Margaret Weis - El Orbe de los Dragones

Здесь есть возможность читать онлайн «Margaret Weis - El Orbe de los Dragones» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Orbe de los Dragones: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Orbe de los Dragones»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Después de El Mazo de Kharas llega la esperadísima segunda parte de Las Crónicas Perdidas de la Dragonlance.
La temida Dama Azul, Kitiara, pone en marcha un complot que conducirá a los caballeros solámnicos hasta el límite del glaciar en busca del Orbe de los Dragones, y su rival Laurana inicia un viaje hacia su destino cuando Sturm, Flint, Tasslehoff y ella se unen a los caballeros en su peligrosa misión.
Pero es Kitiara la que afronta un reto crucial. Jura pasar la noche en el lugar más temido de Krynn: el alcázar de Dardaard. Nadie que se haya aventurado en ese sitio pavoroso ha vuelto para contarlo, pero Kit tiene que enfrentarse a Soth o afrontar la muerte a manos de su reina.

El Orbe de los Dragones — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Orbe de los Dragones», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—Gracias —contestó ella.

El baaz saludó llevándose el puño al pecho, giró sobre los escamosos talones y se marchó.

—¿Otra taza de infusión? —preguntó Snaggle.

—No, gracias, amigo mío. Tengo que ocuparme de un cometido antes de que oscurezca.

Iolanthe salió de la tienda. A pesar de la confianza en su capacidad para defenderse por sí misma de día, sabía bien que era peligroso recorrer las calles de Neraka sola después de oscurecer, y tenía que visitar El Escudo Roto.

La Posada de El Escudo Roto, como se llamaba el establecimiento, se hallaba ubicada en el distrito del cuartel general del Ala Blanca y era uno de los edificios más grandes y más antiguos de Neraka. Daba la impresión de que lo hubiese hecho un chiquillo con piezas de construcción poniendo unas sobre otras. La posada empezó siendo una choza de una sola habitación que ofrecía comida y bebida a los primitivos peregrinos oscuros que llegaban para rendir culto en el templo. Al crecer su popularidad, la choza añadió otra habitación y pasó a llamarse «taberna». La taberna agregó más habitaciones y se denominó «fonda». La posada emprendió el proyecto de levantar toda un ala de cuartos y ahora se enorgullecía de calificarse como «taberna, fonda y casa de huéspedes».

El Escudo Roto gozaba de las preferencias de mercenarios, peregrinos y clérigos de Neraka, principalmente por el hecho de que se admitían «sólo humanos». No se permitía el acceso a otras razas, en especial a draconianos, goblins y hobgoblins. Los propios clientes habituales cuidaban de que se respetara esa norma y se ocupaban de que «dracos» y «hobos y gobos» fueran a beber a El Troll Peludo.

La posada estaba a tope esa noche, repleta de soldados hambrientos que habían terminado su turno de guardia. Iolanthe había cambiado sus ropas de seda por los sencillos ropajes negros de una peregrina oscura. Con el rostro totalmente cubierto por el velo, esperó fuera hasta que un grupo de peregrinos oscuros entró en fila a la posada. Se unió a ellos y entraron juntos en el establecimiento.

Localizó a Kitiara inmediatamente. La Señora del Dragón estaba sentada sola a una mesa donde tomaba la cena con rapidez y bebía una jarra de cerveza. Los peregrinos se separaron y se sentaron a varias mesas, repartidos en grupos de dos o tres. Nadie pareció prestar atención a Iolanthe.

La hechicera vio que Kitiara apartaba el plato vacío y se sentaba recostada en la silla, con la jarra en las manos. La guerrera estaba seria, absorta en sus pensamientos. Un mercenario joven y atractivo, de largo cabello rubio y con una cicatriz irregular en una mejilla, se acercó a su mesa. Aparentemente, Kitiara no reparó en él. El mercenario empezó a retirar una silla para sentarse, pero Kitiara plantó la bota encima del asiento.

—Esta noche no, Trampas —dijo la Señora del Dragón al tiempo que negaba la cabeza—. No tendrías una buena compañía conmigo.

—Oh, venga, Kit —empezó el joven en tono persuasivo—, al menos déjame que te invite a una cerveza.

Ella no movió el pie y no había otra silla.

Trampas se encogió de hombros y siguió su camino. Kitiara apuró la cerveza de un largo trago. El tabernero le llevó otra jarra, la dejó delante de la mujer y retiró el recipiente vacío. Kit se bebió también ésa y siguió rumiando para sus adentros. Iolanthe intentó adivinar qué sería lo que estaba pensando. La guerrera no parecía irritada ni enfadada, de modo que no podía estar dándole vueltas a la reprimenda de Ariakas. Su gesto era introspectivo, y aunque miraba la jarra de cerveza se notaba que no la veía. De vez en cuando sonreía. Daba la impresión de estar recordando, rememorando viejos tiempos, evocando momentos felices.

