De inmediato pensé en el módulo de Dulce Pilar.
—Puede ir a una tienda y convertirse en Saladino. un verdadero héroe, el gran sultán que expulsó a los cruzados, o convertirse en el mítico sultán Shahryar y divertirse con la hermosa narradora y las Mil y una noches. Su injerto posterior está capacitado para aceptar hasta seis potenciadores de software.
—Ése es el tipo de injerto que tienen mis amigos —dije —. ¿Cuáles son las ventajas experimentales que ha mencionado? ¿Qué peligro existe en conectarlas?
El doctor sonrió brevemente.
—Es difícil decirlo, señor Audran. después de todo, son experimentales. Se han probado en muchos animales y en unos pocos voluntarios humanos. Los resultados han sido satisfactorios, pero no unánimes. Dependerá mucho de usted, si a Alá le place. Permítame empezar por explicarle a qué controles me refiero. Los módulos de personalidad alteran su consciencia y le hacen creer temporalmente que usted es otro. Los potenciadores alimentan su memoria a corto plazo y le proporcionan un conocimiento instantáneo sobre cualquier tema, que se desvanece en cuanto el chip es retirado. Los potenciadores que puede emplear con el injerto anterior afectan a algunas otras estructuras diencefálicas más complejas. —Sacó un rotulador negro y esbozó un tosco mapa del cerebro—. Primero, hemos insertado un cable de plata muy delgado con revestimiento de plástico en su tálamo. El cable tiene menos de una centésima de milímetro de diámetro y es de manipulación muy delicada. Ese cable conectará su sistema reticular a un único potenciador que nosotros le entregaremos, eso le permitirá amortiguar la red neuronal que cataloga los detalles sensoriales. Por ejemplo, si es vital que se concentre, puede elegir bloquear o alterar las señales visuales, audibles, táctiles o de otro tipo.
Enarqué las cejas.
—Ya veo que puede ser útil —dije.
El doctor Yeniknani sonrió.
—Es sólo la décima parte de lo que le hemos hecho, hay otros cables en otras áreas. Cerca del tálamo, en el centro de su cerebro, está el hipotálamo. Es un órgano pequeño, pero con variadas y vitales funciones. Será capaz de controlar, aumentar o anular muchas de ellas. Por ejemplo, si lo desea, puede ignorar el hambre; con sólo emplear el potenciador adecuado no sentirá nada de hambre por mucho tiempo que ayune. Ejercerá el mismo control sobre la sed y la sensación de dolor. Podrá regular a conciencia su temperatura corporal, su presión sanguínea y su estado de excitación sexual. Y lo que es más útil quizá, será capaz de suprimir la fatiga.
Me senté y lo miré con los ojos muy abiertos, como si hubiera abierto un tesoro fabuloso o una verdadera lámpara de Aladino para mí. Pero el doctor Yeniknani no era un djinn esclavizado. Lo que me ofrecía no era magia, aunque para mí como si lo fuese. No sabía si creerle del todo, pero tendía a creer en los fieros turcos en posiciones de autoridad. Como mínimo, les hago caso, así que le dejé seguir.
—Le será más fácil aprender nuevas habilidades e información. Contará con potenciadores electrónicos para introducirlas en su memoria a corto plazo, pero si quiere transferirlas permanentemente a su memoria a largo plazo, su hipocampo y otras áreas asociadas están preparadas para ello. Si lo necesita, puede alterar sus relojes circadianos y lunares. Será capaz de dormir cuando lo desee y despertarse automáticamente según los chips que emplee. El circuito de su pituitaria le dará control directo sobre sus otros endocrinos, tales como la tiroides y las glándulas de adrenalina. Su terapeuta entrará en más detalles sobre cómo podrá sacarle partido a estas funciones. Como ve, podrá dedicar toda su atención a su trabajo, sin necesidad de interrumpirlo tan a menudo para las necesidades corporales habituales. Ahora bien, no se puede estar indefinidamente sin dormir o beber agua o vaciar la vejiga, pero si lo desea puede evitar los molestos signos de aviso insistentes y crecientes.
