• Пожаловаться

Mary Balogh: Simplemente Perfecto

Здесь есть возможность читать онлайн «Mary Balogh: Simplemente Perfecto» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Современные любовные романы / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Mary Balogh Simplemente Perfecto

Simplemente Perfecto: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Simplemente Perfecto»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Alto, moreno y exquisitamente sensual, él es la personificación de la perfección masculina. No es que Claudia Martin esté buscando un amante. Ni un esposo. Como propietaria y directora de la academia de la señorita Martin en Bath, hace mucho que se resignó a vivir sin amor. Hasta que Joseph, marqués de Attingsborough, llega sin previo aviso y la tienta a arrojar por la borda toda una vida de decencia por una aventura que sólo puede conducirle a la ruina. Joseph tiene sus propias razones para buscar a Claudia. Inmediata e irresistiblemente atraído por la delicada profesora, se embarca en un plan de seducción que los llevará a ambos a anhelar algo más. Pero, como heredero de un prestigioso ducado, se espera que Joseph continúe con el legado de la familia. Y Claudia sabe que no hay lugar para ella en su mundo. Ahora, dicho mundo está a punto de verse sacudido por el escándalo. Un matrimonio concertado, un secreto que conmocionará a la sociedad y un hombre proveniente del pasado de Claudia, conspiran para separar a los amantes. Pero Joseph está decidido a hacer suya a Claudia a toda costa. Aunque ello signifique desafiar toda convención y romper toda regla por un amor que representa todo cuanto siempre ha deseado; un amor que es perfecto tal como es…

Mary Balogh: другие книги автора


Кто написал Simplemente Perfecto? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

Simplemente Perfecto — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Simplemente Perfecto», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Juntó las manos delante de la cintura, no fuera cosa que intentara comprobar su teoría tocándose las puntas del cuello. Continuaba con la tarjeta sostenida entre el pulgar y el índice.

– ¿En qué puedo servirle, señor? -preguntó, evitando adrede llamarlo «milord», ridículo y afectado trato, en su opinión.

Él sonrió, y si era posible aumentar la perfección, acababa de ocurrir; tenía buenos dientes. Se fortaleció para resistirse al encanto que seguro que él poseía a toneladas.

– Vengo como mensajero, señora -metió la mano en un bolsillo interior y sacó un papel doblado y sellado-, de lady Whitleaf.

Claudia dio otro paso adentrándose en la sala.

– ¿De Susanna?

Susanna Osbourne había sido profesora en la escuela hasta su matrimonio el año anterior con el vizconde Whitleaf. Aunque a ella siempre la regocijaba la buena suerte de Susanna por ese buen matrimonio, que fue por amor, seguía lamentando su pérdida como querida amiga, colega «y» buena profesora. En el periodo de cuatro años había perdido a tres de esas amigas, por la misma causa. A veces le resultaba difícil no deprimirse egoístamente por todo eso.

– Cuando se enteró de que yo vendría a Bath -dijo el marqués- a pasar unos días con mis padres, ya que mi padre está tomando las aguas, me pidió que viniera aquí a presentarle mis respetos. Y me dio esta carta, tal vez para convencerla de que no soy un impostor.

Sus ojos volvieron a sonreír mientras atravesaba la sala para entregarle la carta. Y como si sus ojos no hubieran podido ser por lo menos del color del lodo, ella vio que eran de un azul claro casi como el de un cielo de verano.

¿Susanna le había pedido que viniera a presentar sus respetos? ¿Por qué?

– Whitleaf es primo de una prima mía -explicó él-. O una casi prima mía, en todo caso. Es complicado, como suelen serlo los parentescos. Lauren Butler, vizcondesa de Ravensberg, es prima mía porque su madre se casó con el cuñado de una tía mía. Somos muy amigos desde que éramos niños. Y Whitleaf es primo de primer grado de Lauren. Por lo tanto, en cierto sentido, él y su lady tienen una gran importancia familiar para mí.

Si él era marqués, pensó Claudia, asaltada por una repentina sospecha, y su padre estaba vivo, ¿qué título tenía su padre? Pero estaba ahí a petición de Susanna, por lo tanto a ella le correspondía portarse algo mejor que sólo glacialmente educada.

– Gracias por venir personalmente a entregarme la carta -dijo-. Le estoy muy agradecida, señor. ¿Le apetecería una taza de té? -ofreció, ordenándole mentalmente que dijera que no.

– No quisiera provocarle molestia alguna, señora -dijo él, sonriendo otra vez-. Tengo entendido que dentro de dos días sale de viaje a Londres.

Ah. Susanna debió decírselo. El señor Hatchard, su agente de negocios en Londres, les había encontrado empleo a dos de las chicas mayores, las dos de régimen gratuito, pero se había mostrado insólitamente evasivo acerca de la identidad de los posibles empleadores, aun cuando ella se las había preguntado concretamente en su última carta. Lógicamente, las alumnas de pago tenían familias que se ocuparan de sus intereses, y ella se había asignado el papel de familia de las otras y jamás dejaba marchar a ninguna chica que no tuviera un empleo apalabrado ni a ninguna cuyo futuro empleo ella encontrara desacertado.

