Tom lo hizo.
Rachelle se inclinó hacia delante y le tocó suavemente los labios. Tom cerró los ojos. Por un momento todo pareció desconectarse. Pero en ese mismo instante alcanzó su plenitud un nuevo mundo. No, no un mundo nuevo. Un mundo antiguo. Él había hecho esto antes.
– Créeme, cariño, no estás en un sueño -afirmó ella apartando los labios de los de él-. Veremos si eso despierta tus recuerdos.
y\ Tom le recorrió un calor por el cuello. Había hecho esto antes. ¡Antes había besado a una mujer! Estaba seguro de eso.
La expresión de él debió haber sido de asombro, porque Rachelle le brindó una sonrisa de satisfacción. Era cierto, el beso de ella le había quitado el aliento, pero había más. Le recordó algo.
.-Tanis viene a hablar contigo -declaró la joven-. Aún insiste en que eres su aprendiz en las artes de pelea, pero creo que está más interesado en las historias.
Ella le puso un dedo en los labios.
– Sólo recuerda que esos son sueños. No te dejes llevar por ellos.
Rachelle dio media vuelta y se fue por el camino, con aire de complacida y muy segura de sí misma a pesar de sus esfuerzos por parecer indiferente.
De inmediato la mente de Tom se fue tras un nuevo pensamiento que se presentó cuando ella le advirtió acerca de las historias. ¿Y si las dos realidades no sólo fueran reales, sino que estuvieran entrelazadas? Como había dicho el niño en el lago superior, el león y el cordero, ambos reales. Ambas imágenes de la misma verdad.
La misma realidad.
¿Y si…?
– ¿Rachelle?
– ¿Sí? -contestó ella volviéndose.
Si las dos realidades estaban entrelazadas, tal vez él debía rescatar en ambas. Rachelle aquí, Monique allá. ¿Podría Rachelle llevarlo a Monique?
– Me estás mirando fijamente -añadió ella-. ¿Pasa algo?
– Eso fue muy maravilloso -confesó él. ¿Muy maravilloso?
– Se suponía que lo fuera -respondió ella guiñando un ojo.
– ¿Te puedo hacer una pregunta?
– Por supuesto.
– Si hubiera un lugar del cual te gustaría ser rescatada, ¿cuál sería?
– Ese es asunto tuyo. Rescatarme.
– Sí, pero si hubiera un sólo lugar -supuso él, corriendo hacia ella, motivado por la posibilidad que forjaba en su mente-. Digamos que estás atrapada y que yo voy a rescatarte. ¿Dónde sería eso? Por favor, debo saberlo Para poder rescatarte.
– Bueno, no soy exactamente narradora de historias. Pero… Rachelle miró el bosque y reflexionó en la pregunta.
– Diría que estaría oculta en una… Giró hacia él.
– Una gran cueva blanca llena de frascos. Donde convergen un río y e) bosque.
– ¿De veras? ¿Has estado alguna vez en una cueva así?
– No. ¿Por qué debería haber estado? La estoy inventando para ti, como lo haría un narrador de historias.
– ¿Es aquí, en este bosque, o en alguna parte más lejos?
– Cerca -contestó ella después de pensar por un instante.
– ¿Y cómo encontraría esta cueva?
– Siguiendo el río, desde luego.
– ¿Y en qué dirección es desde aquí?
Ella lo miró con curiosidad, como si objetara su presión por los detalles.
– En esa dirección -dijo ella señalando a su derecha-. Al oriente.
– Oriente.
– Sí, oriente. Estoy segura. La cueva está a un día de camino hacia el oriente.
– Entonces te rescataré -asintió él.
– Y cuando me rescates quisiera otro beso -añadió ella con total seriedad.
– Un beso.
– Sí. Un verdadero beso, no uno de tus sueños tontos. Un beso real para una mujer real que se ha enamorado completamente de ti, mi querido príncipe.
Rachelle dio media vuelta y se fue por el sendero.
***
TOM CAMINÓ rápidamente, sin ningún otro motivo que pensar con rapidez.
