Tess Gerritsen - El cirujano

Здесь есть возможность читать онлайн «Tess Gerritsen - El cirujano» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El cirujano: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El cirujano»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un asesino silencioso se desliza en las casas de las mujeres y entra en las habitaciones mientras ellas duermen. La precisión de las heridas que les inflige sugiere que es un experto en medicina, por lo que los diarios de Boston y los atemorizados lectores comienzan a llamarlo «el cirujano». La única clave de que dispone la policía es la doctora Catherine Cordell, víctima hace dos años de un crimen muy parecido. Ahora ella esconde su temor al contacto con otras personas bajo un exterior frío y elegante, y una bien ganada reputación como cirujana de primer nivel. Pero esta cuidadosa fachada está a punto de caer ya que el nuevo asesino recrea, con escalofriante precisión, los detalles de la propia agonía de Catherine. Con cada nuevo asesinato parece estar persiguiéndola y acercarse cada vez más…

El cirujano — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El cirujano», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

A una cuadra de la casa de Karl Pacheco, frenó detrás de un patrullero. Otros cuatro vehículos estaban estacionados desordenadamente a lo largo de la calle.

«Demasiado tarde, -pensó, corriendo hacia el edificio-. Ya entraron».

Una vez dentro oyó fuertes pisadas y gritos de hombres cuyo eco resonaba en las escaleras. Siguió el sonido hasta el segundo piso y entró en el departamento de Karl Pacheco.

Allí se enfrentó con una escena de caos. La madera astillada de la puerta ensuciaba el umbral. Las sillas estaban dadas vuelta, una lámpara hecha añicos, como si unos toros salvajes hubieran pasado a toda carrera por el cuarto, dejando su huella de destrucción. El aire mismo estaba envenenado de testosterona, policías vengativos tras los pasos de un individuo que pocos días antes había masacrado a uno de los suyos.

Sobre el piso, un hombre yacía boca abajo. Negro; no era el Cirujano. Crowe mantenía su talón brutalmente presionado contra la nuca del negro.

– Te hice una pregunta, hijo de puta -aulló Crowe-. ¿Dónde está Pacheco?

El hombre gimoteó y cometió el error de tratar de levantar la cabeza. Crowe le clavó el talón con energía, golpeando el mentón del prisionero contra el piso. El hombre emitió un sonido de ahogo y comenzó a retorcerse.

– ¡Suéltalo! -gritó Rizzoli.

– ¡No se queda quieto!

– Libéralo y tal vez consiga hablarte. -Rizzoli empujó a Crowe a un lado. El prisionero giró sobre su espalda, boqueando como un pez sobre la orilla.

Crowe grito:

– ¿Dónde está Pacheco?

– No… No lo sé.

– ¡Estás en su apartamento!

– Se fue. Se fue.

– ¿Cuándo?

El hombre comenzó a toser en explosiones tan profundas y violentas que sonaban como si sus pulmones se estuvieran desgarrando. Los otros policías se habían reunido alrededor, observando con mal disimulado odio al prisionero tirado en el piso. El amigo de un asesino de policías.

Asqueada, Rizzoli se dirigió hacia el dormitorio. La puerta del armario estaba abierta de par en par y la ropa de las perchas había sido arrojada al piso. El registro había sido completo y brutal, todas las puertas abiertas, todo posible escondrijo expuesto. Se colocó un par de guantes y comenzó a revisar los cajones de la cómoda, palpando a través de bolsillos, buscando una libreta de direcciones, una agenda, cualquier cosa que le indicara que Pacheco podría haberse escapado.

Levantó la vista cuando Moore entró en la habitación.

– ¿Tú estabas a cargo de este desastre? -preguntó.

Él movió la cabeza.

– Marquette les dio el permiso. Teníamos información de que Pacheco estaba en el edificio.

– ¿Y dónde está, entonces?

Cerró el cajón con violencia y cruzó hasta la ventana del dormitorio. Estaba cerrada pero sin traba. La escalera de incendio estaba justo fuera. Abrió la ventana y sacó la cabeza. Un auto de la brigada estaba estacionado en el callejón de abajo, con la radio parloteando, y vio a un oficial apuntando con su linterna hacia un volquete.

Estaba a punto de meter la cabeza de nuevo dentro cuando sintió que algo caía sobre su nuca, y escuchó un desmayado crujido de grava que caía por la escalera de incendio. Azorada, miró hacia arriba. El cielo nocturno se veía blanqueado por las luces de la ciudad, y las estrellas eran apenas visibles. Observó por un momento, estudiando la línea del techo recortada contra ese anémico cielo negro, pero nada se movió.

Trepó fuera de la ventana hacia la escalera de incendio y comenzó a subir la escalera hasta el tercer piso. En el siguiente descanso se detuvo para revisar la ventana de arriba del departamento de Pacheco; habían colocado un mosquitero sobre el vidrio, y la ventana estaba a oscuras.

Volvió a mirar hacia arriba, hacia el techo. Aunque no vio nada, escuchó un sonido que venía de arriba; los pelos de la nuca comenzaban a erizársele.

