Vernor Vinge - Al final del arco iris

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Al final del arco iris: краткое содержание, описание и аннотация

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Robert Gu es un famoso poeta afectado de Alzheimer durante años y al que la medicina del futuro cercano logra recuperar y rejuvenecer. Así, debe enfrentarse a un mundo parecido pero insidiosamente distinto del que recordaba.

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Había llegado el momento de pedir perdón de rodillas. Pero antes tenía que hacerle saber por qué era imperdonable. Le costó pronunciar las palabras.

—Miri, tú te equivocaste intentando corregir la situación. Pero yo… yo soy el tipo que puso la trampa a tu madre que casi la mata. —Ya estaba. Ya lo había dicho.

Miri permaneció completamente inmóvil. Al cabo de un momento, bajó la mirada. Dijo en voz baja:

—Lo sé.

Ahora los dos se quedaron inmóviles.

—¿Bob te lo contó?

—No. Alice. —Alzó la vista—. Y también me contó que todavía no han conseguido descubrir cómo lo que hiciste logró hundirla. No pasa nada, Robert.

Y de pronto Miri se echó a llorar. Y Robert se arrodilló. Su nieta le pasó los brazos por el cuello. Lloraba a lágrima viva, estremeciéndose. Le golpeó la espalda con los puños.

—Lo siento mucho, Miri. Yo…

El gemido de Miri se intensificó, pero dejó de pegarle. Al cabo de medio minuto su llanto se convirtió en sollozos y luego en silencio. Pero todavía le agarraba. Habló entrecortadamente.

—Acabo de descubrir que… que Alice… Alice vuelve a entrenar.

Oh.

—¡Ni siquiera se ha recuperado! —Miri volvía a sollozar.

—¿Qué dice tu padre?

—Bob está desconectado esta noche.

—¿Desconectado? —«¿ En esta época?»

Miri se alejó de él. Se puso a limpiarse la cara con la manga para luego agarrar la cajita de pañuelos que Robert le había tendido.

—Desconectado de veras. Apagón táctico. ¿N o sigues las noticias, Robert?

—Ajá.

—Lee entre líneas. Bob está en alguna parte haciendo que las cosas brillen en la oscuridad. —Se frotó enérgicamente la cara y su voz recuperó cierta normalidad—. Vale, quizá no literalmente. Bob habla de esa forma cuando tiene que hacer algo que realmente no quiere hacer. Pero sigo de cerca los rumores y observo a Bob y a Alice. Con esos dos, se me da bien hacer suposiciones. A veces Bob está desconectado y yo leo sobre algo maravilloso o terrible que sucede en algún otro país. A veces Alice va a entrenarse y yo sé que alguien precisa ayuda o de lo contrario sucederá algo fatal. Ahora mismo, Bob está lejos y Alice se está entrenando. —Se tapó la cara con las manos un momento y luego siguió limpiándose la cara—. Mi suposición es que los rumores son ciertos. Algo terrible sucedió en el Disturbio de la Biblioteca, algo peor que lo de GenGen. Ahora las superpotencias están asustadas. Creen que alguien ha descubierto la forma de romper sus sistemas de seguridad. Alice casi lo ha admitido esta noche. ¡Ésa era su excusa !

Robert volvió a sentarse, pero en el borde de la mesa. Su gran confesión se había hundido en el abismo.

—Deberías hablar con Bob cuando regrese.

—Lo haré. Y él discutirá con ella. Ya lo has visto otras veces. Pero Bob no podrá impedirlo.

—Quizás esta vez Bob pueda recurrir a sus superiores o lograr que los médicos le apoyen.

Miri vaciló, aparentemente relajándose un poco.

—Sí. Esta vez es diferente… Me alegro de que podamos hablar, Robert.

—Cuando quieras, niña.

Pero Miri guardó silencio.

Al fin Robert dijo:

—¿Estás conspirando o googleando?

Miri cabeceó.

—Ninguna de las dos cosas. Intentaba llamar a alguien… pero no responden.

¡Ah!

—Miri, Juan está en Puebla visitando a su bisabuelo. Puede que no vista continuamente.

—¿Juan? No le llamaría. No es demasiado listo y cuando me hizo falta en Pilchner Hall resultó un inútil.

—¡Eso no puedes saberlo!

—Sé que bajé sola a los túneles.

