Bob Shaw - Los astronautas harapientos

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Los astronautas harapientos: краткое содержание, описание и аннотация

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Los mundos gemelos, Land y Overland, sólo estan separados por unos miles de kilómetros; y sus órbitas son tales que Overland siempre aparece situado en el mismo lugar en el cielo, llenando gran parte de él y visible en todos sus detalles, cuando se asoma sobre Land. Los humanos que habitan Land, al carecer de metales, sólo han podido desarrollar una tecnología de bajo nivel. Durante siglos, han vivido de forma bastante estable; pero en el momento en que comienza esta historia, su existencia está amenazada. Los pterthas, una especie de burbujas llenas de humo que flotan en el aire y que siempre han sido peligrosas, parecen haber declarado la guerra a la humanidad. Ni los filósofos, que tienen a su cargo la investigación científica además de ser los elaboradores de las teorías y sustentadores de las ideas, ni los militares dirigidos por el príncipe Leddravohr, ni el Industrial supremo, príncipe Chakkell, ni aun el mismo rey Prad, comprenden la magnitud del peligro y la acuciante necesidad de encontrar una solución. Sólo Glo, el gran Filósofo, viejo, decadente, borracho y menospreciado por todos, incluidos los de su clase, propone una solución audaz y aparentemente inaceptable.

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Recorrió su tienda con la vista. Ésta sólo estaba amueblada con una estrecha cama, un baúl, un escritorio portátil y varias sillas plegables sobre una estera de paja. A otros oficiales del estado mayor les gustaba rodearse de lujo para suavizar los rigores de la campaña, pero ése nunca fue el estilo de Dalacott. Siempre había sido un soldado y vivido como tal. Había decidido morir mediante el veneno en lugar de la espada porque ya no se consideraba merecedor de la muerte de un soldado.

Dentro de la tienda había oscuridad, la única luz procedía de una lámpara de campaña que se autoabastecía atrayendo cierta clase de bacterias. Encendió una segunda lámpara y la colocó sobre su escritorio, sintiéndose aún un poco extrañado de que tal operación fuera necesaria para leer durante la noche. En aquella parte al oeste de Chamteth, al otro lado del río Naranja, Overland no era visible desde el horizonte y el ciclo diurno consistía en doce horas de luz ininterrumpida seguidas de doce horas de oscuridad total. Probablemente, en Kolkorron hubiera ocurrido lo mismo si sus científicos hubiesen planeado un sistema eficaz de iluminación mucho tiempo atrás.

Dalacott levantó la tapa de su escritorio y sacó el último volumen de su diario, el del año 2629. Estaba encuadernado en cuero verde y tenía una hoja para cada día del año. Abrió el libro y pasó lentamente las páginas, resumiendo toda la campaña de Chamteth en cuestión de minutos, escogiendo los acontecimientos clave que, insensiblemente al principio, lo habían conducido a su desintegración personal como soldado y como hombre…

DÍA 84. El príncipe Leddravohr tenía un extraño humor en la reunión de hoy del estado mayor. Me pareció que estaba exaltado y alegre, a pesar de las noticias de graves pérdidas en el frente sur. Una y otra vez hizo referencia al hecho de que los pterthas parecían escasear en esta parte de Land. No es dado a confiar sus más profundos pensamientos; pero reconstruyendo comentarios confusos y fragmentarios, tengo la impresión de que alberga la idea de persuadir al rey a abandonar todo el asunto de la migración a Overland.

Su razonamiento parece basarse en que tales medidas serían innecesarias si se demostrara que, por alguna razón, las condiciones en la Tierra de los Largos Días son desfavorables para los pterthas. En ese caso, Kolkorron sólo necesitaría someter a Chamteth y transferir la sede del poder y el resto de la población a este continente; una operación mucho más lógica y natural que intentar desplazarse a otro planeta…

DÍA 93. La guerra no va bien. Estos hombres son guerreros decididos, valientes y dotados. No puedo aceptar la posibilidad de nuestra derrota, pero la verdad es que habríamos sido severamente probados incluso en los días en que contábamos con cerca de un millón de hombres sometidos a un gran adiestramiento. Hoy en día tenemos sólo un tercio de ese número, con una proporción inquietantemente alta de recién alistados, y vamos a necesitar suerte además de todo nuestro talento y coraje si la guerra ha de proseguir con éxito.

Un factor importante a nuestro favor es que este país tiene grandes recursos, en especial brakkas y cultivos comestibles. El sonido de las descargas polinizadoras de los brakkas es constantemente confundido por mis hombres con los cañonazos del enemigo, y disponemos de una gran cantidad de cristales de energía para nuestra artillería pesada. No hay ninguna dificultad en mantener bien alimentados a nuestros ejércitos, a pesar de los esfuerzos que hacen los chamtethanos para quemar las cosechas que se ven obligados a abandonar.

