Sue Grafton - C de cadáver

Здесь есть возможность читать онлайн «Sue Grafton - C de cadáver» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

C de cadáver: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «C de cadáver»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Kinsey Millhone acepta ayudar y proteger a Bobby Callahan, un reservado joven que conoció en el gimnasio. Él está convencido de que, tras el accidente que le dejó amnésico y con el cuerpo zurcido de cicatrices, alguien quiere matarle, aunque nadie le cree. Pero tres días después Bobby aparece muerto. Y ahora a Kinsey le toca encontrar al asesino.

C de cadáver — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «C de cadáver», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Cuántos caben?

– Cincuenta tal vez, en caso de emergencia. Yo nunca he visto más de ocho o nueve.

– Creí que iban directamente a la funeraria.

– Sólo si han fallecido de muerte natural. Del resto nos hacemos cargo nosotros. Asesinados, suicidas, accidentados, todos los que mueren de forma sospechosa o anormal. Se practica la autopsia a casi todos y al cabo de un tiempo relativamente breve se envían a la funeraria. Hay algunos indigentes entre los diez que tenemos ahora. Hay un par de individuos sin nombre a los que esperarnos identificar. A veces se prolongan los trámites del entierro y guardamos el cadáver. Hay dos que llevan aquí un montón de años. Franklin y Eleanor." Son prácticamente nuestras mascotas.

Me crucé de brazos porque empezaba a sentir escalofríos y cambié de conversación porque prefería hablar de los vivos.

– ¿Conoces bien a Bobby? -pregunté. Me apoyé en la pared y me puse a mirarle mientras se dedicaba a sacar brillo a los grifos del fregadero de acero inoxidable.

– Apenas le conozco. Trabajábamos en turnos diferentes.

– ¿Cuánto hace que trabajas aquí?

– Cinco años.

– ¿Y qué más haces?

Hizo una pausa para mirarme. Por lo visto no le gustaban las preguntas personales, pero era demasiado educado para decirlo…

– Soy músico. Toco la guitarra en un grupo de jazz.

Le miré con fijeza durante un minuto sin atreverme a preguntárselo.

– ¿Has oído hablar de Daniel Wade?

– Claro. Era pianista de jazz, de Santa Teresa. Todo el mundo sabe quién es. Aunque hace años que no se le ve por la ciudad. ¿Amigo tuyo?

Me aparté de la pared; era mi turno.

– Era mi marido.

– ¿Estuviste casada con él?

– Exacto. -Observé unos frascos de vidrio con órganos humanos en adobo. Me pregunté si habría algún corazón en escabeche en aquella sustanciosa ensalada natural de hígados, riñones y bazos.

Kelly volvió a enfrascarse en lo suyo.

– Un músico genial -observó en un tono a la vez de prudencia y de respeto.

– Lo sigue siendo -dije, sonriéndome ante lo irónico de la situación. Nunca había hablado de ello y se me hacía raro contárselo a un enfermero del depósito con bata de cirujano, en una sala de autopsias.

– ¿Y qué le pasó? -preguntó Kelly.

– Nada. Lo último que supe de él es que estaba en Nueva York. Seguía tocando y drogándose.

Cabeceó.

– Joder, con el talento que tiene. No lo conocía personalmente, pero iba a verle tocar siempre que podía. No lo comprendo, habría podido llegar adonde hubiera querido.

– El mundo está lleno de genios.

– Sí, pero él es mejor que la mayoría. Al menos por lo que yo sé.

Lo malo es que yo no era tan genial como él. Me habría ahorrado muchos sinsabores -dije. En realidad, aquel matrimonio, aunque sólo había durado unos meses, había representado la mejor época de mi vida. Daniel tenía cara de ángel en aquella época… ojos azul cielo bajo una nube de rizos de oro. Siempre me recordaba a un santo católico que había pintado no sé qué artista: delgado, guapo, aspecto de asceta, manos elegantes y aire de humildad. Emanaba inocencia. Sólo que no podía serme fiel, no podía apartarse de las drogas, no podía quedarse en un solo sitio. Era salvaje, divertido y corrupto; si reapareciera… no me atrevo a jurar que le diría que no, me pidiera lo que me pidiese.

Había dejado languidecer la conversación; fue Kelly quien la reanudó, instado por el silencio.

– ¿Qué hace Bobby ahora?

Volví a fijarme en él. Se había encaramado en un taburete alto de madera; el trapo y el desinfectante estaban en el mostrador, a su izquierda.

– Sigue reorganizando su vida -dije-. Hace ejercicios diariamente. Pero no sé qué hace el resto del tiempo. ¿Supongo que no sabrás nada de lo que le pasaba entonces, verdad?

– ¿Qué importancia puede tener a estas alturas?

