– ¡No se atreva a decir que Darlene arrojó sus granos en ningún sitio, no lo hizo! Fue su hijo Willie, ¡ese pequeño sinvergüenza bueno para nada! ¡Lo golpeé cuando intentó besarme, y se está vengando! ¡Darlene no estaba cerca de su molino!
Douglas no levantó la voz, nunca tenía que hacerlo. Simplemente dijo:
– Cállense, todos. Eso es suficiente.
Se dio cuenta entonces de que Corrie, el señor Marker y cuatro sirvientes más estaban parados en el gran hall de entrada. ¿Dónde estaban sus hijos, su esposa, por el amor de Dios, incluso su condenada madre? ¿Dónde estaba Hollis, quien podría haberse ocupado de esto en cuestión de tres muy tranquilos segundos?
Hubo un silencio instantáneo, pero la furia vibraba en el aire. Douglas despidió a los sirvientes, y estaba volviéndose hacia el señor Marker cuando James entró por las puertas del frente, azotado por el viento, golpeando suavemente su fusta contra su muslo. Paró en seco.
– ¿Qué está sucediendo, padre? Corrie, ¿qué estás haciendo aquí?
El señor Marker comenzó a abrir la boca, pero Douglas simplemente levantó la mano.
– No, no más. James, ¿podrías por favor ocuparte de esto? Es una especie de venganza de un pretendiente desdeñado, deduzco.
– Mi muchacho nunca buscaría venganza -dijo el señor Marker furiosamente. -Es un afable santo, milord -agregó el señor Marker, su voz más baja ahora porque nunca nadie gritaba alrededor del conde de Northcliffe. -Ni siquiera le gustan las muchachas, me dijo que no le gustaban, así que nunca intentaría besar a la señorita Corrie. Y sólo mírela, ni siquiera es una niña, si entiende usté’ lo que digo. Mi Willie nunca ha hecho nada malo en toda su pequeña vida, bendito sea y bendita sea su madre por parirlo.
James estaba mirando fijamente el pañuelo atado alrededor del brazo de su padre, y la sangre empapándolo. La Novia Virgen tenía razón. ¿Qué había sucedido? Vio a su padre subir las escaleras, con las palabras del señor Marker flotando sobre él, pero no tuvo más opción que quedarse allí y ocuparse de esta idiotez. Esto no le gustaba ni un poquito, pero no tenía elección. Se dio vuelta y le sonrió al señor Marker.
– Me gustaría oír lo que ambos tienen para decir. ¿Podrían, por favor, pasar al estudio?
Lo que una mujer quiere es lo que no tienes.
~O. Henry
Hicieron falta diez minutos para precisar los hechos básicos. Finalmente James le dijo al señor Marker:
– Lamento decirle, señor, que Willie, su dulce muchacho, tiene un camino muy largo por recorrer si pretende alcanzar la santidad en las próximas seis vidas.
– Imposible, milord. Él me lo cuenta todo, Willie lo hace, y es un buen muchacho, atento y bondadoso, incluso con esta señorita aquí.
– Me obliga a hablar sin rodeos, señor. Willie es conocido en toda la región como un jovencito que besa a cualquier muchacha que no sea lo suficientemente rápida como para huir de él. No hay una duda en mi mente de que Corrie lo azotó, y que él quiso vengarse. Le sugiero que lo haga pagar lo que ha hecho. Ahora, buen día a usted, y le deseo suerte con Willie.
– Pero, mi dulce muchacho…
– Buen día, señor Marker. Corrie, te quedas.
Hollis apareció mágicamente en el umbral del estudio.
– Señor Marker, me parece que le agradaría un buen vaso de cerveza antes de confrontar a William. ¿No sucede siempre que un hombre, pese a su propia y alta rectitud moral, deba enfrentar un mal comportamiento de sus hijos? Tengo algunas sugerencias sobre cómo podría tratar con él.
El señor Marker dobló su tienda. Siguió a Hollis al salir del estudio, con su viejo sombrero aferrado entre los dedos.
– ¿Willie realmente intentó besarte?
Corrie se estremeció.
– Sí, fue espantoso. Giré mi cabeza muy rápido y me besó la oreja. James, tenía que hacer algo…
– Sí, lo sé. Le diste un tortazo.
