Ursula Le Guin - La mano izquierda de la oscuridad

Здесь есть возможность читать онлайн «Ursula Le Guin - La mano izquierda de la oscuridad» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Город: Buenos Aires, Год выпуска: 1973, Издательство: Ediciones Minotauro, Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La mano izquierda de la oscuridad: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La mano izquierda de la oscuridad»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La trama gira en torno a la estancia de Genly Ai, un enviado terrestre del Ekumen, al planeta Gueden, también conocido como Invierno por atravesar una edad glaciar. El Ekumen podría definirse como una liga interplanetaria compuesta por los “mundos inhabitados” (es decir, por aquellos que no son ni los planetas conocidos ni sus colonias) cuyo propósito, en este caso, es que Gueden se una a la alianza. Por ello, Genly Ai lleva dos años en Karhide (uno de los dos reinos más importantes de Gueden) esperando una audiencia con el rey. Cuando llega el momento, todo apunta a que el rey no goza de un juicio sano, ve al Enviado como una amenaza y a su primer ministro, Estraven, como ejemplo de traición.
En un intento por conseguir en otra ciudad lo que ha resultado imposible en Karhide, Genly Ai viaja a Orgoreyn, donde Estraven cumple su exilio. El rechazo de los orgotas hacia Genly provoca el reencuentro entre éste y Estraven que, a partir de este punto, deberán convivir en duras condiciones.

La mano izquierda de la oscuridad — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La mano izquierda de la oscuridad», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Me desprendieron las manos de los remos, me alzaron sacándome del bote, y me dejaron tendido en la cubierta de la barca como un pez negro. Sentí que me miraban, pero no llegaba a entender qué decían, excepto una vez, cuando alguien que podía ser el capitán habló con voz firme: —No es todavía la hora sexta —y de nuevo, respondiendo a otra voz: —¿Y a mí qué? El rey lo desterró. Seguiré las órdenes del rey y no de cualquier subordinado.

De modo que contra las órdenes de los hombres de Tibe en la costa, y contra los argumentos de la tripulación, que temía ser castigada, aquel oficial de una patrulla de Kuseben me llevó a través del golfo de Charisune y me dejó a salvo en el puerto de Shelt en Orgoreyn. No sé si lo hizo por shifgredor y contra los hombres de Tibe que hubiesen matado a un hombre indefenso, o por bondad. Nusud. «Lo admirable es inexplicable.»

Alcancé a incorporarme cuando la costa orgota apareció como un color gris saliendo de la niebla de la mañana; moví trabajosamente las piernas, y al fin bajé de la nave internándome en las calles portuarias de Shelt, pero allí caí de nuevo en algún sitio. Cuando desperté me encontraba en el Hospital de Comensales de Charisune, Área de la Costa Cuatro, Comensalidad Veinticuatro, Sennedni. De esto no había duda pues estaba grabado o cincelado en escritura orgota en la cabecera de la cama, la lámpara junto a la cama, la taza de metal sobre la mesa de noche, la mesa de noche, los uniformes de las enfermeras, las ropas de cama, y el camisón que yo tenía puesto. Un médico entró y me dijo: —¿Por qué se resistió usted a la doza?

—Yo no estaba en doza —dije —. Yo estaba en un campo sónico.

—Los síntomas de usted eran los de alguien que se ha resistido a la fase de relajación de la doza. —El médico era un viejo dominante, y al fin me obligó a admitir que yo debía de haber usado la fuerza doza, contrarrestando así la parálisis mientras remaba, aun sin darme cuenta. Luego a la mañana, durante la fase dangen que requiere inmovilidad, yo me había levantado echando a caminar, y de ese modo casi me había matado a mí mismo. Cuando todo quedó explicado según su gusto, el médico me dijo que podría irme en un día o dos y se volvió hacia la cama de al lado. Detrás de él vino el inspector.

Detrás de todos los hombres de Orgoreyn viene el inspector.

—¿Nombre?

Yo no había preguntado cómo se llamaba él. Tenía que aprender a vivir apartado de las sombras, como es costumbre en Orgoreyn; no ofenderse, no ofender sin razón. Pero no le di mi nombre de tierras, que no le interesaba a ningún hombre de Orgoreyn.

—¿Derem Har? No es un nombre orgota. ¿De qué comensalidad?

—Karhide.

—No es una comensalidad de Orgoreyn. Los papeles de entrada y la identificación, ¿dónde están, por favor?

¿Dónde estaban mis papeles?

Yo había rodado bastante tiempo por las calles de Shelt antes que alguien me hubiese transportado al hospital, y había llegado allí sin papeles, bienes, abrigo, zapatos, o dinero. Cuando oí esto ya no sentí más cólera y me reí. No hay cólera en el fondo del pozo. Mi risa ofendió al inspector. —¿No se da cuenta de que es usted un extraño indigente y anónimo? ¿Cómo piensa volver a Karhide?

—En ataúd.

—No está dando respuestas adecuadas a preguntas oficiales. Si no tiene intención de volver a su propio país será enviado a una granja de voluntarios, donde hay sitio para criminales proscritos, extraños, y personas no identificadas. No hay otro sitio para indigentes y subversivos en Orgoreyn. Mejor que declare la intención de regresar a Karhide antes de tres días o tendré…

—He sido expulsado de Karhide.