—Mi patrón no quiere que me distraiga —dije secamente.
El doctor Yeniknani suspiró.
—No, no quiere.
—¿Hay algo más?
Se mordisqueó el labio un instante.
—Sí, pero su terapeuta se lo explicará y le dará las instrucciones y los folletos. Puedo asegurarle que usted será capaz de controlar el sistema límbico que influye en sus emociones. Eso es uno de los nuevos logros del doctor Lisán.
¿Podré elegir mis sentimientos como escojo la ropa que me voy a poner?
Hasta cierto punto, sí. También al operar en estas áreas del cerebro, somos capaces de afectar a más de una función en un emplazamiento. Por ejemplo, como avance positivo, su sistema será capaz de quemar el alcohol de modo más eficiente y más rápido que lo normal, treinta gramos por hora. Si lo desea.
Me dirigió una breve mirada de complicidad, porque un buen musulmán no bebe alcohol. Debió darse cuenta de que yo no era el más devoto de la ciudad. Sin embargo, era una cuestión delicada entre dos relativos extraños.
— A mi patrón le gustará eso, estoy seguro. Bien. No puedo esperar. Seré una fuerza del bien entre los malvados y los corruptos.
— Inshallah —dijo el doctor—. Como Alá desee.
— Alabado sea Alá —añadí, con humildad ante su sincera fe. —Todavía hay algo más. Deseo darle un consejo personal, algo de mi propia filosofía. Lo primero, como debe saber, es que el cerebro —el hipotálamo, para ser exactos— tiene un centro de placer que puede ser estimulado por medios electrónicos. Lancé un hondo suspiro.
— Sí, he oído hablar de ello. Se supone que el efecto es absolutamente aplastante.
— Los animales y las personas que tienen conductores en esa área y permiten estimular el centro del placer, suelen olvidar todo lo demás: la comida, el agua, cualquier otra necesidad o impulso. Podrían seguir excitando su centro del placer hasta el extremo de morir. —Sus ojos se abrieron —. El centro del placer de usted no ha sido modificado. Su patrón cree que habría sido una gran tentación para usted y que tiene algo más que hacer que pasar el resto de su vida en un sueño celestial.
— No sabía si alegrarme con esas noticias o no. No quería malograrme por el resultado de un orgasmo mental interminable, pero si la opción era ésa o ir tras dos asesinos locos y salvajes, creo que, en un momento de debilidad, preferiría el exquisito placer que no se extinguiera o palideciera. Podría acostumbrarme un poco, pero estoy seguro que me colgaría.
— Cerca del centro de placer —dijo el doctor Yeniknani— existe un área que produce un comportamiento agresivo, rabioso y feroz. También es un centro de castigo. Cuando se estimula, el individuo experimenta un tormento comparable al éxtasis del centro de placer. Esta área ha sido modificada. Su patrocinador cree que eso puede ser útil para él en su empresa y le proporcionará un medio de influir en usted.
— Lo dijo en un tono de clara desaprobación. A mí, tampoco me enloquecieron las noticias.
— Si usted prefiere usarlo para su propio provecho, puede convertirse en una rabiosa e imparable criatura de destrucción.
— Se detuvo; era evidente que no aprobaba el modo en que Friedlander Bey había explotado el arte de la neurocirugía.
— Mi… patrón ha pensado en todo —dije, con ironía.
— Sí. supongo que sí. Y usted también debe procurar imitarle en eso.
— Entonces, el médico hizo algo desacostumbrado. Se acercó y puso la mano sobre mi hombro. Era un cambio repentino en la atmósfera formal de nuestra conversación.
— Señor Audran —dijo con solemnidad, al tiempo que me miraba a los ojos con fijeza —, tengo mejor concepto de la razón por la que ha sufrido todas estas operaciones.
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