Las mujeres chamtethanas, e incluso niños de muy corta edad, se complacen en esa forma de destrucción si se les permite tomar sus propias decisiones. Con nuestros efectivos militares forzados hasta el límite, no es posible distraer tropas de combate en labores de vigilancia y, por esa razón, Leddravohr ha decretado no hacer prisioneros, sin diferencias por sexo o edad.

Parece lógico, militarmente hablando, pero me he puesto enfermo por las grandes carnicerías que he presenciado últimamente. Incluso los soldados más duros realizan su tarea con una expresión lúgubre en sus rostros, y por la noche en los campamentos, el poco júbilo que se percibe tiene un carácter artificial y forzado.

Éste es un pensamiento sedicioso, un pensamiento que yo no expresaría en ningún otro lugar excepto en la intimidad de estas páginas, pero una cosa es extender los beneficios del imperio a las tribus bárbaras e ignorantes, y otra muy distinta llevar a cabo la aniquilación de un gran pueblo cuyo único delito fue preservar sus recursos de brakkas.

Nunca he tenido tiempo para la religión, pero ahora, por primera vez estoy empezando a entender lo que significa la palabra «pecado»…

Dalacott interrumpió su lectura y cogió la taza de vino esmaltada. Durante un momento miró fijamente su adornado fondo y, resistiendo la tentación de beber todo su contenido, tomó un pequeño sorbo. Mucha gente parecía estar llamándolo desde el otro lado de esa barrera que separaba la vida de la muerte: su esposa Toriane, Aytha Maraquine, su hijo Oderan, Conna Dalacott y el pequeño Hallie…

¿Por qué había sido escogido para quedarse, durante más de setenta años, con la falsa bendición de la inmunidad, cuando otros podrían haber hecho mejor uso que él del don de la vida?

Sin ningún pensamiento consciente, la mano derecha de Dalacott se deslizó dentro de uno de sus bolsillos y cogió el curioso objeto que había encontrado a la orilla del Bes- Undar hacía muchos años. Frotó su dedo pulgar con un movimiento circular sobre su superficie espejada, mientras empezaba de nuevo a pasar las páginas de su diario.

DÍA 102. ¿Cómo se explican las maquinaciones del destino?

Esta mañana, después de haber estado postergándolo durante muchos días, empecé a firmar una serie de menciones honoríficas que había sobre mi escritorio y descubrí que mi propio hijo, Toller Maraquine, sirve como soldado raso en uno de los regimientos que están a mis órdenes.

Parece ser que ha sido recomendado para la medalla al valor no menos de tres veces a pesar de la brevedad de su servicio y su falta de entrenamiento reglamentario. En teoría, un recién alistado, como debe serlo él, no debe pasar mucho tiempo en la línea de combate, pero quizá la familia Maraquine ha usado sus íntimas relaciones con la corte para que Toller avance en su tardía carrera militar. Esto es algo que debo averiguar si alguna vez me lo permiten las obligaciones de mi mando.

Verdaderamente éstos son tiempos cambiantes, en los que la casta militar no sólo llama a los ajenos a ella para que engrasen sus filas, sino que también los catapulta hacia los máximos peligros, dándoles paso hacia la gloria.

Haré todo lo posible por ver a mi hijo, si puedo arreglarlo sin levantar sospechas en él ni comentarios en los otros. Un encuentro con Toller sería un resplandor de luz en esta noche profunda de guerra criminal.

DÍA 103. Una compañía del 8º Batallón fue totalmente aplastada hoy por un ataque por sorpresa en el sector C11. Sólo unos cuantos hombres escaparon de la matanza y muchos de ellos estaban tan gravemente heridos que no les quedó otra opción que la Vía Brillante. Desastres como ése se han convertido casi en una rutina, hasta tal punto que me siento más preocupado por los informes que llegaron esta mañana sugiriendo que nuestro respiro de los pterthas pronto llegará a su fin.

Las observaciones telescópicas de las aeronaves al este de aquí en la península de Loongl revelaron hace unos días que grandes cantidades de pterthas se desplazan hacia el sur por el ecuador. Los informes no han sido muy precisos, porque en este momento tenemos muy pocas naves en el océano Fyallon, pero la opinión de los científicos parece ser que los pterthas se están moviendo hacia el sur aprovechando una corriente de aire que los arrastrará una larga distancia hacia el oeste y después nuevamente hacia el norte, introduciéndolos en Chamteth.

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