Robert Silverberg - Obsesión espacial

Здесь есть возможность читать онлайн «Robert Silverberg - Obsesión espacial» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Город: Barcelona, Год выпуска: 1960, Издательство: Edhasa, Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Obsesión espacial: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Obsesión espacial»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

A causa de la Contracción de Fitzgerald, el viajero del espacio no podía volver a vivir normalmente en la Tierra. Sus viajes duraban años terrestre pero, para los tripulantes de las naves sólo significaban semanas. Cuando regresaban a la Tierra, todo era diferente. Tuvieron que fundar una comunidad de hombres del espacio y convertir sus naves en su único hogar.
Sin embargo, no todos los astronautas estaban satisfechos de su existencia. A Allan Donell le gustaba el espacio y era feliz en su nave, pero su hermano gemelo, Steve, había desertado. El hecho había ocurrido pocas semanas antes, pero ahora Steve, ya tendría veintiséis años y Allan sólo diecisiete.
Eso preocupó a Allan. Quería recuperar a su hermano y encontrar el secreto de la Hiperpropulsi6n de Cavour que, sin duda, estaba escondido en alguna parte de la Tierra y que permitiría al hombre llegar a las estrellas en poquísimo tiempo y eliminaría las diferencias entre el hombre del espacio y el de la Tierra.
Por eso también abandonó la nave. Su hermano y la Hiperpropulsión de Cavour se convirtieron en una obsesión y su búsqueda se convirtió en una terrible aventura en lo que para él, era hostil escenario: la Tierra.

Obsesión espacial — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Obsesión espacial», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Alan, exasperado, dio un empujón al robot, el cual cayó de espaldas con una facilidad en verdad sorprendente, produciendo un gran estrépito.

—¿Está seguro…? — empezó a decir la máquina.

Y luego la voz del robot fue reemplazada por un zumbido que era el ruido que producían los engranajes al desengranarse.

—¡Lo he roto! —exclamó Alan, mirando al caído robot, que había quedado en posición supina—. No ha sido culpa mía. No me dejaba pasar.

—Mejor será que nos marchemos — dijo Rata .

Pero ya era demasiado tarde. Un hombre corpulento, embutido en un abrigo, abrió la puerta del garito y se encaró con el joven astronauta.

—¿Qué has hecho? ¿Qué le has hecho a nuestro empleado?

—No me dejaba pasar, me agarró y quiso hacerme entrar ahí a viva fuerza.

—Y ¿qué? Para eso está. La ley autoriza el empleo de robots pregoneros y propagandistas. ¿De veras no quieres entrar?

También en el semblante del hombre se pintaba la incredulidad.

—Una cosa no tiene nada que ver con la otra. Aunque hubiese querido entrar, ahora no quiero; porque su robot no tiene maneras de tratar a la gente; me ha agarrado del brazo y…

—¡Cuidado, joven! Sin chillar. Tu manera de hablar es propia de personas que no saben alternar. Te puede costar un disgusto. Entra, juega una vez o dos, y te perdonaré lo que has hecho. Ni siquiera te haré pagar los gastos de reparación de mi empleado.

—¡Hacerme pagar !Lo que tendría que hacer yo es denunciarle por obstruir la calle. He dicho no sé cuantas veces a su robot que no quería perder el tiempo jugando en la casa de usted.

—¿Por qué?

—El porqué no le importa a usted. ¡Hemos concluido!

Resoplando de rabia, Alan se alejó de aquel sitio. Pero antes oyó decir al hombretón:

—¡Guárdate de que te vuelva a ver por aquí, cochino astronauta!

Pensaba Alan que sucedían allí cosas muy raras. Le habían llamado cochino astronauta. Los terrestres tenían un odio ciego, irrazonable, a los desdichados que navegaban por el espacio. Les envidiaban algo que no les envidiarían si conocieran les penas y sinsabores que costaba lograrlo.

El muchacho se sintió de pronto muy cansado.

No estaba acostumbrado a caminar y llevaba más de una hora andando. La Valhalla era una nave muy grande, pero se podía ir de un extremo a otro de ella en menos de una hora, y muy rara vez estaba uno de pie, bajo los efectos de la plena gravedad, hasta una hora. La gravedad de trabajo era de 0,93 comparada con la de la Tierra, y aquel 7 por ciento de diferencia era importante.

Tenía que encontrar a alguien que le pusiera sobre la pista de Steve. Iba pensando Alan en que alguno de los hombres que había visto en la ciudad podía ser su hermano, un Steve envejecido que no se parecía gran cosa al Steve que había convivido con él en la nave.

Al doblar la esquina vio un parque, un pedacito de terreno cubierto de verdura con dos o tres árboles achaparrados y un banco, pero que era un verdadero parque; rodeado por los gigantescos rascacielos, casi parecía abandonado.

En el banco estaba sentado un hombre — la primera persona de aspecto ocioso que veía en la ciudad. Aparentaba unos treinta o treinta y cinco años de edad y llevaba un vestido gris, que parecía un saco, con botones de latón deslustrados. Su semblante era feo, pero era de una fealdad agradable: la nariz algo grande, las mejillas hundidas y el mentón prominente. Y sonreía. Tenía aire de persona afable.

—Usted dispense, señor —dijo Alan sentándose junto a él—. Soy forastero. Quisiera preguntarle…

De súbito, una voz conocida gritó:

—¡Ahí está!

