—¡ Va te faire chier! —exclamó —. ¡Ve a que te jodan, asquerosaputa lesbiana! ¡Kurav tu ando mol!
La akraki salió a toda prisa, llevándose consigo a sus subordinados. Me dejé caer en mi camastro. Pensé que iba a morirme de risa, allí mismo, en aquel momento. Pasó largo rato antes de que fuera capaz de hablar de nuevo.
—¿Sabes lo que significa eso? —pregunté —. ¿Kurav tu ando mol?
—Por supuesto que sé lo que significa —dijo Julien con enorme altivez —. «Me cago en tu boca», eso es lo que significa. La lástima es que ella no lo sabe. —Cerró la puerta de mi celda, cuidando de no quedar encerrados en ella, cruzó la estancia y se sentó a mi lado —. Ah, mon vieux , han ocurrido tantas cosas, ¡tantas cosas! ¿Sabes que llevo varias semanas en Galgala? ¿Empleado secretamente en este mismo edificio?
—La comida que me traían llevaba tu fuma escrita en ella.
—Esperaba que lo comprendieras. Te hubiera enviado una nota, pero pensé que era demasiado arriesgado. Si Shandor descubría de alguna forma mi auténtica identidad…, oh, va era bastante peligroso prepararte esas comidas. Pero para los robots todo es lo mismo, guisado de rata o jamon au Bourgogne en croúte, así que me dediqué a ese pequeño juego. ¡Ah, Yakoub, Yakoub!
—¿Periandros es ahora el emperador?
—¿Así que ya lo sabes?
—La falangarca me lo dijo. Pero eso es todo lo que sé. Necesito todo el resto de las noticias. ¿Qué está pasando aquí? Llevo horas oyendo ruidos de lucha.
—Fue decisión de Lord Periandros rescatarte de esta cautividad —dijo Julien —. En los últimos días de vida del Decimoquinto, mientras el emperador yacía agonizando, Lord Periandros vio los desórdenes que iban a ocurrir con toda seguridad si se producía la sucesión imperial en un momento en que el reino rom se hallaba en manos de una persona tan voluble y tan impredecible coma tu hijo Shandor. Recordarás, mon ami , que te insinué eso cuando te visité en aquel mundo helado. Pero eras inconmovible en tu deseo de retirarte de la pelea. Nada de lo que pude decir entonces te impulsó a regresar al Imperio, aunque veo que más tarde cambiaste de opinión, por razones que desconozco.
—Damiano acudió inmediatamente después de ti y me dijo que Shandor se había autoproclamado rey. Nunca fue mi intención abrirle el camino al trono a Shandor, de entre toda la gente. Así que volví. —Pude oír una nueva sucesión de disparos, al parecer no muy lejos. Julien pareció indiferente ante aquello —. ¿Dónde está Shandor ahora? —pregunté.
—Ha huido con su cuerpo de guardia a otra parte de las Altiplanicies Áureas. Le tomamos enteramente por sorpresa cuando atacamos. Movimos muy gradualmente nuestras tropas hasta situarlas en posición rodeando el complejo real, y lo pillamos totalmente desprevenido.
—¿Sólo tropas akraki?
—Sí —dijo suavemente Julien —. No podíamos correr riesgos.
—¿No se pensó en utilizar roms en el grupo de rescate?
—Esta era una misión imperial, cher ami . Y sé que sientes aversión a derramar sangre toro a manos de roms. Las tropas invasoras fueron enteramente akraki, de las fuerzas personales de Lord Periandros.
—Entonces, ¿ha sido derramada sangre rom?
Julien me estudió por unos instantes.
—Evidentemente hay roms que son leales a tu hijo, Yakoub. Dios sabe por qué es así, pero ése era el caso. En cualquier caso, normalmente uno no invade un palacio real sin encontrar una firme defensa. Por favor, comprende que hemos intentado mantener las bajas al mínimo.
Al mínimo, sí. Pero eso significaba algunas. Malas noticias. Suspiré.
—Aquellos leales a tu hijo fueron informados de que el nuevo emperador no lo reconoce como rey. Se les ofreció la oportunidad de deponer pacíficamente las armas. Muchos de ellos lo hicieron.
—Pero algunos no.
—Algunos no —admitió Julien.
