Charles Sheffield - La telaraña entre los mundos

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La telaraña entre los mundos: краткое содержание, описание и аннотация

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Charles Sheffield es uno de esos escritores de ciencia ficción que hace que el resto de nosotros piense seriamente en hacer carrera como vendedores de saldos. De hecho, la única razón por la que le permitimos vivir es que también somos lectores de ciencia ficción. Tiene la base científica de un Clarke, la capacidad narrativa de un Heinlein, la aguda ironía de un Pohl o un Kornbluth y la habilidad como constructor de universos de un Niven.
Spider Robinson

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—¿Lo está llamando? —preguntó Rob.

Morel asintió.

—A través de Sycorax. Es extraño, nuestro trabajo con él fue mucho más rápido después de hacerle las modificaciones que le permitieron vivir en un medio de agua dulce. —Miraba otra vez por la ventana—. Caliban estará ante las pantallas, en la esfera de agua. No le gusta dejarlas una vez que se ha instalado. ¿Sabe usted que Caliban ve todo lo que recibimos a través de cualquiera de las conexiones de vídeo? No sólo aquí en Atlantis, sino en todo el Sistema. Estoy centrando su atención en esa pantalla.

Morel señaló la cámara dispuesta en la pared por encima de sus cabezas. En ese momento Rob recordó las otras cámaras, en la oficina de Regulo, en la nave usada por primera vez por Corrie para recogerlo, y en el Remolcador. Pensándolo bien, no recordaba ningún momento en el que no hubieran estado bajo alguna especie de vigilancia. Si Caliban podía recibir toda esa información, su capacidad de gestión de datos debía de ser enorme.

—¿Cómo le transmite las señales? —preguntó—. Si no recuerdo mal, las frecuencias de radio no atraviesan el agua.

—Muy cierto. Usamos ultrasonido, y láser de comunicación. Las señales sonoras son recibidas por cristales piezoeléctricos dispuestos en la piel de Caliban, y convertidos en impulsos eléctricos. Van directas al cerebro. La velocidad del láser es mucho más alta, pero podemos enviar órdenes más fuertes con el ultrasonido. —Se encogió de hombros—. Todo el sistema es bastante primitivo. Algún día habrá que modernizarlo.

En la esfera de agua, la forma oscura de Caliban se acercaba, despacio, por entre las sombras de la vegetación. A pesar de su tamaño, el movimiento era grácil y ligero.

—¿Y cómo envía Caliban sus mensajes? —preguntó Rob, sin poder apartar los ojos del calamar que se acercaba más y más.

—Por medio de paneles de exhibición dispuestos en las paredes interiores de Atlantis. Todas sus respuestas llegan por intermedio de Sycorax, por supuesto, para ser procesadas antes de llegar a nosotros. —Morel miraba con cariño al animal que se acercaba—. Resultan difíciles de entender, por eso Regulo dice que Caliban es mi oráculo. La manera en la que Caliban y Sycorax piensan juntos, no es nuestra manera de pensar. Lo hacen con elementos no aristotélicos en su razonamiento. Creo que cualquier estudiante serio de lógica formal aprendería mucho si pudiera examinar los procesos inferenciales de Caliban durante uno o dos años.

Rob empezaba a sospechar que Morel no se iría de allí mientras él no se moviera. Asintió y comenzó a dirigirse hacia la puerta sellada.

—Estoy seguro de que tendré oportunidad de estudiarlo con mayor detalle la próxima vez que venga. Es monstruoso, ¿verdad? Usted está acostumbrado a él, pero a mí no me gustó nada ver cómo se apretaba contra la ventana la otra noche.

Morel sonrió, la primera manifestación de verdadero placer desde el comienzo de la conversación.

—Es muy fuerte, más incluso de lo que parece. Yo no le aconsejaría entrar en la esfera de agua estando él dentro.

—No tengo la menor intención de hacerlo, pero supongo que alguien entrará. ¿Cómo recogen el alimento de las granjas acuáticas?

—Caliban es controlable. Puedo enviarle impulsos eléctricos con el comunicador, y apuntar directamente a los centros de dolor o placer en su cerebro. No hay peligro en la esfera de agua cuando estoy yo para manipularlo. Debemos usar ese control a veces para otras cosas. Cuando se niega a dar información sobre problemas que me interesan, me obliga a estimularlo para que responda. Pero no dude de que le desagrada.

«No — pensó Rob—. Pero a ti sí te agrada, amigo mío. He visto la expresión que te aflora en la cara cuando piensas en eso. Te regodeas con sólo pensarlo. Gracias a Dios que no tienes electrodos conectados a mi cerebro».

