David Brin - Navegante Solar
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—Pero si los pila fueron tutores de los pring —objetó James—, y si elevaron a los antepasados de Culla cuando no eran más que animales, ¿por qué no se dio cuenta Bubbacub de que era posible que los Espectros fueran una patraña de Culla?
—Me gustaría hacer un comentario —trinó Fagin—. Se permitió que los pring seleccionaran al ayudante que acompañaría a Bubbacub. Mi instituto tiene información independiente de que Culla era una figura de cierta importancia, en uno de los planetas terraformados, en una empresa artística de la que hasta ahora no hemos podido ser testigos. Habíamos atribuido el secretismo de los pring en este asunto a pautas de conducta heredadas de los pila. Ahora, sin embargo, podríamos conjeturar que son los propios pila quienes no pueden ver esa obra de arte. En su complaciente superioridad, los pila deben de haber cooperado, sin saberlo, denigrando las empresas de sus pupilos.
—¿Cuál es esa forma de arte?
—Obviamente, la forma de arte debe de ser la proyección holográfica. Es posible que los pring hayan experimentado en secreto durante la mayor parte de los cien milenios que llevan siendo inteligentes. Me asombra la dedicación necesaria para mantener un secreto tanto tiempo.
Nielsen silbó.
—Deben querer ser libres a todo precio. Pero sigo sin comprender, aunque he escuchado todas las cintas, por qué Culla hizo todas esas cosas en el Navegante Solar. ¿Cómo pudo el engaño de los Espectros Solares antropomórficos, la muerte de Jeffrey, o atrapar a Bubbacub en su error, ser de ayuda para los pring?
Helene miró a Jacob. Éste asintió.
—Sigue siendo tu parte, Helene. Tú lo supiste casi todo.
Helene inspiró profundamente.
—Verá, Culla no intentó nunca que Bubbacub fuera descubierto en Mercurio. Hizo que su jefe mintiera e intentara el truco de la «reliquia lethani», pero esperaba que le creyeran, aquí al menos.
»Si su plan hubiera salido bien, habría informado de dos cosas al Instituto de la Biblioteca: primera, que Bubbacub era un loco y un mentiroso que había sido salvado de la vergüenza por la astucia de su ayudante, y segunda, que los humanos no son más que un puñado de idiotas inofensivos y que deberían ser ignorados.
»Explicaré primero el segundo punto.
»Está claro que nadie habría creído esta loca historia de «espectros con forma de hombres» aleteando en una estrella, sobre todo cuando en la Biblioteca no hay ninguna mención de ellos.
»Imagine cómo reaccionaría la galaxia ante una historia sobre criaturas de plasma que «agitan los puños» y evitan milagrosamente que les saquen imágenes para que no puedan existir pruebas. Tras oír eso, la mayoría de los observadores no se molestaría en examinar la evidencia que sí tenemos, las grabaciones de los toroides y los auténticos solarianos.
»Toda la galaxia contempla la «investigación» terrestre con divertido desprecio. Al parecer, Culla quería que el Navegante Solar quedara en entredicho sin una audición.
Al otro lado de la habitación, Fierre LaRoque se ruborizó. Nadie dijo nada sobre las observaciones que había hecho sobre la «investigación terrestre» un año antes.
—La explicación que dio Culla, cuando intentó matarnos a todos, fue que había falsificado los Espectros por nuestro bien. Si parecíamos tontos, tal vez causaríamos menos revuelo cuando anunciáramos que hay vida en el sol... un revuelo que daría más publicidad a la humanidad en un momento en que deberíamos estar estudiando en silencio para ponernos al día con todos los demás.
Nielsen frunció el ceño.
—Puede que tuviera razón.
Helene se encogió de hombros.
—Ahora es demasiado tarde. De todas formas, como he dicho, parece que Culla pretendía informar a la Biblioteca, y a los soro, que los humanos eran idiotas inofensivos y, más importante aún, que Bubbacub había tomado parte en esa estupidez... ¡que había creído en los Espectros y mintió sobre la base de esa creencia!
