Gene Wolfe - La espada del Lictor

Здесь есть возможность читать онлайн «Gene Wolfe - La espada del Lictor» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Город: Barcelona, Год выпуска: 1993, ISBN: 1993, Издательство: Minotauro, Жанр: Фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La espada del Lictor: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La espada del Lictor»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Severian, desterrado por el “pecado” de misericordia, ha llegado a Thrax, la Ciudad de los Cuartos sin Ventanas, y se prepara para desempeñar el papel, a menudo desagradable, de funcionario del gobierno. Los acontecimientos perturbadores se precipitan. Dorcas deja a Severian y vuelve al Lago de los Pájaros. Severian es perseguido por una bestia mortífera. Ha empezado a cuestionarse su oficio de torturador y al fin deja libre a una mujer y escapa de la ciudad. Ya en las montañas sobrevive a otro encuentro con Agia, que pretende vengar la muerte de su hermano, y sigue huyendo en compañía de un niño, huérfano a causa de un alzabo. Más tarde, en una ciudad desierta, la Garra revive a un hombre que había sido enemigo del Conciliador. El niño muere, pero Severian mata al hombre, reparando de este modo una antigua deuda de venganza. Severian se une entonces a las gentes de las islas flotantes, y los ayuda a atacar el castillo donde volverá a encontrarse con Calveros y el doctor Talos.

La espada del Lictor — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La espada del Lictor», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

»Hasta aquí, al menos, usted tiene que conocer la historia. A mí, como acabo de contársela, me la contó una vez mi tío, que la había encontrado en un libro junto con muchas otras. Era un libro que, según creía, nadie había abierto en una quilíada.

»Pero menos conocido es cómo hicieron lo que hicieron. Me acuerdo que cuando era chica me imaginaba a las máquinas malas cavando…, cavando de noche hasta arrancar las raíces retorcidas de los árboles y desenterrar un arcón de hierro que habían enterrado cuando el mundo era muy joven; y cuando rompían el candado del arcón todas las cosas de que hemos hablado salían volando como un enjambre de abejas doradas. Es una locura, pero ni siquiera hoy consigo imaginar cómo pueden haber sido esas máquinas pensantes.

Recordé a Jonas, con los lomos cubiertos de metal ligero y brillante, en lugar de piel, pero no pude imaginármelo desencadenando una plaga que aquejaría a la humanidad, y meneé la cabeza.

—Pero, según mi tío, el libro decía claramente que eso fue lo que hicieron, y que las cosas que dejaron escapar no fueron enjambres de insectos sino un torrente de artefactos de toda clase, destinados a revivir todos aquellos pensamientos que la gente había abandonado porque les resultaba imposible escribirlos en cifras. Desde las ciudades hasta las jarras de crema, la construcción de todo estaba en manos de las máquinas, y tras un millar de vidas enteras de construir ciudades como grandes mecanismos, volvieron a construir ciudades como bancos de nubes antes de una tormenta, y otras como esqueletos de dragones.

—¿Yeso cuándo fue?

—Hace muchísimo tiempo… Mucho antes de que se levantaran las primeras piedras de Nessus.

Le había puesto un brazo sobre los hombros, y ahora ella dejó que su mano se deslizara en mi regazo; sentí el calor y la lenta búsqueda.

—Y en todo lo que hacían siguieron el mismo principio. En la forma de los muebles, por ejemplo, y en el corte de la ropa. Y, como los dirigentes que en otro tiempo habían decidido que la humanidad abandonara los pensamientos simbolizados por las ropas y los muebles y las ciudades, habían muerto hacía mucho, y la gente había olvidado sus rostros y sus máximas, las cosas nuevas les encantaron. Y así, erigido como había estado únicamente sobre el orden, el imperio entero sucumbió.

»Pero aunque el imperio se disolviera, los mundos tardaron mucho tiempo en morir. Al principio, para que los humanos no rechazaran otra vez lo que les estaban devolviendo, las máquinas concibieron espectáculos y fantasmagorías, cuyas representaciones inspiraban a quienes las veían pensamientos sobre la fortuna o la venganza o el mundo invisible. Más tarde dieron a cada hombre o mujer un consejero amigo, invisible para todos los otros ojos. Los niños habían tenido compañeros así desde hacía mucho tiempo.

»Cuando los poderes de las máquinas se debilitaron todavía más —como ellas mismas deseaban—, ya no pudieron mantener aquellos fantasmas en las mentes de sus dueños, ni tampoco construir más ciudades, porque las ciudades que quedaban en pie ya estaban casi vacías.

»Habían alcanzado, me contó mi tío, el punto en el que esperaban que la humanidad se volviera contra ellas y las destruyera; y sin embargo esto no ocurrió, porque a esas alturas, así como en otro tiempo habían sido despreciadas como esclavas o adoradas como demonios, las máquinas eran enormemente amadas.

