Guido Pagliarino - Un Giro En El Tiempo

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La Stefani era la agencia de prensa oficial del régimen, encargada de dar a los medios de comunicación las noticias de la forma más conveniente y de controlar minuciosamente su difusión, así como de ordenar el secuestro de cualquier información desagradable que, por desgracia, hubiera empezado a circular. La dirigía el periodista fascista Manlio Moranti, nacido en el mismo lugar que Mussolini, en Forli.

“A sus órdenes, Duce”, había respondido Bocchini.

“Hábleme ahora del piloto de la aeronave”.

“En el interior había tres personas y ninguna estaba viva: dos cadáveres de hombres y uno de mujer, todos con ropas ligeras que los químicos analizarán en cuanto sea posible: calzaban mocasines y llevaban camisetas y pantalones, incluida la mujer, ropas parecidas a las que se ponen en vacaciones en la playa incluso las señoras más modernas...”.

“…mujeres descocadas”.

“Sí, Duce. Sin embargo, no eran uniformes, porque los colores que vestían eran muy distintos, uno de los muertos vestía completamente de negro, los otros respectivamente con camiseta verde y pantalones azul celeste, la mujer, y amarillo y gris, el hombre”.

“Querrían llegar rápido al mar”, había bromeado Mussolini, para sacudirse la incomodidad que se había apoderado de él.

El jefe de la OVRA, sin embargo, no le había entendido: “Duce, es posible que en aquel campo los motores generaran un calor muy intenso y por tanto...”

“... ¡Así que se ha dado cuenta, Bocchini!”

“P... perdón, Duce, no le había entend...”

“... está bien, seamos serios: pienso que esos tres son espías, no simples pilotos de pruebas. Es una pena que hayan muerto y sus hombres no puedan interrogarlos como es debido, siempre que no haya otros con vida, por supuesto: ¿piensas que alguno podría haber salido de la aeronave y estar escondido?”

“Duce, en su momento tuvimos por nuestra parte la misma sospecha y con razón, porque los asientos de aquel disco aéreo son cuatro, pero también se puede pensar ahora que no hubo supervivientes, porque toda la zona e incluso la localidad de Vergiate han sido rastreadas por la Milicia: creemos que uno de los asientos no estaba ocupado”.

“Hmm… sí, es verosímil. Aparte de esto, Bocchini, te digo que la presencia femenina en la aeronave me parece algo extraña, aunque en el mundo no faltan mujeres que sean pilotos de aviación, por otro lado excepcionalísimas” (a Mussolini el encantaban los superlativos, sobre todo los excesivos) “Como aquella aviadora americana de la que me hablaste en su momento, aquella que el año pasado había cruzado sola el Atlántico... ¿Cómo se llamaba?”.

“Amelia Earhart 10 ”.

“Ah, sí... ¿no será ella por casualidad?”

“Lo estamos investigando, Duce. En todo caso, le advierto entre paréntesis que, desde hace muy poco, también nosotros tenemos una mujer piloto heroína, la joven marquesa Carina Negrone, de 22 años, que precisamente esta mañana ha conseguido la licencia de piloto en Génova, despegando en un hidroaviónCaproncino desde el mar cercano al faro”.

“¡Bravo, Bocchini! ¡Buena noticia para la propaganda! La chica es de probada fidelidad fascista, ¿no?”

“Una patriota, Duce, le ha enseñado un piloto militar de la reserva, un héroe de la Gran Guerra, el industrial genovés Giorgio Parodi”.

“Le conozco, le conozco. Estupendo: mientras tanto te ordeno que se haga publicidad a través de la Stefani del logro de la valerosísima aviadora italiana: la noticia contribuirá a distraer a los periódicos con respecto a esa aeronave desconocida, ya que este hecho sin duda no favorecería la imagen de nuestra aviación. Al mismo tiempo bloqueamos la noticia del disco lanzando el bulo del meteorito. Hasta hoy nuestra Aeronáutica ha sido la primerísima del mundo y el mundo debe continuar pensándolo. ¡Mil kilómetros por hora! ¡Parece una novela de Julio Verne! Tenemos que lograrlo nosotros también, ¿eh?”

“Sin duda, Duce”, había asegurado Bocchini, aunque con respecto a la fabricación de aviones, él era como mortadela con fresas con nata.

“Si no me lo dijeras tú, no lo creería; mil kilómetros por hora; formidable; pero volviendo a la mujer muerta: su presencia en la aeronave corrobora lo que he dicho antes”.

“¿?”

“… ¡Que sí, que se trata de espionaje! La mujer, por serlo, no podría ser militar, sino una intérprete o algo parecido, de un servicio secreto”.

“Sí, Duce. Lo investigaré. Entre tanto, si me lo permite, le continúo informando”.

“Proceda”.

“Con otras tantas ambulancias, se han llevado los tres cadáveres a la morgue del Hospital Militar de Milán, donde han quedado a la espera de la autopsia. Al mismo tiempo se han reunido en el lugar del impacto camiones especiales y grúas móviles de la Aeronáutica, con neumáticos gruesos y orugas para terrenos sin asfaltar y han conseguido cargar el aparato y librar a la zona de su abrumadora presencia, evidentemente después de haber cortado el tráfico a lo largo de todo el trayecto, ya que el disco ocupa casi todo el ancho de la carretera”.

“¿Algún daño a los cultivos locales?”.

“Eh, sí, Duce, entre los neumáticos y las orugas, y considerando que hasta la carretera asfaltada solo estaba el camino de tierra, los campos a ambos lados de este han sufrido daños notables”.

“Indemnizaremos a los propietarios. Y advertiremos al prefecto local... ¿de qué provincia?”.

“Varese, Vergiate está en la provincia de Varese”.

“Sí, Varese. ¿Hay fotos del disco?”.

“Sí, Duce, se han tomado muchísimas fotografías”.

“Quiero verlas de inmediato”.

“Las están revelando, Duce. Mañana por la mañana, como muy tarde, estarán su escritorio mediante correo urgente de la Seguridad Pública”.

“Bien. Continúe”.

“La aeronave se ha guardado no muy lejos del lugar de aterrizaje, en la fábrica de las antiguas Oficinas Electroquímicas Doctor Rossi, adquiridas hace tiempo por la empresa aérea SIAI Marchetti, que las ha transformado en una fábrica de aviones. Junto a la instalación, la SIAI, con la aprobación del Ministerio de la Aviación y con la colaboración del Genio Aeronáutico, han preparado una pista para vuelos de prueba.

“¿Y con respecto a la seguridad?”

“Un manípulo 11de la Milicia del cuartel Berta monta guardia tanto sobre el disco como sobre la pista; he nombrado a dos subtenientes de la OVRA, que me informarán diariamente”.

“Todos deben estar siempre fresquísimos de mente, para no sufrir ni un solo momento de distracción. ¿Harán turnos de veinticuatro horas?”.

“No, Duce: cambio del manípulo y de mis hombres cada doce horas, porque así todos están siempre alerta”.

“Bien. Escuche, Bocchini, no hace falta subrayar que esto tiene prioridad absoluta. Debe salir inmediatamente la prohibición a la prensa de hablar del suceso, solo se deberá hablar de un aerolito natural e insistir en ese cuento, aunque alguien con información haya dado ya información real. Dale los medios a la Stefani y haz precisar a los periodistas que los autores, aunque solo sean unos pocos, serán denunciados ante el Tribunal Especial para la Seguridad del Estado”.

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