– ¿Insinúas que me prefieres a mí? -preguntó, asombrada.
– Preferiría acostarme con un tiburón antes que con tu hermana. Alexa me da asco; tiene todos los defectos que detesto en una mujer. Además, ¿cómo podría gustarme? No tiene gusto con la ropa, se pone toneladas de maquillaje, carece de modales y está obsesionada con ser el centro de atención. ¿No has notado cómo ha humillado a su marido esta noche?
– Claro que lo he notado.
– He sido amable con ella por lo que ya te he dicho, Alexa. Pero tenía otro motivo: quería que Harry se diera cuenta de la clase de mujer con la que se ha casado -le confesó.
– Pobre Harry…
– Bueno, dudo que su matrimonio dure mucho. Estaban discutiendo acaloradamente cuando los dejé. Seguro que Alexa intenta echarte la culpa de todo. Pero dejemos de hablar de tu hermana… ¿te parece que vayamos a algún lugar más privado?
– Sí, claro… ¿adónde?
– Al yate.
Alissa frunció el ceño.
– No sé si…
– O vienes conmigo o te llevaré a rastras, angil moy -dijo con determinación.
Alissa se echó a reír. Después, respiró a fondo y lo acompañó al exterior. La noche era fresca, así que él se quitó la chaqueta y se la puso sobre los hombros.
– Sergei, no me he marchado únicamente por lo que ha pasado con mi hermana -le confesó.
Sergei la ayudó a entrar en el todoterreno que los estaba esperando y dijo:
– Ni yo me habría casado contigo si hubieras resultado ser la mujer de los informes. De hecho, estaba a punto de olvidar lo del contrato de matrimonio cuando apareciste… pero me quedé fascinado contigo.
– ¿Lo dices en serio?
Él asintió.
– Entonces, también hablabas en serio cuando has dicho que mi hermana y yo somos muy diferentes…
Sergei le pasó un brazo por encima de los hombros y la atrajo hacia sí.
– Por supuesto. Tú eres irresistible, solnyshko moyo … Además, si te marchas, me quedaré con Mattie -dijo con suavidad-. La nota que me has dejado no tenía precio; me has dedicado una simple línea para decirme que te marchabas, pero a él le has dedicado un párrafo entero.
– No permitiré que te lo quedes -bromeó.
– Bueno, podrías visitarlo de cuando en cuando…
Cuando llegaron al puerto y subieron al yate, el perro los recibió con ladridos de alegría. Alissa esperó a que el animal se tranquilizara para decir:
– Tengo que contarte algo.
– Pues cuéntamelo…
– Estoy embarazada, Sergei. En parte, me marchaba por eso. No sé cómo podemos solucionar el problema -le confesó.
Sergei la tomó entre sus brazos y sonrió, feliz.
– ¿Embarazada? ¡Es la mejor noticia que me han dado en mi vida! ¡Y ni siquiera hemos tenido que esforzarnos!
– Pero Sergei, el contrato que tenemos…
– ¿El contrato? ¿Aún no te has dado cuenta de que ese acuerdo saltó por los aires el día que te conocí?-preguntó, encantado.
– ¡El nuestro no es un matrimonio de verdad!
– Es un matrimonio absolutamente real -dijo él mientras le ponía una mano en el vientre-. Me parece increíble que lleves un niño adentro…
Alissa no salía de su asombro.
– ¿Te alegras de que me haya quedado embarazada?
– ¿Es que no parece obvio? -preguntó, sin dejar de sonreír.
– Pero el contrato dice que tengo que renunciar a mi hijo,
– Un contrato que tú rompiste -le recordó.
– No entiendo nada, Sergei. Hace unas semanas, me amenazaste con denunciarnos a Alexa y a mí.
– Hace un par de semanas no había recibido los informes que pedí sobre vosotras. En cuanto los leí a fondo, supe que tu querida hermana te había engañado; así que decidí olvidarme de la denuncia y regalarte una luna de miel de verdad -le contestó-. ¿O es que estos días no han servido para me conozcas mejor?
