Tristezas de Bay City
Здесь есть возможность читать онлайн «Tristezas de Bay City» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детективная фантастика, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Tristezas de Bay City
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:5 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 100
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Tristezas de Bay City: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Tristezas de Bay City»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Tristezas de Bay City — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Tristezas de Bay City», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
– Primer asalto -dijo la chica-. Fue un poco lento. Ambos pugilistas midieron sus fuerzas.
– No me gustaria estar contigo cuando decidas correr un riesgo -afirme.
La pelirroja sacudio la cabeza. Bajo esa extrana luz morada, la profunda palidez de su rostro parecio abalanzarse sobre mi. Hasta sus labios pintados estaban palidos. La chica se llevo la mano a la boca, rigida y como si fuera una garra. Tosio secamente, como una tisica, y cogio mi copa. Se bebio el Bacardi con granadina a tragos burbujeantes. Enseguida se puso a temblar. Cogio su bolso, lo empujo hasta el borde de la mesa y lo arrojo al suelo. Al caer se abrio y se desparramaron varias cosas. Una cigarrera dorada acabo bajo mi silla. Tuve que levantarme y mover la silla para recogerla. Un camarero se detuvo a mis espaldas. -?Puedo ayudarlo? -pregunto amablemente. Estaba agachado cuando el vaso del que la chica habia bebido rodo hasta el borde de la mesa y se estrello en el suelo junto a mi mano.
Cogi la cigarrera, la mire sin demasiado interes y vi que en la tapa tenia la foto pintada a mano de un hombre moreno y de huesos grandes. La meti en el bolso, cogi a la chica del brazo y el camarero que me habia hablado dio la vuelta y la sujeto por el otro lado. La pelirroja nos miro anonadada y movio la cabeza de un lado a otro, como si intentara relajar su cuello agarrotado.
– Mama esta a punto de desmayarse -gimio. La sujetamos y empezamos a cruzar el bar. La chica apoyaba los pies al tuntun y arrojaba el peso de su cuerpo de uno a otro como si pretendiera desquiciamos. El camarero maldijo para sus adentros con voz apenas perceptible.
Salimos de la luz morada al iluminado vestibulo.
– Al lavabo de senoras -mascullo el camarero y senalo con la barbilla una puerta que parecia la entrada de servicio del Taj Mahal-. Ahi dentro hay un peso pesado de color que puede ocuparse de lo que haga falta.
– En el lavabo de senoras hay un loco -dijo la pelirroja con cara de pocos amigos-.
Camarero, suelteme el brazo. Mi amiguito es el unico transporte que necesito.
– Senora, no es su amiguito. Ni siquiera la conoce.
– Aire, bestia. Es usted demasiado amable o muy poco. Esfumese antes de que deje de lado mi educacion y le propine un punetazo.
– No se preocupe -dije al camarero-. La llevare afuera para que tome aire.?Vino sola?
Chandler, Raymond Tristezas de Bay City – 22 – -No creo que haya venido acompanada -replico y se alejo.
El jefe de camareros bajo hasta la mitad de la pasarela y nos miro con expresion de disgusto; el encargado del guardarropa parecia tan aburrido como el arbitro de un partido de octavos de final.
Saque a mi nueva amiga al aire fresco y brumoso, la hice caminar por la columnata y note en mi brazo que controlaba su cuerpo.
– Eres un buen chico -dijo hoscamente-. Manejaste la situacion como si tuvieras la mano llena de tachuelas. Si, senor, eres un buen chico. Me figure que no saldria viva. -?Por que?
– Me equivoque con la idea de querer ganar dinero. Olvidalo. Dejalo estar con todas las ideas equivocadas que he tenido en mi vida.?Me llevaras en coche? Vine en taxi.
– Por supuesto.?Que tal si me dices como te llamas?
– Helen Matson -respondio.
No me sorprendi, pues lo habia sospechado hacia rato.
La pelirroja aun se apoyaba en mi cuando recorrimos el camino empedrado mas alla de los coches estacionados. Al llegar al mio abri la portezuela, la sostuve abierta para que se sentase y la chica se dejo caer en el rincon, con la cabeza sobre el respaldo.
Cerre la puerta, volvi a abrirla y pregunte: -?Puedes responderme a una pregunta??Quien es el tipo de tu cigarrera? Tengo la impresion de que lo conozco.
