Lorenzo Silva - El alquimista impaciente

Здесь есть возможность читать онлайн «Lorenzo Silva - El alquimista impaciente» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El alquimista impaciente: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El alquimista impaciente»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un cadáver desnudo, sin rastros de violencia, aparece atado a una cama en un motel de carretera. ¿Se trata o no de un crimen? El sargento Bevilacqua, atípico investigador criminal de la Guardia Civil, y su ayudante, la guardia Chamorro, reciben la orden de resolver enigma. La investigación que sigue no es una mera pesquisa policial. El sargento y su ayudante deberán llegar al lado oscuro e inconfesable de la víctima, a su sorprendente vida secreta, así como a las personas que la rodeaban, en su familia, en la central nuclear donde trabajaba.

El alquimista impaciente — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El alquimista impaciente», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Chamorro no contestó al cumplido. Por los ruidos que llegaron a mis auriculares, debió de coger la carta y dijo:

– Espero que no me tome por una maleducada. Pero llevo un buen rato en esa mesa. Me estoy muriendo de hambre.

Zaldívar soltó una risita y se apresuró a llamar al maître, a quien pidió que recitara las sugerencias. Tanto él como Chamorro escogieron entre ellas; Chamorro un pescado, él algo que no entendí, pero que estaba hecho de venado. Para beber, León pidió el mejor vino. Así, sin pestañear, un lujo que allí debía de significar un fajo de billetes. Yo miré con resignación mi bocadillo de tortilla y la lata de cerveza con que iba a acompañarlo.

– Perdone mi torpeza -rió forzadamente él-. Me doy cuenta de que aún no me he presentado. Me llamo León. León Zaldívar.

– Yo me llamo Laura -inventó Chamorro-. Laura Sentís.

Un apellido original, aprecié. Estaba bien, siempre que luego no se le olvidara. Parece una tontería y habrá a quien le parezca imposible, pero a mí me ha sucedido una vez, y las pasé verdaderamente canutas.

– ¿Te importa que nos tuteemos, Laura? -atacó Zaldívar , intrépido.

– Para nada -concedió ella-. La verdad, más me importaría tener que llamar todo el rato de usted a la persona con la que estoy cenando.

Tras eso vino un silencio, unas miradas (adiviné) y auguré que tras ellas Zaldívar escupiría una frase ingeniosa. Pero erré.

– Ese vino te va a costar un dinero -avisó Chamorro.

– ¿Y qué es el dinero? -cuestionó León, rumboso.

– Bueno, depende del que tengas. ¿Tú tienes mucho?

Me encantó. El aire casi infantil, entre desconsiderado y dulce, que imprimía a sus palabras. Y a Zaldívar también le encantaba.

– ¿Qué quieres que te conteste? -titubeó, risueño-. No es elegante decir que sí. Pero digamos que tengo el suficiente como para que no me preocupe.

Qué suerte.

– Ahora en serio -Zaldívar cambió su tono; sonaba formal, como un locutor retransmitiendo un desfile-. Me gusta que hables así del dinero, sin remilgos, pero con naturalidad. La mayoría de la gente habla de él de una manera deprimente: o bien como si fuera de mal gusto o bien consiguiendo que efectivamente lo sea. El dinero es importante. Es quizá la cosa sobre la que resulta más necesario tener las ideas claras. Y nadie las tiene.

– ¿Cuáles son tus ideas, León? -inquirió Chamorro, casual.

En momentos como aquél, siempre he envidiado a las mujeres. Si uno le hace una pregunta así a una mujer, la mujer, suponiendo que no le mande a uno a freír espárragos, la sortea y en paz. Pero si a uno le hace la pregunta una mujer, suda tinta para responderla. León también:

– Para empezar, creo que el noventa y nueve por ciento de nuestros problemas se resuelven con dinero. Los que no se resuelven con él, o son muy retorcidos o no tienen solución. Y como preocuparse por el dinero resulta manifiestamente sórdido, hay que arreglárselas para escapar de esa preocupación como sea. Lo paradójico es que el único modo de conseguirlo es pasar un tiempo sin pensar en otra cosa que en ganar dinero. Mientras no hayas juntado el suficiente, no podrás ser libre. Es curioso. Salvo que lo heredes, sólo puedes librarte de él a fuerza de esclavizarte antes.

– Resulta contradictorio, desde luego -subrayó Chamorro.

