Robert Silverberg - Muero por dentro

Здесь есть возможность читать онлайн «Robert Silverberg - Muero por dentro» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Город: Barcelona, Год выпуска: 1988, Издательство: Martínez Roca, Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Muero por dentro: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Muero por dentro»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Muero por dentro es un clásico de referencia y una de las más inspiradas historias de su autor: en ella aborda un tema tan clásico como es la telepatía de manera sutil, ahondando en el lado oscuro del ser humano, rebosa soledad, devastación interior y sensibilidad.
Nombrado para el premio Nebula a la mejor novela en 1972.
Nombrado para el premio Hugo a la mejor novela en 1973.
Nombrado para el premio Locus en 1973.

Muero por dentro — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Muero por dentro», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—Le estaba diciendo que me gustaría abrir una cuenta. Usted es corredor, ¿no?

Con timidez, con torpeza, poseído de una repentina desmaña adolescente, le mostró los formularios para abrir cuentas. Entonces los otros corredores ya habían llegado, pero demasiado tarde: según las reglas de la casa era su clienta. Sentada junto a su desordenada mesa, le habló de sus necesidades de inversión mientras él estudiaba la elegante forma ahusada de su nariz de tabique elevado, luchando sin éxito, contra su desconcertante y enigmática inaccesibilidad mental, y, a pesar o quizá debido a esa inaccesibilidad, comenzaba a enamorarse irremediablemente de ella.

Tenía veintidós años, hacía un año que había salido de Radcliffe, era de Long Island, y eompartía un apartamento en la avenida West End con otras dos chicas. Aunque no estaba casada, descubrió que había habido un largo e infructuoso romance que terminó en un compromiso roto poco antes de que se conocieran. (Qué extraño era para él no descubrirlo todo en seguida, extrayendo la información cuando lo deseaba.) Había estudiado matemáticas y trabajaba como programadora de computadoras, un término que, en 1963, significaba muy poco para él; no sabía exactamente si lo que hacía era diseñar computadoras, trabajaba con ellas o las montaba. Acababa de heredar 6.500 dólares de una tía de Arizona, y sus padres, que por lo visto eran severos y decididos partidarios de que se educara con mano dura, le dijeron que se encargara ella de invertir el dinero para que fuera asumiendo responsabilidades propias de una adulta. Por lo tanto se había dirigido a la oficina de corredores de bolsa del barrio, un oveja a punto de ser trasquilada, para invertir su dinero.

—¿Qué quiere hacer? —le preguntó Selig—. ¿Invertirlo en algo seguro como acciones selectas, o arriesgarse un poco para obtener algunas ganancias?

—No sé. No sé nada acerca del mercado. Lo único que sé es que no quiero hacer ninguna estupidez.

Otro corredor, como por ejemplo Nadel, le habría dicho que el que no arriesga no gana y, aconsejándole que se olvidara de conceptos tan aburridos y anticuados como dividendos, la habría conducido a una cartera en movimiento: Texas Instruments, Collins Radio, Polaroid y ese tipo de cosas. Luego, de vez en cuando, removería su cuenta; cambiaría Polaroid por Xerox, Texas Instruments por Fairchild Camera, Collins por American Motors, American Motors por Polaroid de nuevo obteniendo sus buenas comisiones y, quizá, aumentando el capital de ella, o perdiendo un poco. Selig no tenía estómago para tales maniobras.

—Esto le va parecer muy aburrido —le dijo—, pero vayamos a lo seguro. Le recomendaré algunas cosas aceptables que jamás la harán rica pero que tampoco la harán perder dinero. Y luego podrá guardar las acciones y esperar a ver como crecen, sin tener que estar constantemente pendiente de las cotizaciones del mercado para ver si debería vender. Doy por descontado que no quiere estar continuamente preocupándose por las fluctuaciones a corto plazo, ¿verdad?

Eso no era ni mucho menos lo que Martinson le había dicho que les aconsejara a los nuevos clientes, pero al diablo con eso. Le consiguió algunas acciones de Jersey Standard, algunas de Teléfonos, algunas de IBM, acciones de dos buenas empresas de servicios públicos, y 30 acciones de un fondo de capital limitado llamado Lehman Corporation, del que poseían acciones muchos de sus ancianos clientes. No hizo preguntas, ni siquiera quiso saber qué era un fondo de capital limitado.

—Listo —dijo Selig—. Ahora tiene una cartera, ya es una capitalista.

Ella sonrió. Pese a ser una sonrisa tímida, algo forzada, él creyó detectar un flirteo en sus ojos. Era una agonía no poder leerle la mente, verse obligado a guiarse sólo por los signos externos para saber qué pensaba de él. Aun así, se arriesgó.

—¿Tiene algún plan para esta noche? —le preguntó—. Salgo de aquí a las cuatro de la tarde.