– ¿Rizzoli? -llamó Moore desde la ventana. Ella no contestó, pero apuntó hacia el techo como muda señal de sus intenciones.

Se secó las palmas húmedas contra sus pantalones, y lentamente subió las escaleras que llevaban al techo. Se detuvo en el último peldaño, tomó una profunda bocanada de aire y, con extremo cuidado estiró la cabeza para mirar por encima del borde.

Bajo el cielo inmóvil, la terraza del edificio era una selva de sombras. Vio la figura de una mesa y sillas, una maraña de ramas arqueadas. Un jardín terraza. Se revolvió hasta treparse al borde, cayó ligeramente sobre los guijarros del asfalto, y tomó el arma. A los dos pasos su pie dio con un obstáculo, que rodó con estrépito. Aspiró el olor fuerte de unos geranios. Advirtió que estaba rodeada de plantas en macetas de terracota. Conformaban para sus pies una carrera de obstáculos.

A su izquierda algo se movió.

Se esforzó por distinguir una figura humana fuera de ese enredo de sombras. Luego lo vio a él, agazapado como un homúnculo negro.

Levantó el arma y ordenó:

– ¡Quieto!

No vio lo que él ya sostenía en la mano. Lo que estaba listo para arrojarle.

Apenas un segundo antes de que la pala de jardín le golpeara la cara, sintió que el aire se sacudía a su alrededor, como un viento maligno silbando en la oscuridad. El golpe resonó en su mejilla izquierda con tanta fuerza que vio una explosión de luces.

Cayó de rodillas, mientras una marea de dolor rugía en sus neuronas; un dolor tan terrible que le quitó la respiración.

– ¿Rizzoli? -Era Moore. Ni siquiera lo había oído subir a la terraza.

– Estoy bien. Estoy bien… -Bizqueó hacia donde estaba agazapada la figura. Se había ido-. Está aquí -susurró-. Quiero a ese hijo de puta.

Moore se abrió paso en la oscuridad. Ella se sostuvo la cabeza, a la espera de que el mareo pasara, maldiciendo su propia negligencia. Luchando por mantener la cabeza despejada, avanzó a los tropezones. La furia era un combustible potente; le brindó estabilidad a sus piernas y la ayudó a empuñar con más firmeza el arma.

Moore estaba a unos pocos metros a su derecha; apenas podía distinguir su silueta, esquivando mesas y sillas.

Se movió a la izquierda, rodeando la terraza en la dirección opuesta. Cada palpitación de su mejilla, cada atizadora puñalada de dolor, eran un recordatorio de que lo había echado a perder. «No esta vez». Su mirada se deslizó por entre las plumosas sombras de los árboles y los arbustos en macetas.

Un súbito chasquido la hizo girar a su derecha. Oyó unos pasos que corrían, vio una sombra moviéndose por la terraza, directo hacia ella.

Moore gritó:

– ¡Alto! ¡Policía!

El hombre seguía avanzando.

Rizzoli bajó hasta quedar en cuclillas, aferrando el arma. Los latidos en su mejilla crecían en estallidos de agonía. Toda la humillación que soportaba, las cotidianas burlas, los insultos, el interminable tormento que significaban los Darren Crowe del mundo, parecieron concentrarse en un único punto de furia.

«Esta vez eres mío, bastardo». Aun cuando el hombre se detuvo repentinamente frente a ella, aun cuando levantó los brazos hacia el cielo, la decisión fue irreversible.

Ella apretó el gatillo.

El hombre se encogió. Luego retrocedió con torpeza.

Ella disparó por segunda vez, por tercera vez, y cada descarga del arma significaba un placentero golpe contra su palma.

– ¡Rizzoli! ¡Cesa el fuego!

El grito de Moore terminó por penetrar el rugido que sentía en sus oídos. Se quedó rígida, todavía apuntando con el arma, los brazos tensos y doloridos.

El sujeto estaba en tierra, y no se movía. Ella se enderezó y caminó con lentitud hacia la forma contraída. Con cada paso que daba, aumentaba el horror de lo que había hecho.

Moore ya estaba arrodillado a un lado del hombre, controlando su pulso. Levantó la vista hacia ella, y aunque no pudo leer su expresión en aquella terraza oscura, supo que había una acusación en su mirada.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El cirujano»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El cirujano» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


libcat.ru: книга без обложки
Tess Gerritsen
Tess Gerritsen - Czarna loteria
Tess Gerritsen
Tess Gerritsen - Keeper of the Bride
Tess Gerritsen
Tess Gerritsen - Harvest
Tess Gerritsen
Tess Gerritsen - The Keepsake
Tess Gerritsen
Tess Gerritsen - The Apprentice
Tess Gerritsen
Tess Gerritsen - Body Double
Tess Gerritsen
Tess Gerritsen - Vanish
Tess Gerritsen
Tess Gerritsen - Call After Midnight
Tess Gerritsen
Tess Gerritsen - Laikoma kalta
Tess Gerritsen
Tess Gerritsen - Pažadėk, kad grįši
Tess Gerritsen
Отзывы о книге «El cirujano»

Обсуждение, отзывы о книге «El cirujano» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x