Lois Bujold - El aprendiz de guerrero

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El aprendiz de guerrero: краткое содержание, описание и аннотация

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La primera aventura de Miles Vorkosigan, un genio de la estrategia dotado de gran inteligencia pero encerrado en un cuerpo defectuoso. Un personaje entrañable e inolvidable, protagonista de la serie de mayor éxito de la moderna
. Sus azañas son un agradable retorno a los temas y al tono ameno de la ciencia ficción campbelliana, y componen la más famosa creación de una de las mejores escritoras de la ciencia ficción de aventuras que ha aparecido en los últimos años.

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Miles le amordazó; los ojos de Calhoun giraron en blanco. Para cuando terminaron todos los nudos y vueltas adicionales, por si acaso, el operador de recuperaciones empezaba a parecer una brillante momia anaranjada.

— La maleta, Ivan — ordenó Miles.

Su primo la abrió, y ambos comenzaron a rellenar la camisa y el sarong de Calhoun con fajos de dólares betanos.

— … treinta y ocho, treinta y nueve, cuarenta mil — contó Miles —. Ivan se rascó la cabeza.

— ¿Sabes? Hay algo al revés en todo esto…

Calhoun hacía girar los ojos y se quejaba frenéticamente. Miles le quitó la mordaza un instante.

— ¡… más el diez por ciento! — dijo jadeando Calhoun.

Miles le amordazó otra vez y contó otros cuatro mil dólares. La maleta estaba mucho más ligera ahora. Cerraron la puerta tras ellos.

— ¡Miles! — Su abuela se quedó paralizada al verle —. Gracias a Dios, el capitán Dimir te encontró, entonces. La gente de la embajada ha estado terriblemente preocupada. Cordelia dice que tu padre no creía poder posponer por tercera vez la fecha de apelación ante del Consejo de Condes… — se interrumpió al ver a Elli Quinn —. Oh, Dios mío…

Miles le presentó a Ivan y a Elli, mencionando apresuradamente a esta última como una amiga de otro planeta, sin parientes allí y sin lugar donde estar. Rápidamente expresó su esperanza de poder dejar a la joven damnificada en manos de su abuela. La señora Naismith asimiló todo esto de golpe, observando únicamente: «Oh, sí, otro de tus descarriados.» Miles la bendijo..

Su abuela los llevó hasta la sala de estar. Miles se sentó en el sofá, y sintió una punzada al recordar a Bothari. Se preguntó si la muerte del sargento se convertiría en una especie de cicatriz de guerra, haciéndose eco del antiguo dolor a cada cambio de clima.

Como si reflejara su pensamiento, la señora Naismith preguntó:

— ¿Dónde están el sargento y Elena? ¿Informando en la embajada? Me sorprende que te dejaran venir, aunque fuera sólo a visitarme. Me dio la impresión de que el teniente Croye te iba a poner en un expreso a Barrayar en cuanto te pusieran las manos encima.

— No hemos ido a la embajada todavía — confesó incómodo Miles —. Vinimos directamente aquí.

— Te dije que deberíamos comunicárselo a ellos primeri — dijo Ivan. Miles negó con un gesto.

Su abuela le miró con renovada perspicacia.

— ¿Qué es lo que ocurre, Miles? ¿Dónde está Elena?

— Ella está a salvo — respondió Miles —, pero no aquí. El sargento resultó muerto hace dos, casi tres meses. Un accidente.

— Oh. — La señora Naismith se sentó un momento en silencio, sombría —. Confieso que nunca entendí qué vio tu madre en ese hombre, pero sé que su muerte será muy sentida. ¿Quieres que llamemos desde aquí al teniente Croye? — Alzó la vista hacia Miles y agregó —: ¿Eso es lo que has hecho en los últimos cinco meses?, ¿entrenarte para ser piloto de saltos? No creo que tuvieras que hacerlo en secreto, seguramente Cordelia te hubiera ayudado…

Miles se tocó embarazosamente un círculo plateado.

— Esto es falso. Falsifiqué el documento de un piloto para pasar por la aduana.

— Miles… — La impaciencia afinó los labios de la abuela, y la preocupación le hizo fruncir el entrecejo —. ¿Qué está pasando? ¿Tiene que ver con toda esa horrible politica barrayarana?

— Me temo que es así. Rápido, ¿qué has oído de casa desde que Dimir se fue de aquí?

— De acuerdo con tu madre, estás citado a declarar en el Consejo de Condes por una especie de falsa acusación de traición; y muy pronto.

