José Abasolo - Lejos De Aquel Instante

Здесь есть возможность читать онлайн «José Abasolo - Lejos De Aquel Instante» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Lejos De Aquel Instante: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Lejos De Aquel Instante»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

`Lejos de aquel instante` obtuvo en 1996 el Premio de Novela Prensa Canaria y fue candidata al Premio Hammett de la Semana Negra de Gijón a la mejor novela policíaca en castellano, todo lo cual confirma a José Javier como uno de los autores españoles de género negro mas destacados del panorama actual, cuya proyección en otros países empieza a resultar imparable con la traducción de su obra al francés.
Una joven de una prominente familia desaparece sin decir nada ni a familiares ni amigos, un periodista recibe una visita desagradable, un antiguo exiliado que llegó a ser alto cargo en los servicios de inteligencia de los Estados Unidos decide regresar a su tierra tras haberse jubilado. Simultaneamente, un detective de complicado pasado, un inspector de policía al que sus superiores marginan y un agente de la CIA que desea prosperar en la organización, se sumergen en la investigación de cada uno de los sucesos que acabarán irremediablemente unidos, enlazando oscuros acontecimientos ocurridos en la lejana época de la Segunda Guerra Mundial con las tramas del narcotráfico que actuan impunemente hoy en día.

Lejos De Aquel Instante — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Lejos De Aquel Instante», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

»A pesar del peligro evidente, decidí llevar las gestiones en persona y, para eso, abandoné México y me fui a Canadá, donde también tenemos intereses económicos. Los estadounidenses se fían más de los canadienses que de los mexicanos, así que tienen la guardia más baja frente a ellos, por lo que a través de mis testaferros en ese país, entre ellos, un alto cargo del gobierno, conseguí introducirme en los círculos convenientes. Ahora sólo nos queda esperar que nos avisen para proceder al intercambio. Te advierto que he tenido que adelantar dinero, mucho dinero.

– Ya sabes que eso no constituye ningún problema. Se te devolverá todo y por triplicado además.

– No, no se trata de eso. Me gusta el dinero, como a todo el mundo, y quizá más que a muchos, pero puedo desprenderme con facilidad de cantidades que no juntarían mil personas en toda una vida de trabajo. Así que, por esta vez y sin que sirva de precedente, podéis considerar que los gastos que he realizado son un donativo para el triunfo de la causa. Es otro el pensamiento que me preocupa.

– Dime.

– Creo que no me dijiste toda la verdad. Escúchame un momento antes de decir nada -añadí al ver que se disponía a hablar-. No te lo digo como un reproche porque posiblemente yo en tu caso habría hecho lo mismo, pero estoy convencido de que hay algo más de lo que me comentaste. Tras la muerte de mi colaborador, muerte que por otra parte no he llorado, hice unas averiguaciones por mi cuenta y he llegado a saber o adivinar que si el uranio es necesario no se debe a sus aplicaciones industriales, sino más bien a otras implicaciones relacionadas directamente con el esfuerzo bélico.

Sabía que me la estaba jugando, pero creí conveniente actuar con audacia para conseguir estrechar cada vez más los lazos que me unían al coronel, y mi experiencia anterior me indicaba que el alemán era susceptible a esos gestos, aunque seguramente más que admiración ante mi insolencia lo que había en el interior de Reiner Vonderschmidt era una lucha entre el deseo de pegarme un tiro allí mismo y la opción de escucharme hasta el final y pegarme el tiro cuando acabara. Sin esperar a que tomara una decisión, continué deslizándome por la cuerda floja y seguí con mi discurso.

– A pesar del peligro evidente -le dije-, proseguí mis esfuerzos para coronar con éxito la misión. Y lo he conseguido, por eso estimo que estoy en el derecho de hablarte como te estoy hablando. Sin ninguna vanidad por mi parte, tienes que reconocer que mi trabajo ha sido importantísimo para que, por fin, podamos triunfar en esta guerra. Y esto es lo que quiero que se me reconozca. Quiero participar en esta nueva fase de la guerra. No quiero dinero ni otro tipo de prebendas u honores. Quiero que dentro de unos años, cuando los libros de historia hablen del final de la guerra, se diga que sin la colaboración de Javier de Ithurbide, heredero de la corona imperial mexicana, no hubiera sido posible el triunfo de los valores del nacionalsocialismo. ¡Es mi derecho y por eso lo exijo!, porque también para mí el honor se llama lealtad.

Cuando cerré la boca la sentía reseca y pastosa. Tenía mis dudas sobre si había actuado cuerdamente o no, pero la apuesta estaba encima de la mesa y no podía retroceder. Ahora era Vonderschmidt quien tenía que decidir si estaba jugando de farol o tenía todos los ases en mis manos, y reaccionó de un modo silencioso pero elocuente. Se levantó de su silla y, acercándose a mí, me dio un abrazo de oso que duró por lo menos cinco minutos. Acababa de obtener mi primera victoria en ese juego, pero el miedo no ha abandonado todavía mi cuerpo. Sé que de nada me habrá servido ganar esta batalla si perdemos la guerra y pienso que habéis echado sobre mis frágiles hombros una gran responsabilidad, Cameron. Pero el baile se ha iniciado y no me queda más remedio que seguir el compás. Quiera Dios que las cosas no se tuerzan y al final logremos nuestro objetivo.

