Terry Goodkind - La Sangre de la Virtud. El Caminante de los Sueños

Здесь есть возможность читать онлайн «Terry Goodkind - La Sangre de la Virtud. El Caminante de los Sueños» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La Sangre de la Virtud. El Caminante de los Sueños: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Sangre de la Virtud. El Caminante de los Sueños»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La Sangre de la Virtud. El Caminante de los Sueños — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Sangre de la Virtud. El Caminante de los Sueños», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Millie se encogió de hombros.

— ¿Queréis a una vieja como yo? ¿Queréis que os ayude a escapar de las sanguinarias Hermanas de las Tinieblas y de monstruos mágicos?

— Por favor.

Millie sonrió de oreja a oreja.

— Suena más divertido que fregar suelos y vaciar orinales.

— Perfecto, escuchadme todos, vamos a…

Una alta sombra asomó por la esquina del edificio. Todos callaron y se quedaron inmóviles mientras la figura se aproximaba.

— Bueno, Verna, parece que has hallado el modo de escapar. Ya contaba con ello. —Al acercarse más, vieron que se trataba de la hermana Philippa, la otra consejera de Verna. Se besó el dedo anular y sus finos labios esbozaron una sonrisa—. Gracias al Creador. Bienvenida de vuelta, Prelada.

— Philippa, tenemos que sacar a las Hermanas de palacio esta misma noche, antes de que Jagang llegue, o nos capturará para utilizarnos.

— ¿Qué vamos a hacer, Prelada?

— Escuchad todos con atención. Debemos darnos prisa y ser muy precavidos. Si nos atrapan, nos pondrán collares a todos.

Richard acabó sin resuello la carrera por el bosque Hagen, y decidió aminorar el paso para recuperar el aliento. Vio que unas Hermanas merodeaban por los jardines del palacio pero ellas no podían verlo. Pese a que la capa de mriswith lo protegía, no podía registrar todo el edificio; tardaría días en recorrerlo de arriba abajo. Tenía que averiguar dónde tenían prisioneros a Kahlan, a Zedd y a Gratch, liberarlos y regresar a Aydindril. Una vez allí Zedd sabría qué hacer.

Probablemente Zedd se pondría furioso y le echaría una buena reprimenda, aunque Richard sabía que se la merecía. Tenía el estómago encogido por la enormidad de lo que había provocado. Si seguía vivo, desde luego no era por haber actuado con inteligencia. Con su insensatez y temeridad había puesto en peligro infinitas vidas.

Seguramente Kahlan estaría más que furiosa con él. Y con razón.

Richard se estremeció al pensar qué querían hacer los mriswith en Aydindril y sintió una punzada de temor por sus amigos. Quizá los mriswith sólo deseaban establecer un nuevo hogar, como el bosque Hagen, del que no saldrían. Pero una voz interior se reía de tan absurdas ilusiones. Debía regresar a Aydindril.

«Deja de pensar en el problema —se reprendió—. Piensa en la solución.»

No podía imaginarse por qué las Hermanas habrían apresado a Kahlan, Zedd y Gratch, aunque no dudaba de las palabras de Merissa; la Hermana creía que lo tenía en su poder, por lo que no tenía razón alguna para mentir. ¿Por qué las Hermanas de las Tinieblas mantenían a sus prisioneros en un lugar en el que corrían peligro de ser descubiertas?

Richard se detuvo. Un pequeño grupo de personas cruzaban el prado. A la luz de la luna no podía distinguir quiénes eran, pero antes de decidirse a averiguarlo se dijo que ante todo debía encontrar a Ann. La Prelada lo ayudaría. Dejando de lado a la prelada Annalina y la hermana Verna, no sabía en quién podía confiar. Así pues esperó hasta que el grupo entró en un corredor cubierto antes de seguir adelante.

Cuando meses antes abandonó el Palacio de los Profetas sabía que aún podían quedar Hermanas de las Tinieblas. Seguramente eran ellas las que habían capturado a Kahlan, pero no sabía quiénes eran. Podría buscar a Verna, pero ignoraba dónde estaría. Pero sí sabía dónde encontrar a la Prelada, y por allí empezaría.

Si era necesario, echaría abajo el Palacio de los Profetas, sin dejar piedra sobre piedra, a fin de encontrar a Kahlan y sus amigos. No obstante, por temor a violar de nuevo la Tercera Norma de un mago, decidió intentar al menos actuar guiado por la razón y no por las pasiones.

Pero ¿dónde acababa una y empezaban las otras?

