Julia Quinn - El Primer Beso

Здесь есть возможность читать онлайн «Julia Quinn - El Primer Beso» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Исторические любовные романы, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Primer Beso: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Primer Beso»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Ecos de la Sociedad de Lady Whistledown, mayo 1816.
Un huidizo cazador de fortunas es cautivado por la debutante más deseada de la temporada… y debe demostrar que está decidido a robar el corazón de la dama, sin su dote.
Peter Thompson hizo una promesa lecho de muerte a su mejor amigo: que debía velar por su hermana menor. Pero cuando este condecorado soldado finalmente conoce a la señorita Matilde Howard, descubre que sus sentimientos son cualquier cosa menos fraternos.

El Primer Beso — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Primer Beso», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Ella lo encontrará -dijo Peter, con una sonrisa irónica en sus labios.

– Las madres siempre lo hacen -acordó Tillie.

El silencio se impuso en la conversación, y Tillie casi deseó que Robbie regresara y llenara el vacío con su cháchara amistosa, aunque un poquito vacua. No sabía qué decir a Peter Thompson, qué hacer en su presencia. Y no podía dejar de preguntarse -una peste al alma seguramente risueña de su hermano-, si él estaría pensando en su dote, y el tamaño de la misma, y en las muchas ocasiones que Harry la había mencionado como su atributo más brillante.

Pero entonces él dijo algo completamente inesperado.

– La reconocí desde el momento en que entró.

Tillie parpadeó con sorpresa.

– ¿De veras?

Los ojos de él, que ahora se daba cuenta de que eran de un fascinante tono gris-azulado, la observaban con una intensidad que hacía que quisiera retorcerse.

– Harry la describió bien.

– Nada de trenzas torcidas -dijo ella, incapaz de mantener el dejo de sarcasmo fuera de su voz.

Peter rió entre dientes.

– Veo que Robbie ha estado contando historias.

– Varias, en realidad.

– No le preste atención. Todos hablábamos sobre nuestras hermanas, y estoy bastante seguro de que todos las describimos como eran cuando tenían doce años.

Tillie decidió allí y entonces que no había razones para informarle que la descripción de Harry le había cuadrado siendo mucho mayor. Mientras todas sus amigas habían estado creciendo y cambiando, y necesitando ropas nuevas, más femeninas, la figura de Tillie había permanecido obstinadamente infantil hasta sus dieciséis años. Incluso ahora era delgada como un niño, pero tenía algunas curvas, y Tillie estaba emocionada con cada una de ellas.

Ahora tenía diecinueve años, casi veinte, y por Dios que ya no era “toda codos y rodillas”. Y nunca volvería a serlo.

– ¿Cómo me reconoció? -preguntó Tillie.

Peter sonrió.

– ¿No puede adivinarlo?

El cabello. El espantoso cabello Howard. No importaba si sus trenzas torcidas habían dejado paso a un lustroso rodete. Ella y Harry, y su hermano mayor, William, poseían el infame cabello Howard rojo. No era rubio rojizo, y no era tiziano. Era rojo, o anaranjado en realidad, un cobre brillante que Tillie estaba bastante segura de que había hecho que más de una persona entornara los ojos y apartara la mirada a la luz del sol. De algún modo, su padre había escapado a la maldición, pero había regresado con fuerzas sobre sus hijos.

– Es más que eso -dijo Peter, sin que ella necesitara decir las palabras para saber lo que estaba pensando-. Usted se parece mucho a él. Su boca, creo. La forma de su rostro.

Y lo dijo con una intensidad tan serena, con semejante oleada de emoción controlada, que Tillie supo que él también había querido a Harry, que lo extrañaba casi tanto como ella. Y eso hizo que quisiera llorar.

– Yo…

Pero no pudo decirlo. Su voz se quebró, y para su horror, se sintió lloriquear y jadear. No era propio de una dama y no era delicado; era un desesperado intento de evitar sollozar en público.

Peter también lo vio. La tomó del codo y la movió expertamente para que quedara de espaldas al gentío, entonces sacó su pañuelo y se lo entregó.

– Gracias -dijo ella, dándose toquecitos en los ojos-. Lo siento. No sé qué me sucedió.

Dolor, pensó él, pero no lo dijo. No había necesidad de exponer lo obvio. Ambos extrañaban a Harry. Todos lo extrañaban.

– ¿Qué la trae a casa de lady Neeley? -preguntó Peter, decidiendo que era necesario un cambio de tema.

Ella le ofreció una mirada agradecida.

