Bob Shaw - Otros días, otros ojos

Здесь есть возможность читать онлайн «Bob Shaw - Otros días, otros ojos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Город: Barcelona, Год выпуска: 1983, ISBN: 1983, Издательство: Martínez Roca, Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Otros días, otros ojos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Otros días, otros ojos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El “vidrio lento” es un cristal que absorbe poco a poco la luz de los sucesos que ocurren delante de él, los cuales resultan visibles meses o años después.
A partir de esta idea, Bob Shaw construye una excelente y a la vez original novela. La profética visión de lo que podría ser un invento de estas características y la problemática social de su uso, desde el crimen casi perfecto hasta la verificación por parte de la justicia al cabo de cinco años— hacen de esta novela una obra maestra de ciencia ficción en el mas puro sentido de la palabra.

Otros días, otros ojos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Otros días, otros ojos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—¿Cómo lo sabes?

—Fíjate en estas curvas de difracción. —McFarlane indicó una pantalla—. ¿Ves lo diferentes que son de las que solemos obtener cuando proyectamos rayos X a través de la retardita? Ese resplandor demuestra que la velocidad de la imagen y la velocidad de la radiación Cerenkov han empezado a igualarse.

—Es posible que hayas reducido la velocidad de la radiación Cerenkov.

—Apuesto a que he acelerado la imagen.

—Algo va mal —indicó uno de los técnicos, con voz sosegada—. La curva distancia-tiempo está empezando a tomar una forma… exponencial.

Garrod examinó la imagen del osciloscopio e imaginó que la luz vertida en la hoja de vidrio lento durante tal vez treinta y seis horas estaba concentrándose, formando una onda, un pico…

—¡Tápense los ojos! —Gritó McFarlane—. ¡Apártense de aquí!

Garrod se llevó el brazo a la cara mientras los técnicos se alejaban en desorden; y entonces hubo una silenciosa llamarada blanca, un resplandor que encogió el corazón de Garrod, porque debía de ir acompañado de la detonación de una bomba infernal. Bajó el brazo y vio a los demás, sólo difusamente, a través de una pantalla de imágenes consecutivas verdes y anaranjadas. El vidrio lento estaba negro como la noche una vez más, e igualmente pacífico.

McFarlane fue el primero en hablar, con una voz suave.

—Te he dicho que íbamos a forzar la salida de la luz de esa hoja… y no hay duda de que lo hemos logrado.

—¿Están todos bien? Garrod examinó a los técnicos, que poco a poco convergían de nuevo en el banco—. ¿Le ha alcanzado directamente en la cara a alguno de ustedes?

Los técnicos movieron negativamente la cabeza.

—Todos estamos bien, señor Garrod.

—En ese caso hemos terminado. Anótense el turno nocturno entero y den tiempo a sus ojos para que se recuperen antes de volver a sus casas. —Garrod se volvió hacia McFarlane—. Tendrás que idear nuevos procedimientos de seguridad antes de avanzar más con esto.

—¡Como si no lo supiera! —Los ojos de McFarlane parecían magullados detrás de sus gafas—. Pero hemos conseguido luz, Al. Ha sido la primera vez en nueve años enteros de tentativas que alguien modifica la estructura de la retardita sin anular los modelos de deformación. Hemos obtenido luz… —Yo diría que si. —Garrod recogió la chaqueta mientras se encaminaban hacia el despacho privado de McFarlane—. Será mejor que pongas a trabajar a los expertos en derecho patentarlo a primera hora de la mañana. ¿Hay tipos habladores entre tus muchachos?

—Son de confianza.

—Perfecto. No sé qué aplicaciones tendrá este invento tuyo, pero seguro que tiene muchas.

—Armas —aventuró sombríamente McFarlane.

—No lo creo. Demasiado engorroso; y el radio de acción sería muy corto con la absorción atmosférica. Pero tenemos la fotografía con flash, sistemas de señales en el espacio… Apuesto a que si transportas una hoja de cinco años hasta Urano en una sonda espacial y la descargas, el relámpago será detectable en la Tierra.

McFarlane abrió la puerta de su despacho.

—Echemos un trago para celebrarlo. Guardaba una botella para esta ocasión.

—No sé, Theo.

—Vamos, Al. Además, tengo una frase nueva para ti. A ver qué te parece. —Señaló hacia delante con un fiero ceño en su rostro y gritó—: ¡Deja de jugar con ese cinturón, Van Allen!

—No está mal. No está muy bien, pero tampoco está mal.

