—Alguien de quien puedo desconfiar menos que de los demás. No lo olvides nunca, Brierson, mis dispositivos te estarán vigilando total y continuamente —estuvo pensando unos momentos—. Esperaba que ella regresara a tiempo para esta conversación. Es de la que menos se puede suponer un motivo. En todos estos megaaños jamás se ha entrometido en nuestras pequeñas maquinaciones. Los dos vais a trabajar juntos. Confío en que vuestras habilidades se complementarán. Ella conoce la tecnología, pero es algo… rara.
Yelén se calló de nuevo. Wil se preguntaba si llegaría a acostumbrarse a aquella silenciosa comunión entre humanos y máquinas.
Percibió un movimiento en su visión periférica. Wil se volvió y vio a una tercera persona que se sentaba a la mesa. Era la mujer espacial. No había podido oír que la puerta se abriera ni pisadas… Después vio que estaba sentada pero apartada de la mesa, y que su asiento estaba ligeramente desviado de la vertical. Aquel holo era mucho mejor que cualquiera que hubiera podido ver antes.
Saludó solamente con la cabeza a Yelén.
—Señora Korolev. Todavía me hallo en una órbita elevada, pero si usted quiere, podemos hablar.
—Bien. Quería presentarle su compañero —sonrió a causa de algún chiste privado—. Señora Lu, este es Wil Brierson. Inspector Brierson, Della Lu.
Wil había oído antes aquel nombre, pero no podía recordar exactamente cuándo. La pequeña asiática aparecía casi igual a como se había presentado en la fiesta. Supuso que sólo había estado fuera del estasis unos pocos días, ya que su cabello era la misma oscura pelusa que antes.
Lu miró a Korolev durante algunos segundos después de la presentación y luego se volvió hacia Brierson. Si el retraso no era una afectación, sería debido a que estaba más allá de la luna.
—He leído muchas cosas buenas acerca de usted, inspector —dijo e inició una sonrisa que no involucraba a sus ojos; hablaba cuidadosamente, cada palabra era algo aislado, pero aparte de esto, su lenguaje era muy parecido al dialecto Norte Americano de Wil.
Antes de que Brierson pudiera contestar, Korolev dijo:
—¿Hay algo sobre nuestros primeros sospechosos, señora Lu?
Otra pausa que duró cuatro latidos.
—Los Robinson no quisieron detenerse.
Las ventanas de la biblioteca mostraban una vista desde el espacio. En una dirección, Wil podía ver un brillante disco azul y otro gris de luminosidad menos intensa: la Tierra y la Luna. A través de la ventana que estaba detrás de Lu aparecía suspendida una burbuja en cuya superficie se reflejaba el sol, la tierra y la luna. La esfera estaba rodeada por una estructura metálica en forma de tela de araña, que en determinados lugares se hinchaban formando estructuras más sólidas. Docenas de pequeñas bolas de plata circulaban en órbitas lentas alrededor de la central. Cada unos pocos segundos, las burbujas se desvanecían, y eran sustituidas por otra mucho mayor que incluía hasta la superestructura de tela de araña. Se produjo un destello de luz, y la escena volvió a su primera fase.
—Cuando pude alcanzarles, estaban fuera de la antigravedad y usaban impulsos de propulsión. Su frecuencia de destellos era constante. Resultó muy fácil seguirles.
Quack, quack. Por unos momentos, Wil estuvo completamente perdido. Después supo que estaba viendo un impulso de cabezas nucleares, desde muy cerca. La idea era tan simple que había sido puesta en práctica incluso en su tiempo: no había más que lanzar una bomba, ponerse en estasis durante unos pocos segundos mientras explotaba y daba un poderoso empuje. Cuando se salía del estasis, se lanzaba otra bomba y se iba repitiendo el proceso. Desde luego esto resultaba mortal para los que estaban cerca. Para poder conseguir aquellas fotografías, Della Lu, debía de haber igualado exactamente el ciclo de emburbujamientos, y utilizado sus propias bombas para no quedarse atrás.