El beso de Rachelle había producido toda una nueva serie de posibilidades. Encontró su origen en esta sola idea: ¿Y si las dos realidades estuvieran más que entrelazadas; y si dependieran una de la otra?
¿Y si lo que sucedía en Bangkok dependía de lo que él hiciera aquí? ¿Y lo que sucedía aquí dependiera de lo que pasaba en Bangkok? Él ya sabía que si fue sanado aquí, fue sanado en Bangkok. Y que también podía usar en Bangkok las habilidades que había aprendido aquí. Pero creer que las realidad podrían depender entre sí… Era un pensamiento sorprendente. Pero en muchas maneras tenía sentido. Es más, estaba muy seguro de que había llegado a la misma conclusión en Bangkok. Si fuera de otro modo, el niño lo habría dicho. Elyon habría desanimado sus sueños. Pero no lo hizo. Había dejado que la decisión dependiera de él.
Dios no era un cordero, un león, ni un niño. Era todos ellos si él decidía que así fuera. O ninguno de ellos. Eran metáforas para la verdad.
La verdad. Una verdad. Dos caras de la verdad. León y cordero. El bosque colorido y Bangkok. ¿Posible?
Tom aún no estaba seguro de qué realidad era real, pero ahora estaba mucho más que convencido que la verdad en ambas realidades era real. Y él debía tener mucho cuidado en tratarlas ambas como reales.
Kara había dicho eso.
Por supuesto, esto no significaba que sólo porque amaba a Rachelle se suponía que amara a Monique. Pero sí era muy posible que supusiera que debía rescatar a Monique. Por eso estaba aprendiendo a rescatar a Rachelle en este Gran Romance.
Tenía que ser. Y de ser así, él podría haber descubierto cómo rescatarla. 0 al menos dónde rescatarla. Debería dormir inmediatamente, soñar con Bangkok, y probar esta teoría.
Tom se detuvo en el sendero. Si se suponía que rescatara a Monique en 'as historias, ¿qué entonces se suponía que hiciera aquí, si esta realidad también dependía de sus sueños?
Si Monique era real, ¿no era también posible que Bill fuera real? ¿Que sí Se habían estrellado de veras en la nave espacial como Teeleh había insistido?
¿Y si esa fuera la única realidad?
Tal vez todo lo demás sólo era un sueño. Él en realidad era de la Tierra, y 'o estaba afectando de manera terrible este extraño planeta. Se le revolvió estómago. De pronto sintió muy convincente la idea. Eso explicaría todo.
Al menos tenía que eliminar esa posibilidad. La única forma de saber era volver al bosque negro. Debería considerar al menos…
– ¡Thomas! Thomas Hunter, ¡allá estás! -exclamó Tanis, quien salía corriendo del bosque, agitando una torcida vara roja en la mano derecha- Te he buscado por todas partes. ¿Disfrutaste el cambio de esta mañana?
– Increíble -contestó Tom-. ¡Espectacular!
– La última vez él partió el planeta en dos -informó Tanis-. Quizá lo olvidaste, porque fue antes de que perdieras la memoria, pero pudimos ver las estrellas por arriba y por abajo. Luego la fisura se llenó a medio camino con agua y nos sumergimos. La caída en sí duró una hora.
Tanis rió y sacudió la cabeza.
– Eso es increíble -afirmó Tom.
– ¿Esto? -preguntó Tanis moviendo la vara-. ¿Te gusta?
– Quise decir que es increíble tu historia… caer durante una hora. ¿Qué es eso?
– Bueno, es algo que inventé basándome en un recuerdo de las historias. Tal vez sepas cómo se llama -manifestó sosteniéndola orgullosamente en alto.
Era una vara recortada y doblada en ondas con un gancho en un extremo.
– No, no puedo decir que lo reconozco -contestó Tom negando con la cabeza-. ¿Qué hace?
– ¡Es un arma! -gritó Tanis; pinchó el aire como un tosco espadachín-. ¡Un arma para asustar a las alimañas!
– ¿Cómo haría eso?
– ¿No sabes? A los shataikis les aterra el bosque colorido. Esta es un arma del bosque colorido. Se deduce que también los aterrará. Podríamos usar estas armas en nuestra expedición.
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