Kevin Andellmere montaba guardia en la verja exterior del complejo de la Prelada. Richard lo conocía y estaba razonablemente seguro de que podía confiar en él. Pero estar «razonablemente seguro» no bastaba, por lo que se mantuvo oculto y se deslizó sin ser visto al interior del complejo. En la distancia distinguía las estentóreas risas de varios hombres que se aproximaban por un sendero, pero aún se hallaban bastante lejos.

Richard conocía a las antiguas administradoras de la Prelada. Una de ellas murió cuando la otra, la hermana Ulicia, atacó a la Prelada. Tras el ataque, Ulicia y otras cinco Hermanas de las Tinieblas huyeron a bordo de un barco, el Lady Sefa . Pero los escritorios de la oficina de la Prelada se veían vacíos.

No había nadie en el pasillo, ni en la antesala, y la puerta del despacho de la Prelada estaba abierta, por lo que Richard se abrió la capa de mriswith y relajó la concentración. Quería que Ann lo reconociera.

A la luz de la luna que entraba por las puertas dobles situadas al fondo del oscuro despacho vio que la Prelada estaba sentada tras su escritorio. A la tenue luz distinguió que tenía la cabeza inclinada hacia abajo. Se debía de haber quedado dormida.

— Prelada —dijo con voz suave para no sobresaltarla. La mujer despertó, alzó ligeramente la cabeza y levantó una mano—. Tengo que hablar contigo, Prelada. Soy Richard. Richard Rahl.

Una luz prendió en la palma de la mujer.

— ¿Has venido a hablar? —inquirió una sonriente Ulicia—. Qué interesante. Bueno, me encantará hablar contigo.

Richard retrocedió un paso ante aquella perversa sonrisa, y su mano buscó la empuñadura de la espada.

No llevaba espada.

Oyó un portazo a su espalda.

Dio bruscamente media vuelta y vio a cuatro de sus antiguas maestras: Tovi, Cecilia, Armina y Merissa. Al acercarse a él, observó que todas ellas exhibían un aro que les perforaba el labio inferior. Sólo faltaba Nicci. Todas sonreían como niños hambrientos que contemplan los dulces que les esperan al final de un ayuno de tres días.

Richard notó una necesidad que se encendía en su interior.

— Antes de que hagas algo estúpido, Richard, escucha o morirás.

— ¿Cómo has logrado adelantarme? —preguntó a Merissa, conteniéndose.

La Hermana arqueó una ceja y lo miró con sus malévolos ojos oscuros.

— He regresado con mi caballo.

— Lo teníais todo planeado, ¿verdad? —dijo a Ulicia—. Habéis hecho esto para atraparme.

— Pues claro, muchacho. Y debo decir que tú has cumplido tu papel a la perfección.

— ¿Cómo sabías que no moriría cuando Merissa me lanzara abajo desde la torre?

La sonrisa de Ulicia se desvaneció al tiempo que lanzaba una iracunda mirada a Merissa. Al ver esa mirada, Richard supo que Merissa no había seguido las instrucciones.

— Lo importante es que estás aquí —prosiguió Ulicia—. Ahora será mejor que te calmes y no te pasará nada. Aunque hayas nacido con los dos lados del don, también nosotras tenemos ambos tipos de magia. Podrías matar a una o dos de nosotras, pero no podrías con todas, y en ese caso Kahlan moriría.

— Kahlan… —Richard la fulminó con la mirada—. Te escucho.

— Verás, Richard —empezó Ulicia, cruzando las manos—, resulta que tienes un problema. Pero por suerte para ti nosotras también tenemos un problema.

— ¿Qué tipo de problema?

La mirada de Ulicia se endureció y adoptó una expresión amenazadora para responder:

— Jagang.

Las otras se reunieron con Ulicia detrás de la mesa. Ninguna de ellas sonreía ya. A la mención del nombre de Jagang prendió tal odio en sus miradas que incluso los ojos de las en apariencia amables Tovi y Cecilia podrían fundir piedra.

— Verás, Richard, ya es casi hora de acostarnos.

— ¿Qué?

— A ti el emperador Jagang no te visita en tus sueños. Pero a nosotras sí. Y se está convirtiendo en un problema.

Richard notó que la hermana Ulicia luchaba por controlar el tono de voz. Era obvio que deseaba algo más que la propia vida.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Sangre de la Virtud. El Caminante de los Sueños»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Sangre de la Virtud. El Caminante de los Sueños» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La Sangre de la Virtud. El Caminante de los Sueños»

Обсуждение, отзывы о книге «La Sangre de la Virtud. El Caminante de los Sueños» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x