• Пожаловаться

Mercedes Abad: Tres cuentos eróticos

Здесь есть возможность читать онлайн «Mercedes Abad: Tres cuentos eróticos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Эротические любовные романы / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Mercedes Abad Tres cuentos eróticos

Tres cuentos eróticos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Tres cuentos eróticos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Cuentos eróticos es tu libro de bolsillo Cosmo con tres relatos inéditos de la escritora Mercedes Abad. Tres historias de alto voltaje, atrevidas y llenas de ingenio, que contribuirán a que te resulten más divertidas las horas. Te sugerimos que disfrutes de estos relatos en la más estricta intimidad o con una compañía muy bien elegida. ahora, pasa la página y diviértete…

Mercedes Abad: другие книги автора


Кто написал Tres cuentos eróticos? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

Tres cuentos eróticos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Tres cuentos eróticos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Déjame empezar a mí, por favor -le suplicaba Dickie a su amigo-. Estoy que reviento después de haberle manoseado las tetitas y el coñito húmedo; y, al fin y al cabo, tú ya hiciste el amor anteayer.

– Oye, macho, es que eres muy lento. Te tomas lo de follar con tanta calma que puedes estar bombeando dos horas seguidas, joder. Y yo, mientras tanto, ¿qué hago? ¿Cascármela y aplaudir?

– El culo -apuntó Dickie escuetamente.

– Nada de culos. Contigo siempre me toca el culo. Quiero coño.

– Te prometo que iré rápido.

– Venga, macho, eso no te lo crees ni harto de vino.

– Si me dejas follar primero, te pago tu parte del alquiler de este mes.

– De este mes y del próximo -apostilló Niko, revelando un firme talento para la negociación.

– Vale -aceptó Dickie-. Está en paro, ¿sabes? -añadió dirigiéndose a mí al tiempo que llevaba a cabo las primeras maniobras de penetración. Tenía un instrumento de calibre considerable y lo manejaba con aplicación y parsimonia, como si una voz interior le dictase sobre la marcha un pormenorizado modo de empleo.

– Estás empapada. ¿Siempre eres tan hospitalaria?

– Estoy contemplando seriamente la posibilidad de abrir un hotel.

Sacó la polla, que estaba reluciente de mis jugos, y la contempló unos instantes, con la actitud de un entomólogo que se enfrenta a un insecto no documentado. Niko hizo un gesto de desesperación.

– Oye, chaval, si empiezas a hacer pausas publicitarias, nos vamos a tirar aquí una semana. Y tú no le des conversación, joder, que el chico ya es bastante lento de por sí.

– Si quieres, te la chupo -ofrecí yo en un arranque de caridad cristiana.

Niko no se hizo de rogar. Hincado de rodillas en la cama, me inhabilitó por completo para la charla.

En esas circunstancias estaba yo, con dos trabucos trabajando duro, el uno para no vaciarse inmediatamente en mi boca, el otro para hacerlo lo antes posible en mi coño, cuando se abrió la puerta de mi habitación y -¡oh, visión pavorosa surgida de mis más negras pesadillas!- entró mi padre. Dickie y Niko dejaron de mover el rabo durante unos instantes, pero ninguno de ellos renunció al cálido orificio que los cobijaba, de forma que no pude gritar como sin duda lo habría hecho de estar expedito el camino. Para mi absoluta desesperación, oí que Niko decía:

– ¡Hola, colega! No te preocupes; enseguida acabamos y te dejamos vía libre. Tienes una colega cojonuda, una tía sin manías ni tonterías. Cachonda de verdad, ¿eh? Acabamos de conocerla y ya ves…

A punto estuve de arrancarle la polla de un mordisco, pero me apiadé. No era mal tipo y, por otro lado, ¿cómo iba a saber que aquel hombre era mi padre? Además, supuse que mi padre, movido por un último vestigio de decencia, daría media vuelta y se largaría. Desde luego no podía ir más desencaminada. Vi que mi padre se sacaba el cipote de la bragueta al tiempo que se acercaba a nuestro grupo, y empezaba a meneársela. Contra todo pronóstico, ver la polla gorda de mi desagradable progenitor me excitó. Imagino que los movimientos de mi culo y mis caderas se hicieron más perentorios porque las embestidas de Dickie arreciaron en cuanto a ritmo y violencia, como en un eco de mi propia urgencia.

Tal vez, quién sabe, la irrupción de un desconocido también lo había excitado; en cualquier caso, después de anunciar con voz inexplicablemente serena que derramaría fuera de mi coño para que los demás no naufragaran en su esperma (palabras textuales), Dickie sacó la verga y vertió su leche en mi vientre, tras lo cual me descabalgó para ceder su lugar a mi padre. El hecho de que Dickie el lento se hubiera corrido antes que Niko el rápido se me antojó una crueldad gratuita de un destino burlón. Si hubiera sido al revés, yo habría podido manifestar mi firme oposición a que mi padre me tocara un pelo. Que me excitara verle el rabo era una cosa, pero de ahí a que aceptara algo más mediaba un abismo. Supongo que mi padre se hacía cargo de la situación. Obtuso para muchas cosas y rápido y ágil para otras, comprendió que en cuanto yo quedara libre de Niko, que me inmovilizaba con su peso, ya no habría oportunidad alguna para él, así que decidió actuar rápido. Yo había cruzado las piernas con fuerza para disuadirlo, pero él se agenció la colaboración de Dickie con notable astucia.

