Guido Pagliarino - Un Giro En El Tiempo
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- Название:Un Giro En El Tiempo
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- Год:неизвестен
- ISBN:978-8-88-535610-8
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â¡DÃgame, Bocchini!â: las llamadas del jefe de la OVRA casi siempre traÃan molestias, cuando no problemas y Mussolini sufrÃa cierto nerviosismo al oÃr aquella voz, una turbación que trataba de esconder usando un tono particularmente imperioso.
Sin prolegómenos, este le habÃa comunicado un hecho extraordinario: âDuce, esta misma mañana un extraño aparato volante ha aparecido en el cielo de LombardÃa. Como hoy el dÃa estaba casi totalmente cubierto, ese aeroplano, que tenÃa una forma extraña, se perdió varias veces entre las nubes, reapareciendo de tanto en tanto...â.
â... ¿Y cuál era esa forma extraña?â.
âEl aparato volante se parecÃa al disco de un discóboloâ.
â¡Un momento! ¿No serÃa un helicóptero del ingeniero DâAscanio?â 3.
âDuce, podemos descartarlo: el último de sus modelos ha sido el famoso DAT 3, que no pudo ascender nada más que unos pocos metros y, en todo caso, la Sociedad DâAscanio-Troiani desapareció el año pasado, al haber agotado todo su capital; por otro lado, no nos consta, al menos por el momento, que se construyan aparatos asà en el extranjeroâ.
â¿Qué hace ahora DâAscanio?â.
âTrabaja en Piaggio, en proyectos de bombarderos convencionalesâ.
â¿Alguna otra cosa sobre ese aparato desconocido?â.
âTiene un diámetro de una decena de metros, es de color claro, entre blanco y plata. Ha sido avistado primero desde el Observatorio de Brera y, no mucho después, por paseantes en diversas zonas de Milán: uno de ellos, el capitán de las Fuerzas Alpinas, Alighiero Merolli, ha avisado a los Carabineros, lo que ha puesto en alerta a los mÃos y también a la Milicia 4y la Aeronáutica Realâ.
âBienâ.
âHa despegado una escuadrilla de Fiat CR 20 5para patrullar el cielo de Milán y alrededores, tratando de avistar y fotografiar esa aeronave y hacerla aterrizar: una misión nada sencilla, dado el tiempo nublado. Por fortuna, el disco salió de repente de un cúmulo justo sobre los aviones: volaba de forma anormal, parecÃa tener problemas, iba dando bandazos, un poco, me han dicho, como una peonza cuando empieza a oscilar y acaba parándose de golpe. El comandante de la escuadrilla, el capitán Attilio Forgini, ha ordenado a la aeronave desconocida que le siguiera, tanto por radio en italiano y en francés 6, como realizando movimientos de vuelo que indicaban visiblemente esta orden; no ha habido sin embargo tiempo, ni para escoltarlo al aeropuerto más cercano, ni para abatirlo, algo que habrÃa sido posible porque ya estaba para entonces fuera de Milán: a pesar de los problemas que parecÃa tener, el piloto extranjero ha acelerado de golpe el disco hasta una velocidad que los nuestros han estimado en mil kilómetros por horaâ.
â¡Milâ¦!â
âSÃ, Duce, nada menos, parece seguro, ya que me he asegurado a través de sus comandantes de que los pilotos tienen experiencia y capacidad probadas, empezando por el jefe de la escuadrillaâ.
â¿A qué velocidad vuelan exactamente nuestros aviones?â.
âBueno, Duce, son rapidÃsimos, pero la velocidad máxima que alcanzan son doscientos setenta por hora. Sé por mis fuentes en la Fiat que en TurÃn están realizando vuelos experimentales con un nuevo modelo, el CR 32, pero ni siquiera este biplano, aunque sea muy veloz, se aproxima ni lejanamente a esa aeronave desconocida, pues en realidad no supera los 375 por hora, aparte de que, por ahora, solo hay algunos prototipos experimentales y no se prevé que la producción en serie empiece hasta como mÃnimo el año que vieneâ.