—Advierta que cuando la burbuja de desplazamiento explota, inmediatamente generan otra burbuja menor dentro de su marco de defensa. Es una batalla que requiere miles de años de tiempo exterior para llegar a su fin.
Los objetos que están en estasis tienen una protección absoluta frente al mundo exterior. Pero llega un momento en que las burbujas explotan: si la duración ha sido corta, tu enemigo está todavía esperando, preparado para disparar. Si la duración fuese larga, tu enemigo podría hacer caer tu burbuja al sol: una protección absoluta acabaría en una catástrofe absoluta. Aparentemente, los viajeros avanzados utilizan una jerarquía de luchadores autónomos, que entran y salen del tiempo real. Mientras estaban en tiempo real, sus procesadores decidieron la duración del siguiente emburbujamiento. Los dispositivos de período más corto estaban en sincronismo con los de períodos más largos, pasándose las conclusiones a través de una cadena de mandos. En lo más alto, la burbuja de mando de los viajeros, podía tener un período relativamente largo.
—¿Es decir, que pudieron escapar?
Una interrupción debida al tiempo y a las profundidades estelares: Pausa, pausa, pausa, pausa.
—No del todo. Proclamaron su inocencia y dejaron un rehén para demostrar su buena fe.
Una de las ventanas se iluminó con la imagen de Tammy Robinson. Parecía más pálida que de costumbre. Wil tuvo un arrebato de ira contra Don Robinson. Podría ser una jugada inteligente, pero ¿qué clase de persona deja a su hija quinceañera para que se enfrente a una investigación por asesinato? Lu prosiguió:
—Está conmigo. Aterrizaremos dentro de sesenta minutos.
—Está bien, señora Lu. Me gustaría que usted y Brierson la interrogaran entonces — detrás de las ventanas, los bosques sustituyeron a lo negro y lo brillante del espacio—. Quiero que consigan ustedes su historia antes de que se marchen a reestablecer la Ciudad Korolev.
Wil observó a la espacial. Era rara, pero parecía competente. Y era uno de los testigos más poderosos que podía conseguir. No se preocupó del autón de Yelén e intentó poner en su voz una nota de confianza perentoria cuando dijo:
—Hay otra cosa, Yelén.
—¿Y bien?
—Necesitamos una copia íntegra del diario.
—\Vaya!… ¿Qué diario?
—El que Marta llevó durante todos los años en que estuvo abandonada.
La boca de Yelén se mantuvo cerrada, porque se dio cuenta de que él podría estar faroleando, pero que ella ya había perdido aquella mano. Wil mantuvo los ojos fijos en Yelén, pero vio que el autón se elevaba: allí había alguien más que se tiraba faroles.
—No es asunto tuyo, Brierson. Lo he leído. Marta no sabía quién la había dejado abandonada.
—Tengo ganas de leerlo, Yelén.
—¡Pues te las aguantas! —se levantó a medias de su asiento, después se volvió a sentar—. Eres la última persona a quien dejaría que se entrometiera en la vida privada de Marta… —Se volvió hacia Lu—. Tal vez le muestre a usted algunas partes.
Wil no dejó que la espacial contestara.
—No. Allí, en el tiempo de donde procedo, la ocultación de pruebas se consideraba un crimen, Yelén. Aquí esto puede parecer algo sin sentido, pero si no me das este diario completo y todo lo que esté asociado con él, dejo el caso, y voy a pedir a Lu que también lo deje.
Yelén tenía los puños apretados. Empezó a hablar, se detuvo. Un temblor débil se notaba en su cara. Finalmente dijo:
—Está bien, lo tendrás. ¡Pero ahora aparta de mi vista!
Tammy Robinson era una jovencita que estaba muy asustada; Wil no necesitaba su experiencia policial para darse cuenta de ello. La chica andaba incesantemente de uno a otro lado de la habitación, y la histeria se notaba en el tono alto de su voz.
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