Sue Grafton - C de cadáver

Здесь есть возможность читать онлайн «Sue Grafton - C de cadáver» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

C de cadáver: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «C de cadáver»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Kinsey Millhone acepta ayudar y proteger a Bobby Callahan, un reservado joven que conoció en el gimnasio. Él está convencido de que, tras el accidente que le dejó amnésico y con el cuerpo zurcido de cicatrices, alguien quiere matarle, aunque nadie le cree. Pero tres días después Bobby aparece muerto. Y ahora a Kinsey le toca encontrar al asesino.

C de cadáver — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «C de cadáver», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Miró con mucha atención mi carnet y se hizo a un lado para dejarme pasar.

Cerró a mis espaldas y me condujo por un pasillo hasta una habitación que estaba casi al final. Cada vez que veía una puerta entreabierta, echaba un vistazo rápido. No sé qué esperaba encontrar: mujeres que se retorcían las manos y murmuraban para sí, hombres que imitaban a ex presidentes de la nación y a los animales de la selva. O a todos ellos atontados a causa de la medicación, asomando la lengua y con los ojos en blanco. La verdad es que sólo vi caras que se volvían al verme, como si yo fuera una nueva internada, susceptible de ponerse a gritar o de imitar a los pájaros mientras se desgarraba la ropa. No pude ver ninguna diferencia entre ellos y yo y la conclusión fue preocupante.

Kitty estaba despierta y vestida, con el pelo todavía mojado, tras pasar por la ducha. Estaba tendida en la cama, apoyada en las almohadas y con la bandeja del desayuno en la mesita de noche. Llevaba un camisón de seda que le colgaba de los hombros igual que de una percha. Sus pechos no eran más grandes que los botones de un sofá, y sus brazos eran huesos mondos y envueltos en una piel tan fina como un pañuelo de papel. Los ojos se le habían agrandado y hundido, y se le notaban tanto los huesos de la cabeza que parecía una anciana de setenta años. Su foto habría servido para promover publicitariamente la adopción infantil.

– Tienes visita -dijo Natalie.

Los ojos de Kitty se posaron en mí y durante un segundo pude ver que estaba muy asustada. Iba a morirse. Tenía que darse cuenta. La energía se le iba por los poros, igual que el sudor.

Natalie inspeccionó la bandeja del desayuno.

– Sabes que si no comes te meterán en la UCI. Creí que habías hecho un pacto con el doctor Kleinert.

– Pero si he comido -dijo Kitty.

– Bueno, yo no estoy aquí para darte la matraca, pero el doctor Kleinert llegará de un momento a otro. Procura acabar lo que has dejado mientras hablas con tu amiga, ¿quieres? Todos deseamos que te repongas, pequeña. De verdad.

Nos dedicó una ligera sonrisa, salió y entró en la habitación contigua, donde la oímos hablar con otra persona.

La cara de Kitty se había vuelto de color rosa y se esforzaba por contener las lágrimas. Cogió un cigarrillo, lo encendió y ocultó la tos tras la mano huesuda. Cabeceó y esbozó una sonrisa que contenía cierto porcentaje de dulzura.

– Mierda, no puedo creer que haya llegado a esto -dijo, y acto seguido, con ansiedad-: ¿Crees que Glen vendrá a verme?

– No lo sé. Puedo pasar por casa y decírselo, si lo deseas.

– Le ha dado la patada a papá.

– Eso me han dicho.

– Seguramente me echará a mí también.

No pude seguir mirándola. Su deseo de que Glen estuviera allí era tan palpable que me hacía daño a los ojos. Observé la bandeja del desayuno: macedonia de frutas, pan. de arándanos, yogur de fresa, copos de cereales surtidos, zumo de naranja y té. No había la menor indicación de que hubiera probado nada.

– ¿Te apetece alguna cosa? -me preguntó.

– No, porque entonces le dirás al doctor Kleinert que te lo has comido tú.

Aún tenía fuerzas para ruborizarse y emitir una risa inquieta.

– Pero ¿por qué no comes? -añadí.

Hizo una mueca.

– Es que todo me da asco. Tengo una vecina que sufría anorexia, ¿sabes lo que es? La trajeron aquí y consiguieron que comiera. Ahora parece que está embarazada. Sigue estando como un palillo, pero se le ha hinchado la barriga como si se hubiera tragado una pelota de baloncesto. Es repugnante.

– ¿Y qué? Está viva, ¿no?

– No quiero tener ese aspecto. Nada me sabe bien y apenas pruebo bocado me entran ganas de vomitar.

Era absurdo seguir discutiendo y cambié de tema.

– ¿Has hablado con tu padre después de que Glen lo echara de casa?

Se encogió de hombros.

– Viene a verme todas las tardes. Se hospeda en el Hotel Edgewater, hasta que encuentre casa.

– ¿Te ha contado lo del testamento de Bobby?