Dijo que estaba libre, pero que su horario era de once a seis. Quedó en pasar a buscarla por su apartamento alrededor de las siete. Cuando abandonó la oficina no había duda del calor de su sonrisa.

—Sinvergüenza con suerte —le dijo Nadel—. ¿Qué has hecho, la has invitado a salir? Acostarse con los clientes viola las reglas de la Comisión Controladora de Acciones y Valores.

Selig se limitó a reír. Veinte minutos después de que abriera el mercado realizó una operación al descubierto con 200 Molybdenum en el Amex, y cubrió su venta un punto y medio más bajo durante la hora de la comida. Pensó que con eso tendría suficiente para pagar la cena, y, posiblemente, aun le sobraría. El día anterior Nyquist le había dado el dato: Moly es algo seguro, sin duda se caerá de la cama. Durante la calma de media tarde, sintiéndose satisfecho consigo mismo, llamó por teléfono a Nyquist para comunicarle lo de su maniobra.

—Lo cubriste demasiado rápido —dijo Nyquist inmediatamente—. Esta semana bajará cinco o seis puntos más. Los inversionistas que están al tanto así lo esperan.

—No soy tan codicioso. Tengo suficiente con los tres billetes que conseguí tan rápidamente.

—De ese modo no te vas a hacer rico.

—Supongo que no tengo el instinto de los que apuestan —dijo Selig e hizo una pausa.

En realidad no había llamado a Nyquist para hablarle del descenso de Molybdenum. Quería decirle que había conocido a una chica y el extraño problema que había con ella. He conocido a una chica, he conocido a una chica. Unos repentinos temores le detuvieron. La pasiva y silenciosa presencia de Nyquist al otro lado de la línea telefónica parecía, de algún modo, amenazadora. Se reirá de mí, pensó Selig. Siempre se ríe de mí, en silencio, creyendo que no me doy cuenta. Pero esto es una idiotez. Le dijo:

—Tom, hoy me ha sucedido algo extraño. Vino una chica a la oficina, una chica muy atractiva. La veré esta noche.

—Te felicito.

—No vayas tan rápido, la cuestión es que no pude leer su mente en absoluto. Quiero decir que ni tan siquiera pude recibir una emanación. Un blanco, un blanco absoluto. Jamás me había pasado eso con nadie. ¿Y a ti?

—Creo que tampoco.

—Un blanco total. No lo entiendo. ¿Cómo puede explicarse que tenga una pantalla tan resistente?

—Es posible que hoy estés cansado —sugirió Nyquist.

—No. No. Puedo leer a todos los demás como siempre, pero a ella no.

—¿Y eso te molesta?

—Por supuesto que sí.

—¿Por qué dices por supuesto?

A Selig le parecía obvio. Sabía que lo que Nyquist estaba haciendo era provocarle: la voz tranquila, sin inflexiones, neutral. Un juego. Una forma de pasar el tiempo. Deseó no haber llamado. Parecía que estaban anotando algo importante en la pizarra de acciones, y el otro teléfono estaba sonando. Nadel atendió y le lanzó una mirada furiosa: ¡Vamos, viejo, hay mucho trabajo!

Selig dijo con brusquedad:

—Bueno, pues me interesa mucho. Y me molesta no encontrar la forma de llegar a su verdadero yo.

Nyquist dijo:

—Lo que quieres decir es que te molesta no poder espiarla.

—No me gusta esa frase.

—¿De quién es? Mía no. Así es cómo consideras lo que hacemos, ¿verdad? Piensas que espiamos. Te sientes culpable por espiar a la gente, ¿no? Pero por lo visto también te irrita no poder hacerlo.

—Supongo que sí—admitió Selig malhumorado.

—Con esta chica te ves forzado a emplear viejas y torpes técnicas de las conjeturas que el resto del mundo está condenado a usar todo el tiempo para tratar con la gente, y eso no te gusta. ¿No es así?

—Haces que parezca algo tan malo, Tom.

—¿Qué quieres que te diga?

—No quiero que me digas nada. Simplemente te estoy comentando que a esta chica no puedo leerle la mente, que nunca me había ocurrido nada parecido, y me pregunto si tienes alguna teoría que explique por qué me sucede esto con ella.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Muero por dentro»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Muero por dentro» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Robert Silverberg - He aquí el camino
Robert Silverberg
Robert Silverberg - Rządy terroru
Robert Silverberg
Robert Silverberg - Poznając smoka
Robert Silverberg
Robert Silverberg - Yokel with Portfolio
Robert Silverberg
Robert Silverberg - Push No More
Robert Silverberg
Robert Silverberg - La porte des mondes
Robert Silverberg
Robert Silverberg - Morire dentro
Robert Silverberg
Robert Silverberg - Por el tiempo
Robert Silverberg
Pablo Paredes M - Los animales por dentro
Pablo Paredes M
Отзывы о книге «Muero por dentro»

Обсуждение, отзывы о книге «Muero por dentro» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x