• Пожаловаться

Juliette Benzoni: El Ópalo De Sissi

Здесь есть возможность читать онлайн «Juliette Benzoni: El Ópalo De Sissi» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. год выпуска: 2005, ISBN: 978-84-666-2815-0, издательство: Editorial: Ediciones B, S. A., категория: Исторические любовные романы / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Juliette Benzoni El Ópalo De Sissi

El Ópalo De Sissi: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Ópalo De Sissi»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Tercer volumen de la apasionante serie Las joyas del Templo, iniciada con La Estrella Azul y seguida de La rosa de York. En esta serie, Aldo Morosini, príncipe veneciano y anticuario, ha recibido de un misterioso personaje, apodado el Cojo de Varsovia, el encargo de recuperar las cuatro piedras sustraídas del pectoral del Sumo Sacerdote del Templo de Jerusalén. En esta tercera parte, El Ópalo de Sissi, la búsqueda transcurre entre Viena y los Alpes Suizos, en una trama histórica plagada de misterios, suspense, traiciones y romances.

Juliette Benzoni: другие книги автора


Кто написал El Ópalo De Sissi? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

El Ópalo De Sissi — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Ópalo De Sissi», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

La primera reacción de Aldo fue enviar a su secretario a comprar un billete para la capital italiana, pero cambió de parecer; encontrar a la pareja en Roma dependía totalmente del azar, aparte de que ésta podía haberse ido a Nápoles o a cualquier otro lugar. Además, Guy, al ser consultado, sugirió que, puesto que la condesa había decidido desaparecer, la dejara vivir su aventura.

—Pero yo soy su único pariente y siento mucho cariño por ella —repuso Aldo—. Tengo la obligación de protegerla.

—¿Contra sí misma? Lo único que conseguirá es ponerse a mal con ella. Está en una edad delicada para una mujer y desgraciadamente no se puede hacer nada. Hay que dejarla llegar hasta el final de su locura, pero estar preparado para recoger los trozos cuando llegue el momento.

—Ya no nada en la abundancia y ese tipo va a acabar de arruinarla.

—Ella se lo habrá buscado.

Era lo más sensato, y desde ese día Aldo evitó pronunciar el nombre de Adriana. Ya lo atormentaba bastante su prima desde que había encontrado unas cartas en el cajón secreto de su bargueño florentino, a raíz del robo. Sobre todo una de ellas, firmada por R., que había conservado a fin de reflexionar sobre ella más despacio, sin encontrar otra clave que el amor pero sin decidirse a compartir el misterio ni siquiera con Guy. Quizá para no verse obligado a mirar las cosas demasiado de frente, pues en su fuero interno le daba miedo descubrir que esa mujer —su primer amor de adolescente— estaba implicada en mayor o menor medida en la muerte de su madre.

Lo cierto era que Aldo no tenía mucha suerte con las mujeres a las que quería. Su madre había sido asesinada y su prima se había vuelto ligera de cascos. En cuanto a la encantadora Anielka, de la que se había enamorado en los jardines de Wilanow, había terminado ante el tribunal de Old Bailey acusada del asesinato de sir Eric Ferráis, su marido, con quien se había casado por orden de su padre, el conde Solmanski. Después del juicio, ella también se había volatilizado; se había ido a Estados Unidos con el conde sin haberle dirigido la menor muestra de ternura o de agradecimiento por todo lo que había hecho para ayudarla, pese a que juraba amarlo sólo a él.

Por no hablar, claro, de la deslumbrante Dianora, su gran amor de otros tiempos, su antigua amante, convertida en esposa del banquero Kledermann. Esta no le había ocultado que, entre una fortuna y una pasión, no cabía ninguna duda. Lo gracioso del asunto era que, al casarse con Kledermann, Dianora se había convertido —sin ningunas ganas— en madrastra de Mina, alias Lisa Kledermann, la secretaria modelo pero experta en transformaciones a la que en el palacio Morosini todos añoraban unánimemente. Ella también se había esfumado una mañana gris y brumosa, sin pensar ni por un momento que una palabra amistosa quizás habría complacido a su antiguo jefe.

El verano pasó. Sofocante, brumoso, tormentoso. Para huir de las hordas de turistas y de novios en su luna de miel, Aldo se refugiaba de vez en cuando en una de las islas de la laguna en compañía de su amigo Franco Guardini, el farmacéutico de Santa Margarita, cuyo natural silencioso apreciaba. Pasaban allí plácidos ratos entre las hierbas silvestres, sobre un banco de arena o al pie de una capilla en ruinas, pescando, bañándose, recuperando sobre todo las alegrías sencillas de la infancia. Aldo se esforzaba en olvidar que el correo sólo llevaba cartas relacionadas con el negocio y facturas. La única excepción en ese océano de olvido fue una corta epístola de la señora Sommieres anunciando una estancia en Vichy para tratar de recuperarse del hígado, bastante maltrecho tras su experiencia africana: «Reúnete allí con nosotras si no sabes qué hacer», concluía la marquesa con una desenvoltura que acabó de indisponer a su sobrino nieto. Era increíble esa gente que sólo se acordaba de él cuando empezaba a aburrirse. Decidió hacerse el ofendido.