Helene se volvió hacia Fagin.
—¿Es un buen resumen de lo que hemos discutido, Kant Fagin?
El kantén silbó suavemente.
—Eso creo. Confiando en el «sello» de la organización de Registro de Secretos, declararé confidencialmente que mi Instituto ha recibido información referida a actividades de los pring y los pila que ahora tienen sentido a la luz de lo que hemos aprendido aquí. Al parecer, los pring están enzarzados en una campaña para desacreditar a los pila. Ahí tienen una oportunidad y un peligro para la humanidad.
»La oportunidad es que su Confederación podría ofrecer pruebas de la traición de Culla a los pila, para que esos sofontes puedan demostrar cómo han sido manipulados. Si los soro se vuelven contra los pring, la raza de Culla tendrá problemas para encontrar un protector. Podrían ser rebajados de estatus, sus colonias eliminadas, sus poblaciones «reducidas».
»Podría haber recompensas inmediatas para la humanidad en este acto, pero sería a cambio de la enemistad eterna de los pil. Su psicología no funciona de esa forma. Podrían suspender sus intentos de «adoptar» a la humanidad. Podrían estar dispuestos a aceptar restricciones en las reparaciones que insistirán en pagar por el crimen de Bubbacub, pero a la larga eso no ganará su amistad. Estar en deuda con la humanidad sólo aumentará su odio.
»Además está el hecho de que muchas de las especies más «liberales», en cuya protección ha confiado hasta ahora la humanidad, no aprecien que proporcionen a los pila con un casus belli para otra de sus jihads. Los tymbrimi podrían retirar su consulado en la luna.
»Finalmente está la cuestión ética. Tardaría tiempo en discutir todos los motivos. Probablemente no comprenderían algunos de ellos. Pero el Instituto del Progreso está ansioso de que los pring no sean devastados. Son jóvenes e impulsivos. Casi tanto como la humanidad. Pero muestran grandes promesas. Sería una tragedia terrible que toda su especie sufra depredaciones porque unos cuantos de sus miembros están enzarzados en un plan para acabar con cien milenios de servidumbre.
»Por estas razones, recomiendo que los crímenes de Culla sean mantenidos en secreto. Ciertamente, los rumores se extenderán pronto. Pero los soro no harán caso a rumores divulgados por los hombres.
Las hojas de Fagin tintinearon suavemente cuando una brisa entró por la ventana. Nielsen miraba el suelo.
— ¡No es extraño que Culla intentara matarse junto con todos los ocupantes de la nave cuando Jacob lo descubrió! Si los pila reciben testimonio oficial de sus acciones, los pring estarán condenados.
—¿Qué cree que hará la Confederación? —preguntó Jacob.
—¿Hacer? —El hombre se rió sin ganas—. Ofrecerán la evidencia a los pila de rodillas, por supuesto. ¡Ifni! ¡Es una oportunidad para evitar que nos «den» todo un sector de la Sucursal de la Biblioteca y diez mil técnicos para ocuparla! Es una oportunidad para impedir que nos «den» naves modernas que ningún ingeniero humano podría comprender y ninguna tripulación humana podría pilotar sin «consejeros». ¡Pospondría indefinidamente todos esos malditos «procesos de adopción»! —Extendió los brazos—. ¡Y está muy claro que la Confederación no se jugará el cuello por la raza de un sofonte que mató a uno de nuestros pupilos, casi destruyó nuestro proyecto más ambicioso, e intentó que los humanos quedaran como idiotas ante los pueblos de la galaxia!
»Y bien pensado, ¿se les puede reprochar?
El tío de Jacob se aclaró la garganta para llamar la atención.
—Podemos intentar mantener en secreto todo el episodio —sugirió—. No carezco de influencias en ciertos círculos. Si los puedo convencer...
—No puedes convencer a nadie, Jim —dijo Jacob—. En cierto modo eres partícipe de todo este lío. Si intentas involucrarte, la verdad saldrá a la luz tarde o temprano.
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