Ahora empiezo a entender la mitad de las palabras del servicio. Entremezcladas con el código, suplican a Krug que redima a los Hijos de la Cuba, que les dé libertad, que los eleve al nivel de los Hijos del Vientre. Cantan sobre el día en que Vientre y Cuba y Cuba y Vientre sean uno. Con una infinidad de gestos de Krug-nos-guarde, suplican la piedad de Krug. ¡Krug! ¡Krug! ¡Krug! ¡Krug! ¡Aquí todo gira en torno a la idea de un Krug piadoso!
Empiezo a captar la imagen. ¡Esto es un movimiento de igualdad! ¡Éste es un frente de liberación androide!
“Krug, nuestro señor, guíanos hacia el lugar que nos corresponde junto a nuestros hermanos de carne.”
“Krug nos traerá redención.”
“Krug terminará con nuestro sufrimiento.”
“Alabado-sea-Krug.”
“Gloria a Krug.”
El servicio empieza a ganar intensidad. Todo el mundo canta, recita, hace signos, incluidos muchos que Lilith no me ha enseñado. La misma Lilith está completamente absorta en la plegaria. Me siento aislado, un infiel, un intruso, mientras les escucho rezar a su Creador, mi padre, que es su dios. Durante largos ratos, el servicio se recita en lenguaje código, pero sigo descubriendo palabras conocidas. Krug, desciende y redímenos. Krug, bendícenos. Krug, termina con este tiempo de prueba. Krug, te necesitamos. Krug Krug Krug Krug Krug. Con cada Krug, me estremezco, siento un cosquilleo entre los omóplatos. Nunca sospeché nada de esto. ¿Cómo han conseguido guardarlo tan en secreto? Krug el dios. Mi padre el dios. Y yo también soy Krug. Si Krug muere, ¿a quién adorarán? ¿Cómo puede morir un dios? ¿Predican la resurrección de Krug? ¿O el Krug de la Tierra es sólo una manifestación del auténtico Krug que está en las alturas? Eso es lo que me parece entender, por algunos versos del servicio.
Ahora cantan juntos, un unísono atronador:
“AAA AAG AAC AAU sea Krug. ”
“AGA AGG AGC AGU sea Krug.”
“ACA ACG ACC ACU sea Krug.”
Le están ofreciendo todo el código genético, verso a verso. Lo sigo por una columna de la pared. De pronto, oigo mi propia voz uniéndose al cántico:
“GAA GAG GAC GAU sea Krug.”
“GGA GGG GGC GGU sea Krug.”
Lilith me mira y me sonríe. Tiene el rostro arrebolado, está exaltada, excitada, hay casi un arrebato sexual en su expresión. Asiente, dándome ánimos.
Canto más fuerte.
“GCA GCG GCC GCU sea Krug.”
“GUA GUG GUC GUU sea Krug.”
Sigue una y otra vez, un tono extraño, nadie canta igual que su compañero, pero es un unísono, todos los androides parecen sintonizados con diferentes intervalos de escalas diferentes. No me cuesta trabajo adaptarme, y sigo con ellos hasta el final.
“UUA UUG UUC UUU sea Krug.”
Nos levantamos. Nos acercamos al altar. Hombro con hombro, Lilith a mi izquierda y un beta contra mi derecha, ponemos las manos sobre ese bloque de carne viviente. Está caliente y resbaladizo. Cuando lo tocamos, se estremece. Las vibraciones pasan a través de nosotros. “Krug —cantamos—, Krug, Krug, Krug, Krug.”
El servicio ha terminado.
Algunos androides salen en fila. Otros se quedan, pues parecen demasiado agotados por la experiencia como para marcharse de inmediato. Yo también me siento así, y eso que apenas he participado. Una intensa comunión religiosa. Se dice que la religión ha muerto, que es una costumbre antigua en desuso, pero no, no entre esta gente. Creen en poderes superiores y en la eficacia de la plegaria. Creen que Krug les escucha. ¿Les escucha Krug? ¿Ha escuchado Krug alguna vez? Pero ellos creen que sí. Si no escucha ahora, lo hará, dicen, escuchará. Y los librará de sus cadenas. El opio para el pueblo, ¿no? Pero los alfas también creen.
“¿Cuánto tiempo lleva esto en marcha, esta religión?”, le pregunto a Lilith.