Sin embargo, estaba cada vez más preocupado por Vidal-Pellicorne. Si bien los peligros que corre un arqueólogo son limitados, no podía decirse lo mismo cuando a esa apacible profesión se unía la de agente secreto, y Adalbert era muy capaz de haberse metido en algún lío. Así pues, para quedarse tranquilo decidió mandar un telegrama al profesor Loret, conservador del Museo del Cairo, para preguntarle qué era de su amigo. Y fue al regresar de la oficina de correos cuando encontró la carta en su despacho.

No venía de Egipto, sino de Zúrich, y a Morosini le dio un vuelco el corazón. ¡Simon Aronov! ¡Sólo podía ser él! En efecto, el sobre abierto liberó una hoja de papel doblada en cuatro sobre la que habían escrito a máquina: «El miércoles 17 de octubre en la Ópera de Viena para El caballero de la rosa. Pida el palco del barón Louis de Rothschild.»Aldo se sintió revivir. Los vientos embriagadores de la aventura se arremolinaban a su alrededor, y se apresuró a tomar todas las medidas necesarias para estar libre en la fecha indicada. Gracias a Dios, a Guy y a Angelo Pisani, su tienda de antigüedades podía prescindir de él.

Su cambio de humor sacó al palacio Morosini del sopor en el que se estaba sumiendo. La única que frunció el entrecejo fue Celina, su cocinera y más vieja amiga. Cuando le anunció que se iba, dejó de cantar y refunfuñó:

—¿Estás contento porque nos dejas? ¡Muy amable por tu parte!

—¡No digas tonterías! Estoy contento porque me espera un asunto apasionante y porque eso me permitirá romper la rutina diaria.

—¿Rutina? Si me hicieras un poco de caso, ni te acordarías de la rutina. ¿No te he aconsejado varias veces que hicieras un viaje? Verte como un alma en pena me pone negra.

—Pues entonces deberías alegrarte. Voy a viajar.

—Sí, pero vete tú a saber adónde. A mí me gustaría que fueras... a Viena, por ejemplo.

Morosini miró a Celina con un estupor sincero.

—¿Por qué a Viena? Te recuerdo que en verano hace un calor espantoso.

Celina se puso a juguetear con las cintas que adornaban su cofia y que solían revolotear sobre su imponente persona al ritmo de sus entusiasmos y sus enfados.

—En verano hace calor en todas partes, y además he dicho Viena como hubiera podido decir París, o Roma, o Vichy, o...

—No te devanes los sesos. Precisamente es a Viena adónde voy a ir. ¿Satisfecha?

Sin más comentarios, Celina regresó a su cocina esforzándose en disimular una sonrisa que dejó a Morosini perplejo. Sin embargo, como sabía que no diría nada más, olvidó el asunto y fue a ocuparse del equipaje.

Como no sabía si podría quedarse en Viena después de la cita, se fue tres días antes de la fecha indicada a fin de darse el gusto de callejear por una ciudad cuya elegancia y atmósfera de gracia ligera, alimentada por el eco de un lánguido vals en uno u otro rincón, siempre había apreciado.

A pesar de que hacía un tiempo desapacible, Morosini se sentía alegre cuando su tren llegó al valle del Danubio y se acercó a Viena. Una felicidad racionalmente inexplicable. Los recuerdos festivos de antes de la guerra no tenían nada que ver con ella, ni tampoco los de los dos viajes efectuados a la capital austriaca —exclusivamente de negocios— desde el fin de las hostilidades y su consiguiente liberación de una vieja fortaleza tirolesa. Después de todo, quizás era simplemente porque, aunque se negaba a admitirlo, Viena representaba algo más que un punto de partida tras la pista de una joya desaparecida. ¿Acaso no escuchaba de cuando en cuando, en el fondo de su memoria, una voz alegre que le decía: «Me voy a Viena a pasar la Navidad en casa de mi abuela.»?

Dado el número de abuelas que vivían en la capital austriaca, esa breve información habría sido un poco escasa, pero Morosini poseía una memoria infalible. Le bastaba oír un nombre para que quedara registrado en ella, y en el vestíbulo del Ritz de Londres, Moritz Kledermann, el padre de Lisa, había pronunciado el de la condesa Von Adlerstein. Averiguar su dirección sería bastante sencillo y Aldo estaba decidido a hacerle una visita, aunque sólo fuera para tener a través de ella noticias de una valiosa colaboradora a la que había perdido de vista de un modo demasiado repentino. Ni que decir tiene que no habría hecho el viaje para eso, pero, puesto que se le presentaba la ocasión, sería una estupidez no aprovecharla, ya que el caso Mina-Lisa era casi tan interesante como las peripecias engendradas por el pectoral.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Ópalo De Sissi»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Ópalo De Sissi» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Отзывы о книге «El Ópalo De Sissi»

Обсуждение, отзывы о книге «El Ópalo De Sissi» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.