—Miri, he hablado con Juan casi todos los días desde que empecé en Fairmont. No te dejaría colgada. Piensa en lo que realmente recuerdas. Los dos debisteis de conspirar para seguirme. Estoy seguro de que él cumplió. Juan podría ser un nuevo amigo, otra persona con la que hablar.

Por una vez, Miri se echó atrás.

—Sabes que no puedo hablar con él de esas cosas. No podría hablar de ellas contigo tampoco, pero tú ya las sabes.

—Eso es cierto. Hay cosas que no puedes decirle. Pero… pero creo que no se merece esto de ti.

Miri alzó los ojos para mirarle, pero no habló.

—¿Recuerdas que te dije que me recordabas a tu tía abuela Cara?

Miri asintió.

—Te encantó saberlo. Pero creo que sabes cómo traté a Cara. Fue como el incidente Ezra Pound, una y otra vez, durante años. Nunca tuve la oportunidad de compensarla; murió cuando no era mucho mayor que Alice ahora.

A Miri se le llenaron los ojos de lágrimas, pero sostuvo los pañuelos en el regazo.

—Así fui durante toda mi vida, Miri. Me casé con una dama maravillosa que me amaba profundamente. Lena aguantó todavía mucho más que Cara y durante muchos años más. Incluso después de alejarla de mí ya sabes cómo me ayudó en Al Final del Arco Iris. Y ahora también ha muerto. —Robert agachó la vista y por un momento sólo pudo pensar en las oportunidades perdidas. ¿Por dónde iba? Oh —. Por tanto… creo que se lo debes a Juan. Tomarla con él no está a la altura de mis pifias. Pero todavía tienes la oportunidad de hacerlo bien.

Miró a su nieta. Tenía los hombros hundidos. Destrozaba los pañuelos que tenía en las manos.

—Piénsalo, ¿vale, Miri? No pretendía dejarme llevar.

Al fin Miri habló.

—¿Alguna vez has roto una promesa solemne, Robert?

¿A qué viene eso? Pero antes de poder hablar, Miri añadió:

—¡Bien, yo acabo de hacerlo! —Tras decirlo, agarró la cajita y salió corriendo del cuarto.

—¡Miri! —Cuando llegó al pasillo la niña ya se había encerrado en su cuarto.

Robert vaciló un momento. Podía aporrear la puerta o quizás era mejor enviarle un mensaje.

Entró en su cuarto, se giró… y vio una luz dorada sobre la mesa, donde Miri había estado sentada. Era un enum que le concedía opciones limitadas de mensajería. Pero él ya tenía esa opción, y muchas más, con Miri. Abrió el enum dorado y miró en su interior.

Era para Lena Llewelyn Gu.

Robert se quedó sentado junto al enum casi media hora. Lo examinó. Examinó la documentación. Era exactamente lo que parecía. Lena está viva.

No había dirección física, pero podía enviarle un mensaje simple. Sólo le llevó dos horas redactarlo. Menos de doscientas palabras. Eran las palabras más importantes que Robert Gu hubiese escrito nunca.

Esa noche Robert no pudo dormir. Se hizo de día, luego llegó la tarde.

No hubo respuesta.

Epílogo

Pasaron seis semanas.

Robert prestaba más atención a las noticias; había descubierto que el mundo podía volverse contra uno. Él y Miri comparaban notas sobre lo que veían. Supuestamente las acciones en el fin del mundo ya habían terminado. Los rumores decían que se había encontrado muy poco. Los rumores, y algunas noticias auténticas, hablaban de escándalos en los servicios de inteligencia de la UE, India y Japón. Todas las Grandes Potencias seguían muy nerviosas a propósito de «pon aquí tu teoría demencial favorita».

En lo que se refería al hogar, ¡Bob había vuelto! Robert y Miri consideraban por tanto que algunas de las teorías de desastres eran menos probables. Otras seguían siendo aterradoramente viables. Efectivamente, Bob se puso como un loco al descubrir lo de Alice. Durante un tiempo la situación en casa fue muy tensa. Tanto Robert como Miri presentían batallas descorazonadoras ocultas tras las miradas y los silencios. Miri había tenido años para descifrar las señales. Suponía que Bob había apelado a los médicos, que se había quejado muy alto en la cadena de mando. No había servido de nada. Alice seguía entrenándose.

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