—Bien, qué le vamos a hacer —suspiré al cabo de un rato —. Estaban sirviendo al hombre equivocado. ¿A quién reconoce Periandros como rey? ¿A mí?
—Lo hará. Serás llevado a la Capital, y allí habrá una ceremonia de reconsagración. Supongo que será necesario que obtengas también el decreto del gran kris, ¿no crees? Pero eso puede arreglarse. He hablado con Damiano y con Polarca. Serás rey de nuevo, Yakoub. Sólo te pido una cosa: que esta vez no te diviertas con otra abdicación.
—La abdicación fue un gesto cuidadosamente estudiado —dije —. No es algo que necesite hacer una segunda vez. —Guardé silencio por unos instantes, meditando en las cosas que me había dicho Julien. Algo parecía no encajar, pero en la vehemencia de nuestra conversación no me había dado cuenta al principio. Ahora regresó para turbarme —. Espera un momento —señalé —. Me dijiste que la misión de rescate era una empresa imperial, Julien. Pero también dijiste que Periandros la había decidido mientras el viejo emperador aún estaba vivo. Y que había enviado sus propios soldados a realizar el trabajo. Todo el asunto suena más como un proyecto particular de Periandros que como algún tipo de acción gubernamental. ¿Qué significa eso? Todavía no era emperador cuando tú viniste aquí, ¿verdad?
—No —dijo Julien.
—¿Por qué rescatarme, entonces? ¿Para que en mí gratitud apoyara sus pretensiones al trono?
—Oh, Yakoub, Yakoub…
—Es eso, ¿verdad? ¿Pero, y si yo no deseara ser rescatado? ¿Te dijo Polarca que yo me puse voluntariamente en manos de Shandor? ¿Que tenía objetivos políticos particulares en mi propio beneficio dejándome encerrar por él? Y te dije a ti cuando viniste a Mulano que no iba a tomar ninguna posición pública que favoreciera la pretensión de Periandros al trono.
—Lord Periandros es emperador ahora, Yakoub.
—¿Así que el Decimoquinto no consiguió nombrar sucesor después de todo?
Julien agitó la cabeza.
—No.
—Entonces, ¿cómo consiguió Periandros ser nombrado emperador? ¿Qué le ocurrió a Sunteil? ¿Y a Naria?
Julien pareció incómodo. Era demasiado diplomático para permitir que se viera su agitación, pero debía estar agitándose desesperadamente por dentro.
—En el momento de la muerte del Decimoquinto —dijo Julien, de una forma extrañamente remota —, Lord Sunteil había ido al sistema de Hai Qaldun a investigar algunos disturbios en Génix y, creo, Shaitan. En cuanto a Lord Naria, también estaba ocupado por aquel entonces en asuntos de apremiante importancia en su mundo nativo, que como sabes es Vietoris.
Mi humor se ensombreció. Mi querido y viejo amigo Julien, que se había vendido hacía mucho a Periandros, estaba allí para intentar comprarme también. Quid pro quo: Periandros me libera, y yo le ofrezco mi alianza, y él me reconoce como rey indiscutido. Un quid, dos quos, y ninguno de ellos bueno.
—Entonces, ¿fue un coup d’état ? —pregunté —. ¿Los otros dos estaban lejos, y Periandros simplemente se apoderó del trono?
—Los pares del Imperio han confirmado su elección.
—¿De la misma forma que el gran kris de Galgala confirmó la elección de Shandor como rey?
—Yakoub, mon cher, mon ami , te suplico…
—Adelante —dije, cuando guardó silencio —. ¿Me suplicas qué?
—Hablamos de esos asuntos en…, ¿cómo se llama ese lugar tan helado?…, Mulano. Cuando hay un vacío en el cuerpo político, las fuerzas disruptivas quedan sueltas. Tu propia ausencia del trono rom y la aparente usurpación de Shandor, todo ello seguido por tu repentino regreso de tu retiro y tu prisión aquí, han desencadenado ya una serie de disrupciones en el Imperio. La muerte del Decimoquinto amenazaba con hacer las cosas catastróficamente peores. Según el buen juicio de Lord Periandros, la estabilidad del Imperio se hubiera visto comprometida si no hubiera actuado con rapidez y decisión.
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