Por sugerencia de Eleanor, iba a ir a Londres con Flora Bains y Edna Wood para enterarse exactamente de en qué casas serían institutrices y retirar su consentimiento si no estaba satisfecha. Aun faltaban unas cuantas semanas para que finalizara el año escolar, pero Eleanor le había asegurado que estaba dispuesta y era muy capaz de llevar la dirección de la escuela durante su ausencia, que no duraría más de una semana o diez días. Ella había aceptado ir, en parte porque había otro asunto del que deseaba hablar personalmente con el señor Hatchard.

– Sí -contestó.

– Whitleaf pensaba enviarle un coche para su comodidad -le dijo el marqués-, pero yo le dije que era absolutamente innecesario que se tomara ese trabajo.

– Por supuesto -dijo Claudia-. Ya he alquilado uno.

– Me encargaré de desalquilárselo, si me lo permite, señora. Pienso volver a la ciudad el mismo día y será un placer para mí ofrecerle la comodidad de mi coche y mi protección durante el viaje.

¡Vamos, no lo permita Dios!

– Eso será absolutamente innecesario, señor -dijo con firmeza-. Ya lo tengo todo organizado.

– Los coches de alquiler son famosos por su falta de ballestas y de todas las demás comodidades. Le suplico que lo reconsidere.

– Tal vez no lo entiende del todo, señor. En el viaje me acompañarán dos alumnas.

– Sí, de eso me informó lady Whitleaf. ¿Son muy cotorras? ¿O, peor aún, no paran de reírse? Las damas muy jóvenes tienen una atroz tendencia a hacer ambas cosas.

– A mis niñas se les ha enseñado a comportarse correctamente en compañía, lord Attingsborough -repuso ella, fríamente, y sólo entonces vio el guiño en sus ojos y comprendió que había sido una broma.

– No lo dudo, señora, y tengo la seguridad de que puedo fiarme de su palabra. Permítame, por favor, que las acompañe a las tres hasta la puerta de lady Whitleaf. Ella se impresionará muchísimo por mi galantería y seguro que hará correr la voz entre mis familiares y amigos.

Bueno, estaba diciendo puras tonterías. Pero ¿cómo podía rechazar decentemente el ofrecimiento? Desesperada buscó en su cabeza algún argumento irrefutable que lo disuadiera, pero no se le ocurrió ninguno que no fuera descortés o francamente grosero. Pero preferiría viajar mil millas en un coche sin ballestas antes que ir a Londres en compañía de él. ¿Por qué?

¿Acaso la intimidaba su título y magnificencia? La sola idea la erizó.

¿Su… virilidad, entonces? Se sentía desagradablemente consciente de que él poseía eso a mantas.

Pero qué ridículo sería. Era sencillamente un caballero que se mostraba cortés con una solterona vieja, que daba la casualidad era amiga de la esposa del primo de su casi prima. Buen Dios, sí que era tenue el parentesco. Pero tenía una carta de Susanna en la mano. Era evidente que ella se fiaba de él.

¿Una solterona vieja? Tratándose de edad, pensó, probablemente no había mucha diferencia entre ellos. Bueno, eso sí era pensar. Ahí estaba ese hombre, claramente en el pináculo mismo de su atractivo masculino, unos treinta y cinco años, y ahí estaba ella.

Él la estaba mirando con las cejas arqueadas y los ojos sonrientes.

– Ah, muy bien -dijo, enérgicamente-. Pero es posible que viva para lamentar su ofrecimiento.

Él ensanchó la sonrisa y la indignada Claudia vio que el atractivo de ese hombre era infinito. Tal como había sospechado, tenía un encanto que parecía rezumar por todos sus poros y por lo tanto era un hombre del que no se podía fiar ni una pizca mientras estuviera en su presencia. Vigilaría concienzudamente a sus dos niñas durante el viaje a Londres.

– Espero que no, señora -dijo él-. ¿Saldremos temprano?

– Esa era mi intención -repuso ella, y añadió de mala gana-. Gracias, lord Attingsborough. Es usted muy amable.

– Será un placer para mí, señorita Martin. -Se inclinó en otra venia-. ¿Me permite que le pida un pequeño favor a cambio? ¿Sería posible que me hicieran un recorrido por la escuela? He de confesar que me fascina la idea de un establecimiento que da educación a niñas. Lady Whitleaf me ha hablado con entusiasmo de su establecimiento. Ella enseñó aquí, tengo entendido.

Claudia hizo una lenta respiración por entre las agitadas ventanillas de la nariz. ¿Qué motivo podría tener ese hombre para hacer un recorrido por una escuela de niñas aparte de ociosa curiosidad, o algo peor? Su instinto le aconsejó negarse rotundamente. Pero acababa de aceptarle un favor, y era un favor grande, la verdad: no dudaba de que su coche sería muchísimo más cómodo que el que había alquilado ni de que las tratarían con más respeto en todas las barreras de peaje por las que pasaran y en todas las posadas en las que se detuvieran a cambiar los caballos. Además, era un amigo de Susanna.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Simplemente Perfecto»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Simplemente Perfecto» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Claudia Amengual: Desde las cenizas
Desde las cenizas
Claudia Amengual
Claudia Amengual: La rosa de Jericó
La rosa de Jericó
Claudia Amengual
Raye Morgan: Dulce Atracción
Dulce Atracción
Raye Morgan
LaVyrle Spencer: Y el Cielo los Bendijo
Y el Cielo los Bendijo
LaVyrle Spencer
Отзывы о книге «Simplemente Perfecto»

Обсуждение, отзывы о книге «Simplemente Perfecto» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.