– Por encima. Dice que Bobby me ha dejado un montón de dinero. ¿Es verdad? -Hablaba como al borde del desaliento.

– Supongo que sí.

– Pero por qué, ¿por qué lo habrá hecho?

– Puede que se sintiera culpable de tus problemas y quisiera hacer algo bueno por ti. Derek me ha dicho que también ha dejado algún dinero a los padres de Rick. A lo mejor pensó que el dinero te animaría a salir de la mierda en que estás metida, para variar.

– Nunca hice ningún trato con él.

– No creo que su intención fuera hacer un trato.

– No me gusta que me controlen.

– Mira, Kitty, ya has demostrado con creces que no se te puede controlar. Todos nos hemos enterado y hemos aprendido la lección. Pero Bobby te quería.

– Nadie se lo pidió. A veces me portaba mal con él. Y no tenía en cuenta si le perjudicaba o no.

– ¿En qué sentido?

– En ninguno. Olvídalo. Ojalá no me hubiera dejado nada. Así me siento mezquina.

– No sé que decir, la verdad -murmuré.

– Mira, yo nunca le pedí nada. -Hablaba como si se defendiera de algo, pero no acababa de entender cuál era su punto de vista.

– ¿Qué te atormenta?

– Nada.

– ¿Por qué tanta inquietud entonces?

– ¡Yo no estoy inquieta! Mierda. ¿Por qué tendría que inquietarme? Lo hizo porque quiso, para sentirse bien, pero no porque el hecho tuviese que ver conmigo.

– Algo tendría que ver contigo porque de lo contrario habría legado el dinero a otra persona.

Empezó a mordisquearse la uña del pulgar y se olvidó momentáneamente del cigarrillo que, incrustado en la muesca del cenicero, elevaba hacia el techo una hebra de humo que parecía la señal de un piel roja situado en la cima de una montaña lejana. Se estaba poniendo de mal humor. No sabía por qué la alteraba tanto que le hubieran caído del cielo dos millones de dólares, pero tampoco quería indisponerla conmigo. A mí sólo me interesaba la información. Volví a cambiar de tema.

– ¿Qué sabes del seguro de vida que suscribió tu padre a nombre de Bobby? ¿Te ha hablado de ello?

– Sí. Y me sonó extraño. Siempre hace cosas así y luego no entiende que los demás se ofendan. No lo hace con mala intención, al contrario, le parece de lo más lógico. Como Bobby había destrozado el coche un par de veces, papá pensó que si se mataba por lo menos que fuese en provecho de alguien. Supongo que ha sido por eso por lo que Glen lo ha echado de casa.

– Sí, yo también. A ella tuvo que sentarle como un tiro que quisiera beneficiarse con la muerte de Bobby. Por lo que respecta a Glen, es lo peor que pudo ocurrírsele. Además, con la operación de marras, ahora es sospechoso de asesinato.

– ¡MI padre no es capaz de matar a nadie!

– El dice lo mismo de ti.

– Porque es verdad. Yo no tenía ningún motivo para desear la muerte de Bobby. Y él tampoco. Yo ni siquiera sabía lo de la herencia, y, además, no la quiero.

– Puede que el dinero no fuese el motivo -dije-. Es lo que primero se investiga, pero no siempre aclara las cosas.

– Pero tú no crees que lo hiciera mi padre, ¿verdad?

– Aún no tengo una idea muy concreta al respecto. Sigo indagando sobre lo que le sucedía a Bobby y todavía me quedan lagunas que llenar. Salta a la vista que pasaba algo raro, pero no consigo dar con ninguna pista. ¿Qué relación tenía con Sufi? ¿Lo sabes?

Recuperó el cigarrillo y apartó la mirada. Se entretuvo un momento decapitándole la ceniza, le dio una chupada profunda, la última, y lo apagó. Tenía las uñas tan mordisqueadas que las yemas de sus dedos parecían esferas de carne.

Se estaba debatiendo consigo misma. Mantuve la boca cerrada para darle tiempo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «C de cadáver»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «C de cadáver» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Sue Grafton - T de trampa
Sue Grafton
Sue Grafton - U Is For Undertow
Sue Grafton
Sue Grafton - I de Inocente
Sue Grafton
Sue Grafton - H is for Homicide
Sue Grafton
Sue Grafton - P is for Peril
Sue Grafton
Sue Grafton - O Is For Outlaw
Sue Grafton
libcat.ru: книга без обложки
Sue Grafton
Sue Grafton - F is For Fugitive
Sue Grafton
Sue Grafton - C is for Corpse
Sue Grafton
Sue Grafton - E Is for Evidence
Sue Grafton
Sue Grafton - K Is For Killer
Sue Grafton
Sue Grafton - Z Jak Zwłoki
Sue Grafton
Отзывы о книге «C de cadáver»

Обсуждение, отзывы о книге «C de cadáver» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x