El médico, que cuando oyó mi nombre había vuelto la cara desde la otra cama, llevó al inspector a un lado y le murmuró algo. Al inspector se le fue agriando la cara, como cerveza mala, y cuando estuvo de nuevo a mi lado me dijo, tomándose tiempo y refunfuñándome cada palabra: —¿He de presumir entonces que declarará usted la intención de solicitar permiso de residencia permanente en la Gran Comensalía de Orgoreyn, dependiendo esto de que obtenga y retenga ocupación útil como dígito de una comensalía o vecindad?

—Sí —dije. La palabra permanente, una palabra calavera como quizá no hay otra, había eliminado toda posibilidad de broma.

Cinco días más tarde se me concedió residencia permanente subordinada a mi registro como dígito en la municipalidad de Mishnori (que yo había elegido), y se me dieron papeles de identificación temporarios para mi viaje a la ciudad. Yo hubiese pasado hambre esos cinco días, si el viejo médico no me hubiese mantenido en el hospital. Le gustaba tener un primer ministro de Karhide en su sala, y el primer ministro le estaba agradecido.

Me trasladé a Mishnori como tripulante de barcas de tierra en una caravana que llevaba pescado fresco de Sbelt. Un viaje rápido y oloroso, que terminaba en los extensos mercados de Mishnori Sur, donde pronto encontré ocupación en las casas del hielo. Siempre hay trabajo en el verano en esos sitios, donde se cargan y empacan y almacenan y embarcan materiales perecederos. Yo trabajaba sobre todo en pescado, y vivía en una isla cerca de los mercados junto con mis compañeros de la casa del hielo. La isla del Pescado, la llamaban; hedía a nosotros. Pero el trabajo me gustaba pues me permitía pasar la mayor parte del día en el depósito refrigerado. Mishnori es un baño de vapor en verano. Las puertas de las montañas están cerradas: los ríos hierven, los hombres transpiran. En el mes de ockre hay diez días y diez noches en que la temperatura no baja nunca de quince grados, y un día el calor subió a treinta grados. Luego de pasarme el día en mi fresco refugio que olía a pescado, yo salía a ese horno de fundición, y caminaba tres kilómetros hasta los muelles de Kunderer, donde hay árboles, y puede verse el río caudaloso, aunque no bajar a las orillas. Allí me paseaba hasta tarde y al fin regresaba a la isla del Pescado a través de la noche cerrada y calurosa. En aquellos barrios de Mishnori la gente rompía los faroles de la calle, para poder actuar en la oscuridad. Pero los coches de los inspectores estaban siempre vigilando e iluminando esas calles oscuras, quitándoles a los pobres la única intimidad que les quedaba, la noche.

La nueva ley de registros de extranjeros, promulgada en el mes de kus como una movida táctica, en esa pugna secreta de Orgoreyn y Karhide, invalidó mi registro, y me dejó sin empleo; me pasé medio mes esperando en las antesalas de infinitos inspectores. Mis compañeros de trabajo me prestaban dinero y robaban pescado para mi cena, y así llegué a registrarme de nuevo antes de morirme de hambre; aunque yo ya había aprendido la lección.

Me gustaban esos hombres duros y leales, pero vivían en una trampa que no tenía salida, y a mi me esperaba un trabajo entre gente que me gustaba menos. Hice los llamados que venía postergando desde tres meses atrás.

Al día siguiente yo lavaba mi camisa en el patio de la isla del Pescado junto con otros hombres, todos desnudos o semidesnudos, cuando a través de los vapores y hedores de la grasa y el pescado y el golpeteo del agua oí que alguien me llamaba por mi nombre de tierras: y allí estaba el comensal Yegey en el lavadero, con el mismo aspecto con que se me había aparecido en la recepción del embajador del Archipiélago en la sala de ceremonias del palacio de Erhenrang, siete meses antes.

—Salga de ahí, Estraven —me dijo en la voz alta, grave, nasal de la gente rica de Mishnori. —Oh, deje esa camisa.

—No tengo otra.

—Sáquela de esa sopa entonces y venga. Está caluroso aquí.

Los otros hombres lo miraron con una curiosidad sombría, reconociéndolo como hombre rico, aunque no sabían que era un comensal. No me gustó verlo allí; hubiese podido enviar a alguien. Muy pocos orgotas tienen algún sentido de la decencia, y yo quería sacarlo de allí cuanto antes. No me sentía cómodo en la camisa mojada, de modo que le dije a un muchacho desocupado que iba y venia por el patio que me la guardara hasta que yo volviese. Pagué mis deudas y la renta, y con los papeles en el bolsillo del hieb, y sin camisa, dejé la isla de los Mercados, y fui con Yegey de vuelta entre las casas de los poderosos.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La mano izquierda de la oscuridad»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La mano izquierda de la oscuridad» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La mano izquierda de la oscuridad»

Обсуждение, отзывы о книге «La mano izquierda de la oscuridad» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x