»Y entonces reunieron a su alrededor a los que más las amaban, y durante largos años les enseñaron todas las cosas que la raza de los hombres había dejado a un lado, y a su tiempo murieron.

»Luego los que habían sido amados por ellas, y que a su vez las habían amado, debatieron cómo se podían preservar las enseñanzas, pues sabían que la especie no volvería a aparecer en Urth. Pero brotaron encarnizadas disputas. No habían aprendido juntos; cada cual, hombre o mujer, había escuchado a una de las máquinas como si no hubiera en el mundo nadie más que ellos dos. Y porque había tantos conocimientos y tan pocos para aprenderlos, las máquinas habían ido enseñándole a cada cual algo diferente.

»Así fue que se dividieron en partidos, y cada partido en dos, y cada uno de éstos en dos de nuevo, hasta que al fin cada individuo quedó solo, incomprendido, denigrado, y denigrando a los demás. Uno a uno se alejaron, fuera de las ciudades que habían albergado a las máquinas o bajo la superficie, salvo unos pocos que por costumbre permanecieron en los palacios montando guardia junto a los cuerpos de las máquinas.

Un sommelier nos trajo copas de vino casi tan claro como el agua, y tan quieto como el agua hasta que algún movimiento de la copa lo despertaba de pronto. Perfumaba el aire como esas flores que nadie ve, las flores que sólo pueden encontrar los ciegos; y beberlo era como beber la fuerza de un corazón de toro. Cyriaca bebió ávidamente, y después de vaciar la copa la arrojó tintineando a un rincón.

—Cuénteme más —le dije— de la historia de los archivos perdidos.

—Cuando la última máquina estuvo fría e inmóvil y cada uno de los que habían aprendido de ellas la ciencia prohibida se separó de los demás, el miedo invadió todos los corazones. Pues todos sabían que eran simples mortales y sobre todo que habían dejado atrás la juventud. Y cada cual veía con pesar que con él moriría el conocimiento que más amaba. Entonces cada uno —suponiendo que era el único que lo hacía— se puso a escribir lo que había aprendido en los largos años de atención a las máquinas que derramaban el oculto saber de las cosas extrañas. Mucho pereció, pero mucho sobrevivió, cayendo a veces en manos de copistas que los vivificaban con añadidos propios o los debilitaban con omisiones… Bésame, Severian.

Aunque mi máscara nos estorbaba, nuestros labios se encontraron. Mientras ella se apartaba, dentro de mí fluyó el pálido recuerdo de los burlones amoríos de Thecla en los seudotirums y tocadores catactonianos de la Casa Absoluta, y dije: —¿No sabes que estas cosas requieren toda la atención de un hombre?

Cyriaca sonrió: —Por eso lo hice… Quería saber si estabas escuchando.

»Bien, durante mucho tiempo —nadie sabe cuánto exactamente, supongo, y además el mundo no estaba entonces tan cerca de la extinción del sol, y tenía más años por delante— aquellos escritos circularon o se corroyeron en cenotafios donde sus autores los habían escondido. Eran fragmentarios, contradictorios y exegéticos. Luego, esperando recobrar el dominio ejercido por el primer imperio, cierto autarca (aunque entonces no se llamaban autarcas) ordenó que los juntasen, y los sirvientes, hombres de túnica blanca, saquearon desvanes y derribaron las androsfinges erigidas en memoria de las máquinas y entraron en los cubículos de mujeres moiraicas muertas largo tiempo atrás. Con el botín se levantó una gran pila en la ciudad de Nessus, que por entonces acababa de construirse, para quemarlo.

»Pero la noche anterior al comienzo de la quema, el autarca de la época, que nunca había tenido los salvajes sueños del dormido sino los meros sueños de dominio del despierto, soñó por fin. Yen su sueño vio los indómitos sueños de la vida y la muerte, de la piedra y el río, de la bestia y el árbol escurriéndosele de las manos para siempre.

»Al llegar la mañana ordenó que no se encendieran las hogueras, y en cambio anunció que se construiría una gran bóveda para albergar todos los volúmenes y rollos reunidos por los hombres de túnica blanca. Pues pensó que si el nuevo imperio que estaba proyectando acababa por fracasar, se retiraría a la bóveda y entraría en los mundos que, a imitación de los antiguos, había resuelto dejar a un lado.

»Como debía ocurrir, el imperio fracasó. El pasado no puede encontrarse en el futuro donde no está: no hasta que el mundo metafísico, que es tanto más extenso y tanto más lento que el físico, complete su revolución y llegue el Sol Nuevo. Pero el autarca no se retiró como tenía planeado a la bóveda y la muralla que había hecho alzar alrededor, pues si una vez el hombre las abandona del todo y para siempre, las cosas salvajes aprenden a reconocer las trampas y es imposible recapturarlas.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La espada del Lictor»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La espada del Lictor» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La espada del Lictor»

Обсуждение, отзывы о книге «La espada del Lictor» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x