Tristezas de Bay City

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– Por supuesto -lo interrumpi-. Lo dejare sobre tu escritorio.?Bourbon o de centeno? -?Vete al cuerno!?Escoces! -?Que pinta tiene Matson?

– Es de complexion mediana, metro setenta, unos setenta y siete kilos, pelo canoso.

M’Gee bebio otro trago corto y rapido y se fue.

Estuve sentado una hora y fume demasiado. Cayo la noche y note que tenia reseca la garganta. Nadie me telefoneo. Me puse en pie, encendi la luz, me lave las manos, me servi un dedo de whisky y guarde la botella bajo llave. Era hora de cenar.

Me habia puesto el sombrero y estaba a punto de franquear la puerta cuando por el pasillo avanzo un recadero de Green Feather que consultaba los numeros de las puertas. Buscaba la de mi despacho. Firme la entrega de un paquete pequeno, irregular y envuelto en ese tipo de papel fino y amarillo que utilizan las lavanderias. Deje el paquete sobre el escritorio y corte el cordel. Contenia papel de seda y un sobre con una hoja y una llave chata. La nota decia secamente:

Un amigo de la oficina del sheriff me dio su nombre y me dijo que podia confiar en usted. He sido un sinverguenza, estoy en un aprieto y lo unico que me interesa es quedar limpio. Por favor, venga de noche al 524 Tennyson Arms Apartments, en Harvard, cerca de la Sexta, y si estoy fuera utilice la llave para entrar. Cuidado con Pat Reel, el encargado, pues no me fio de el. Por favor, guarde el escarpin en sitio seguro y procure que no se ensucie.

P.S.: Lo llaman Violets y nunca supe por que.

Yo sabia el motivo de ese mote: porque mascaba purificadores del aliento con sabor a violetas. La nota no llevaba firma. Me parecio un asunto sospechoso. Abri el papel de seda.

Contenia un escarpin de terciopelo verde, de tamano mediano, forrado en cabritilla blanca. La firma Verschoyle estaba estampada con letras doradas y floridas en la plantilla, que tambien era de cabritilla blanca. A un lado, con tinta indeleble, figuraba un numero -el S465-, en el mismo sitio donde figuraria la talla, pero supe que no era la talla pues la empresa Verschoyle de Cherokee Street, en Hollywood, solo hacia zapatos a medida a partir de hormas individuales, calzado para artistas de teatro y botas de montar.

Me repantigue, encendi un cigarrillo y pense un rato. Al final cogi el listin, busque el numero de Verschoyle y lo marque. El telefono sono varias veces hasta que una voz jovial replico:

– Digame.

– Quiero hablar con Verschoyle en persona -respondi-. Soy Peters, de la oficina de identificacion -no anadi de que oficina de identificacion.

– Lo siento, pero el senor Verschoyle se ha ido a su casa. Por si no lo sabe, la tienda esta cerrada. Cerramos a las cinco y media. Soy el senor Pringle, el contable.?Puedo hacer algo?…

– Si. Encontramos un par de zapatos fabricados por su empresa junto a una mercancia robada. En el interior se lee ese-cuatro-seis-cinco.?Significa algo para usted?

– Si, desde luego, es el numero de una horma.?Quiere que la busque?

– Si fuera tan amable…

El senor Pringle regreso en un santiamen.

Chandler, Raymond Tristezas de Bay City – 7 – -Si, desde luego, es el numero de la senora de Leland Austrian, del setecientos treinta y seis de Altair Street, en Bay City. Le haciamos los zapatos. Ya lo creo, es una pena. Hace dos meses le confeccionamos dos pares de escarpines de terciopelo color esmeralda. -?Por que dice que es una pena? -?No se ha enterado? La senora ha muerto, se suicido.

– Vaya, vaya.?Ha dicho dos pares de escarpines?

– Exactamente. Dos pares iguales. Suelen encargar pares dobles cuando se trata de zapatos de colores delicados. Ya sabe, cualquier manchita… y como los piden para que hagan juego con determinada vestimenta…

– Se lo agradezco. Cuidese -respondi, y colgue. Volvi a levantar el escarpin y lo examine con sumo cuidado. No estaba estrenado. No habia indicios de roce en la piel aterciopelada de la delgada suela. Me pregunte que hacia Harry Matson con ese zapato. Lo guarde en la caja fuerte del despacho y sali a cenar.