Volvióse Alan y vio al vendedor de fruta, que le estaba señalando con el dedo. Detrás de él había tres policías de uniforme.

—Es el chico que no me ha querido comprar. No sabe alternar. ¡Cochino, maldito morador del espacio!

Uno de los policías se adelantó. Era un hombretón de cara colorada, que parecía de carne cruda.

—Este hombre ha presentado una grave denuncia contra usted. Enséñeme su tarjeta de identidad profesional.

—Vivo en las estrellas y carezco de ese documento.

—Peor que peor. Tendrá usted que venir a declarar. Ustedes vienen aquí e intentan…

—¡Un momento, guardia!

Dijo esto una voz melodiosa, y el dueño de ella era el hombre risueño que compartía el banco con Alan.

—Este joven —añadió— no quiere molestar a nadie. Yo respondo por él.

—Y usted ¿quién es? ¡A ver su tarjeta!

Sin dejar de sonreír, el caballero se metió la mano en uno de sus bolsillos y sacó la cartera. Entregó una tarjeta al policía, y Alan observó que, debajo de la tarjeta, había un billete de cinco créditos.

El policía hizo ver que examinaba con mucha atención la tarjeta y se guardó el billete con el mismo disimulo que se lo habían dado a él.

—¿Se llama usted Max Hawkes? Sin profesión.

El llamado Hawkes contestó que sí con una cabezada.

—¿Es amigo de usted este chico?

—Mi mejor amigo.

—Está bien. Usted responde de él, de que no cometerá más faltas en lo sucesivo.

El policía dio media vuelta y se marchó con sus compañeros. El vendedor de fruta lanzó a Alan una mirada que quería decir: «¡me las pagarás!»; pero considerando, sin duda, que no le iba a ser fácil tomarse venganza fiera, fuese también.

Alan se quedó solo con su desconocido bienhechor.

Capítulo VI

—No sé como darle las gracias —dijo Alan—. Si me llegan a encerrar, ¡pobre de mí!

Hawkes asintió.

—No se lo piensan mucho cuando no se puede exhibir la tarjeta profesional. Pero la policía está muy mal pagada, y un billetito dado a tiempo obra maravillas.

—¿Cinco créditos le ha dado usted? Permítame que…

Alan empezó a registrar sus bolsillos, pero le detuvo Hawkes con un ademán de la mano.

—No vale la pena. Lo pasaré a pérdidas y ganancias. Dígame su gracia y a qué ha venido a la ciudad de York.

—Alan Donnell, para servir a usted. Tripulante no especializado de la astronave Valhalla. He salido del Recinto para buscar a mi hermano.

El enjuto rostro de Hawkes tenía la expresión de estar escuchando lo que decía el joven con profunda atención.

—¿Es astronauta también?

—Era…

—¿Era?

—Se escapó la última vez que estuvimos aquí. Hace nueve años terrestres de esto. Me gustaría encontrarlo. Ahora es mucho más viejo.

—¿Qué edad tiene ahora?

—Veintiséis años. Yo, diecisiete. Éramos gemelos, ¿sabe usted? Pero la Contracción… ¿Sabe lo que es la Contracción?

Hawkes meneó la cabeza, con los ojos entornados.

—¡Hum! Creo que le entiendo. En el último viaje no volvió a la nave y en la Tierra ha cumplido algunos años más. Y usted quiere encontrarlo para que vuelva a la nave, ¿no es eso?

—Sí, señor. O hablar con él y saber si está bien donde está. Pero ignoro qué he de hacer para empezar. Esta ciudad es demasiado grande y en la Tierra hay muchas ciudades más…

—Ha tenido usted la suerte de venir precisamente a la ciudad en que está el Registro Central de Habitantes. Podrá encontrarlo si posee tarjeta profesional. Si no tiene esa tarjeta, las probabilidades son menores.

—¿La han de tener todos?

—Yo no la tengo — respondió Hawkes.

—¡Ah!

—Le explicaré por qué. Para poder trabajar, hay que tener esa tarjeta. Pero para que le den a uno trabajo hay que examinarse ante el Tribunal Gremial para demostrar aptitud en el oficio. Para ser admitido a examen hay que presentar un avalante que pertenezca al Gremio. Y el que quiere trabajar ha de depositar una fianza de cinco mil créditos para responder del avalado. Y sin poseer la tarjeta profesional ni haber trabajado, no se pueden tener los cinco mil créditos. ¿Comprende?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Obsesión espacial»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Obsesión espacial» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Robert Silverberg - He aquí el camino
Robert Silverberg
Robert Silverberg - Rządy terroru
Robert Silverberg
Robert Silverberg - Poznając smoka
Robert Silverberg
Robert Silverberg - The Old Man
Robert Silverberg
Robert Silverberg - The Nature of the Place
Robert Silverberg
Robert Silverberg - The Reality Trip
Robert Silverberg
Robert Silverberg - The Songs of Summer
Robert Silverberg
Robert Silverberg - The Secret Sharer
Robert Silverberg
Robert Silverberg - Good News from the Vatican
Robert Silverberg
Robert Silverberg - The Pope of the Chimps
Robert Silverberg
Отзывы о книге «Obsesión espacial»

Обсуждение, отзывы о книге «Obsesión espacial» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x