– Oye, tío, la colega tiene ganas de jugar. ¿Por qué no me ayudas? Habida cuenta de lo desinhibida que me había mostrado con ellos, Dickie no vio nada extraño en lo que proponía mi padre, de forma que se dispuso a abrirme las piernas. Por fortuna, en ese preciso instante, Niko se corrió ruidosamente. Yo me tragué el semen, me saqué de encima a Niko como pude y dije rápidamente:

– ¿Por qué no sodomizáis a mi novio? Es una de sus mayores fantasías, aunque todavía no la ha llevado a la práctica. Naturalmente, fingirá resistirse un poco, pero sólo para jugar.

No necesité añadir más. Dickie y Niko cruzaron una mirada de complicidad y se pusieron manos a la obra. Poco después, Niko sujetaba a mi padre biológico mientras Dickie se lo pasaba por la piedra con la concienzuda parsimonia que lo caracterizaba y yo me hacía una paja a la salud de todos los hijos de padre desconocido de este mundo. Luego, cuando mi padre desapareció de mi vida para siempre y con el rabo convenientemente encogido entre las piernas, les confesé a mis amigos mi parentesco con aquel tipo. Cuál no sería mi sorpresa cuando Dickie y Niko me contaron entre risas que también ellos habían descubierto meses atrás que eran hermanos de padre. Ahora no sólo compartían piso, sino que habría sido difícil encontrar a dos amigos mejor avenidos.

Vida y milagros de Raymond Star

Jamás se me habría ocurrido escribir estas líneas de no ser por el sentimiento de flagrante injusticia que se apoderó de mí al leer las estupideces publicadas en la prensa tras la reciente muerte de Raymond Star. Supongo que a los periodistas no les faltan atenuantes: la urgencia de la hora del cierre y las lógicas limitaciones de espacio hacen que a menudo sus informaciones resulten un tanto precipitadas y superficiales, cuando no directamente desfiguradas. No obstante, cabría decir en su descargo que no siempre resultaba fácil entender a Raymond Star. Pero ofrecer de él la imagen de un playboy banal, obsesionado por coleccionar la mayor cantidad posible de aventuras amorosas, es hacer una caricatura, mediocre y perezosa, de un hombre que no sólo fue un amante extraordinario, sino que, además, llevó las teorías socialistas al amor. Por otra parte, Raymond fue el primero en declarar abiertamente (en un artículo de su puño y letra publicado hará cosa de diez años) que era un obseso sexual y que, en materia de mujeres, era incapaz de discriminar pues le gustaban todas sin excepción. Raymond siempre fue un ejemplo de curiosa y obstinada coherencia. Sostenía, tanto en el plano de la especulación teórica como en el de la praxis cotidiana, que ni el hombre ni la mujer están hechos para gozar de una sola pareja. En una ocasión, cuando yo intentaba refutar su teoría, Raymond me preguntó: "¿Cuál es tu novela favorita?" "Lolita", contesté yo sin apenas pensármelo. "¿Cuántas veces la has leído?" "Tres, si mal no recuerdo." "¿Y qué crees que ocurriría si te obligaran a leer únicamente Lolita durante veinte años? Piénsalo bien: Lolita y nada más que Lolita. Lolita cuando te apeteciera Lolita y Lolita cuando te apeteciera cualquier cosa menos Lolita." "Bueno -contesté yo tratando de ser sincera con Raymond y conmigo misma-, no creo que se pueda comparar a una persona con un libro pero supongo que al cabo de cierto tiempo de leer sólo Lolita acabaría precipitándome con irreprimible voracidad sobre la guía telefónica." "Pues bien, querida: yo opino que una persona es como un libro: te da acceso a una conciencia, a un mundo peculiar e irrepetible y amplía tu experiencia vital. Pero si te obligan o te obligas a confinarte dentro de los límites de ese único mundo, tarde o temprano ese espacio se torna prisión, no porque ya no te guste, sino porque un afán inexplicable e ineludible te empuja a conocer cualquier otro mundo que te haga descubrir y sentir cosas distintas, que te permita en cierto modo ser otro. Amar a una persona, querida, es viajar a lo largo y ancho de otro pellejo y por tanto, es también hacer estallar nuestros estrechos mundos. Hay muchos paisajes que recorrer y poco tiempo para hacerlo.”

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Tres cuentos eróticos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Tres cuentos eróticos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Отзывы о книге «Tres cuentos eróticos»

Обсуждение, отзывы о книге «Tres cuentos eróticos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.