Se volvió para irse, dirigiéndose a la zona de habitaciones. Se sentía intranquilo por lo que acababa de ver. Joseph Morel se quedó de pie junto a la ventana, mirando al inmenso Caliban que lo contemplaba a su vez lleno de odio desde la esfera de agua. Si Rob estaba pensativo, al parecer Morel no lo estaba menos.

9

«ARRANCA DE LA MEMORIA UNA OCULTA TRISTEZA, EXTIRPA LAS AFLICCIONES ESCRITAS EN LA MENTE»

—Bueno, a primera vista no parece haber nada nuevo. —Howard Anson, delgado y elegante, se apoyaba con displicencia en el respaldo de una silla alta. Como de costumbre, parecía recién salido de un costoso instituto de belleza—. En resumen, te gusta Regulo, y Corrie te gusta todavía más, no te cae bien Morel y te has encontrado con una ostra descomunal. No sé cómo todo esto puede afectar a Senta.

Rob Merlin, sentado en un sofá frente a él, se veía pálido y cansado a la luz dorada del atardecer romano. Tenía los ojos enrojecidos y ojeras. El viaje de regreso había sido pesado, con poco sueño y mucho para hacer.

—¡Sí, una ostra! —dijo—. Si vieras a Caliban, cambiarías el tono. Siento mucho respeto por ese calamar. Los cefalópodos más inteligentes no están más cerca de las ostras que tú de un ornitorrinco.

Anson sonrió, impertérrito.

—Son moluscos, ¿no?

—Lo son, pero ahí termina todo el parecido. Caliban es grande, y feroz, y me siento inclinado a compartir el juicio de Morel, aunque él me desagrade. Hay inteligencia dentro de la cabeza de ese decápodo. Si hubieras visto cómo intentó entrar en el comedor y arreglar cuentas con Morel. Me pregunto qué le habrán hecho a Caliban para que pudiera sobrevivir en un medio de agua dulce. Nada agradable, seguro.

—Si quieres una respuesta a esa pregunta, tal vez pueda averiguarlo. —A Anson, como siempre, le parecía innecesario tomar notas—. Podría ser la explicación de por qué Caliban odia a Morel. He averiguado mucho sobre ese individuo durante tu ausencia. La relación con tu padre parece poco importante, aunque he confirmado que Morel y Gregor Merlin fueron estudiantes en la misma época en Göttingen. Estudiaron técnicas de rejuvenecimiento y de prolongación de la vida juntos durante un par de años. Ésa es la única relación personal, pero al parecer se mantuvieron en contacto después de que Morel dejara Alemania. —Anson miró a Rob con atención, con una mirada inteligente en sus ojos perezosos—. Escucha, te has exigido mucho. Tienes un aspecto horrible. Para que te repongas deberíamos esperar otro día antes de trabajar con Senta.

Rob negó enfáticamente.

—No puedo permitírmelo. Dentro de dos días volveré al espacio. Ya tenemos terminado el diseño final para el Tallo, y el próximo paso será realizar los planes de fabricación en L-4. Me espera un año difícil, sin descansos, de lo contrario no podremos cumplir con los plazos que le he prometido a Regulo. No he dejado mucho margen de tiempo, y el que tengamos lo necesitaremos para los retrasos de producción.

—En realidad, no creo que sea por tu promesa a Regulo. Quieres estar presente: eso es lo que te impulsa.

Rob se encogió de hombros: era difícil contradecir las palabras de Anson. Desde la última vez que se vieran, había trabajado mucho. Primero el viaje a Atlantis, luego le absorbió el diseño del Tallo. Había modificado la Araña para que operara en el espacio libre; había enviado a Regulo una segunda versión equipada para extrusión a altas temperaturas, para que se la pasara a Keino, que estaba en el Cinturón, y había comenzado a contratar gente para el proyecto principal. Los resultados de las primeras llamadas los sorprendieron. Un alto porcentaje de la gente que había trabajado con él en otros proyectos aceptó de buen grado seguirlo a trabajar fuera de la Tierra y colaborar en el proyecto Tallo-de-habichuela. Luego dejó de sorprenderse. Como a Rob, a los demás también les entusiasmaba la inmensidad del proyecto. Nadie que amara trabajar en grandes proyectos de construcción podía resistir la atracción de un puente cien veces más largo que cualquiera construido hasta ese momento en la Tierra. Había conseguido que la mayoría firmaran contrato casi sin hacer referencia al dinero. Y si los planes de Regulo para la minería de asteroides incluían a Rob, podría haber aún más proyectos de esta envergadura para todos ellos, tanto en el Cinturón como en el Sistema Exterior. El entusiasmo de Regulo por los proyectos espaciales parecía ser contagioso.

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