Chandler, Raymond Tristezas de Bay City – 8 -

ASESINATO DE IMPROVISO

El Tennyson Arms era un edificio chapado a la antigua, de unas ocho plantas y revestido de ladrillo rojo oscuro. Contaba con un ancho patio central decorado con palmeras, una fuente de cemento y varios arriates de flores muy repipis. Junto a la puerta gotica habia faroles y el interior del vestibulo estaba recubierto de felpa roja. Era grande y estaba vacio, salvo por un canario que se aburria en una jaula dorada del tamano de un barril. Semejaba el tipo de bloque de pisos habitado por viudas que viven de los seguros de vida, es decir, viudas no muy jovenes. El ascensor era automatico, de los que al detenerse se abren las dos puertas.

Camine por la estrecha alfombra marron del pasillo de la quinta planta y no vi ni oi a nadie, ni percibi el olor a comida. Todo estaba tan tranquilo como el despacho de un ministro.

El apartamento 524 debia dar al patio central, pues junto a la puerta habia una vidriera. Llame suavemente y, como nadie respondio, saque la llave chata, entre y cerre la puerta.

El espejo brillaba en la cama de pared que habia al otro lado de la estancia. Las dos ventanas de la misma pared de la puerta de entrada estaban cerradas y a medio cubrir por cortinas oscuras, pero se filtraba suficiente luz de algun apartamento del otro lado del patio para discernir la existencia de muebles pesados y recargados, que hacia diez anos habian pasado de moda, y el brillo de dos pomos de bronce que correspondian a sendas puertas. Me acerque a las ventanas, cerre las cortinas y encendi la linterna para regresar a la puerta. El interruptor encendio un ramillete de velas color llama de la arana. La estancia adquirio el aspecto del anexo de una funeraria. Di la luz a una lampara de pie roja, apague la arana y examine la habitacion con toda precision.

En el estrecho cuarto de vestir situado detras de la cama de pared habia una comoda empotrada que contenia un cepillo y un peine negros; en el cepillo habia algunas canas.

Tambien contenia un bote de talco, una linterna, un panuelo de hombre arrugado, un bloc de papel de carta, una estilografica de un banco y un frasco de tinta sobre el papel secante: los cajones contenian lo mismo que cabia en una maleta. Las camisas fueron compradas en una tienda de articulos para caballero de Bay City. De la percha colgaba un traje gris marengo y en el suelo habia un par de zapatos gruesos de color negro. En el cuarto de bano encontre una maquinilla de afeitar, un tubo de crema de afeitar sin brocha, varias cuchillas, tres cepillos de dientes -de bambu- metidos en un vaso y unas pocas cosillas mas. Sobre la cisterna del lavabo habia un libro encuadernado en tela roja: Por que nos comportamos como seres humanos, de Dorsey. En la pagina 116 habia una banda elastica. Lo abri y estaba leyendo algo sobre la evolucion de la tierra, la vida y el sexo, cuando en la sala sono el telefono.

Apague la luz del cuarto de bano y camine hasta el sofa. El telefono estaba en un extremo, sobre una mesilla. Siguio sonando y, a modo de respuesta, en la calle se oyo un bocinazo.

Despues de ocho timbrazos me encogi de hombros y lo descolgue. -?Pat??Pat Reel? -pregunto una voz.

Ignoraba como hablaba Pat Reel. Gruni. La voz sonaba seca y tajante a la vez. Parecia ser la de un maton. -?Pat?

– Claro -dije.

Reino el silencio, pero la comunicacion no se interrumpio. La voz anadio:

– Soy Harry Matson. Lamento mucho no haberlo conseguido esta noche, pero surgieron imponderables.?Estas muy cabreado?

– Claro. -?Que has dicho?

Chandler, Raymond Tristezas de Bay City – 9 – -Claro.

– Por favor,?«claro» es la unica palabra que conoces?

– Soy griego -oi una carcajada que parecia de satisfaccion-. Harry,?que tipo de cepillos de dientes usas? -?Que?

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