Mientras tanto, recibe un fuerte abrazo de alguien que está solo y al que sólo el recuerdo de sus amigos y seres queridos, de su patria y sus ideales, le dan la fuerza necesaria para aguantar sin desfallecer.

27

Cuando Iñaki Artetxe fue a buscar su automóvil no quedaba nadie en el caserío. Efectuado un examen minucioso, tanto del edificio como de los alrededores, parecía como si en mucho tiempo no hubiera andado nadie por allí, mucho menos una secta al completo. Si no hubiera estado en ese lugar el día anterior, él mismo pensaría que su relato era una alucinación o un sueño.

Una vez recuperado el vehículo, pasó por la Comandancia de la Guardia Civil. Dos horas de interrogatorio le aumentaron la jaqueca que había empezado a notar nada más despertarse, pero por lo menos prometieron dejarle momentáneamente en paz, aunque «si recuerda algo que no nos ha dicho, convendría que nos llamara».

Una cosa buena había salido de su aventura del día anterior: su convencimiento de que estaba en el buen camino. En caso contrario, ¿a qué venía el maniatarle y llevarle de paseo dentro del maletero de un coche? El problema era retomar la pista.

Antonio Alférez no estaba en el club, pero le informaron de dónde podía encontrarle a esas horas. La Universidad de Deusto apenas había cambiado desde que él iniciara sus nunca acabados estudios de Filosofía, antes de que decidiera ingresar en la policía autónoma, y en los merenderos, como se denominaba a una de las áreas preparadas teóricamente para el silencioso estudio, seguía habiendo numerosas tertulias que ayudaban a mantener un agradable ambiente académico. El amigo de Begoña estaba sentado con un libro abierto entre las manos mientras intentaba convencer a una compañera de que, por un día de estudio que perdieran, no iban a verse afectados los resultados de los exámenes. Cuando notó posarse sobre su hombro la mano de Artetxe y volvió la cara hacia él se le petrificaron los ojos.

– Hombre, mi amigo Antonio -dijo Artetxe-. Te he visto de lejos y me he dicho a mí mismo: ¿Qué mejor momento que éste para pagarle la cerveza que le debo? Venga, deja de estudiar y acompáñame al bar. Los dos solitos -añadió.

Como un cordero al que conducen al matadero, Antonio Alférez siguió mansamente a Iñaki Artetxe hasta el bar de la Universidad. La mayoría de las mesas estaban desocupadas, así que tomaron asiento en la que estaba más alejada tanto de la puerta como de la barra. Con sus dos jarras sobre la mesa parecían ser dos viejos conocidos que charlaban sobre lo divino y lo humano.

– Estuve viendo a tu amigo Marcos Ruiz, ¿sabes?, y por poco me mata.

– Yo no sé nada de eso, se lo juro.

– Bueno, no tiene importancia. Igual le avisaste de mi llegada o igual no tienes nada que ver, pero me da exactamente lo mismo. Tú, para mí, no eres más que una mierda pinchada en un palo de la que si me es útil me olvidaré cuanto antes mejor, pero sólo si me es útil. ¿Me entiendes?

– Ya le dije todo lo que sé.

– Nadie dice nunca todo lo que sabe -respondió Artetxe meneando tristemente la cabeza-, todo el mundo deja siempre algo en su armario, pero te repito que lo que pasó ayer no importa, importa lo que me puedes decir hoy. Marcos Ruiz ha desaparecido del caserío, pero sigo necesitando encontrarle. ¿Qué me puedes decir?

– Nada.

– Mira, Antonio, yo te comprendo; si estuviera en tu lugar también lo negaría todo, pero no estoy en tu lugar, ¿comprendes? He sido ertzaina y ahora trabajo como detective y, a pocas novelas policíacas que hayas leído, sabrás que los detectives caemos muy mal a la policía oficial; por eso, para congraciarnos con ellos, de vez en cuando les pasamos información para que detengan a delincuentes y se luzcan. Si yo hubiera sacado algo en claro de Marcos Ruiz, habría entregado su cabeza puesta sobre una bandeja de plata al Grupo de Estupefacientes de Bilbao y todos me habrían dado una palmadita en la espalda, pero, como por lo que parece ser, Marcos Ruiz se me ha escapado, tú eres lo único que tengo. Ayer, un comandante de la Guardia Civil me amenazó con sacarme de la circulación, y si eso ocurre, ¿de qué van a comer mis tres ex mujeres y mis siete hijos? Así que tú verás. O les entrego a Marcos Ruiz o les entrego a Antonio Alférez.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Lejos De Aquel Instante»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Lejos De Aquel Instante» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Joseph Wambaugh - El caballero azul
Joseph Wambaugh
libcat.ru: книга без обложки
Jose Abasolo
José Ignacio González Faus - Instantes
José Ignacio González Faus
Carlos López Degregori - Lejos de todas partes
Carlos López Degregori
Enrique Blanc - Canciones de lejos
Enrique Blanc
David Ponce - Canciones de lejos
David Ponce
Marissa Meyer - Karma al instante
Marissa Meyer
Daniel Escolar - Mirar de lejos
Daniel Escolar
Pedro Moret Vegas - Diseccionando un instante
Pedro Moret Vegas
Abel Gustavo Maciel - Gaviotas a lo lejos
Abel Gustavo Maciel
Отзывы о книге «Lejos De Aquel Instante»

Обсуждение, отзывы о книге «Lejos De Aquel Instante» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x