– Sólo han servido para que sepa lo imprevisible que puedes llegar a ser…
Sergei tomó su cara entre las manos.
– Nunca haría nada que os dañara a ti o mi hijo, Alissa. Os quiero a los dos. Conmigo. Para siempre.
– ¿Para siempre? -dijo, atónita.
– Para siempre -repitió-. Porque te amo, Alissa.
Ella no podía creer lo que oía.
– ¿Lo dices en serio?
– Lo digo muy en serio -contestó, fingiendo solemnidad.
Alissa llevó las manos a la corbata de su esposo y se la soltó.
– Estoy loca por ti…
Sergei la llevó inmediatamente al camarote.
– Dime una cosa, Sergei… ¿porqué me amas?
– Por muchos motivos.
– ¿Como por ejemplo…?
– Te amo por haberme criticado cuando traté mal a la recepcionista del club. Te amo por mirarme como un ángel durante la ceremonia de nuestra boda. Te amo por insistir en que le enviara unas postales a Yelena desde las islas griegas. E incluso te amo por haberte negado a tener un hijo y abandonarlo.
– ¿Cómo puedes amarme por llevarte la contraria?
– Porque soy un hombre perverso -bromeó-. Y cuando te empeñaste en salvar a Mattie, me dejaste totalmente impresionado… tienes un corazón de oro, angil moy . Aunque debo admitir que esta noche, cuando he visto que te habías marchado, me has dado un gran disgusto.
Sergei la tumbó en la cama y empezó a quitarle la ropa.
– No pude soportar que Alexa coqueteara contigo -se excusó.
– Ni yo soportaba que tu hermana te hiciera eso.
– Además, tenía miedo de decirte lo del bebé. Pensé que sería un problema y que nos veríamos envueltos en un juicio por su custodia.
Sergei le quitó el sostén y llevó las manos a sus pechos.
– Nunca te abandonaré, Alissa. Eres la mujer de mis sueños. Cuando mis abogados me aconsejaron que te denunciara y me divorciara de ti, los mandé al infierno. Me siento enormemente feliz de haberte encontrado, de no haberme casado con la gemela mala…
– Pero tendrás que perdonarme tantas cosas… -dijo ella, aferrándose a Sergei-. Te amo. Te amo con toda mi alma.
Aquella noche hicieron el amor apasionadamente, hasta las primeras horas de la mañana. Y entonces, Sergei decidió prolongar su luna de miel una semana más.
Al día siguiente, Alissa llamó a su madre por teléfono y le dijo que era muy feliz y que se había quedado embarazada. Su madre, que se había llevado un buen disgusto cuando Alexa le dijo que había perdido a su hijo, recobró la felicidad. Al final iba a ser abuela de todas formas.
Un año más tarde. Alissa estaba terminando de decorar el árbol de Navidad que habían puesto en el salón. Mattie descansaba junto al hogar y su hija, Evelina, en la cuna.
Evelina había heredado el precioso cabello negro de su padre y los ojos de su madre. Era una niña muy guapa, y había llevado muy bien el embarazo: después de las náuseas de la primera etapa, el resto había sido coser y cantar.
Cuando volvieron a Londres, celebraron otra boda en la capital inglesa porque los abogados no estaban completamente seguros de que las ceremonias anteriores fueran válidas, teniendo en cuenta que Alexa había falsificado la firma de Alissa en varios documentos. Por supuesto, Jenny asistió a la ceremonia; al igual que Jasim, Elinor y una vieja amiga de Alissa, Lindy, a la que no veía desde hacía tiempo.
De momento, Sergei y Alissa estaban viviendo en San Petersburgo: pero tenían intención de mudarse a Gran Bretaña y quedarse allí de forma permanente cuando Evelina tuviera edad suficiente para ir al colegio. Todo estaba saliendo maravillosamente bien; hasta los padres de Alissa se habían reconciliado, después de que él se separara de Maggie.
El único problema que tenía era su hermana, Alexa, que estaba en trámites de divorciarse de Harry, y éste le reclamaba parte del dinero que no había devuelto a Sergei.
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