Garrod dedicó una sonrisa a su jefe de investigación, amigo suyo desde los tiempos escolares. Solían bromear con una fantasía en la que los grandes científicos que habían dado nombre a diversos descubrimientos eran niños reunidos en un aula. Pese a tener una edad tan tierna, todos y cada uno de ellos estaban preocupados en cierto modo por el campo científico en que iban a triunfar a lo largo de sus vidas; sin embargo, el atormentado maestro no podía saberlo, y se esforzaba una y otra vez en obligarlos a prestar atención. Hasta la fecha, y en esa secuencia fantástica, el profesor había gritado: «¿Qué tienes en esa botella, Klein?» (a un incipiente topólogo); «¡Deja ya de agitarte, Brown!» (al futuro descubridor de la agitación molecular), y «¡Decídete, Heisenberg!» (al niño que un día iba a formular el principio de indeterminación). Garrod casi había abandonado el juego debido a que era difícil encontrar una frase nueva con el grado de universalidad requerido, pero McFarlane seguía trabajando y creando una nueva frase todas las semanas… Garrod vaciló en la puerta.

—Es un poco pronto para celebrarlo. Aún tenemos que explicar por qué se ha producido una reacción incontrolable y determinar qué haremos con ella.

—Puesto que hemos llegado tan lejos, el resto sólo es un problema de tiempo —dijo enfáticamente McFarlane—. Te garantizo que dentro de tres meses podrás coger una hoja de vidrio lento y ver cualquier escena que contenga, la que desees, igual que si proyectaras una película en tu casa. Piensa en lo que eso va a significar.

—Sí, para gente como la policía. —Garrod pensó en el juez anónimo—. Y para el gobierno.

McFarlane se encogió de hombros.

—¿Espionaje? ¿A eso te refieres? ¿Vidriodetectives? ¿Invasión de la intimidad? Los únicos que tendrán motivo de preocupación serán los ladrones. —Cogió una botella de whisky de un aparador y sirvió dos generosas raciones en sendos vasos de borde dorado— Pero te diré una cosa: no me gustaría ser uno de esos tipos que están metidos en asuntos que no desean que lleguen a oídos de sus mujeres.

—A mí tampoco me gustaría —convino Garrod.

En el fondo de su vaso, en el punto donde la interacción de reflexión y refracción creaba un universo en miniatura, Garrod vio una mujer de cabello negro y labios plateados.

Al llegar a casa una hora más tarde, Garrod esperaba encontrar la vivienda a oscuras, pero había luz en varias habitaciones y vio a Esther en la puerta principal. Su esposa vestía una ceñida chaqueta de cheviot y llevaba un pañuelo atado al cabello. Garrod salió del Mercedes y, presintiendo problemas, subió las escaleras. Las luces de la pared revelaban que la cara de Esther estaba pálida y con señales de lágrimas. Se trataba de una reacción tardía a su solicitud de divorcio?, se preguntó Garrod. Sin embargo, ella se había mostrado muy fría…

—Alban —dijo rápidamente Esther, antes de que él pudiera hablar—, he intentado localizarte en los laboratorios, pero el vigilante me ha dicho que acababas de salir.

—¿Algo va mal?

—¿Me acompañas a ver a papá?

—¿Está enfermo?

—No. La policía le ha detenido.

Garrod estuvo a punto de soltar una carcajada.

—¡Pero eso sería un delito de lesa majestad! ¿Qué se supone que ha hecho?

Esther se tapó la boca con temblorosas manos mientras decía:

—Aseguran que ha matado a un hombre.

6

—Tenemos todas las pruebas —dijo el teniente Mayrick, con un sereno espíritu servicial, indicativo de que estaba muy seguro de lo que decía y no veía riesgo en mostrarse franco.

Era un hombre joven, fornido, con canas prematuras y un rostro curtido que reflejaba competencia.

—¿Qué pruebas? Hasta el momento nadie ha presentado pruebas.

Garrod intentó mostrarse tan ágil y eficaz como el teniente, pero el día había sido increíblemente largo, y el whisky tomado con McFarlane ya se había disipado. La mirada de Mayrick era fija.

—Sé quién es usted, señor Garrod, y que tiene mucho dinero. Pero también sé que no estoy obligado a contestarle.

—Perdóneme, teniente… Estoy muy cansado, y lo único que deseo es volver a casa y acostarme, pero sé que mi esposa no me dejará dormir hasta que tranquilice su mente. Bien, ¿qué ha ocurrido?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Otros días, otros ojos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Otros días, otros ojos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Otros días, otros ojos»

Обсуждение, отзывы о книге «Otros días, otros ojos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x