Paolo Bacigalupi - La chica mecánica

Здесь есть возможность читать онлайн «Paolo Bacigalupi - La chica mecánica» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La chica mecánica: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La chica mecánica»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Premios Hugo, Nebula, Locus (Primera Novela) Y John W. Campbell Memorial 2010.
Bienvenidos al siglo XXII. Anderson Lake es el hombre de confianza de AgriGen en Tailandia, un reino cerrado a los extranjeros para proteger sus preciadas reservas ecológicas. Su empleo como director de una fábrica es en realidad una tapadera. Anderson peina los puestos callejeros de Bangkok en busca del botín más preciado para sus amos: los alimentos que la humanidad creía extinguidos. Entonces encuentra a Emiko… Emiko es una «chica mecánica», el último eslabón de la ingeniería genética. Como los demás neoseres a cuya raza pertenece, fue diseñada para servir. Acusados por unos de carecer de alma, por otros de ser demonios encarnados, los neoseres son esclavos, soldados o, en el caso de Emiko, juguetes sexuales para satisfacer a los ricos en un futuro inquietantemente cercano… donde las personas nuevamente han de recordar qué las hace humanas.

La chica mecánica — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La chica mecánica», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Al otro lado de la galería no se mueve ningún ser inteligente. Rutilantes perlas de sudor caen por el cuello de Lucy y le mojan la camisa mientras lamenta el estado de la guerra del carbón con los vietnamitas. No puede buscar jade si el ejército está ocupado disparando contra todo lo que se mueva. Quoile tiene las patillas empapadas. No se agita ni un soplo de aire.

La precaria estructura del bar está adosada como una costra al exterior de una torre de la Expansión desahuciada. Un cartel pintado a mano se apoya en una de las escaleras que conduce a la galería, con las palabras garabateadas: SIR FRANCIS DRAKE. El letrero es un añadido reciente, un homenaje a la decrepitud y el deterioro que lo rodean, obra de un puñado de farang empeñados en poner nombre a su entorno. Los desgraciados artífices del nombre desaparecieron en el interior del país hace mucho, devorados por la selva infestada de reescrituras de la roya o descuartizados en la maraña de frentes de la guerra por el carbón y el jade. El cartel persiste, no obstante, bien por parecerle gracioso al dueño, que ha adoptado el apelativo como sobrenombre, o bien porque nadie es capaz de reunir las fuerzas necesarias para darle una mano de pintura. Mientras tanto, se desconcha bajo el calor.

Con independencia de su origen, Drake se encuentra perfectamente situado entre los muelles de descarga del rompeolas y las fábricas. Sus destartalados escombros dan al hotel Victoria, al otro lado de la calle, por lo que la Falange Farang puede beber hasta perder el sentido y ver si arriba algún extranjero interesante a sus costas.

Hay otros abrevaderos más humildes a disposición de los marineros que consiguen superar la aduana, la cuarentena y la limpieza a fondo, pero es aquí, con los ondeantes manteles blancos del Victoria a un lado de la avenida empedrada y las ruinas de bambú del sir Francis al otro, donde terminan recalando todos los extranjeros que se instalan en Bangkok, sea por el tiempo que sea.

– ¿Qué querías introducir? -insiste Lucy, alentando a Quoile a explayarse sobre sus pérdidas.

Quoile se inclina hacia delante y baja la voz, animándolos a todos a desperezarse.

– Azafrán. De la India.

Tras un momento de silencio, Cobb se echa a reír.

– La mercancía ideal para el transporte por aire. Se me tendría que haber ocurrido antes.

– Ideal para los dirigibles. Pesa poco. Más rentable que el opio y en alza -dice Quoile-. El reino todavía no ha descubierto cómo copiar las semillas, y todos los políticos y generales lo quieren en sus cocinas. Da mucho prestigio, si consiguen echarle el guante. Tenía importantes pedidos por adelantado. Iba a hacerme rico. Increíblemente rico.

– Entonces, ¿te has arruinado?

– Puede que no. Estoy negociando con Seguros Sri Ghanesa; quizá cubran una parte. -Quoile se encoge de hombros-. Bueno, el ochenta por ciento. Pero ¿qué pasa con todos los sobornos que hicieron falta para introducirlo en el país? ¿Con todas las propinas a los agentes de aduanas? -Arruga la frente-. Eso está completamente perdido. Aun así, espero salvar el pellejo.

»Hasta cierto punto, he tenido suerte. El cargamento entra dentro de las cláusulas del seguro porque todavía estaba a bordo del dirigible de Carlyle, nada más. Tendría que brindar porque ese condenado piloto se ahogara en el océano. Si hubieran descargado la mercancía y los camisas blancas la hubieran quemado en tierra firme, se podría calificar de contrabando, en cuyo caso me vería en la calle con los mendigos fa’gan y los tarjetas amarillas.

