas en el sótano y, aunque el coche de Raoul estaba aparcado frente a la casa, no había rastro del de Brittany.
– Al menos se han llevado el coche más nuevo y más fiable -murmuró mientras salía a esperar, con impaciencia, en el porche.
A los pocos minutos, Hawk apareció por la esquina de la calle y frenó bruscamente detrás del coche de Raoul.
– ¿Lo sabías? -gritó mientras bajaba de la furgoneta y corría hacia la casa.
Ella pestañeó.
– ¿Cómo? ¿Lo dices en serio? ¿Me estás preguntando si sabía que iban a escaparse y si te lo he ocultado?
– ¿Y por qué no? Tampoco me dijiste que Brittany está embarazada.
Nicole se indignó, aunque se dio cuenta de que él tenía parte de razón.
– Eso era distinto. Cuando tú te enteraras no ibas a poder cambiar las cosas, y tu hija me pidió que le dejara darte la noticia. Yo no estaba de acuerdo, pero accedí. Esto nunca se lo hubiera permitido.
– Así que me lo habrías dicho porque no te gusta lo que están haciendo, pero si lo hubieras aprobado, te habrías callado también.
Hawk estaba furioso.
– Me estás diciendo que no sé lo que hago, que no actúo con responsabilidad. Tienes que elegir, Hawk. O estoy de tu lado o no.
– Has dejado que se fuera.
– No.
– Has dejado que mi hija se fuera como dejaste que se fuera Jesse.
Ella se sintió como si la hubiera abofeteado.
– No tienes derecho a comparar esas situaciones. Para empezar, Jesse es mi hermana, no mi hija, y para continuar, tiene más de veintiún años. Brittany sólo tiene diecisiete.
– Tenemos que encontrarlos.
Hawk entró en la casa y la recorrió, como si los chicos todavía estuvieran allí y Nicole no los hubiera visto. Cuando llegó a la cocina, ella le entregó la nota.
– Ya no tiene importancia, pero esto estaba en la mesa de la cocina cuando llegué.
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