La mujer abrio los ojos y respondio:
– Un viejo amor que se apago. Es…
La pelirroja abrio desmesuradamente los ojos y la boca y apenas oi un debil sonido cuando algo duro me golpeo la espalda y una voz con sordina susurro:
– Aguanta, companero, esto es un atraco.
Un arma de la marina estallo en mi oreja y mi cabeza se convirtio en un enorme y rosado fuego de artificio que se abrio en la boveda celeste, se disperso y cayo lento, palido y por ultimo oscuro en medio del oleaje. La oscuridad me devoro.
Chandler, Raymond Tristezas de Bay City – 23 -
LA VECINA MUERTA
Yo olia a ginebra de la cabeza a los pies. No era algo casual, como si hubiese bebido algunas copas, sino como si el Oceano Pacifico fuera ginebra pura y me hubiese zambullido con la ropa puesta. La ginebra estaba en mi pelo, en mis cejas, en mi cara y en la camisa, a la altura de la barbilla. No llevaba la chaqueta, estaba tendido en una alfombra ajena y miraba una foto enmarcada que reposaba al cabo de una repisa. El marco era de madera veteada y la foto pretendia ser artistica, resaltando una cara larga, delgada y desdichada, pero lo unico que conseguia era que el rostro tuviese precisamente ese aspecto: largo, delgado y desdichado bajo una melena lisa y clara que parecia pintada sobre un craneo reseco. En un angulo de la foto, detras del cristal, habia una inscripcion que no llegue a leer.
Me ergui, me presione la sien y experimente una punzada de dolor que me llego a las plantas de los pies. Gemi, por orgullo profesional converti la queja en protesta, me estire lenta y cuidadosamente y mire el pie de la cama empotrada extendida, junto a la cual habia otra igual. Esta seguia cerrada y en la pared habia un atisbo de diseno pintado en la madera esmaltada. Al moverme, una botella de ginebra rodo sobre mi pecho y cayo al suelo. Estaba transparente, vacia. En ningun momento pense que pudiera haber tanta ginebra en una botella.
Me arrodille, estuve un rato a gatas y olisquee a mi alrededor como un perro que no puede limpiar el plato y, al mismo tiempo, detesta dejar comida. Hice girar la cabeza alrededor del cuello. Me dolia. La movi un poco mas y, como seguia doliendome, me puse en pie y me percate de que no llevaba puestos los zapatos.
El apartamento me parecio bonito, ni demasiado barato ni demasiado caro: los muebles al uso, la habitual lampara de pie, la acostumbrada alfombra duradera. En la cama bajada yacia una chica, ataviada con un par de medias de seda tostadas. Tenia aranazos profundos que habian sangrado y sobre su vientre descansaba una toalla gruesa, casi arrollada. Sus ojos estaban abiertos. El pelo rojo con raya al medio y echado para atras como si lo detestara seguia asi, pero ya no lo odiaba.
Era cadaver.
Por encima y hacia el interior del pecho izquierdo vi una quemadura del tamano de la palma de la mano de un hombre y, en el centro, un poco de sangre brillante. La sangre habia corrido por uno de los lados de su cuerpo, pero estaba seca.
Vi prendas de vestir sobre el sofa, casi todas de la chica y tambien mi chaqueta. Los zapatos estaban en el suelo: los mios y los suyos. Me acerque andando como si pisara hielo a punto de quebrarse, recogi mi chaqueta y palpe los bolsillos. Por lo que recordaba, me parecio que no faltaba nada. La pistolera que rodeaba mi cuerpo estaba vacia, como era de esperar.
Me calce y me puse la chaqueta, acomode la pistolera vacia bajo la axila, me acerque a la cama y levante la pesada toalla. Un arma cayo al suelo: mi pistola. Limpie la sangre del canon, oli la boca sin motivo aparente y, sin hacer ruido, la guarde en la sobaquera.
Pesados pasos sonaron en el pasillo, al otro lado de la puerta del apartamento, y se detuvieron. Oi murmullos y alguien llamo: unos golpecitos rapidos, secos e impacientes. Mire la puerta y me pregunte cuanto tardarian en girar el pomo, si la cerradura estaria abierta y, en el caso de que no lo estuviera, cuanto tardarian en hacer que el portero subiera con la llave maestra, si es que ya no estaba al otro lado. No habia terminado de hacerme preguntas cuando una mano intento abrir la puerta. Tenia el cerrojo echado.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Tristezas de Bay City»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Tristezas de Bay City» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Tristezas de Bay City» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.