Otto frunce el ceño.

– Es lo único bueno que se puede decir de Carlyle. Si no estuviera tan empeñado en meterse en política, esto no habría pasado.

Quoile se encoge de hombros.

– No hay forma de saberlo.

– Pues yo estoy convencida -tercia Lucy-. Carlyle dedica la mitad de sus energías a quejarse de los camisas blancas y la otra mitad a congeniar con Akkarat. Es un mensaje del general Pracha a Carlyle y el Ministerio de Comercio. Nosotros solo somos las palomas mensajeras.

– Las palomas mensajeras están extinguidas.

– ¿Te crees que nosotros no lo estaremos? El general Pracha estaría encantado de encerrarnos a todos y cada uno de nosotros en la prisión de Khlong Prem si creyera que así podría enviarle el mensaje adecuado a Akkarat. -La mirada de Lucy se posa en Anderson-. Qué callado estás, Lake. ¿Es que tú no has perdido nada?

Anderson sale de su ensimismamiento.

– Materiales de fabricación. Recambios para la línea. Ciento cincuenta mil billetes azules, probablemente. Mi secretario todavía está calculando los daños. -Mira a Quoile de soslayo-. Nuestras cosas estaban en tierra. No hay seguro que valga.

El recuerdo de su conversación con Hock Seng sigue siendo reciente. Hock Seng había jugado a la contra al principio, lamentándose por la incompetencia de los amarraderos, y terminó reconociendo que lo habían perdido todo, y que ni siquiera habían pagado todos los sobornos, para empezar. La confesión había sido dramática, casi histérica; al anciano le aterraba la posibilidad de quedarse sin trabajo y Anderson no había dejado de escarbar en sus miedos, humillándolo y gritándole, acobardándolo, recreándose en su incomodidad. Aun así, no puede evitar preguntarse si Hock Seng habrá aprendido la lección, o si volverá a las andadas. Anderson hace una mueca. Si no fuera porque el anciano le deja tanto tiempo libre para ocuparse de tareas más importantes, Anderson enviaría al viejo malnacido de regreso a las torres de los tarjetas amarillas.

– Te advertí que montar una fábrica ahí era absurdo -observa Lucy.

– Díselo a los japoneses.

– Eso es porque tienen acuerdos especiales con el palacio.

– A los chinos chaozhou tampoco les va mal.

Lucy tuerce el gesto.

– Llevan generaciones aquí. A estas alturas son prácticamente tailandeses. Puestos a comparar, nosotros seríamos más tarjetas amarillas que chaozhou. Los farang inteligentes saben que no conviene invertir demasiado en este lugar. La situación es demasiado volátil. Una reforma legislativa podría dar al traste con todo. U otro golpe de Estado.

– Todos jugamos con las cartas que nos tocan. -Anderson se encoge de hombros-. En cualquier caso, el sitio lo eligió Yates.

– A él también le advertí que era absurdo.

Anderson recuerda de qué modo se le iluminaba la mirada a Yates cuando imaginaba el potencial de una nueva economía internacional.

– Absurdo, no lo sé. Idealista, sin duda. -Apura la copa. No hay ni rastro del dueño del bar. Hace señas a los camareros, que deciden ignorarle. Al menos uno de ellos está durmiendo de pie.

– ¿No te preocupa que te saquen de aquí como hicieron con Yates? -pregunta Lucy.

Anderson se encoge de hombros.

– Se me ocurren alternativas peores. El calor es asqueroso. -Se toca la nariz quemada por el sol-. Prefiero los páramos septentrionales.

Nguyen y Quoile, de tez morena, se ríen, pero Otto se limita a asentir con gesto fúnebre; la nariz pelada atestigua su incapacidad para adaptarse al abrasador sol ecuatorial.

Lucy saca una pipa y aparta un par de moscas antes de colocar sus artículos de fumador y una bolita de opio. Las moscas se alejan saltando, sin levantar el vuelo. Hasta los insectos parecen atontados por el calor. Al fondo de un callejón, junto a los escombros de una antigua torre de la Expansión, unos niños juegan cerca de una bomba de agua dulce. Lucy los observa mientras carga la pipa.

– Dios, cómo me gustaría volver a ser una cría.

Es como si todo el mundo se hubiera quedado sin fuerzas para mantener la conversación. Anderson saca la bolsa de ngaw de entre los pies. Coge uno y lo pela. Extrae el fruto translúcido del interior del ngaw y tira la cáscara velluda encima de la mesa. Se mete la fruta en la boca.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La chica mecánica»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La chica mecánica» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La chica mecánica»

Обсуждение, отзывы о книге «La chica mecánica» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x