Connie Willis - El Libro del Día del Juicio Final

Здесь есть возможность читать онлайн «Connie Willis - El Libro del Día del Juicio Final» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Libro del Día del Juicio Final: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Libro del Día del Juicio Final»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

A mediados del siglo XXI, Kivrin, una audaz estudiante de historia, decide viajar en el tiempo para estudiar `in situ` una de las eras más mortíferas y peligrosas de la historia humana: la Edad Media asolada por la Peste Negra. Pero una crisis que enlaza extrañamente pasado, presente y futuro atrapa a Kivrin en uno de los años más peligrosos de la Edad Media, mientras sus compañeros de Oxford en el año 2054, atacados de repente por una enfermedad desconocida, intentan infructuosamente rescatarla. Perdida en una época de superstición y de miedo, Kivrin descubre que se ha convertido en un improbable Angel de Esperanza durante una de las horas más oscuras de la historia.
Un tour de force narrativo, una novela que explorará el miedo atemporal de la enfermedad, el sufrimiento y la indomable voluntad del espíritu humano. Con diferencia, la mejor novela de ciencia ficción de 1992 con la que Connie Willis ha obtenido los más importantes premios del género: Nebula, Hugo y Locus
`Sin ser doctrinario, éste es el libro de inspiración religiosa tan apasionado con su humanismo como Un cántico por Leibowitz de Walter M. Miller. Una historia mucho mas sencilla que su trama, mucho más vasta que el número de sus paginas. El libro del Día del Juicio Final impresiona con la fuerza de una verdad profundamente sentida` John Kessel, Science Fiction Age

El Libro del Día del Juicio Final — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Libro del Día del Juicio Final», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Y tal vez sea así, pensó. ¿Quién sabe dónde me han traído? Estaba febril. Tal vez el asesino me embarcó y me hizo cruzar el Canal. Sabía que eso no era posible. Recordaba gran parte del viaje nocturno, aunque había una cualidad deslabazada e inconexa en todo aquello. Me caí del caballo, y el pelirrojo me recogió. Y pasamos ante una iglesia.

Frunció el ceño, intentando recordar más sobre la dirección que habían tomado. Se habían internado en el bosque, alejándose del claro, y salieron a un camino, y el camino se bifurcó, y ahí fue donde ella se cayó del caballo. Si pudiera encontrar la bifurcación en la carretera, tal vez sería capaz de localizar el lugar del lanzamiento desde allí. Estaba casi al lado de la torre.

Pero si el lugar del lanzamiento estaba tan cerca, se encontraba en Skendgate y las mujeres hablaban inglés medieval. Y si hablaban inglés medieval, ¿por qué no entendía nada de lo que decían?

Tal vez me di un golpe en la cabeza al caer del caballo, y le ha pasado algo al intérprete, pensó, pero no se había golpeado la cabeza. Se había soltado y se había ido deslizando hasta que quedó sentada en el suelo. Es la fiebre, pensó. Algo impide que el intérprete reconozca las palabras.

Reconoció el latín, pensó, y un nudo de miedo empezó a formarse en su pecho. Reconoció el latín, y no puedo estar enferma. Me pusieron las vacunas. Recordó de repente que la vacuna antiviral le picaba y le formó un bultito bajo el brazo, pero la doctora Ahrens lo comprobó antes de su partida. La doctora aseguró que no importaba. Y ninguna de las otras vacunas le había picado, excepto la vacuna de la peste. No puedo tener la peste, pensó. No tengo ninguno de los síntomas.

Las víctimas de la peste tenían grandes bultos bajo los brazos y en la parte interior de los muslos. Vomitaban sangre, y las venas bajo la piel se rompían y se volvían negras. No era la peste, ¿pero qué era, y cómo lo había contraído? Había sido vacunada contra todas las enfermedades importantes que existían en 1320, y por otra parte, no había estado expuesta a ninguna enfermedad. Había empezado a tener síntomas en cuanto atravesó, antes de encontrarse con nadie. Los gérmenes no gravitaban sin más cerca de un sitio de lanzamiento, esperando a que alguien atravesara. Tenían que propagarse por contacto, o por estornudos, o por las pulgas. La peste había sido extendida por las pulgas.

No es la peste, se dijo firmemente. La gente que tiene la peste no se pregunta si la tiene. Están demasiado ocupados muriéndose.

No era la peste. Las pulgas que la habían propagado vivían en ratas y humanos, no en mitad de un bosque, y la Peste Negra no alcanzó Inglaterra hasta 1348. Debe de ser alguna enfermedad medieval de la que la doctora Ahrens no tenía conocimiento. Había todo tipo de enfermedades extrañas en la Edad Media: el mal del rey y el baile de san Vito y un sinfín de fiebres. Debía de ser una de ellas, y su sistema inmunológico aumentado había tardado en descubrir qué era y en empezar a combatirla. Pero ahora lo había hecho, y su temperatura bajaba y el intérprete empezaría a funcionar. Sólo tenía que descansar y esperar y recuperarse. Reconfortada por este pensamiento, volvió a cerrar los ojos y se durmió.

Alguien la tocaba. Abrió los ojos. Era la suegra. Estaba examinando las manos de Kivrin, volviéndolas una y otra vez en las suyas, frotando su calloso índice por los dorsos, escrutando las uñas. Cuando vio que Kivrin tenía los ojos abiertos soltó las manos, como disgustada, y dijo:

Sheavost ahvheigh parage attelest, baht hoore der wikkonasshae haswfolletwe ?