Miles le dirigió a Ivan un breve gesto de te-lo-di-je ; Ivan empezó a morderse una uña.

— Evidentemente ha habido muchas maniobras entre bastidores… La mitad de su mensaje no lo entendí. Estoy convencida de que sólo un barrayarano podría descifrar el modo en que funciona su gobierno. De acuerdo con la más elemental sensatez, el sistema debería haberse desmoronado hace tiempo. Como sea, la mayor parte del mensaje giraba en torno al cambio de la esencia de la acusación: de traición por la violación de algo llamado ley de Vorloupulous, a traición por intento de usurpación del trono imperial.

— ¿Qué? — Miles pegó un salto. El ardor del terror le corrió por todo el cuerpo —. ¡Eso es demencia pura! ¡Yo no quiero el puesto de Gregor! ¿Se creen que estoy loco? En primer lugar, debería conseguir la lealtad de todo el Servicio Imperial completo, no sólo la de una minúscula flota mercenaria…

— ¿Quieres decir que había realmente una flota mercenaria? — preguntó su abuela abriendo los ojos —. Creía que sólo era un rumor descabellado. Lo que Cordelia dijo de los cargos tiene más sentido, entonces.

— ¿Qué dijo mi madre?

— Que tu padre tuvo muchos inconvenientes para hacer que ese conde Vor…, ¿cómo se llama? Nunca recuerdo los nombres de esos Vor…

— ¿Vordrozda?

— Sí, ése era.

Miles e Ivan intercambiaron salvajes miradas.

— Para hacer que ese conde te acusara de un cargo mayor, mientras públicamente aparentaba desear todo lo contrario. No entiendo la diferencia, ya que la pena es la misma.

— ¿Mi padre tuvo éxito?

— Aparentemente. Al menos así era hace dos semanas, cuando el expreso que llegó ayer salió de Barrayar.

— Ah. — Miles comenzó a pasearse por la sala —. Ah. Astuto, astuto… Tal vez…

— Yo tampoco lo entiendo — se quejó Ivan —. ¡Usurpación es un cargo mucho peor!

— Pero sucede que es un cargo del que soy inocente. Y más aún, es un cargo de intento. Todo lo que tendría que hacer es presentarme para refutarlo. Violar la ley de Vorloupulous es un cargo de hecho; y de hecho, si bien no de intención, soy culpable de ello. En caso de que me presentara para ser juzgado y dijera la verdad, como por juramento debería hacerlo, sería mucho más difícil escapar a la condena.

Ivan terminó de comerse su segunda uña.

— ¿Qué te hace pensar que tu inocencia o tu culpabilidad van a tener algo que ver con el resultado?

— ¿Cómo? — dijo la señora Naismith.

— Por eso es por lo que he dicho que tal vez — explicó Miles —. Esta asunto es hasta tal punto político… ¿Cuántos votos supones que Vordrozda habrá volcado de antemano a favor de sus planes, antes de que se presente si quiera alguna prueba o testimonio? Tiene que haberse asegurado algunos o nunca se hubiera atrevido a montar todo esto, en primer lugar.

— ¿Me estás preguntando a mí? — dijo Ivan quejumbrosamente.

— Tú… — La mirada de Miles recayó en su primo —. Tú… Estoy absolutamente convencido de que tú eres la llave, la clave de esto; con sólo encontrar el modo de hacerte encajar en la cerradura…

Ivan dio la impresión de estar tratando de imaginarse a sí mismo como la clave de algo y fracasar en el intento.

— ¿Por qué?

— Por una cosa: hasta tanto no nos presentemos en algún sitio, Hessman y Vordrozda pensarán que estás muerto.

— ¿Qué? — dijo la señora Naismith.

Miles le explicó lo de la desaparición del capitán Dimir. Se tocó la frente y agregó, mirando a Ivan.

— Y esa es la verdadera razón de todo esto; aparte de Calhoun, por supuesto.

— Hablando de Calhoun — dijo su abuela —, ha estado viniendo aquí regularmente, buscándote. Será mejor que estés alerta, si realmente quieres eludirle.

— Uh — dijo Miles —, gracias. Pues bien, Ivan, si la nave de Dimir fue saboteada, tiene que haber habido alguien involucrado aquí para hacerlo. ¿Para qué evitar que, quien sea que no quiere mi presencia en el juicio, pueda planear otro atentado si después, cómodamente, nos ponemos en sus manos apareciendo por la embajada?

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