– Mis padres insistieron. Mi padre dice que el chef de ella es el mejor en Londres, y que no nos permitiría rehusarnos. ¿Y usted?

– Mi padre la conoce -dijo él-. Supongo que ella se apiadó de mí, tan recién llegado a la ciudad.

Había muchos soldados recibiendo el mismo tipo de compasión, pensó Peter irónicamente. Muchos hombres jóvenes, terminados con el ejército o a punto de estarlo, con cabos sueltos, preguntándose qué se suponía que hicieran ahora que no tenían rifles ni galopaban a la batalla.

Algunos de sus amigos habían decidido permanecer en el ejército. Era una ocupación respetable para un hombre como él, el hijo más joven de un aristócrata menor. Pero Peter había tenido suficiente de la vida militar, suficiente de los asesinatos, suficiente muerte. Sus padres lo alentaban a entrar en el clero, que era, a decir verdad, la única otra vía aceptable para un caballero de pocos medios. Su hermano heredaría la pequeña casa solariega que iba con la baronía; no quedaba nada para Peter.

Pero de algún modo el clero parecía erróneo. Algunos de sus amigos habían salido del campo de batalla con una fe renovada; para Peter había sido lo opuesto, y se sentía sumamente incompetente para conducir a cualquier rebaño por el sendero de la rectitud.

Lo que realmente deseaba, cuando se permitía soñar con eso, era vivir tranquilamente en el campo. Un caballero granjero.

Sonaba tan… pacífico. Tan completamente diferente a todo lo que su vida había representado durante los últimos años.

Pero una vida semejante requería de tierras, y las tierras requerían dinero, y eso era algo de lo que Peter escaseaba. Tendría una pequeña suma una vez que vendiera su comisión y se retirara oficialmente del ejército, pero no sería suficiente.

Lo que explicaba su reciente llegada a Londres. Necesitaba una esposa. Una con una dote. Nada extravagante; ninguna heredera tendría permitido casarse con alguien como él, de cualquier modo. No, sólo necesitaba una muchacha con una modesta suma de dinero. O, mejor aún, una extensión de tierra. Estaría dispuesto a establecerse en casi cualquier parte de Inglaterra mientras eso significara independencia y paz.

No parecía una meta inalcanzable. Había montones de hombres que estarían felices de casar a sus hijas con el hijo de un barón, y un soldado condecorado por si fuera poco. Los padres de las verdaderas herederas, de las muchachas con lady u honorable frente a sus nombres, esperarían por algo mejor, pero para el resto, él sería considerado un partido bastante decente.

Miró a Tillie Howard; lady Mathilda, se recordó. Ella era exactamente el tipo con el que él no se casaría. Rica más allá de lo imaginable, era la única hija de un conde. Probablemente ni siquiera debería estar hablando con ella. La gente lo llamaría caza-fortunas, y aunque eso es exactamente lo que era, no quería ese rótulo.

Pero ella era la hermana de Harry, y él había hecho una promesa a Harry. Y además, estar allí con Tillie… era extraño. Debería haberlo hecho extrañar a Harry más, ya que se parecía tan condenadamente a él, desde los ojos verde hoja y el gracioso ángulo en que ponían la cabeza cuando escuchaban.

Pero en cambio, simplemente se sentía bien. Relajado incluso, como si allí fuera donde debía estar, si no con Harry, entonces con esta muchacha.

Le sonrió y ella le devolvió la sonrisa, y algo se apretó dentro de Peter, algo extraño, bueno y…

– ¡Aquí está! -chilló lady Neeley.

Peter se dio vuelta para ver qué había precipitado el alarido más fuerte que lo normal de su anfitriona. Tillie dio un paso a la derecha -él había estado bloqueando su visión- y entonces soltó un pequeño grito ahogado de “Oh.”

Un papagayo grande y verde estaba posado en el hombro de lady Neeley, y graznaba:

– ¡Martin! ¡Martin!

– ¿Quién es Martin? -preguntó Peter a Tillie.

– La señorita Martin -lo corrigió ella-. Su dama de compañía.

– ¡Martin! ¡Martin!

– Si fuera ella, me ocultaría -murmuró Peter.

– No creo que pueda -dijo Tillie-. Lord Easterly fue sumado a la lista de invitados a último momento, y lady Neeley presionó a la señorita Martin a asistir para igualar los números. -Lo miró, con una sonrisa pícara cruzando sus labios-. A menos que usted decida huir antes de la cena, la pobre señorita Martin está atascada aquí mientras esto dure.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Primer Beso»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Primer Beso» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El Primer Beso»

Обсуждение, отзывы о книге «El Primer Beso» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x