– Si te fijas, Laura -se animó Zaldívar; de pronto intentaba sonar más incisivo, más convincente-, la mayoría de la gente quiere hacerlo todo a la vez: seguir su vocación, cultivar sus placeres, estar con su familia, y ganar dinero. Por eso se condenan a ser siempre siervos de él. Los que se liberan, aparte de algunos inconscientes con chiripa, son los que durante una época no piensan nada más que en la pasta. Olvidan sus aficiones, lo que esperan de la vida, a sus hijos, y se concentran en enriquecerse. Siempre te puede ir mal, de hecho no todos lo consiguen, pero si uno es tenaz y un poco despierto, puede lograrse. Yo no me considero un fenómeno, ni especialmente afortunado, y lo he conseguido. Ahora sólo hago lo que quiero.

– Pero algo habrás dejado por el camino -dudó Chamorro.

A eso sucedió un breve silencio. Luego, Zaldívar dijo:

– Todos dejan mucho por el camino. Pero a mí el sacrificio me ha valido la pena. Por lo menos no soy como tantos que veo por ahí. Lo lamentable, Laura, es que hoy la gente no se corrompe por el poco dinero que hace falta para comer, ni tampoco por el mucho que hace falta para ser libre. Lo hacen siempre por sumas intermedias: las que sirven para comprarse un coche más grande, o una casa, o una lancha motora, o cualquier otra de las mierdas a las que la publicidad reduce el horizonte vital de tantos cretinos.

– Eres muy duro.

– Tengo que serlo -declaró Zaldívar, afectando disgusto-. Dos o tres de los intelectuales que pontifican en la radio sobre lo divino y lo humano, de esos que denuncian el hambre del Tercer Mundo y siempre están del lado de los justicieros, se pliegan como servilletas ante un empleado mío, el director del periódico en el que escriben una columna idiota que les vale doscientas mil pesetas extra al mes. ¿Y para qué las quieren? Ninguno las necesita para no pasar hambre, o para que sus hijos tengan techo y ropa. Son para vicios. Los vicios que halagan su vanidad, pero no les salvarán nunca.

Me sorprendía mucho que Zaldívar fuera un moralista, aunque ya hubiera intentado venderme a mí esa imagen. Me sorprendía menos que ostentara su poder de un modo tan obsceno. Chamorro no le dejó ir:

– ¿Tienes un periódico?

– Tengo cinco -confesó Zaldívar, un poco avergonzado.

– ¿Cuáles?

– Qué más da. Mañana podría venderlos, o comprar otros. Cada cosa, como cada persona, tiene su precio, y siempre hay quien puede pagarlo. Eso es lo que les quita el aliciente. ¿Sabes lo único que no tiene precio?

– No -dijo Chamorro, con interés.

– Quien ha aprendido a no necesitar nada. Ésa es la única gente a la que un hombre como yo se siente capaz de admirar. Si es que existe.

Tras aquella reflexión de filósofo, con la que Zaldívar redondeaba su insólito cortejo, escuché unos ruidos que sólo podían significar que acababan de llegar las primeras viandas. Durante diez minutos, el coloquio quedó interrumpido y fue sustituido principalmente por la masticación. La que mejor oía era la de Chamorro, que tenía encima el micrófono. También intercambiaron algunos comentarios sobre la comida, sin mayor trascendencia. Cuando cesó la ingesta, Zaldívar retomó la conversación.

– Me has hecho hablar demasiado de mí -dijo-. Háblame de ti.

Era un momento delicado. El quid de un buen camuflaje está en la patraña que uno ingenia para sustentarlo. Chamorro improvisó con agilidad, sobre algunas pautas que habíamos acordado antes. Fábulo un pasado simple y feliz, con viajes y bádminton, un colegio de monjas hasta los dieciocho (aquí supo ser detallista y veraz) y una carrera de ciencias empresariales iniciada y abandonada. Para el presente inventó una tienda puesta con unas amigas y dinero paterno, y unos estudios por puro placer. Ahí enlazó con la astronomía y acabó hablando de Alfa Centauro, enanas marrones y antimateria, lo que debió de sumir a Zaldívar en un desconcierto semejante al mío. Si tenía que calificar su actuación, le daba un ocho y medio sobre diez.

– Me parece apasionante -juzgó Zaldívar-. Escudriñar el infinito. Aunque un poco pavoroso. A qué quedamos reducidos nosotros.

– A nada. No somos más que una pizca de polvo de estrellas que se junta y se separa sin que dé casi tiempo a verla -dijo Chamorro-. Y eso que el universo no es en realidad infinito, sino sólo muy grande.

Los dos quedaron en silencio. Admití que estaba bastante impresionado. Con la colaboración de Chamorro, Zaldívar estaba convirtiendo aquel flirteo en una experiencia de una hondura inaudita. Nada que ver con esas tonterías de las comedias de situación. Sólo faltaba que alguien empezara a hablar de la muerte. Y fue un solemne León quien asumió la tarea:

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El alquimista impaciente»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El alquimista impaciente» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El alquimista impaciente»

Обсуждение, отзывы о книге «El alquimista impaciente» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x