—Qué interesante —murmuró entre dientes Iolanthe. Repasó la conversación que había oído a escondidas entre la mujer y Ariakas. Habían hablado de otros tiempos, de la época en la que Kit vivió en Solace. Habían comentado algo sobre su hermano el mago, pero a juzgar por la calidez de su sonrisa y el destello en los ojos oscuros, Kitiara no estaba pensando en enfermizos hermanos pequeños.

»Mi señor tenía razón. Tienes secretos —musitó Iolanthe—. Secretos peligrosos.

Kitiara echó un buen trago de cerveza y, arrellanándose cómodamente en la silla, puso los dos pies en el asiento de la que tenía enfrente; así dejaba claro a todos los que estaban en la taberna que quería estar sola esa noche.

—Estupendo —murmuró la hechicera. La presencia de un amante habría representado un serio inconveniente.

Iolanthe se levantó y fue al abarrotado mostrador donde los soldados pedían cerveza, aguardiente enano, vino o aguamiel o una mezcla de varios. Los que servían en el mostrador, con la cara congestionada y sudorosa, se afanaban yendo de un lado para otro para atender a todos con rapidez. Los soldados eran escandalosos y broncos, gritaban insultos a los camareros y toqueteaban a las camareras, que, al estar acostumbradas a la grosera muchedumbre, respondían en consonancia. Iolanthe se abrió paso a empujones. Al ver a una peregrina oscura, los soldados se retiraron con presteza y, aunque rezongando, le abrieron paso respetuosamente. Un hombre tenía que estar borracho como una cuba para atreverse a insultar a una sacerdotisa de su Oscura Majestad.

—¿Qué deseas, venerable? —preguntó uno de los agobiados camareros que sostenía tres jarras espumosas en cada mano.

—La llave de mi cuarto, por favor —contestó Iolanthe—. Habitación dieciséis.

El camarero soltó las jarras en las manos de varios clientes y después se volvió hacia los ganchos donde estaban colgadas las llaves, cada cual con un número atado. Mientras, los soldados lo maldecían por su lentitud, y él respondió de igual modo a la par que agitaba el puño. Encontró la número dieciséis, la cogió y la lanzó por encima del mostrador. Iolanthe la atrapó al vuelo con agilidad. Llave en mano, subió la escalera que conducía a las habitaciones del primer piso.

Hizo un alto en el oscuro pasillo y echó un vistazo a la taberna desde la galería. Kitiara seguía sentada en el mismo sitio, todavía con la mirada prendida en la jarra de cerveza medio llena. Mirando el número de las puertas, la hechicera siguió pasillo adelante hasta dar con la que buscaba; abrió con la llave y entró.

El yelmo astado de color azul de un Señor del Dragón yacía en un rincón, donde Kit lo había dejado junto con varias piezas más de la indumentaria de un jinete de dragón. La armadura se había diseñado de manera especial y la había bendecido la Reina Oscura. Además de resguardarlo del fuerte viento que azotaba al jinete montado en un dragón, también lo protegía de las armas del enemigo. Aparte de la armadura y una cama, el cuarto estaba vacío. Por lo visto Kitiara viajaba ligera de equipaje.

Iolanthe no prestó atención a los objetos de la habitación y recorrió con la mirada el aposento en sí para memorizarlo. Segura de poder visualizarlo cuando quisiera, cerró la puerta y echó la llave. Bajó a la taberna para devolvérsela al camarero, pero al verlo atareado la dejó en el mostrador y se marchó.

Echó una ojeada hacia atrás y comprobó que Kitiara seguía sentada a la mesa, sola, con otra jarra llena. Por lo visto pensaba ahogar los recuerdos en cerveza.

Iolanthe estaba sentada en su pequeña sala y estudiaba el conjuro a la luz de la lumbre. A su lado ardía de forma regular una vela con las horas marcadas en la cera, de manera que el paso del tiempo las derretía una tras otra. Cuando hubieron pasado seis horas, Iolanthe consideró que era el momento adecuado. Cerró el libro de hechizos, tomó otro y lo llevó al laboratorio.

Vestía sus ropajes mágicos, una gruesa túnica de color negro, sin adornos, para fundirse con la noche.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Orbe de los Dragones»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Orbe de los Dragones» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El Orbe de los Dragones»

Обсуждение, отзывы о книге «El Orbe de los Dragones» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x