– Directo en la nariz. Luego lo pateé en la espinilla. Conoces estas botas, los dedos son realmente puntiagudos.
– No es raro que haya querido vengarse de ti. Al menos no le diste un rodillazo en sus…
– ¿Qué? Quieres decir… -Los ojos de ella cayeron, mirando directamente la entrepierna de él. Frunció el ceño. -¿Por qué haría eso?
– No importa. Ahora, te ves espantosa. Ve a casa, toma un agradable baño y quita todo el polvillo de tu rostro y de tu cabello. ¿Por qué viniste aquí, Corrie?
Ella se movió nerviosamente un momento y luego susurró:
– Vine aquí, a Northcliffe, porque no podía imaginar lo que mis tíos hubiesen hecho enfrentados al señor Marker. Pero sabía que tú te ocuparías de las cosas, o tu padre. Gracias, James.
De pronto, la condesa viuda de Northcliffe, una gran mujer con más que suficiente acidez, que los sobreviviría a todos, apareció en la puerta del estudio, se infló y gritó:
– ¡James!
– ¿Sí, abuela?
Necesitaba cualquier cosa menos esto, pensó él, volviéndose obedientemente para otorgar a su abuela su completa atención, esperando que eso enfocara su ojo y su lengua en él. Pero por supuesto, no lo hizo. Ella seguía siendo alta y erguida, con su cabello blanco ralo ahora, sus ojos azules apagados, pero no había nada mal con el funcionamiento de su boca, su cerebro o su dicción, desafortunadamente.
Si podía decirse que una voz resonaba, la suya lo hacía.
– Coriander Tybourne-Barrett, ¡tus difuntos padres estarían horrorizados! Mírate… eres una vergüenza. Te ves como un rufián. Debo hablar con tus tíos, aunque ambos sean unas criaturas irresponsables, pero deben hacer algo.
Corrie elevó el mentón en el aire.
– Así es.
– ¿Así es qué, señorita?
– Están haciendo algo. Iré a Londres por la Pequeña Temporada. Ellos no son irresponsables.
Los ojos azules de la condesa viuda relucían con expectativa. Veía a una presa fresca, y quiso clavarle sus garras y derribarla. Abrió la boca, pero su nieto se atrevió a meterse.
– Abuela, Corrie estará preparada para ir a Londres. Mi madre asistirá a su tía para asegurarse de que ella sepa cosas y se vista apropiadamente.
La condesa viuda se volvió hacia su nieto.
– ¿Tu madre? ¿Esa muchacha pelirroja con la que tu padre fue obligado a quedarse cuando ese chico malo Tony Parrish robó a la verdadera novia de tu padre, Melissande? Nadie puede creer que sean hermanas. Bien, sólo tienes que mirarte al espejo para ver el rostro de la gloriosa criatura con la que tu padre debería haberse casado. Pero no, él fue engañado a quedarse con tu madre. ¿Puedo preguntar, jovencito, precisamente qué sabe tu madre acerca de algo en particular? Bien, es tu querido padre quien la viste, quien le dice cómo comportarse, quien la regaña, pero no con la frecuencia suficiente, bien lo sabe el buen Señor, sólo que él no puede controlarla para que no corte sus vestidos hasta sus tobillos. Cuántas veces le he dicho…
– ¡Madame, eso es suficiente! -James estaba tan enojado que temblaba. Nunca en su vida había interrumpido a su abuela, pero no pudo contenerse. Corrie quedó olvidada mientras su cerebro se agudizó para enfrentarse a la vieja bruja. -Madame, usted está hablando de la condesa de Northcliffe… mi madre. Ella es la dama más hermosa que haya conocido jamás, es amorosa, bondadosa y hace muy feliz a mi padre, y…
– ¡Já! Claro que es amorosa, o algo mucho más lascivo. Bueno, a su edad sigue acercándose sigilosamente a mi querido Douglas y le besa la oreja. Es vergonzoso. Yo nunca hubiese hecho eso a tu abuelo…
– Estoy seguro que no, abuela. Sin embargo, mi madre y padre, pese a sus años avanzados, se aman. No deseo que hable mal de ella otra vez.
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