“Desde antes de que yo naciera.”
“¿Quién la inventó?”
“Empezó aquí, en Estocolmo. Un grupo de alfas. Se difundió rápidamente. Ahora hay creyentes por todo el mundo.”
“¿Todos los androides son creyentes?”
“No todos. La gente del PIA, no. Nosotros pedimos milagros y la gracia divina. Ellos defienden la agitación política directa. Pero somos más que ellos. La mayoría de nosotros somos creyentes. Más de la mitad. Todos los gammas, la mayoría de los betas y muchos alfas.”
“¿Y pensáis que, si seguís pidiendo a Krug que os redima, lo hará?”
Lilith sonríe.
“¿Qué otra cosa podemos esperar?”
“¿Os habéis acercado directamente a Krug alguna vez?”
“Nunca. Verás, distinguimos entre Krug el hombre y Krug el Creador, y pensamos… —Sacude la cabeza—. Será mejor que no hablemos aquí. Podrían oírnos.”
Nos dirigimos a la salida. A medio camino, se detiene, retrocede y coge algo de una caja en la base del altar. Me lo tiende. Un cubo de datos. Lo enciende y leo las palabras que aparecen:
En el principio era Krug, y Él dijo: “Que haya Cubas”, y hubo Cubas.
Y Krug miró las Cubas, y vio que eran buenas.
Y Krug dijo: “Que haya nucleótidos de alta energía en las Cubas”. Y fueron vertidos los nucleótidos, y Krug los mezcló hasta que quedaron unidos unos a otros.
Y los nucleótidos formaron las grandes moléculas, y Krug dijo: “Que haya padre y madre en las Cubas, y que las células se dividan, y que de las Cubas brote vida”.
Y hubo vida, porque había Reproducción.
Y Krug presidió la Reproducción, y tocó los fluidos con Sus propias manos, y les dio forma y esencia.
Y dijo Krug: “Que de las Cubas salgan hombres, y que salgan mujeres de las Cubas, y que vivan entre nosotros y sean robustos y útiles, y los llamaremos Androides”.
Giro el cubo. Más de lo mismo. Mucho más. Una Biblia androide. Bueno, ¿y por qué no?
“Fascinante —le digo a Lilith—. ¿Cuándo fue escrito?”
“Empezaron a trabajar hace años. Todavía se siguen añadiendo secciones nuevas. Sobre la naturaleza de Krug y la relación del hombre con Krug.”
“La relación del hombre con Krug. Estupendo.”
“Si te interesa, quédatelo —me dice—. Es para ti.”
Salimos de la capilla. Escondo la Biblia androide bajo mi ropa. Hace bulto.
Otra vez en el piso de Lilith.
“Ahora ya lo sabes —me dijo—. Nuestro gran secreto. Nuestra gran esperanza. ”
“¿Qué es exactamente lo que esperáis que mi padre haga por vosotros?”
“Algún día —dijo ella—, hablará para todo el mundo y revelará lo que siente por nosotros. Dirá: “Estos androides han sido tratados injustamente, es hora de hacer enmiendas. Concedámosles ciudadanía. Concedámosles plenos derechos. Dejemos de tratarlos como artículos de propiedad”. Y porque es Krug, porque es el que dio androides al mundo, la gente le escuchará. Él solo los cambiará a todos. Y las cosas serán diferentes para nosotros.”
“¿De verdad creéis que eso sucederá?”
“Eso espero y por eso rezo”, me contestó.
“¿Cuándo? ¿Pronto?”
“Eso no puedo decirlo. Cinco años…, veinte…, cuarenta…, quizá el mes que viene. Lee el cubo que te he dado. Explica por qué creemos que Krug nos está probando, quiere ver lo resistentes que somos. Algún día, la prueba terminará.”
“Ojalá compartiera tu optimismo —le contesté—. Pero me temo que tendréis que esperar mucho, mucho tiempo.”
“¿Por qué lo dices?”
“Mi padre no es tan humanitario como creéis. No es ningún malvado, no, pero no piensa demasiado en los demás y en sus problemas. Está completamente absorto en sus propios proyectos.”
“Pero, en el fondo, es una persona honrada —dijo Lilith—. Me refiero a Krug el hombre. No a la figura divina a la que rezamos. Sólo a tu padre.”
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