– El dice que estaba en peligro, pero ha perdido la memoria. Hasta que yo llene los agujeros, probablemente seguirá teniendo problemas.

– ¿Por qué?

– Si alguien quiso matarle, puede intentarlo otra vez.

– ¿Y por qué no lo han hecho ya?

– Lo ignoro. Puede que el responsable se sienta seguro.

– Suena a rebuscado -dijo con los ojos fijos en mí.

– ¿Te hizo confidencias alguna vez?

Se encogió de hombros; su actitud volvía a ser un tanto reservada.

– Sólo coincidimos laboralmente en un par de ocasiones. Cuando entró a trabajar aquí yo estaba de vacaciones; al volver, yo tenía el turno de día y él tenía el de noche.

– ¿Cabe la posibilidad de que se dejara por aquí un cuaderno de direcciones, de piel encarnada, pequeño?

– Lo dudo. Aquí ni siquiera hay taquillas para guardar las cosas.

Saqué una tarjeta de la billetera.

– Llámame si se te ocurre algo. Me gustaría saber qué pasaba en aquel entonces y sé que Bobby agradecería muchísimo cualquier gesto amistoso.

– Claro.

Fui en busca del doctor Fraker; miré en Medicina Nuclear, en las oficinas de las enfermeras, en los despachos de la unidad de radiología, todo ello en el sótano. Lo encontré cuando se disponía a bajar otra vez.

– ¿Ya ha terminado? -dijo.

– Sí, ¿y usted?

– Entro de guardia a mediodía, pero si quiere charlar un rato, buscaremos un despacho vacío.

Negué con la cabeza.

– Por ahora no tengo más preguntas que hacerle. Pero me gustaría hablar con usted más adelante.

– Estoy a su disposición. No tiene más que darme un telefonazo.

– Gracias. Lo haré.

Estuve un rato en el coche, sin moverme del parking, tomando notas en las fichas de cartulina tamaño 12 X 7 que guardo en la guantera: el día, la hora y el nombre de las dos personas con quienes había hablado. El doctor Fraker era una buena fuente de información, aunque la entrevista no había dado mucho de sí. Kelly Borden tampoco me había sido de mucha ayuda, pero al menos había tanteado la posibilidad. Los resultados negativos son a veces tan importantes como los positivos, dado que son callejuelas sin salida que, mientras se avanza a ciegas hacia el centro del laberinto, permiten reducir el radio de acción. En el presente caso no sabía dónde estaba dicho centro ni qué habría en él.

Consulté la hora. Eran las doce menos cuarto y pensé en comer. Me cuesta comer a su hora. O no tengo hambre cuando toca, o la tengo cuando no puedo detenerme para comer. Sin yo quererlo se me ha convertido en una táctica para adelgazar, aunque no creo que le siente bien a mi salud. Arranqué y puse rumbo a la ciudad.

Volví al restaurante naturista donde había comido el lunes con Bobby. Tenía muchas ganas de verle, pero en el local no había el menor rastro de él. Pedí una ensalada polivitamínica, de esas que satisfacen al cien por ciento las necesidades nutritivas de toda una existencia. La camarera me trajo una bandeja llena de semillas y hierbajos coronados por una salsa rosa con pintas, muy sabrosa. No estaba ni la mitad de rica que una superhamburguesa con queso fundido, pero me sentí pura al saberme con toda aquella clorofila corriéndome por las venas.

Al volver al coche, me miré los dientes en el espejo retrovisor, no fuera que los tuviese manchados con brotes de alfalfa germinada. Si voy a entrevistar a una persona, no quiero tener aspecto de haber estado pastando en un prado. Busqué en el cuaderno de notas la dirección de los padres de Rick Bergen y cogí un plano de la ciudad. No sabía dónde estaba Turquesa Road. Al final la localicé; era una calle del tamaño de uno de esos pelos que crecen hacia dentro, una travesía de otra calle no menos desconocida y que discurría cerca de las estribaciones montañosas que parapetan el barrio más interior de la ciudad.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «C de cadáver»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «C de cadáver» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Sue Grafton - T de trampa
Sue Grafton
Sue Grafton - U Is For Undertow
Sue Grafton
Sue Grafton - I de Inocente
Sue Grafton
Sue Grafton - H is for Homicide
Sue Grafton
Sue Grafton - P is for Peril
Sue Grafton
Sue Grafton - O Is For Outlaw
Sue Grafton
libcat.ru: книга без обложки
Sue Grafton
Sue Grafton - F is For Fugitive
Sue Grafton
Sue Grafton - C is for Corpse
Sue Grafton
Sue Grafton - E Is for Evidence
Sue Grafton
Sue Grafton - K Is For Killer
Sue Grafton
Sue Grafton - Z Jak Zwłoki
Sue Grafton
Отзывы о книге «C de cadáver»

Обсуждение, отзывы о книге «C de cadáver» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x