Nada. Kivrin había esperado que de algún modo, mientras dormía, los ampliadores del intérprete hubieran clasificado y descifrado todo lo que había oído, y que despertaría para descubrir que ya funcionaba. Pero las palabras seguían resultándole ininteligibles. Sonaba un poco a francés, con sus entonaciones y sus delicadas inflexiones, pero Kivrin conocía el francés normando (el señor Dunworthy le había hecho aprenderlo), y no distinguía ninguna de las palabras.

Hastow naydepesse ? -dijo la anciana.

Parecía una pregunta, pero todo el francés lo parecía.

La mujer cogió el brazo de Kivrin con una ruda mano y la rodeó con el otro brazo, como para ayudarla a levantarse. Estoy demasiado enferma, pensó Kivrin. ¿Por qué quiere hacerme levantar? ¿Para interrogarme? ¿Para quemarme?

La mujer más joven entró en la habitación, llevando una palangana. La colocó sobre el asiento y se acercó a coger el otro brazo de Kivrin.

Hastontee natour yowrese ? -preguntó, mostrando su sonrisa desdentada, y Kivrin pensó que tal vez la llevarían al lavabo, e hizo un esfuerzo por sentarse y pasar las piernas por el lado de la cama.

Se mareó inmediatamente. Se sentó, las piernas desnudas colgando por el lado de la alta cama, esperando a que pasara. Llevaba su muda de lino y nada más. Se preguntó dónde estaría su ropa. Al menos le habían dejado la muda. En la Edad Media, la gente normalmente no llevaba nada al acostarse.

La gente de la Edad Media tampoco tenía agua corriente, pensó, y esperó no tener que salir a un retrete. Los castillos a veces tenían guardarropas cerrados, o esquinas sobre un conducto que tenía que ser limpiado al fondo, pero esto no era un castillo.

La mujer joven colocó una fina manta doblada sobre los hombros de Kivrin, como un chal, y las dos la ayudaron a levantarse de la cama. El suelo de tablas de madera estaba helado. Kivrin dio unos cuantos pasos y se mareó de nuevo. Nunca llegaré al exterior, pensó.

Wotan shay wootes nawdaor youse der jordane ? -dijo la mujer mayor bruscamente, y a Kivrin le pareció reconocer la palabra francesa jardin , ¿pero por qué iban a discutir de jardines?

Thanway maunhollp anhour -replicó la joven, quien rodeó a Kivrin con el brazo y pasó un brazo de Kivrin por encima de sus hombros. La anciana agarró el otro brazo con ambas manos. Apenas le llegaba a Kivrin al hombro, y la mujer joven no parecía pesar más de cuarenta kilos, pero entre las dos la llevaron al final de la cama.

Kivrin se mareó a cada paso. Nunca llegaré al exterior, pensó, pero se detuvieron al final de la cama. Había un cofre allí, una baja caja de madera con un pájaro o tal vez un ángel toscamente tallado en lo alto. Encima había una bacina de madera llena de agua, el vendaje ensangrentado de la frente de Kivrin, y un cuenco vacío y más pequeño. Kivrin, concentrándose en no caer, no advirtió lo que era hasta que la mujer mayor habló.

Swoune nawmaydar oupondre yorresette -con las manos hizo gestos de levantar sus pesadas faldas y sentarse.

Un orinal, pensó Kivrin, agradecida. Señor Dunworthy, los orinales existían en las mansiones rurales en 1320. Asintió para demostrar que comprendía y las dejó colocarla encima, aunque estaba tan mareada que tuvo que aferrarse a los pesados postes de la cama para no caer, y el pecho le dolió tanto cuando intentó levantarse de nuevo que se dobló.

Maisry! -gritó la anciana, volviéndose hacia la puerta-. Maisry, com undtvae holpoon !

La inflexión indicaba claramente que estaba llamando a alguien-¿Marjorie? ¿Mary?-, para que acudiera y ayudara, pero no apareció nadie, así que tal vez Kivrin también se equivocaba en eso.

Se enderezó un poco, tanteando el dolor, y luego trató de levantarse, y el dolor se había reducido un poquito, pero tuvieron que ayudarla a regresar a la cama, y cuando volvió a estar tapada, se encontraba exhausta. Cerró los ojos.

Slaeponpon donu paw daton -dijo la mujer más joven, y tenía que estar diciendo «descansa» o «duerme», pero seguía sin poder descifrarlo. El intérprete está estropeado, pensó, y el pequeño nudo de pánico empezó a formarse de nuevo, peor que el dolor en su pecho.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Libro del Día del Juicio Final»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Libro del Día del Juicio Final» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Connie Willis - Zwarte winter
Connie Willis
Connie Willis - Black-out
Connie Willis
Connie Willis - Passage
Connie Willis
Connie Willis - Rumore
Connie Willis
Connie Willis - Jack
Connie Willis
Connie Willis - All Clear
Connie Willis
Connie Willis - Lincoln’s Dreams
Connie Willis
Connie Willis - Nie licząc psa
Connie Willis
Connie Willis - L'anno del contagio
Connie Willis
Отзывы о книге «El Libro del Día del Juicio Final»

Обсуждение, отзывы о книге «El Libro del Día del Juicio Final» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x