Mussolini habÃa apretado los dientes: â¡Un daño a la imagen de Italia y un peligro militar! ¡No podemos quedarnos atrás en la innovación aeronáutica! Escuche, Bocchini, mientras telefoneo a Balbo, dé de inmediato la orden a los comandos aéreos del norte de que hagan despegar más escuadrillas: tal vez alguna consiga avistarlo de nuevo, quién sabe, y esta vez abat...â
â... No, Duce, perdone...â
â¡¿Cómo que no?!â
âPerdone, entiendo que la aeronave ya ha sido captur...â
â... PodÃa haberlo dicho antes, ¿no?â
âEeh... sÃ, Duce, en realidad estaba a punto de decÃrseloâ.
â¡Adelante!â
âUna vez perdido de vista, esa especie de disco volante no siguió escondiéndose por mucho tiempo y no mucho después aterrizó en pleno campo, o mejor dicho, se le ha visto desplomarse en caÃda libre en los últimos metros, como si el motor se hubiera parado de golpe, sobre un campo de trigo entre las localidades de Sesto Calende, Varese y Vergiate, muy cerca de esta últimaâ.
â¿Quién lo ha visto?â.
âUn tal Annibale Moretti, un propietario de fincas agrarias con un terreno vecino al del impacto: un fascista veterano que participó en la Marcha sobre Roma. HabÃa ido hacÃa un rato en bicicleta a ese terreno para ver el estado de la cosecha de trigo, ha escuchado un silbido, ha levantado la cabeza y ha podido ver la caÃda de la aeronave y su impacto en el campo vecino. No se ha acercado por temor a un incendio o una explosión, que no se han producido. Asà que se ha montado inmediatamente en la bici y ha avisado a la comisarÃa local de Carabineros Reales, comandada por el subteniente primero Amilcare Palumbo. Este ha actuado de inmediato, ha mantenido en la comisarÃa solo los hombres estrictamente necesarios para mantener el orden público y ha hecho que los demás bloquearan el tráfico de vehÃculos civiles en la zona del impacto. Por suerte, desde la carretera más cercana, una estatal, no se podÃa ver nada de la aeronave, porque discurre a unos cuatrocientos metros y hay árboles de por medio, mientras que junto al lugar del suceso, según me han dicho, solo está el camino de tierra por el que habÃa pasado Moretti en bicicleta y por el que raramente pasa alguien. El lugar ha sido rodeado por hombres de las tres fuerzas de seguridad, mientras que una centuria 7de la milicia, llegada del cercano cuartel Giovanni Berta, ha empezado a rastrear campos y bosquecillos de la zona y luego, edificio por edificio, también Vergiateâ.
â... ¿Y Moretti? ¿Puede que hable?â
âNo, Duce: Palumbo le ha retenido con la excusa de que era necesario que colaborase para escribir una declaración. Bajo sus órdenes, evidentemente no dadas en presencia de Moretti, un carabinero, con el agricultor delante de él, se ha dedicado a escribir a máquina con lentitud, preguntando, escribiendo, corrigiendo, etc. Entretanto, el subteniente avisaba a las demás fuerzas de policÃa y a la Milicia y ordenaba a su segundo, el brigada Aldo Pelassa, que fuera al lugar para cortar el tráfico y acordonarlo; luego el subteniente pidió las órdenes consiguientes a sus superiores. Estos, antes de responderle, me han puesto al corriente, dado lo delicado de la situación y he transmitido inmediatamente al subteniente la orden de tomar declaraciones en el cuartel de la Milicia, con la excusa de profundizar en las investigaciones, para indicarles qué tenÃan que decir exactamente. Me ha telefoneado hace poco el señor primero 8Ilario Trevisan, comandante de la cohorte 9, y me ha dicho que Moretti ha llegado y está esperando en la sala de reuniones junto al cuerpo de guardia. Ahora Duce, espero sus instrucciones, las órdenes que se precisen, para transmitirlas a Trevisanâ.
âHmm⦠este Moretti, me ha dicho, es un fascista veterano y hay que tenerle contento... pero si habla, al menos por el momento... ¡Bueno! Mire, Bocchini, haga esto: déjelo libre, pero solo después de que hayamos difundido la noticia como nos convenga: haga que se comunique a radios y periódicos, lo habitual con la Stefani, que ha caÃdo un meteorito del cielo y entretanto adoctrine apropiadamente a Morettiâ.
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